9
Invierno, anúnciame la primavera;
mi viejo corazón recién nacido
tiende, de la raíz de lo vivido,
tímidas ramas a lo que le espera.
Qué sabes de la savia verdadera,
árbol mío, qué sabes, qué sentido
viento viene a vibrar, álamo herido,
hasta sacar mi soledad afuera.
Afírmate, raíz; pájaro, alcanza
la nube que alancea el sol poniente
que allá, hacia el otro lado, es brillo nuevo.
Así trabaja, alienta la esperanza;
avanza, corazón, o no: contente,
que no es aún la hora del renuevo.
13
Si primavera ya tu sangre mueve,
si son sus olas ya tus amapolas,
si suena el corazón en las corolas
y llueve, llueve, llueve, llueve, llueve,
si ya el beso del sol fundió la nieve,
si de muertos adioses se abren holas,
si hablan siempre del mar las caracolas
y la yerba saluda el viento leve,
no apagues esa luz que te enamora,
no ciegues las ventanas de la vida,
no temas a la llama que te llama,
porque el único tiempo es el ahora,
porque el amor es la única salida,
porque aún arde la tarde mientras ama.
21
Me has dejado un regusto tan amargo
Que aún presiento el sabor que me destinas;
Hay una eternidad en cada esquina,
Cada segundo puede ser muy largo.
Prolonguemos la luz, yo me hago cargo
de la abierta ventana tan vecina,
y de la soledad de la cocina
que cocina en silencio, sin embargo.
Aún hay un acordeón de luz y luto
Y una gotera interminablemente,
Y un pensamiento que la lluvia dice.
Yo sé de lo infinito diminuto
Que habla al oído silenciosamente,
Para que el corazón se paralice.
32
"por qué te olvidas, y por qué te alejas
del instante que hiere con su lanza.”
José Hierro.
Por qué vuelves la espalda a la alegría.
Por qué cierras los ojos al instante.
Por qué ciego, sin vida, siempre errante
vas por la noche cuando ya es el día.
Lucha de luz es lo que te decía
y es lo que tú cantabas, anhelante,
cuando aún caminabas adelante,
y una sombra pequeña te seguía.
Por qué te empeñas en cerrar la vida.
Por qué dejar que la costumbre pueda
contigo y con tu sangre ahora dormida.
Por qué te pierdes, ruedas con la rueda
sin ver y sin salir por la salida
que por tus ojos por amor te queda...
35
Ha quedado la luz hecha pedazos,
la sombra se ha quedado pensativa;
la brisa, que era brisa intempestiva,
e ha quedado callada en nuestros brazos.
Vamos buscando nubes y regazos
aún sin saber si el ánima está viva,
y siempre está la luz, la luz esquiva,
evitando fijarse en nuestros trazos.
No nos quedan palabras verdaderas,
andamos promoviendo inquisiciones
como sube la sombra enredaderas.
No nos movemos ya de estas prisiones.
Las esperanzas van, perecederas,
trazando cruces en sus posiciones.