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Javier Bello, poeta.
Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2006.

"La poesía es la voz fundamental
de la conciencia humana".

Por Antonia Torres A.
Poeta y Periodista


Javier Bello (Concepción, 1971) es uno de los poetas de la llamada "generación de los ´90". Además, es Licenciado en Literatura Hispánica por la Universidad de Chile y egresado del Doctorado de Literatura Española Moderna y Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid. Su currículum literario es extenso, nutrido y precoz. De hecho, su primer libro de poesía lo publica a los 15 años de edad. Ha publicado La noche venenosa (poesía), Letra Nueva, Concepción, 1987; La huella del olvido (poesía), Letra Nueva, Concepción 1989; La rosa del mundo (poesía), Lom, Santiago, 1996; Las jaulas (poesía), Visor, Madrid, 1998 y la plaquette Jaula sin mí (poesía), Hojas de Zenobia, Huelva, 1999. Durante 1992 fue becario de la Fundación Neruda. En 1994 recibió el primer premio en la categoría "inéditos" en los Juegos Florales Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago por La rosa del mundo y el 1998 un accésit, distinción que acá conocemos como "Mención de Honor", en el VII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, Segovia, España por su libro Las Jaulas. Éste último premio le valió publicar en el conocido sello editor español de poesía Visor, hallándose entre los pocos poetas chilenos publicados bajo dicha casa editorial. Recientemente ha sido galardonado con el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2006, el cual otorga la Diputación Provincial de Huelva y la Fundación Juan Ramón Jiménez -también en España- por el libro letrero de albergue, que acaba de ser publicado.

Bello es una personalidad generosa. Sus trabajos y experiencias como gestor y productor han demostrado estar guiados por el interés por promocionar la poesía de sus "pares generacionales". Es autor, por ejemplo, de uno de los primeros trabajos teóricos sobre los poetas chilenos de "la generación de los ´90", a la cual él mismo pertenece. Hoy son numerosos las antologías, los estudios breves, los encuentros y lecturas de esta promoción. No obstante, fue él quien, en 1996, se atrevió por primera vez a proponer una suerte de "generación poético-literaria" a propósito de un grupo aún incipiente. Lo hizo a través de su trabajo de investigación para optar al grado de Licenciado en Literatura en la Universidad de Chile, el que culminó con la Tesis de Grado "Poetas chilenos de los '90. Estudio y Antología". Allí desarrolló un interesante trabajo de contextualización teórica acerca de la promoción emergente de la poesía chilena, la mayor parte de cuyos representantes no sobrepasaban -en ese entonces- los 25 años de edad. Una apuesta atrevida que le valió una par de críticas y unos cuantos elogios. Pero su mayor osadía fue hacer, efectivamente, una "selección" o antología de autores. Tras 10 años de su aparición casi todos los poetas allí antologados han perseverado y se han convertido en escritores reconocidos, premiados y más o menos "profesionales". No anduvo tan lejos su apuesta.

Más tarde, realizaría varios eventos en el mismo sentido. En septiembre de 1998 convoca, junto a las también poetas Verónica Jiménez y Alejandra Del Río, al encuentro nacional de poetas jóvenes "La Angustia de las Influencias: Los Poetas leen a los poetas" en la ciudad de Santiago y al alero de la Universidad de Chile. Así, suma y sigue. Actualmente, trabaja en la misma universidad como profesor ayudante del área de Literatura Latinoamericana y Chilena de su Departamento de Literatura; y, desde comienzos de 1999, es coeditor junto a Luz Ángela Martínez de los proyectos virtuales "Retablo de Literatura Chilena" en Internet y la revista "Cyber Humanitatis", de la misma facultad.

Esta conversación ha tenido lugar en Valdivia, en Santiago y durante muchas oportunidades distintas desde que lo conocí allá por un lejano 1993, la primera vez que compartimos una mesa de lectura junto a otro poeta valdiviano. Las circunstancias literarias y biográficas nos han seguido reuniendo. Aquí un testimonio de esas reuniones y sus frutos.

LA CAJA DE PANDORA

De niño, Bello pasó largas jornadas en un escondido rincón de su casa mirando libros de pintura. La familia paterna, de origen italiano, profesaba una gran admiración por los pintores del Renacimiento. Por eso es que antes de leer o escribir conocía perfectamente la obra de Miguel Ángel, de Leonardo Da Vinci, de Velásquez. El siguiente paso fue saltarse al arte contemporáneo, cosa no muy bien vista en su familia "Me interesó Picasso, Chagall, Matisse. Me pasé leyendo poesía y viendo pinturas"

Uno de sus primeros "descubrimientos poéticos" fue una misteriosa caja llena de libros escondida en casa de su abuela. Esta verdadera "caja de Pandora" había sido dejada allí por un excéntrico tío arquitecto, antes de irse a vivir a Europa para siempre. Concepción era, en ese entonces para él, una ciudad "horrorosa" de la que quería huir. Reinaba el toque de queda y la prohibición. El tío -personaje capital en su formación como poeta- lo pone en contacto con la poesía contemporánea. Comienza entonces un intenso contacto epistolar. "Un día me cuenta por carta de esta caja llena de libros que había dejado en casa de su madre, es decir mi abuela". Allí estaba oculto el maravilloso tesoro. Y ése fue el principio de todo. En esa cajita estaban Huidobro, Una Temporada en el infierno de Rimbaud, Blaise Cendrars, Pasternak y hasta el Manifiesto Comunista, "una de las primeras cosas que leí en mi vida". En ese momento a Bello se le desata la pasión poética.

- Javier, ¿cuándo comienzas a interesarte por la literatura?
- Apenas empecé a leer. Yo era un niño muy raro al que no le gustaba ni pelear, ni jugar al fútbol. Imagínate: en Concepción, en el Colegio Alemán, en plena dictadura militar. Entonces, cuando aprendí a leer descubrí que eso era una mejor forma de pasar el tiempo. En ése momento yo no sabía que me gustaba porque perfeccionaba mis angustias, algo que descubrí con el tiempo. Y desde entonces perfecciono mis propias angustias.

- ¿Tiene sentido eso de perfeccionar las angustias?
- ¡No, no! (enfático) ¡La literatura no sana nada! La literatura sólo aumenta tus propias angustias, las hace más perfectas. Te hace más auto consciente, más libre. A mí la literatura me ha dado un montón de palabras, un montón de personajes, un montón de giros de lenguaje y un montón de posibilidades de construcción metafórica y de construcción gramatical, las cuales le iban poniendo nombre y forma a lo que yo sentía, y lo siguen haciendo. Siempre he sentido muchas cosas y mi nivel de angustia siempre ha sido el mismo. Lo que pasa es que ahora le puedo poner nombre y puedo explicar muchas cosas con la literatura. Mis propias ansiedades, mis propios problemas.

