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Juan-Agustín Palazuelos:
Ebullición inconclusa
Por Antonio Skármeta
Publicado en Ercilla N°1778, 16 de julio de 1969
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Conversador de atropellada, de esos que arrollan a los interlocutores con una jerga febril donde no caben el suspiro de pausa ni el hueco para la réplica, Juan-Agustín Palazuelos acentuaba las palabras con miradas que a veces iban más lejos que el discurso. Era un charlador apasionado y no siempre coherente. Daba la impresión de querer decirlo todo —cultura universal, emociones sentimentales, bromas políticas, teorías sobre el arte— ahora mismo. Tal vez por eso sus dos novelas clausuraron la respiración. Quizás ése fue el motivo por el que fabuló un mundo de frases impresionistas, estrujadas taquigráficamente, en sus dos novelas publicadas.
Cuando el sábado 5 de julio se anunció su muerte provocada por una inadvertida diabetes que se desencadenó con dolorosas complicaciones, la noticia desconcertó a sus amigos escritores. Un poco porque Palazuelos era el prototipo del escritor joven inquieto, bullente y angustiado. No parecía que la muerte calzara con su imagen social. Y por otra parte, muy pocos sabían que estaba en Santiago. Aun se le creía en USA, donde había sido becado por el Taller Literario de la Universidad de lowa. Sin embargo, una semana antes de la muerte, había vuelto a su casa del ajetreado Guayacán, en las afueras de Santiago, donde no dejó de celebrar con la torrencialidad acostumbrada su retorno al pago.
Sin capa
De su matrimonio con Josefina tuvo un hijo hombre y dos mujeres. Este enlace algo mitigó el desorden apetente con que vivía, y dejó en el olvido los días en que se paseaba con larga capa y melena por las calles del centro practicando la excentricidad y la sobremesa con ingeniosa pasión adolescente. En aquellos días era hombre que decía lo que pensaba, y a veces un poco más de lo que pensaba también.
La primera novela, escrita a los 26 años, Según el orden del tiempo, fue
bien acogida por la crítica. José Donoso, en ERCILLA, fue categórico: "Imaginativa, seria, amplia pero pedante y defectuosa es, sin embargo, una obra literaria en toda la extensión de la palabra. La aparición de Palazuelos representaría la avanzada de una nueva hornada de escritores jóvenes, aquellos que ahora luchan, con estudio, actitudes polémicas, búsqueda en lo vital y en lo intelectual, por llegar a ser escritores".
Pero su segunda obra, menos subjetiva, con más ambiciones espaciales (Muy temprano para Santiago) no tuvo buena recepción entre los comentaristas. Pese a que era una novela que dejaba atrás una etapa adolescente, los críticos la juzgaron desfavorablemente en comparación con
la primera. Como Juan-Agustín era hombre que no hacía oídos sordos a lo que de él se decía, su producción posterior estuvo marcada por la incertidumbre.
El profesor de Literatura Hispano-americana Grinor Rojo, que enseñaba en la Universidad de Iowa, confirmó el desconcierto que le produjo la recepción de Muy temprano para Santiago.
El mismo Rojo contó algo de lo que Palazuelos estaba haciendo:
—Aparte de una posible novela sobre la que no tenía mucha claridad, había acumulado mucho material para un libro que llamaría Silabario de abominantes, que sería un diccionario de cosas extrañas, un poco al modo de lo que Cortázar había hecho en la última parte de Rayuela. Incluso le molestaba Cortázar porque decía que se le había adelantado.
Su último proyecto era una Antología de Santiago, que no sería una colección literaria propiamente tal, sino vidas de santiaguinos volcadas en literatura. Santiago era su obsesión.
