El hombre de las suelas de viento
«If we are absolutely modern—and we are—it’s because Rimbaud commanded us to be»[1].
—No, es mentira.
Rimbe nunca dijo que podías hablar por él
Desde tu Hotel Lautréamont de 5 estrellas,
Desde la autocomplacencia de la Universidad
Y las hamburguesas de Utah.
—No, No… ¡Señores!
Primero lo primero:
Voy a soñar esta noche que
Tus ojos son los de Rimbe
Como la bondad de una mujer que miente
Y a la que sólo le pido una mentira.
I.
Bueno, descargamos el carro:
Sólo unas botellas de vino y las amapolas de Rimbaud.
Crecimos sin darnos cuenta, y ahora esperamos en el camino.
Al menos estábamos cerca de la gente y de su tierra,
Aunque todos nuestros hábitos fueron corrompidos.
Al principio el pueblo era celeste,
El sol nos despertaba y nos dejaba tontos después del mediodía.
Éramos las uvas brillosas del verano,
Con nuestra cáscara desnudábamos al viento.
II.
No es difícil de entender
Que lo eterno necesita derribar sangre.
Ellos sólo se sorprenden de lo que no se atreven:
Y encuentro el mar, veo mi rostro
En el lagarto espejo…
Y pese a que la noche es fría
No voy a morir por estar acá.
Aunque posterguen la comunión
Puedo matar a Dios escribiendo «ha muerto»
Sobre una silla.
Afuera está la serpiente
Afuera está la serpiente, siguiendo el mismo camino.
Con reglas dentro de reglas, ahora muriendo por sombrero.
Con ricos y pobres con los mismos odios, las mismas sonrisas.
Con los mismos intereses en la guerra.
Ésta es la única guerra. Nunca termina.
Antes los países pensaban que las reglas formarían nuevos mundos,
Pero ahora la guerra tiene un rostro individual.
Así la serpiente crece con esto.
Es como un lenguaje,
Una prisión,
El aire entero del bosque lleno de lluvia.
Soy el que mira al cielo y a la tierra
Soy el que mira al cielo y a la tierra.
Soy el universo.
El que baja hasta la orilla del lago
Y enciende las hierbas secas.
La explicación es una bajeza,
El esclarecimiento la humillación.
Porque el aire es como los otros:
La memoria del hombre, en sí misma.
Soy el que escucha a los árboles
Y sus cabellos de inmenso día.
El que brota en el silencio de la superficie
Y deja firme su idea.
Estoy hecho de palabras; soy el que canta.
Estoy hecho de materia; soy el que inventa.
No siento temor por la verdad:
Soy el que vive, soy el poeta.
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[1] John Ashbery, del prólogo / originalmente publicado en 1886, Arthur Rimbaud´s Illuminations.