- ¿Y luego?
- A los 13 ó 14 años comienzo a ir a un Taller. Paralelamente, y escondido en el baño de mi casa, empiezo a escribir los poemas que se convertirían en mi primer libro. Para mí escribir era una cosa secreta. Me daba una vergüenza horrible que me vieran. Entonces, de ahí surge La Noche Venenosa, el año ´86, cuando tenía 14 años. (…)Un libro muy raro. Yo había escrito poemas antes; "al modo de Lorca", "al modo de Huidoboro"... al "modo" de este o del otro. Este primer libro representó para mí un momento fundacional.

- En ti hay una voz claramente propia, diría yo, más que en otros poetas de nuestra generación. Una voz propia desde el inicio, una voz original.
-
No sé por qué siento que en este momento leo "La Noche Venenosa" y está presente Huidobro, obviamente está presente Lorca, Neruda de Residencia. Todo lo que a mí me marcó en un inicio. Pero en ése momento yo dije "ahora yo soy poeta". Lo sentí. Dije, "este libro me da el permiso de ser poeta". Me sentí fundado. En ése momento, yo no tenía ningún contacto con poetas de Concepción. No conocía a nadie. Luego de escribir mi primer libro decido ir a la Librería "Estudio", pensando que allí podía encontrar datos con quién relacionarme. Pensaba encontrarme con algún poeta, una persona mayor que me dijera "mire: por aquí va la cosa". Entonces me dicen que vaya al taller de la Cascada, que era un centro cultural. Fui, y en la primera reunión a la primera persona que veo es a Juan Carlos Mestre(1). Para mí eso fue definitivo también. Justamente en ese momento a él lo iban a echar de la Universidad de Concepción, en donde era Director de Extensión. Recuerdo que estaba programando un gran homenaje a Lorca, que se hizo entre la Galería El Caballo Verde y en la Pinacoteca de Concepción. Fue un encuentro maravilloso, llegó mucha gente interesante. Fue una cosa muy poética, muy emocionante; además muy de resistencia política. Es un acto que la gente todavía recuerda. Tras ese evento, conozco a Mestre y, a los 14 años, participo en una lectura por primera vez. Y leí lo que estaba escribiendo (recita de memoria): "Ángel decimonónico doloroso y distante / de la luna casta pasional y profunda / Ángel que ha perdido su labio oscuro y sumergido/ su lágrima profunda y sumergida/ como un pétalo negro que se apaga en la distancia / como un vacío muerto y derramado / derramado en el canto de las noches ". Así empezaba el poema. Bueno, y obviamente esto fue un escándalo. Creo que estaban sentados varios poetas que más tarde todos conoceríamos. Y estaba Mestre. Y Mestre esperó hasta que todos hablaran. Y bueno, me destrozaron, me comieron vivo. Uno de ello dijo que esto no tenía nada que ver con lo que se necesitaba hacer en poesía en ese momento, que era una cosa completamente descontextualizada, que no tenía ningún interés en nada, que era barroco, que era excesivo, qué se yo. Puros elogios, pienso ahora. Pero ese momento para mí fue terrible. O sea, si no hubiera sido porque estaba Mestre ahí, yo no hubiera seguido escribiendo. Y luego se paró Mestre a aplaudir y a llorar. Dijo puras maravillas. Fue una cosa desmedida y generosa, por supuesto. Pero gracias a eso a mí me dieron ganas de seguir escribiendo. En Concepción no había ningún espacio en que un poeta como yo se desenvolviera. ¡Siempre he vivido diez centímetros encima del suelo! Estaba de moda el panfleto, lo contestatario explícito, y eso a mí me producía una aversión y un rechazo radical. Todo lo explícito, lo que intente pasar por literatura me parece obsceno. Lo que hago en mis poemas es encubrir. Mestre me dijo, "publica La noche venenosa". Y se publicó.

- ¿Y cómo publicaste La noche venenosa?
- Mira, Concepción era bien raro. Uno podía pensar que todo era muy miserable, muy terrible. Lo era, de alguna manera. La discusión esta de "periferia y centro", por ejemplo, no existía. ¡Todo era periferia o todo era centro y listo! En ese momento allí era mucho más fácil publicar, y había una gran poesía. Estaban las Ediciones Letra Nueva, que comandaba el poeta Marcos Cabal. A mí, un poeta a quien no conocía nadie me dijeron "¿quieres publicar tu libro?". "Si", dije yo. Eran libros baratísimos y llegaban a todo el sur de Chile.

- ¿Te queda algún ejemplar?
- No, ninguno. Sólo una fotocopia que obtuve de la Biblioteca Nacional. ¡Por eso mucha gente cree que ese libro no existe! Tuve que esperar mucho tiempo después, llegar a Santiago y encontrarme con los poetas de mi misma edad para darme cuenta que no estaba haciendo algo raro. O sea, entre que publiqué La Noche Venenosa y La Rosa del Mundo fue un período de culpabilidad extremo. Pensaba "yo no debo escribir, no debo escribir así". Perdí mucho tiempo en cavilar. No seguirse a sí mismo es un estado casi infernal. Entre el primer y el segundo libro no tuve ningún referente. Mestre se había ido a España de vuelta. Mis referentes de Concepción se habían ido. Ximena Pozo se había ido a Valparaíso. Jorge Mendoza había desaparecido de Concepción. Cualquier cosa que se pareciera más o menos a mí poética se encontraba lejana. Estaba solo. Entonces tuve que decidir si yo quería seguir siendo poeta o no. Pero llego a la Universidad en 1991, y el año 92, entrando al Taller Neruda, me empiezo a relacionar con gente que se parece a mí, en el sentido en que teníamos una posición similar frente a la literatura. Conozco a Andrés Anwandter, a Alejandra del Río, a Germán Carrasco, a Antonia Torres un poco después... ¡un montón de gente que no estaba solamente en Santiago! A Damsi Figueroa, a Juan Herrera... personas que estaban haciendo otra cosa. Entonces pensé que no estaba tan perdido. Cinco o seis años antes se había desarrollado en mí un germen de lo que iba a ser la promoción nuestra. Y yo no lo sabía porque, lógicamente, no conocía a nadie.

- Sigamos con tu ciudad de origen. Tú provienes de una zona del país con una reconocida tradición en las "letras chilenas", Concepción. Por allí pasaron Gonzalo Rojas, Omar Lara, Gonzalo Millán, etc. ¿De qué forma te marcó, crees tú, ese contexto?
-
(Medita) Es decir… En un principio, tal como te cuento, no tuve nada que ver con nadie del medio. Después, claro que sí, constituyeron mi marco de referencia

- (Interrumpe) Disculpa, pero sin toda esa "tradición", sin esas presencias no hubieran existido, por ejemplo, centros culturales, publicaciones, editoriales. Son consecuencias sociológicas...
-
...sí, sí, obviamente. Pero estoy hablando de poesía, solamente. Yo empecé a escribir sin tener ningún referente de lo contemporáneo que se hacía en la ciudad. Claro que habían allí grandes poetas. Y cuando empiezo a escribir me enfrento con grandes lecturas, que son lecturas que me han perseguido toda la vida. Pero cuando "aparezco" me encuentro con la opinión crítica de los poetas que hoy llamamos de la generación de los ´80. Obviamente existía un ambiente cultural al que me fui acercando. Aunque no tenía ninguna experiencia en términos culturales ni poéticos, ya estaba determinado por algo, ya estaba fundado. En el momento del inicio este contexto no influyó en nada. Más tarde me fui acercando a los poetas y a lo que quedaba de un medio que había sido arrasado por la dictadura, y que vivía en la lucidez de esa carencia.

