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Comuníquese, archívese, publíquese. Conversatorio con José Ángel Cuevas.
Presentación de la novela en III Feria del Libro de la Universidad San Sebastián. Valdivia, 9 de Mayo 2015
Por Gonzalo Schwenke
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No podemos presentar a José Ángel Cuevas, sin considerar el significado de vivir el antes y el después del Golpe de Estado de 1973. Instante que resquebrajó los anhelos de miles de jóvenes en busca de un mundo más igualitario –y material histórico si se quiere decir—, en contraposición al mercantilismo actual. El cura Valente expresa El trauma del 11 en verso: “La razón que me parece más verosímil es ésta: bajo el trauma del 11 no pocos poetas de oposición -democrática o violenta- gritan, gesticulan, juzgan, amenazan; en suma, dramatizan, lo cual es muy explicable desde el punto de vista psicológico y político, pero fácilmente desfavorable desde el punto de vista de la poesía. En cambio, frente a hechos dramáticos, José Ángel Cuevas se las arregla socarronamente para no vociferar sino describir, y aun más, para no describir sino presentar” (El Mercurio domingo 16 de agosto de 1987) Se observa que el crítico Valente colabora en su anhelo de evitar los gritos avasalladores sin embargo, el poeta que presentamos ha vociferado con recursos de estilo que no sólo él, sino Kiko Rojas, Tito Alvarado Gil, Beatriz, Angélica Selnik, y tantos otros quienes han sobrevivido a los militares y a la Alegría ya viene. De aquí en adelante se profundiza el spleen en la poética de Cuevas quedándose detenido para observar y mostrarnos cómo avanza el país hacia el neocolonialismo de la globalización: “El expoeta quiere reinsertarse en su pasado/ el pobre se metió a hacer profecías/ que no se cumplieron” (Cuevas 1994: 13). Ahora bien, no es la única voz que refleja la sociedad, Mauricio Redolés refleja 40 años de volteretas olímpicas como en “el vals de la tortura[1]” En el mismo sentido, en 1993, Schwenke & Nilo canta “Anda Un Pueblo”, canción que refleja el desmoronamiento del pueblo latente para dar paso al capitalismo, sin tener la menor medida reflexiva: “Anda un pueblo que quiere unirse, a la fuerza de gravedad/ Anda un pueblo desarraigado, es decir, sin tener raíz/ Anda un pueblo que se ha perdido, en la niebla de su ansiedad/ Anda un pueblo con sus heridas sin poderlas aún sanar.[2]” (1993)
Situaciones ineludibles y que en este caso explican el avance de un exhablante, un exmilitante; un expoeta. Mención aparte, Bruno Serrano Ilabaca, sentado en esta mesa, que es parte de la misma revolución y con similares manifestaciones con Cuevas. El caso de Bruno, exGAP, es la de sobrevivir dentro del país roto, convivir con el sujeto en crisis que median en el intraexilio, espacio de búsqueda de un lugar en la escritura para vivir y donde hacer memoria. De esta manera, sumarse otras luchas que puedan resistir en el textoser las mismas luchas que el sujeto político luchó.
