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El color local
Sobre Un poco de aire en una boca impura de Ricardo Ayllón
(Ediciones Altazor, 2008)
Por Johnny Barbieri
Lo primero que se observa en “Un poco de aire en una boca impura” de Ricardo Ayllón es la sensación de verse ante un poemario producto de un proceso que ha afirmado una maduración estética sorprendente. Es así que desde su poemario Almacén de invierno hasta este que hoy nos ocupa se ha ganado en una propuesta temática más ambiciosa y con un sentido más abierto, y en una exploración de la forma, particularmente, más actual y de mayor logro estético.
La poesía como todo arte debe procurar, a través de los recursos o soportes utilizados, la concreción de un producto que abiertamente se
presente como todo de creatividad, tamizado, necesariamente, por la razón. En Un poco de aire en una boca impura ese constructo está fundido en ser y esencia, en cerebro y corazón; existe un genius loci que domina todo y que en la voz del autor se ha hecho intensa e íntima.
El poemario está compuesto de cuatro secciones. La primera En la bahía, consta de cinco poemas, quizás los más alegóricos del libro, donde el autor se ha permitido envolvernos en una mitología que pretende, sobre todo, sublimar el espacio, “En cascurno, en Unicré, en Lopino, las bellotas crecían como animales recelosos y enhiestos…”, explicados debidamente en notas a pie de páginas. Los lugares refieren a zonas de la bahía de Chimbote, que siendo el lugar natal del autor, se han convertido en verdaderos asideros de significación intimista (adhesión apasionada por el terruño): núbil niñez, tenaz adolescencia, furtivos amores de juventud y, sobre todo, recuerdos y nostalgia “…la época de volver sobre los blandos dominios de la voz e invocar la consistencia del mar, su origen, esa puerta segura de la que no conocimos sino su mortandad entre peñascos y gritos.”
En la segunda sección Instrucciones para tu delirio el autor se desprende de todo tipo de referencia mitológica, como desprenderse de todo atavío y quedar desnudo mostrando lo más íntimo que, en esta parte del libro, es aquella dimensión que puede abarcar el amor, en todas sus formas, sobre todo, en cierta animación del espacio que vuelve a ser evocador nuevamente. Existe la intención de hacer fácil la lectura quitándole la complejidad formal, pero que mantiene aún ese ritmo trepidante que caracteriza todo el libro, “como eco de piedras fragmentadas en el aire, como cántico rasgado por los oídos sordos de la noche, así suenas…”
La tercera sección, personalmente la que más he disfrutado, incluso lleva un título mucho más sugerente, que tranquilamente podría haber sido el título del libro, crónica del guardián del piélago aquí encuentro poemas más logrados a base de una estructura suprarreal como en los poemas, Ah vanidad, Pese a todo, Ahora, entre otros. Pareciera que Ayllón encarnara ese custodio de la memoria, de la infancia, de la ciudad con sus espacios entrañables que se han forjado en torno al mar, es por ello que el mar lo abarca todo porque lo es todo, diría incluso, el mar se ha hecho próximo para palparnos, alcanzarnos, acariciarnos la piel “Yo le puse al mar un nombre, /lo llamé Domingo.
La cuarta y última sección del libro Cuaderno de obcecaciones pretende ser una suerte de epílogo construido en base a cierta obcecación, a cierto estado febril de insomnio, por ello la reducción de los vivaces colores de luz, a tenues sombras, recuerdos, lamentos, el silencio se ha acentuado, hay fuego consumiéndose, resplandor apagándose. Ayllón medita en torno a un pasado, ese pasado que ahora está lejano, y que no siendo malo pudo ser mejor. Su reflexión se ha vuelto pesimista y hasta alcanza a ser inquisidora. Y termina la sección con un poema de defensa a la familia, que es defensa al Yo, defensa al pasado, defensa a todo lo vivido.
Este libro sorprende porque no se limita en ser un libro bien escrito, sino en ser un libro de apuesta. No se trata de captar las efusiones de la naturaleza y expresarlas tal cual llegan a ti, sino de reinventarlas, de hacerlas tuyas, es allí donde radica el valor de todo gran libro.
Johnny Barbieri
Lima, Marzo de 2008
(Texto leído en la presentación del poemario “un poco de aire en una boca impura” de Ricardo Ayllón, en la Alianza Francesa de Miraflores, Lima, el 25 de Marzo de 2008)
Johnny Barbieri:
Nació en Lima el 01 de junio de 1966. Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1990, con un grupo de amigos, activó la agrupación poética Noble Katerba. Además integró en 1995 La Mano Anarka, un grupo de resistencia contra la dictadura y la intervención universitaria. Ha participado en múltiples recitales y ha publicado en diversas revistas y diarios del medio. Ganador del premio HORACIO con la obra Viajando a Nairobi 2003. Es autor de los poemarios Branda y la Mesón de los Pandos (1993), El Libro Azul (1996), MAKA (1999), Jugando a ser Dios (2000), Carne de mi Carne (2002), La Virgen Negra (2003), Libro Hindú (2005) y Yo es otro (2007). Estudió la Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente preside el proyecto editorial Casa Barbieri Editores.
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