LOS NÁUFRAGOS DE LA POESÍA CHILENA

- Javier, ¿Por qué ese interés tuyo por la promoción de poetas jóvenes? ¿De dónde nace este interés por los poetas de los ´90, por leerlos, por presentarlos, por estudiarlos?
-
Yo me sentía solo en función del medio que me rodeaba en Concepción, debido a que empecé a escribir muy temprano. Más tarde, en Santiago, cuando empecé a estudiar en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, conocí a todos estos poetas que te nombré y descubro que estaba acompañado y que en Chile había gente que estaban escribiendo si bien no igual, con intereses parecidos a los míos. Justamente la diversidad en las escrituras es unos de los intereses en común en ese momento. (…) Mucho más tarde se me ocurriría hacer una tesis sobre eso, lo que era una ilusión por completo. El año ´94 presento esta tesis al Departamento de Literatura de la Universidad de Chile, algo que fue tratado como una ilusión, como un invento mío. Claro, ¡si prácticamente ninguno de estos autores estaba publicado! (…) Pero, qué me llevó a interesarme en eso… Bueno, primero una sensación de encontrar gente que tuviera algo que ver con lo que yo escribía. Ése fue el motivo externo más importante. Y luego, intentar aproximarse a algo que yo sabía que de un momento a otro iba a adquirir interés por la calidad de esas escrituras, por lo que planteaban en el contexto de la poesía chilena, iban a causar algún tipo de revuelo público. Algo que se empezó a dar poco tiempo después. Cuando yo ya estaba terminando la tesis, el año 1996 tiene lugar ese encuentro y antología de la Biblioteca Nacional(2) . Todo el movimiento de poetas jóvenes fue, por así decirlo, más visible. (..) Hubo alguna producción sobre el fenómeno. Se empieza a invitar a los poetas jóvenes junto a los poetas de los ´80, junto con los poetas de los ´60 que estaban en el país, ¿no? Comienza a darse como una preocupación. Se conocen las obras de la gente de provincias; Jaime Huenún, Damsi Figueroa, tú misma. Un montón de gente que se empieza a conocer en el medio santiaguino, propiamente tal, que es muy cerrado.

- ¿Crees que fuiste un poco un precursor?
- No sé. Creo que fue una apuesta. Era muy difícil que un crítico literario santiaguino o un tipo que está en la universidad en Santiago se preocupase de una obra que está inédita, dispersa y que no tiene atención pública. El miedo a arriesgarse y a equivocarse es mayor que el interés de investigación. Entonces, a mí me interesaba investigar y conocer. En ese sentido fue como que aposté antes, pero yo no he apostado por un grupo o un movimiento, ni he apostado por una generación. Sino que yo apostaba por ciertas voces poéticas que me interesaban. Y son las que yo antologué, y las que volví a antologar y ampliar en la edición definitiva de la tesis que hice para Internet.

- ¿Crees que ese trabajo tuyo ha sido suficientemente valorado?
-
Lo que pasa es que aquí en Chile es una cosa difícil. Hay un montón de gente que está radicalmente en contra de prestar atención a los poetas jóvenes.

- ¿Por qué?
- Por un problema de espacio literario. Los poetas de la generación de los ´80, por ejemplo, creían que el espacio se les debía a ellos. Hay una especie de resentimiento con respecto de los poetas jóvenes, como tú bien lo dijiste en el encuentro "La angustia de las influencias", debido a que nosotros tuvimos acceso a espacios a los que ellos no. Supuestamente, al menos. Y, por otro lado, hay una cierta conciencia de que muchas de las obras de los poetas más jóvenes son bastante más interesantes que las de los poetas de la promoción anterior. Eso me atrevo a decir yo, como crítico, pensando críticamente en lo que hice, ¿no? Por algo antologué a poetas de esa promoción y me dediqué a ellos y no me dediqué a los anteriores. Simplemente me parecen mucho más interesantes, mucho mejor logrados, trabajos poéticos mucho más serios, de mayor búsqueda, de mayor alcance, de mayor rigor con el poema, de mayor distancia, de mayor descreimiento además. Ésa es una crítica fundamental que nos separa de la promoción anterior. La mayor diferencia, el mayor distanciamiento era que ese grupo pretendía que el poema correspondiese a un trasvasije directo de la realidad, de ciertas escenas y códigos que le daban validez. Primero habría que cuestionarse esto desde el interés exploratorio por la propia materialidad del poema, de empezar a cuestionar el propio poema como objeto que tejía la realidad, simplemente. Segundo, habría que empezar a cuestionarse qué es lo que llamamos "signos de la realidad". De cuál realidad estamos hablando. Esos dos puntos son fundamentales. No todos los poetas de los ´80 hicieron eso. Por ejemplo, uno lee a Guillermo Valenzuela, que me parece un poeta brillante y que es uno de "Los Bárbaros". Su poesía tiene mucho que ver con el momento en que se escribieron sus libros ¡como casi todos los libros que se escriben! Pero, sin embargo, sus poemas no dejan de tener validez estética. Yo puedo leer esos poemas ahora como los leí hace diez años.

- Lo que no pasa con otros poetas de su generación...
- Exactamente. Libros que han perdido vigencia. Desapareció la realidad a la que se referían, o se encubrió de otra manera, o se transformó. El problema es que el discurso perdió validez. No había una preocupación por el discurso, sino más bien por el referente. Todo el atractivo que pudieron causar esas poéticas ponía atención en el referente al que aludían y no a la poética misma. Es decir, que la poesía retrate los signos de la realidad, los signos de los mass media, los signos del cine, etc. es interesante, claro y, desde luego, una posibilidad. Como la lárica, como la metafísica, como la mística, como la intelectual, como la vitalista, como la visionaria, ¿me entiendes? Son muchos tipos de poesía, pero que dé cuenta de lo urbano no lo justifica como poesía. Eso creo que nosotros lo entendemos plenamente. O sea, que tú hables de algo no te justifica como poeta. ¡Que tú seas lesbiana y hables del amor lésbico en un poema no te justifica como poeta! Quizás es atractivo por un momento. No creo que la mera transmisión de mensajes ideológicos, o de hacer cierta crónica política justifique un discurso poético. Eso lo puede hacer un cientista social o un sociólogo, un reportero, un cronista, etc. Creo que esta promoción de poetas, nosotros, pone el acento en el descubrimiento del propio poema como el espacio que es propio de la poesía. Me refiero a eso, y eso ya lo había hecho la generación del ´50, por ejemplo. Lo que pasa, es que del ´50 acá ha habido un alejamiento respecto de eso…

- Quiebres en la tradición...
- Sí, quiebres en la tradición, pero era evidente la oposición entre poéticas tan diversas como entre los poetas de los ´80 y los ´90, en lo colectivo y en lo individual también. Por nombrarlo de alguna manera, porque las denominaciones no están tan claras y yo estoy hablando informalmente de esto.

