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FUERZA IMPETUOSA DE LA PSIQUIS
"Arquetipos", Jessica Atal. RIL Editores, Santiago, 2013

Por Luis Vargas Saavedra
Revista de Libros, El Mercurio. 23 de junio de 2013.


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Si el libro anterior de Jessica Atal se llama Pérdida, este que se llama Arquetipos bien puede llamarse Hallazgo. Hallazgo de estilo para asestar su visión y expectante avance hacia nuevos hallazgos. Así, de un libro a otro su poesía (ella) ha hecho unos rápidos adelantos, unos enormes progresos que en otras personas suelen demorar años, si no una vida. ¿Cómo lo ha conseguido? Su secreto para ella.

De Pérdida me guardo una acre sensación de expolio, de lar y corazón saqueados. De Arquetipos, una intensificación d elo acre en una galería de mujeres (a años luz de las “Locas mujeres” de Gabriela Mistral) retratadas con un procaz sarcasmo que a pesar de lo vitriólico contiene una piedad recóndita, una que podría llamarse “empatía al revés”. Pues dan a sentir una solidaridad femenina hacia las víctimas de otros o de sí mismas. O del cuerpo, como es en el poema “La niña”, que sangra aterrada su primera menstruación. En esos versos quien retrata el caso logra un compañerismo y una identificación que me recuerdan los poemas de César Vallejo sobre los niños solitos en la casa atemorizante, sin sus mayores que han salido y no se sabe cuándo van a regresar. Los más logrados arquetipos me parecen ser: “La niña”, “La novia”, “La mentirosa” y “La putamadre”. En ellas el retrato queda rotundo como un lazo. Muchos más hay, pero varios adolecen de longura, de manierismos (los paréntesis, por ejemplo) y de finales desguañangados que diluyen el impacto o que dan una síntesis a lo moraleja redundante.

Comprendo que es debatible la longitud ideal de un poema, pero siempre su llamarada interior pide o determina hasta dónde va a arder gallardamente sin volverse ceniza. En todo caso, este es un reparo menor. La fuerza expresiva de las estrofas ensambla un total que se asesta sobre uno y deja un moretón en la sensibilidad. Cito la segunda sección del poema “La dueña de casa”, como ejemplo de sencillez concisa y eficaz: “la dueña de casa/ habita/ una casa/ que no es su casa// la dueña de casa/ nunca ha sido dueña/ de su casa// la casa/ de la dueña de casa/ tiene dueño/ y no dueña/ (¿a quién pertenece la casa?)/ (¿a quién pertenece la dueña de casa?)”. Hay en “La indecisa” espléndidas imágenes: “Ofelia/ a punto de sumergirse/ contiene lluvias en sus manos… no tiene por dónde/ envolverse/ en olor a tierra…/ a no ser que alguien/ la agarre fuertemente del pelo/ se la coma a besos”.

Los poemas están agrupados en cuatro secciones tituladas patrocinadamente Cosmos, Luna, Sol, Tierra, y “El llanto de Deméter” que es un poema final puesto aparte para que realzado se irradie sobre todos los precedentes. ¿Cuál sería su motivo? ¿Qué está efectuando en ese borde terminal? Deméter o Ceres, hija de Crono y Rea, era la diosa que aseguraba la fecundidad terrestre, protegía la agricultura, despedía el hambre y se simbolizaba en la espiga nutricia. Con tales fértiles y provechosos rasgos mitológicos, se esperaría que el poema final de este libro ofreciese la holgura feliz de un buen pan de cada día; en cambio, es el clamor de una madre que ha perdido a una hija (podría haber sido Clitemnestra llorando a su Ifigenia). La intención ha de ser desvirtuadora: anular la estable confianza en un bienestar social, y despeñar un fracaso de la diosa: achacarle la tragedia.

Las secciones mencionadas también tienen una referencia griega, recuerdan los básicos elementos de Empédocles: tierra, fuego, agua y aire. Y le confieren a cada sección un influjo. Cosmos, la primera, se inicia con un poema eufórico que viene a ser la antítesis del desesperado llanto de Deméter: “te resuelves/ en ti mismo/ arrojado espacio/ bebiendo azul/ abiertamente regocijo”. Luego el poema “Arquetipos” plantea la insondable pregunta que recorre tanto a Pérdida como a Arquetipos: ¿yo quién soy? Una inquietud metafísicamente psíquica: “no sé quién soy (mujer o calaver o derramada)/ debilidad o fuerza/ no sé qué círculo o trazo/ naturaleza pura e instintiva/ pensamiento puro y frecuencia/ qué/ qué quieres que te diga”.

Es, creo, la pregunta que cava el alma de Jessica Atal y que ha suscitado estos dos libros recios e impactantes. Ojalá vengan más.



 


 

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Fuerza impetuosa de la psiquis.
"Arquetipos", Jessica Atal.
RIL Editores, Santiago, 2013
Por Luis Vargas Saavedra
Revista de Libros, El Mercurio. 23 de junio de 2013.