Observamos en la obra poética de Cuevas, la agonía del hombre frente a la modernidad, dicha sea de paso; la anulación de las esperanzas y la pérdida del proyecto político frente al desconcierto y paradojas del modelo liberal actual. Decepción en el territorio y de un pueblo que se ha transformado en masa convencida por el discurso oficial y publicitario. En sus versos da cuenta que ya no queda nada de pueblo, de lo colectivo, de lo humano y lo social, existe más resignación que manifestación. La mirada del pueblo queda suspendida en lo incierto, perdida entre las sombras, esta derrota deviene como resultante del avance de las fuerzas de comercialización, que se expresa en versos como: “Un pueblo vencido se merece estar a honorarios/ no tener previsión/ derecho a salud/ jubilación mínima/ un pueblo vencido no tiene derecho a nada / porque las leyes laborales les fueron requisadas y expropiadas. / Un pueblo vencido. / Sólo debe ser dócil. / Se lo merece.” (Cuevas 2012: 11)
Esta profunda decepción de la utopía derribada, la esperanza fracasada, la instalación del modelo y el posterior fortalecimiento del paradigma por parte de los examigos, del expartido y de los exmilitantes es el leitmotiv de José Ángel Cuevas en sus más de 20 obras publicadas. En ellas, hay un programa de análisis al transcurso histórico de la Alegría, al discurso menguante de “la medida de lo posible”, al carisma de Frei, al dedo hilarante de Lagos, a Bachelet, al desquicio republicano de Piñera y a Bachelet de nuevo. “Los vencedores vencieron al pueblo unido/ El pueblo no luchó ese día (hubiera sido una masacre) los vencedores usaron a las ffaa” (Cuevas 2012: 84)
El choque cultural y el cambio de perspectiva entre el exiliado interior y el retornado desde las Europas, se muestra claramente en “Adiós muchedumbres” (1989), en donde el exiliado interior toma consciencia del profundo cambio del sujeto retornado, quien trae un escuálido progreso proveniente de las Europas, un modelo distinto cuando pregonaba en los cordones industriales: “Se echan un par de tallas/ hablan de almejas y corvinas/ de un supuesto Chile profundo pregunta el retornado/ el europeo/ cómo pude haber sido amigo de este concha de su madre/ dice B” (Cuevas 2005: 32)
A partir de allí, el que fue poeta, el que soñó con una sociedad más justa e igualitaria, pasó a ser la voz del colectivo quienes quedaron definitivamente en medio del desamparo y abandonados a sus nostalgias en el bar más cercano: “Nadie está tan solo/ como para no tener siempre/ a sus grandes amigos / del tiempo De La Subversión Generalizada (la derrota política.)” (Cuevas 1997:10)
Su propuesta es la voz de miles de albañiles, kiosqueros, profesores, mineros, costureras, empleados quienes participaron en el proyecto socialista, aferrándose al sueño del que fue y pudo ser, y más allá de la gesta de los mil días, fueron ellos, quienes se quedaron en el país a vivir la dictadura para luego sucumbir a la Alegría, abandonados a su suerte y expresados en versos como: “Gente que ha caído en una profunda depresión/ se perdieron como cuadros revolucionarios / al interior de sus mundos / ríos espesos y negros /duermen / duermen y no quieren despertar / o al revés sufren insomnios agudos.” (Cuevas 1997: 15)
Serán estos mismos cuadros revolucionarios diezmados por sus excorrelegionarios quienes darán cuenta “DE UN SUEÑO QUE SE DEBE RECORDAR” (Cuevas 2012: 65), porque a medida que la sociedad se individualiza, viven en sus autos cuadrados y sin casa, van olvidando, van mirando hacia arriba y no hacia atrás, no existe esperanza, no recordar ese pasado que constantemente se come la cola, y se aprende y se entiende menos “porque es así/ hay personas que ya no creen en Nada” (Cuevas 2012: 131)
Para concluir, cabe mencionar, cómo la voz del expoeta se anticipó a la actual crisis de credibilidad y de manejo político, hoy los exconcertacionistas perdieron, finalmente, su último bastión, los recuerdos de su épica (tortura, exilio, etc) al mendigarle al yerno de Pinochet. Más allá de lo que dictamine la justicia, es un apocalipsis político. Que se vayan todos en una frase en el aire, lo cual reviste un peligro. A río revuelto ganancia de pescadores. Y los pescadores son siempre los mismos, nosotros el pueblo somos los peces chicos.
Comuníquese, archívese, publíquese.
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Bibliografía
Cuevas, José Ángel. 1994. Proyecto de País. América del Sur Ediciones, Santiago de Chile.
Cuevas, José Ángel. 1997. Poesía de la Comisión Liquidadora. Lom Ediciones, Santiago de Chile.
Cuevas, José Ángel. 2005. Restaurant Chile (Antología 1979-2005) La Calabaza del Diablo Editorial, Santiago de Chile.
Cuevas, José Ángel. 2012. Poesía del American Bar. Hebra Editorial, Valparaíso, Chile.
Cuevas, José Ángel. 2012. Maquinaria Chile y otras escenas de poesía política. Lom Ediciones, Santiago de Chile.
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Notas
[1] Mauricio Redolés. 2001. Track 11 “Vals de la tortura” Disco: Work In Progress.
[2] Schwenke & Nilo Vol. V. Track 7, “Anda Un Pueblo”