- Hay quienes consideraron que era muy temprano para hacer ese tipo de juicios, hablar de la generación de los `90 cuando recién apenas terminaba la década…
- Bueno, parece que hay que esperar 20 ó 30 años para poder hablar a mal traer de una generación. Ése es el problema del medio cultural chileno, que sigue viviendo en dictadura. Si bien ya no está la persecución deliberada y explícita que había antes, existe el comodísimo recurso chileno del silencio. O sea, "no hablemos de estos poetas ahora, porque son inmaduros". "No hablemos de estos poetas ahora, porque son jóvenes. Hablemos de ellos en 30 años más. Mientras tanto mantengámonos callados". Me traté de oponer a eso, hablando del las cosas del momento, que es algo que me enseñó mi por entonces profesora Soledad Bianchi, que justamente se había dedicado a investigar la poesía durante la dictadura. Se puede, me dije. Creo que uno de los ejercicios fundamentales del trabajo poético es pensar el propio trabajo poético. Pensar la propia relación del trabajo poético con el medio, con el mundo, con las relaciones con los pares, con los mayores; ¿me entiendes? Yo creo que hay mucho que se perdería en el caso contrario, si no nos atreviéramos.

- ¿Hay una superación de ciertos temas? ¿En qué sentido la generación de los `90 habría superado algunos de los temas que la de los ´50 no supo resolver?
-
Mira, en un sentido estricto yo no veo una superación. El año ´73 significó un quiebre, de muchas formas. El golpe de estado significó un quiebre en el comportamiento poético, en la transmisión de la tradición poética chilena, sea cual sea ésta. La poesía tuvo que arreglárselas para sobrevivir en otro medio, con otras maneras y códigos. En ese sentido la generación de los ´80 parece no haber tenido "mayores". O sea, en el sentido en que ellos vinieron a hacer todo de nuevo. En un momento determinado los poetas de nuestra generación hemos sentido la presencia de nuestros "maestros": de Lihn, de Teillier, de Arteche, de Martínez, o de Armando Uribe o de poetas un poquito mayores como Gonzalo Rojas. Porque los poetas de los ´60 casi ninguno estaba aquí, casi todos estaban afuera: Omar Lara, Oscar Hahn, etc. Creo que la primera mirada nuestra fue a ése ámbito: redescubrir las vanguardias, redescubrir al Neruda de Residencia en la Tierra, redescubrir a Huidobro, redescubrir a Rosamel del Valle, a Eduardo Anguita, etc. Por eso yo no creo que haya una superación, en el sentido que hayamos superado el problema. Si todos los problemas que planteó la generación del ´50 fueron problemas que han sido perennes en la literatura de todos los tiempos, en la poesía. Por más situada que esté la obra de Enrique Lihn, por ejemplo, plantea desafíos de autocontemplación del oficio poético, de la escritura, por ejemplo, que no tienen solución. Que son aporías. Y yo creo que tiene que ver con lo que nosotros llamamos hoy por hoy, límites de nuestro quehacer poético, de nuestra visión poética, puntos de cerrazón, o de fuga si quieres. Hay ciertos límites de la poesía contemporánea que están dentro de la poesía contemporánea, y que están en juego constante con nuestra aproximación a la realidad. Volver a poner atención al espacio del poema como el espacio privilegiado de la poesía se hace obligatorio y se hace obsesivo mirar dentro del poema e intentar develar la propia materialidad de la poesía. Hablo de la poesía en su relación con la realidad, que es su drama fundamental. Estoy hablando de la poesía como un ejercicio contemplativo, vital.

 

"NUNCA ME HE SENTIDO EN LA PERIFERIA DE NADA, NI EN EL CENTRO DE NADA
MÁS QUE DE MI MISMO"

- ¿Qué opinión te merece a ti el tan manido debate cultural "centro-periferia"?
-
Nunca me ha preocupado demasiado.

- Pero pareciera haber sido por mucho tiempo una realidad palpable para los escritores de esta región del país. Es un hecho que el reconocimiento está dado por el centro, pienso particularmente en los medios de comunicación.
-
Yo nunca, nunca, ni cuando escribí en Concepción, ni cuando escribí en Madrid, ni cuando escribí en Santiago, ni cuando escribí en ninguno de los lugares en que he vivido me sentí en la periferia de nada, ni reconocido por el centro.

- Pero admitamos que se da una suerte de desconocimiento, primero, de las obras y de la producción literaria de la provincia por una cuestión primero comunicacional. Ello porque no tenemos ningún protagonismo o hay escasa presencia de nuestros escritores en los medios nacionales, que están en el centro...
- (Interrumpe) Yo te puedo contestar personalmente. Nunca me he sentido, en ninguno de los lugares que he escrito ni que he vivido, en la periferia de nada, ni en el centro de nada más que en el centro de mí mismo. Yo creo que toda escritura poética tiene que entenderse a sí misma como centro de sí misma. Muchas veces Santiago puede ser la periferia de la escritura de un poeta en Temuco, no sé.

- Es decir, desconoces absolutamente la existencia de este fenómeno...
- ¡Pero es que yo he visto una cantidad de producción literaria en el sur! Yo nací en Concepción, en el sur de Chile. ¡Por lo tanto para mí es fundamental lo que se hace en el sur de Chile poéticamente! En Pto. Montt nos encontramos con que los grupos allí están editando libros a través de Omar Lara que está en Concepción; que Bernardo Colipán edita un libro de narraciones orales de una comunidad huilliche, etc. Es decir, yo creo que hay una serie de producciones en el sur que tienen que ver con el sur. Y que están centradas en la propia comunidad...

- Claro, pero está centrado en el sur y reciben la atención y la crítica de lectores y académicos del sur ¡Son desconocidos para los críticos de Santiago, en donde están los medios masivos, la gran "vitrina cultural"!
-
¡Pero allá los críticos de Santiago!...

- Eso suena a consuelo.
-
No es un consuelo. El nivel de actividad cultural que hay en el sur y la vida poética que hay aquí en el sur no existe en Santiago. Este es un espacio privilegiado para escribir poesía. Pero obviamente las ventajas económicas son distintas: en el Sur hay menos trabajo y, por lo tanto, menos posibilidades de sobrevivir.

