Proyecto
Patrimonio - 2007 | index | Javier Claure | Autores |
Discurso de Mario Vargas Llosa en el Aula Magna
de la Universidad de Estocolmo
jueves 4 de mayo 2006
Recopilado por
Javier Claure C.
Agradezco esta invitación que me ha hecho la Universidad de Estocolmo.
Quiero dirigirles la palabra esta tarde, y ese placer responde a una necesidad de los
seres humanos, quiénes estamos dotados de una condición extraña; que es la de tener una
sola vida. Pero la imaginación nos permite desear no una, sino cien o mil vidas más. Esa
distancia que existe entre lo que somos y lo que nos gustaría ser, lo que nuestros deseos
y nuestra fantasía nos induce a tener, es lo que la literatura, de alguna manera, satisface.
La literatura nos hace viajar en el tiempo y en el espacio, nos hace penetrar en otras
culturas y nos hace sentirnos contemporáneos. De alguna manera, también, nos proyecta
hacia el futuro ampliando y enriqueciendo extraordinariamente nuestra experiencia vital.
Todo eso lo hace haciéndonos gozar.
Yo aprendí a leer cuando tenía 5 años y recuerdo este hecho como, probablemente, lo más
importante que me ha pasado en la vida. Recuerdo muy bien cómo esas historias de aventuras,
que fueron las primeras que leí, me exaltaban de tal manera que aquella vida inventada por
Salgari, Julio Verne, Dumas o por Víctor Hugo parecía una vida infinitamente más rica,
más diversa, más intensa que la vida que llevaba. Y seguramente mi vocación de escritor
nació desde entonces, gracias al milagro que me parecía vivir cada vez que un libro me seducía,
me sumergía en sus historias y en sus personajes. De esta manera se abolía completamente en
mi, diríamos, la razón y la conciencia de esos mundos. Me pregunto: ¿Esa es la única razón
de ser de la literatura? Es decir, ¿de divertirnos, entretenernos y sentir placer? Yo creo
que no. Yo creo que ese placer tiene, además, consecuencias que son fundamentales para la
vida de los seres humanos. Sin la literatura, la vida humana se empobrecería de una manera
radical, y acaso el mundo que resultaría de ello, sería no solamente un mundo más gris, más
rutinario, sino también un mundo en el que habría mucho menos comunicación entre los seres
humanos. Un mundo en el que hombres y mujeres gozarían menos. Y lo peor de todo, un mundo en
el que la libertad, el más precioso don, desaparecería.
¿Es importante la literatura en la vida? Absolutamente. Y creo que en esta época es más
importante que en otras épocas. Una de las razones por las que me atrevo a afirmar esto,
es porque creo que con la evolución del conocimiento, el mundo de la cultura, principalmente
el de la cultura científica, se ha ido compartimentalizando debido a la especialización.
Precisamente esta especialización acarrea inevitablemente la creación de los lenguajes
específicos que pasan a ser poco menos que unos lenguajes que resultan esotéricos para quién
no es del oficio. La especialización tiene, desde luego, resultados beneficiosos para
la humanidad en distintos sectores del conocimiento. Ahí vemos hallazgos y descubrimientos
científicos capitales. Pero ese conocimiento disperso y disgregado es un conocimiento que
reduce extraordinariamente la comunicación entre los seres humanos.
Quedan pocos denominadores comunes en el orden del conocimiento. Es decir, aquellos campos
en los que todos podemos todavía coincidir entre vernos y sentirnos copartícipes de algo común.
Uno de esos campos es la literatura. La literatura no es para especialistas. Puede haber
especialistas de la literatura, y de hecho lo hay; pero esos son los estudiosos e investigadores
de la literatura. La literatura sólo puede estar dirigida a la comunidad humana en general.
Y los efectos de la literatura no llega solamente a los lectores, sino también a los que no
son lectores. Esto debido a una extraordinaria y enorme influencia que tiene el mundo de la
literatura en la vida de las personas. Ese proceso de compartimentalización del conocimiento
y la multiplicación de lenguajes particulares y especializados no va a detenerse. Seguramente
va acentuarse en el porvenir. Entonces, es muy importante que los seres humanos mantengan
siempre presente, esos denominadores comunes que nos hacen dialogar, comunicar y ser miembros
de una comunidad.
