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La nave espacial

Por Javier Campos


Hace mucho tiempo que yo viví en esta ciudad,
escondido detrás de mis pantallas viendo crecer esta metrópolis,
mirar mendigos correr de tanques con bombas nucleares,
huyendo de sus sueños olvidados y memorias enterradas por millones de siglos,
bajo las aguas, bajos las cordilleras, amarrados a pesados rieles de trenes,
bajo la tierra llena de animales prehistóricos
que daban vida a la maldad más horrorosa

 


Hace mucho tiempo que viví en esta ciudad llena de luces
escondido en una nave espacial,
la luz del sol guiaba esta máquina en mis sueños,
y dentro de esa somnolencia de paisajes,
inventados por las poderosas pantallas cibernéticas,
yo creaba películas e historias virtuales

 


Me bastaba desear espacios lejanos en el pasado, lagos, océanos o galaxias,
casas ahora desbastadas, bosques sin animales salvajes, selvas tropicales
o enterradas pirámides que nadie pudo encontrar,
sólo con escribir en la pantalla la palabras: Tenochtitlan,
Ciudad de Ur, Jardines colgantes de Babilonia
o Biblioteca de Alejandría;
sólo lo deseado era convertido instantáneamente
en una realidad onírica
pero nunca pude traer el futuro a estas pantallas
porque el presente ya era el porvenir,
nada había que imaginar miles de años hacia adelante,
yo vivía aquí navegando sonámbulo por la historia

 


Por mucho tiempo contemplé venir a otros,
los que construyeron estos edificios de vidrio,
los parques de luces, las carreteras hechas
en maquiladoras de alta tecnología,
cerca de La Muralla China, envueltas en cajas de plásticos
y enviadas por aviones transatlánticos a la velocidad de la luz,
o dentro de cajas venían los edificios para armar,
los que los mismos mendigos instalaban en dos días
como si fueran semillas tan livianas
como las plumas de los pájaros,
pero los pájaros alguna vez hace millones de años,
cantaron de verdad
porque no tenían como estas bellas aves de metal
un complejo mecanismo con tres millones de sonidos
de aquellas lejanas y prehistóricas aves,
esas que alguna vez emigraban de tierras lejanas
y volaban libres como hace millones de siglos,
mucho antes de que construyeran estas ciudades
y exterminaran los árboles y los bosques

 


Hace mucho tiempo que viví en esta ciudad llamadas El Salvador,
Managua, Ciudad de Guatemala, Afganistán, Bagdad,
Lima, La Habana, Beijín, Moscu, Santiago de Chile,
Manhattan,
escondido mientras por las pantallas de mi nave
veía crecer mercados con los productos de todas partes de la tierra
y del Universo, árboles de fibras de plástico con antenas parabólicas,
las diez mil variedades del maíz, las veinte mil variedades de la papa,
el trigo, las millones de variedades de animales y peces de los océanos,
las que se reproducían y cultivaban misteriosamente,
en las partes más lejanas del Universo,
más allá de la última galaxia del Cosmos;
más allá del origen de todo
pero nunca, jamás, se supo por quienes

 


Hace mucho tiempo que me fui de esas ciudades para siempre,
y vivo ahora en otras ciudades igualmente luminosas y bellas,
contemplado desde mi nave espacial,
sonámbulo, como en una película sin final,
la devastación de mi futuro.



* * *

 

Javier Campos. Poeta, narrador, columnista. Su ultimo libro publicado en Costa Rica, Universidad de Costa Rica, junio de 2008, El poeta en llamas. Este poema es inédito.

 

 

 

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