(…) El único problema de la provincia es que se sigue esperando el reconocimiento de medios literarios que ni siquiera ven más allá de Pudahuel. El trabajo editorial que ha hecho acá el poeta Jorge Torres con Barba de Palo y Mendoza con la Editorial El Kultrún no lo han hecho con esa seriedad y con ese rigor en Santiago más que unos pocos.

- Pero ese mérito no es reconocido por culpa de ese "centro". Entonces, sí hay un problema centro-periferia.
-
En ese sentido sí. Pero es que el que quiere ser ciego va a ser ciego en el centro, en el sur, en Arica, en París, en Nueva York. ¡Ay del que quiere ser ciego! Que sufra las consecuencias. Yo creo que la provincia está tomando las armas de hacer las cosas por sí sola, el sur está haciendo un trabajo poético propio. Que sea reconocido en Santiago no tiene la menor importancia.

- Para terminar aquí con el tema, ¿te sitúas tú o no en esta discusión? ¿Crees tú, objetivamente, que por el hecho de haber desarrollado gran parte de tu obra en Santiago has gozado de más beneficios y ventajas en los términos que hemos hablado que si hubieras escrito desde la provincia?
-
(Se apresura) ¡De ninguno! Yo sólo he tenido un poco más de difusión crítica a partir de los premios que me gané en España (Gil de Biedma 1999 y Juan Ramón Jiménez 2006). Todas las otras atenciones críticas han sido por trabajo cultural de amigos. O sea, de poetas que están en la misma situación que uno. Que escriben una reseña en una revista porque se les otorga un espacio en una revista y que deciden reseñar tu libro. O porque uno se relacionó en términos amistosos con cierto académico de la Universidad de no sé dónde. Toda la atención que he tenido me la han dado en Concepción, en Madrid y no en Santiago. Todo lo que ha aparecido en Santiago, las reseñas son a raíz de los premios internacionales, no hay que ser ciego. Yo nunca me he situado en ese dilema, porque mi único interés es poético. Yo me he relacionado con los poetas que me he relacionado porque sus obras me han parecido interesantes. Sean de provincias, sean de Santiago, sean de Madrid, sean de dónde sean.

"LA POESÍA ES LA VOZ QUE SOSTIENE LA COMUNIDAD".

Bello me abre la puerta de su departamento de la Avenida Portugal, a pasos de la Alameda. Una vez más nos encontramos para compartir nuestros trabajos. Su inmenso cuerpo me acoge, me mima y me alimenta. El olor a tabaco negro y café recién hecho copa el ambiente. Libros tirados por todas partes, un computador eternamente encendido, ollas con restos de salsa putanesca o berenjenas rellenas. Un par de grabados y dibujos originales cuelgan de las breves paredes. Sólo plástica relacionada con literatura. Mientras hablamos, una máquina contestadora recita con la voz del poeta versos inquietantes, invitando a dejar un mensaje. Me desconcentro. Él, en cambio, se explaya y parece dibujar en el aire, mientras me prepara cualquier cosa tras la barra de su ínfima cocina. "Come, mi amor, come. Te va a sentar regio". Ideas, citas, mucha risa e ironías. Intenso como la presencia de un fantasma que cohabita el mismo espacio desde hace años y que nos interrumpe cada tanto. Uno que, tras un padrenuestro, nos deja en paz conversar sobre otros "espíritus" que pueblan ese mítico territorio de la poesía chilena: el sur.

- Tú siempre has motivado a tus pares literarios, a los poetas jóvenes y los no tanto a escribir ¿Por qué esa fe en la literatura? Considerando los cientos de poetas que existen en nuestro país... ¿Por qué ese afán y no mejor hacer desistir a tanto escritor incipiente?
-
Porque el medio literario, como ya te había dicho, es particularmente eficaz para hacer desistir a cualquiera. Yo he vivido en otros medios culturales que no son chilenos, por ejemplo, me he desenvuelto en ellos. Pero lo que yo he visto en Chile, toda la calidad poética, el poder de la poesía en Chile no lo he visto en ninguna otra parte. Así de claro. Pero, curiosamente, me encuentro con gente que tiene un talento enorme, que tiene una capacidad enorme de escribir, de crear libros, poetas poderosísimos que tienen dudas sobre sí mismos porque no hay afirmación alguna del medio. No hay nadie que te diga "lo que tú estás haciendo está bien". Sino todo lo contrario. No lo nombran, no hablan de él.

- Pero ¿no crees que a un buen poeta, a un poeta por vocación nadie lo va parar? ¿No sería mejor, entonces, hacer desistir a tanto escritor? Porque debes admitir que tu entusiasmo por los poetas no consiste sólo en prestarle atención, sino que se traduce en organizar congresos, eventos, orientar tus investigaciones académicas en esa dirección, criticarlos, corregirlos…
-
¡Es que a mí me interesa vivir en un mundo que esté lleno de poetas y de poesía! No me interesa vivir en un mundo de gente resignada a la soledad, a la falta de atención... no me interesa. Me interesa hacer cosas, generar cosas...

(…) Me interesa escuchar y leer y no vivir sometido al "ninguneo" que hay en este país ¡Si es una cosa terrible! En lo que a mi respecta, mientras más poetas hayan, mejor. Si la única forma de que se produzca una literatura es que la gente confíe en su propio talento. De lo contrario, no pasa nada. El otro día leía la entrevista que le hizo Yanko González a Omar Lara(3). Omar está brillante, estupendo. Bueno, Omar Lara dice allí que él es un poeta básicamente desconfiado de la palabra, desconfiado... y ésa es una posición, ¿no? Una posición frente a la palabra. Bueno, Omar Lara puede decir eso, porque Omar fue una persona que se crió en un medio distinto al que nos estamos moviendo hoy día. El medio poético de los ´60 con talleres literarios en todas las universidades, con poetas mayores haciendo clases en las universidades con, creo yo, un ambiente de mayor generosidad con respecto de la literatura y de los poetas más jóvenes. Eso permitió o ayudó a que existiera esa obra. Omar Lara es un poeta de un talento enorme y un poeta que se lo debe todo a sí mismo, no estoy diciendo nada diferente. Pero siempre hay cosas que ayudan a los poetas. Y creo que hoy día en el medio en que nos desenvolvemos no hay ninguna de esas condiciones. La sociedad ha cambiado radicalmente. Hoy día no hay interés en el discurso, no hay interés en la palabra. Hay interés en la competitividad económica, en la solvencia. En cosas que están completamente fuera de la poesía.

- ¿Crees tú que el paisaje, el contexto físico o natural influye en la elaboración el poema? Conociéndote me parece que no fuera tu caso. El lugar en donde vives, en medio de Santiago de Chile, lleno de ruidos, gente, etc. No obstante ello, en algunos de tus poemas parece que vivieras en el medio de un bosque...
-
Pero es que el paisaje no es el que lo rodea a uno, el paisaje es lo que se lleva dentro. Yo creo en eso del "paisaje interior". Y ése paisaje interior obviamente tiene una correspondencia con el lugar donde yo crecí y donde yo abrí los ojos a la realidad. Si yo hubiera abierto los ojos en el desierto de Atacama mi poesía hubiera sido otra. Para mí, por ejemplo, donde no hay árboles no hay un lugar bonito. Entonces, imagínate en qué se traduce eso en mi imaginario poético. Yo siempre hablo del bosque, del agua. Ése es el paisaje que se quedó dentro de mí y ese es el paisaje al que me refiero. Teillier hablaba de eso. Sus poemas son una confesión que dice que el "Lar" no existe ni ha existido nunca. Un lugar más allá de la simple existencia histórica o referencial. ¿No? A mí me interesa eso, porque a mí me pasa lo mismo. Yo he estado en Madrid escribiendo y siempre estoy hablando del bosque, de los árboles, del enigma de los árboles, del lenguaje propio de los árboles, del habla de los árboles que existe para mí. Y todas las fuerzas que habitan mis poemas, la energía que me impulsa a escribir, la energía que se mantiene ahí condensada y que me interesa condensar yo, las veo en el paisaje. Cuando me enfrento de nuevo al paisaje de Concepción o del sur de Chile, digo "aquí está todo lo que yo he visto en mi vida, aquí está todo. Está la energía reprimida de ese paisaje. Está todo lo que desapareció". No necesito mucho más que eso.

- Comparto esa visión...
- Claro, si tú eres poeta del sur en el sentido interno. No obstante, hay algunos poetas del sur que son "del sur" porque viven allí. Pero su paisaje no tiene nada que ver con eso. No digo que esa poesía sea mala, sino que no tiene correspondencia con lo que estamos hablando. A mí me pasa que en ese paisaje que yo observo, que vuelvo a encontrar, que llevo dentro de mí, están las culturas que desaparecieron, las fuerzas que desparecieron, los dioses que desparecieron y están los desparecidos. Está todo ese paisaje como calco del exterminio. Yo veo los montes y siento el espíritu de los desaparecidos dentro de los volcanes, de la gente que tiraron allí adentro. Ahora, yo no hago referencia explícita a casi nada. Yo creo que un interés fundamental en mí -si es que se puede decir que soy yo el que escribe- es mantener esa energía. Porque creo que más que la referencia que causó esa determinada visión de la realidad, esa energía es llegar al relámpago de la realidad. Al centro, a la energía. No estoy hablando de esencia, sino de algo material. Yo estoy seguro que lo que estoy viendo es material, que existe en la naturaleza y en la sociedad. Es dejar tiritando en un poema lo que entrega la fuerza de las cosas. Y eso me interesa. Eso en lugar de citar la referencia, que a veces puede resultar un ejercicio más vacío y más directo apelando al lector. Me interesa apelar a la conciencia del lector. Pero no apelarlo a través del logro fácil del resultado del poema, del aplauso, de lo que puede causar un efecto y punto. Espero ser leído de otra manera. Entonces, me prevengo de eso. Armo el poema para que se defienda de esas lecturas.

EL MITO DEL SUR DE CHILE O EL PROBLEMA DE LA MIRADA

Bello es un poeta de fe. De fe en la palabra poética. Para él, la poesía es una forma de "comunicación total" entre los ciudadanos. Y por eso "hay que creerle a los poetas". Exagerado y dramático: "Si no le creemos a los poetas estamos perdidos. El día en que deje de creer en eso, me suicido". Bello es de esos que creen que la poesía funda territorios. De allí su afán por promover contactos, vínculos, generar espacios y difundir a poetas de todas las edades y las nacionalidades. "Tienes que conocer a fulano", "Vamos a visitar a mengana, ¿Has leído su último libro? ¡Es absolutamente maravilloso". Para él, si no se vive poéticamente no hay poesía. "Si el espacio en que estamos no es intervenido poéticamente vamos a perecer todos, todos. Yo lo noto al tiro en el sur de Chile, no así en otras partes. La poesía es la voz que sostiene la comunidad, aunque la comunidad no lo reconozca. La poesía es la función más seria que hay en el sur de Chile. Este es un espacio poético, fue fundado como un espacio poético".

- Hemos tocado en varios momentos el tema de la poesía chilena del sur actual. Me gustaría que me dieras tú opinión sobre ésta. Cómo sitúas su inserción en la tradición de la poesía chilena nacional.
-
Tal como te decía recién: creo que en el sur de Chile la poesía es fundamental. Y como es fundamental para la comunidad creo que no hay nada que hacer. ¡La conciencia del sur de Chile está fundada sobre la poesía! Neruda, Juvencio Valle, Omar Lara, Teillier...

- ¿Pero tú crees que ese sentimiento sea colectivo, masivo? Porque a veces he llegado a pensar que los poetas en todo el mundo sólo se leen entre ellos nada más...
-
No, pero es que acá se producen cosas. El público que va a las lecturas no son sólo poetas. Hay un interés por reunirse, por escuchar poesía, hay una participación del público. No sé si es tan masivo tampoco, pero creo que hay poder en la palabra poética en el sur de Chile.

- ¿Y dónde se ha demostrado eso?
-
En el cuestionamiento que hay constantemente sobre la propia identidad. Bueno, y también sobre el descreimiento que hay sobre los propios mitos, descreimiento que también los ratifican. Es un lugar ambiguo, contradictorio, ¿te fijas? ¡Como todos los lugares, pero de una intensidad tremenda! Que existan poetas como Teillier, por ejemplo, completamente identificador de un sur. De un paisaje que no es real, pero que existe porque se impone. Y otros poetas tan descreídos como Jorge Torres, por ejemplo. La contrapartida. Yo, por ejemplo, me atrevería a decir que tiene algo que ver en términos de tradición. No se puede decir que Jorge Torres es un heredero de Teillier y que la suya es una poesía de la próxima generación. Es una ridiculez. Simplemente son distintas formas de ver el mismo espacio. Pero me da la impresión que el trabajo en el sur está, por una parte, más formalizado en grupo. Que se trabaja en conjunto.

- ¿Sabes?, me parece que el trabajo literario del sur también es individual. Es, más bien, el "trabajo político" el que se hace o se hacía en conjunto.
-
Claro. La gente del Grupo Quercipinión o de Aumen, por ejemplo, hacen un trabajo poético y político en conjunto. Por un lado, hacen un trabajo de taller conjunto, y una obra por separado. Pero es un trabajo más formalizado. Veamos lo que tú dices: Se supone que la poesía del sur constituye históricamente algo aparte de la poesía de Chile. Luego, si aplico un silogismo y digo "la poesía chilena no existe más que ligada a la poesía de la lengua castellana y universal", que es lo que creo yo. Lo que me parece indiscutible es relacionar a los grandes de la poesía chilena, en lugar de verlos como una unidad entre ellos, relacionarlos con otros poetas de los que son más deudores que de la propia creación poética chilena. ¡Huidobro no tiene nada que ver con lo que se hacía en su tiempo! Neruda leyó a Quevedo, leyó a Whitman, leyó a Baudelaire, y ésas son sus influencias. Ninguna de las cuales es chilena. La Mistral leía los salmos de la Biblia. No creo que existan características y que se pueda decir "la poesía chilena es A, B y C". Si no existe eso, ¿cómo va a diferenciarse la poesía del sur?

- … pienso que lo que determina a muchos poetas del sur es...
-
...es el trabajo político. Pienso si acaso existen características temáticas de estilo definitorias de la poesía del sur de Chile. Ésa es la pregunta que yo tendría que hacerle a alguien de aquí en el sur. Yo no lo sé.

- Claro, más bien un trabajo político. Es verdad. La poesía de Maha Vial no tiene nada que ver con la de Sergio Mansilla…
-
… ni con la de Jorge Torres. La gente en Valdivia, por ejemplo, trabaja en torno a una serie de Editoriales. Hay un trabajo político colectivo de producción y difusión de los libros. Ahora, yo creo que el mito unificador es la misma poesía del sur. La cual es un mito, por supuesto; ya que toda unificación cultural se da en torno a un mito, de una fe. De alguna manera, hasta el más descreído tiene que creer en algo, participar de alguna parte de ese mito, aunque sea negándola, para que confluya con los demás. (…) Creo que este territorio está tan poetizado, tan mitificado por la poesía que es difícil que alguien no sienta este espíritu. Existe algo así como una "transmisión espiritual" de los grandes poetas del sur de Chile. ¡Tiene que haber algo en este lugar! Yo creo que es la carga poética que se le ha puesto encima. No es el lugar el que inventa la poesía, sino la poesía la que inventa el lugar.

(...) Yo creo que sin mito y sin crítica del mito no puede haber poesía. Hölderlin dijo, "todo lo que existe fue una vez imaginado". Si no imaginamos primero lo que existe, entonces no va a existir nunca. (…) El mito poético sirve para eso mismo. La instalación de un mito sirve para que la persona que nace a la poesía vea que ése camino de alguna manera ya fue transitado. Y que hay una zona que va más allá, pero que existe la posibilidad. Al ponerle palabras los están haciendo existente, lo están transformando en un hecho de contemplación. Si todo el problema de la poesía es un problema de contemplación. Arteche dice que un poema es un poema cuando un objeto observado está observado como si recién existiera. Eso es valioso.

- ...como su poema a la bicicleta...
-
Claro, tú puedes ver una taza -eso lo explica él en una entrevista- todos los días de tu vida. Pero si tú la vez de repente de una forma nueva, como si recién nacida la taza, se produce la experiencia. En ese sentido es un problema de contemplación. Y de alguna manera el sur es una mirada. No es nada más que eso. Una mirada desde múltiples perspectivas, por supuesto, pero una mirada que ha ido construyendo ese territorio. (…) Un poema hace real las cosas. La videncia entrega la evidencia de la realidad. Si tú pierdes la mirada sobre la realidad no hay contemplación y, por lo tanto, no hay poema. Es sólo retórica; ya sea la retórica de la modernidad, o del modernismo o la retórica del romanticismo. La retórica de los mass media, la retórica de la zona urbana o de la zona rural, ¿me entiendes? ¡Es una cosa tan envolvente! Yo mismo estoy hablando envuelto por el mito de la poesía del sur. Es un problema de fe. ¿Tú crees que existe?. Yo estoy por que existe.

RITOS PERSONALES: "YO SÓLO ESCRIBO LO QUE
NO ME PERTENECE".

- ¿Cómo escribes, Javier? ¿Qué costumbres tienes, cómo prefieres escribir, a qué horas prefieres hacerlo?
-
En realidad escribo a cualquier hora. Empiezo a cualquier hora. Los poetas, generalmente, escriben poemas de "un tirón". Yo, en cambio, escribo puros pedacitos. Tomo notas, escribo cuatro versos, cinco versos, los anoto, después los paso al computador...

- ¿Pero estás trabajando siempre en torno a un tema en esos pedacitos...?
-
No, yo creo que más que un tema es un tono. O una continuidad plástica, no temática. Yo sé cuando estoy trabajando en algo nuevo. Yo ya tengo calculado que mi demora para escribir un libro son 4 ó 5 años. Y curiosamente, sin proponérmelo, ando escribiendo siempre de los mismo: tun, tun, tun (hace gestos marcando puntos imaginarios en el aire). Hay una obsesión con las imágenes y con cierta cantidad de imágenes, con ciertos tonos, con ciertos giros de lenguaje, con ciertas preocupaciones. Pero yo soy, en verdad, bastante inconsciente para escribir. Yo paso montones de tiempo sin saber qué es lo que estoy haciendo, completamente perdido. Hasta que algo funciona. Trabajo sobre lo que no conozco.

- ¿Tú escribes todos los días? Porque da la impresión que estuvieras todo el día "poetizando".
-
Estoy siempre trabajando poéticamente. Sí, es cierto, lo hago. A veces lo escribo al tiro por ahí en un papelito, en una libretita y lo guardo. Cuando me pongo a escribir un poema, es cuando tengo una seguridad sobre el poema. Entonces, me siento y lo armo, lo escribo, le doy un tono común, busco una cadencia común.

- ¿Tú eres como un artesano para hacer poemas? O piensas que el poema es susurrado al oído y que no eres tú el que lo está escribiendo...
-
Yo creo que uno es un artesano desde el punto de vista en que uno trata de igualar, de mantener el tono y las características de lo que se le ha revelado. Pero cero que los poemas no me pertenecen. No soy yo. Más aún: un artículo crítico, un cuento, una novela me pertenecerían. Pero no escribo de lo que conozco porque me aburre demasiado. Me aburro de mí mismo. Yo sólo escribo lo que no me pertenece. El poema no me pertenece, me llega, sucede. Se me van ocurriendo cosas. Ahora, luego hay que trabajar artesanalmente. Rilke decía que se te dona el primer verso, "Dios te da el primer verso", decía, y el resto consiste en mantener la calidad del primer verso en el resto del poema. Ése era el trabajo del poeta. Soy artesano para trabajar los poemas. No descanso hasta que he pulido el poema, hasta que ha pasado por la revisión de mis amigos, por ejemplo. No es labor sólo mía ni en la práctica ni en lo imaginario. La revelación no me pertenece.


"LA POESÍA TE PERMITE DECIR TODO LO QUE LA IDEOLOGÍA
NO TE DEJA DECIR"

- Tú dices que en tu poesía tú ocultas. Que cifras, que no eras evidente. Propones, entonces, una escritura que disfraza el discurso. ¿Para qué? ¿Por qué defiendes esa manera de hacer poesía?
-
Porque yo siempre he escrito de mí mismo. Sobre mí mismo y desde mí mismo. Y nunca he escrito desde el grupo tal ni en cierta corriente poética, ni en cierta preferencia estética tampoco. Tampoco en cierta preferencia sociológica o cierto nivel antropológico. Siempre he creído que la primera función del arte es ser trasgresor. Y la poesía va más allá de la ideología; te permite decir todo lo que la ideología no te deja decir. ¡Y hacer un poema que funcione es de una dificultad tan alta! Para mi el trabajo con el poema es muy importante. Yo soy una persona que trabaja mucho en un libro. Me demoro cinco años en decidir, por ejemplo, dónde termina un poema, cómo se ordena un poema, cómo se pone junto al otro, etc. Para mí hay un trabajo fundamental en eso. No me interesa solamente decir cosas con los libros, sino que el libro sea una cosa en sí misma. Entonces, como yo creo que el arte debe ser trasgresor con respecto a todas las ideologías, a todos los pareceres políticos, las tipologías de género, los parámetros sociales, a todos los interdictos, las obligaciones, lo correcto y lo incorrecto del mundo, creo que el poema no debe decir esas cosas explícitamente. Ahí se rompe absolutamente el trabajo del poema. No hay nada más aburrido que un poema que sabe qué decir.

- ¿Pero cómo logra ser trasgresora una poesía que, a falta de tantos referentes concretos, existen quiénes no la comprenden? Que es, dicho sea de paso, lo que me parece sucede con tu poesía…
-
(Interrumpe) A mí que me comprendan o no me comprendan me tiene en absoluto sin cuidado. Yo nunca he pretendido escribir para nadie. Nunca. Yo sé perfectamente de dónde vengo y se quién soy... (duda)… Bueno, en realidad no sé bien quién soy, pero se de dónde vengo. Sé lo que quiero hacer. Nunca he escrito para que me entienda nadie. Por ejemplo ahora se me puede acusar de ser un poeta santiaguino... ¡Cuando estoy en Santiago no escribo para Santiago! ¡Cuando estuve en Concepción nunca escribí para nadie en Concepción! ¡Cuando estuve en Madrid, nunca escribí para Madrid! Siempre he escrito desde mí mismo y con una exigencia personal sobre lo que hago. Si me entienden o no me entienden no me preocupa. Hay tantos referentes en la historia del arte de incomprensión. Si tú piensas en Góngora. Góngora estaba en el siglo XX cuando trabajó las imágenes que trabajó. Pero vivía en el Barroco, en el Siglo de Oro. Recién lo vinieron a descubrir en 1927. Hizo lo que tenía que hacer, y punto. No es por compararme en ningún caso, pero es normal que el arte no sea comprendido.

- Entonces, ¿dónde está la eficacia de tu poesía?...
-
¿Eficacia? (con gran escepticismo)

- ...comunicacional
-
¡la poesía no tiene ninguna eficacia! Es lo ineficaz por excelencia. Dice lo que no se dice, los espacios de vacío, de error. Que son finalmente los que te hacen libre de lo otro: lo eficaz, lo comprensible, las reglamentaciones, las obligaciones, el mundo de lo previsible…

- ¡Pero es innegable que uno tiene cierta fe en la escritura y en los poemas, porque cree que éstos tienen cierta eficacia para comunicar...!
-
Mira: cuando yo me dirijo a un público y voy a leer en un lugar nunca espero la reacción del público. No me interesa generar un efecto en el público como conciencia global o como "colectivo". O sea, me interesa de repente tener una persona que haya "enganchado", que haya descubierto algo. O acercar a ese grupo de oyentes a algo muy primario, a la materialidad de la palabra, que está en todos, que es lo que nos une en el lenguaje y más allá de él. El arte tiene la función de liberar la conciencia humana. El arte, para mí, siempre tiene que ser asombro, trasgresión. Es el logro de conquistar algo que era oscuro, lo desconocido. ¿Me entiendes? Si yo logro eso en un momento, por un segundo, un milímetro en una persona, o en varias, me doy por satisfecho. Desplazarlos de sí mismos.

- ¿Ves? que ahí está la eficacia de la poesía...
-
...ahí está la eficacia de la poesía. Pero no en términos de eficacia social.

- ¿Eres, entonces, un completo descreído de la poesía o de la literatura en función de las ciencias sociales, por ejemplo?
-
Completamente descreído. Yo creo que la poesía está cruzada por todos los discursos del universo. Los discursos filosóficos, ideológicos, antropológicos, sociológicos, artísticos... los que tú quieras. ¡Todos los discursos están en el poema! Lo que pasa es que a mí me interesa otra cosa que está detrás de los discursos, justo en el momento en que los discursos fallan, colapsan, se quiebran, son puestos en cuestión por la poesía: "Detrás del pensamiento hay un palo quebrado", así empieza letrero de albergue. Me interesa aquello que hace al poema un poema y que es lo que tiene de transmisible, una transmisión misteriosa. Yo trabajo con una materia como cualquier artesano trabaja con otra. No estoy hablando de fantasía. Estoy hablando de que yo trabajo con la imaginación tal como un artesano trabaja con la madera. O como un físico cuántico trabaja con las estrellas, con el vacío, etc. La poesía es la voz fundamental de la conciencia humana, más allá siempre pero nunca más acá del saber qué es un poema. El poema a mí no me aparece como una voluntad sociológica. Yo no quiero emocionar a no sé cuánta gente, o trabajar con no sé cuánta gente. Yo me enfrento al poema y siento pasión por cierta música, ciertas imágenes que aparecen en mí, y que trato de que aparezcan en otras personas. Y es un proceso tan íntimo, tan individual y tan primario en mí que no puedo ser infiel a ese proceso, ¿me entiendes?


Valdivia-Santiago, junio 2006 ...........

 

NOTAS

(1) Juan Carlos Mestre (1957), poeta español que en la década de los ´80 residía en Concepción.

(2) Se refiere al Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes "Poesía para el Siglo XXI: 25 poetas, 25 años" que organizara la DIBAM el año 1996 y a raíz del cual se publicara una antología homóloga.

(3) Se refiere a la entrevista aparecida en el libro del poeta y antropólogo Yanko González, "Héroes civiles y Santos laicos. Palabra y Periferia: Trece entrevistas a Escritores del Sur de Chile", Ediciones Barba de Palo, Valdivia, 1999.

 




Revista Documentos Lingüísticos y Literarios de la Uach, no. 29, año 2006.

 

 

 

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Javier Bello: "La poesía es la voz fundamental de la conciencia humana".
Por Antonia Torres A.
Poeta y Periodista.
Junio de 2006.