Los lectores que nos emocionamos leyendo Ana Karenina, Los Miserables, El Quijote o viendo
una obra de teatro de Shakespeare, de alguna manera dialogamos entre nosotros; porque
respondemos a los estímulos que producen esos libros o una obra teatral. Esas lecturas nos
hace soñar, exaltarnos, enojarnos, reírnos y, en última instancia, gozar. Y eso se vuelve
una experiencia compartida que comunica a los seres humanos.
Por otra parte, la literatura nos enseña a hablar. No existe sucedáneo para conocer
íntimamente un idioma, saber expresarse en él y poder aprovechar toda su riqueza. Eso no
se puede aprender en un manual, eso se vive y la literatura hace vivir una lengua en todo
su esplendor y diversidad. Es muy importante tener el dominio de una lengua para comunicarse
mejor y para entenderse a sí mismo mejor. Quien está dotado de un vocabulario limitado y
que ignora todas las posibilidades de su propia lengua, no sólo se expresa mal, sino también
conoce mal el mundo de una manera deficiente. Piensa mal, porque la riqueza de un lenguaje,
es la riqueza de una conciencia y de una imaginación. Es absolutamente fundamental e
importante para la comunicación entre los seres humanos, el dominio del propio lenguaje.
Y no hay nada que pueda sustituir a la literatura en ese aprendizaje empírico de la
diversidad y la riqueza de una lengua como las grandes obras literarias.
La literatura debería ser considerada una disciplina fundamental en la educación, y de
ninguna manera un pasatiempo. La literatura ha mejorado la vida de los seres humanos
extraordinariamente. Se podría hacer una larga lista de actividades, en las que sin la
literatura, la experiencia humana sería más mediocre y más pobre. Pero quisiera concentrarme
en un solo tema: el amor.
El amor afecta a todo el mundo, no solo porque los seres humanos tenemos instintos y
una tendencia natural a buscar en otro ser un complemento, una compañía y un placer. El
amor es, también, un quehacer que ha ido evolucionando con la historia de la humanidad. La
literatura ha contribuido, de una manera esencial, a enriquecer y a dotar de sutileza,
de complejidad y de belleza al amor. Probablemente como no lo ha hecho ninguna otra
disciplina o Institución humana. La literatura nos ha enseñado diversas maneras de
enamorarse, de amar y de gozar; gracias al amor.
Sin la literatura no existiría un mundo comunicativo. La lectura de un libro nos hechiza,
nos conmociona y luego, terminada la lectura, volvemos a esa realidad en la que vivimos,
en la que estamos inmersos. Y, entonces, descubrimos qué poca cosa somos comparados con
esos mundos tan ricos, tan maravillosos creados por la fantasía y la palabra. Esos mundos
en los que todo es bello, incluso lo feo. Todo nos exalta y nos conmueve, incluso esas
rutinas de la vida real que nos aburren y nos desmoralizan. Todo lo que nos rodea parece
siempre mucho más deficiente y pobre de lo que es, luego de haber vivido la experiencia de
la belleza y de la perfección en la que nos sumerge siempre una gran obra literaria. Eso
nos hace sentirnos inconformes con el mundo tal como es, con la vida que vivimos. Crea en
nosotros, inconscientemente, un desasosiego, un malestar y señales de inconformidad. Y esa
inconformidad es el gran honor del progreso humano. Es precisamente esto que nos diferencia
a los seres humanos de los animales. Los humanos estamos dotados de imaginación y fantasía
y la literatura, probablemente, como ningún otro quehacer humano, activa y vuelve
incandescente esos dones. Todos los que han querido controlar la vida, desde la cuna
hasta la tumba, y organizarla de acuerdo a un esquema previo, para hacerla más perfecta o para
conquistar la santidad, lo primero que han hecho es controlar, muy rígidamente, la
actividad literaria estableciendo sistemas de censura muy severos. No se puede controlar
severamente a una sociedad, si se deja libre esa actividad, gracias a la cual salimos
del mundo en el que vivimos, entramos a otros mundos de puro sueño y después regresamos al
mundo real. Pero no regresamos como antes. Somos seres que hemos conocido, gracias a
la literatura, un mundo mejor. Por lo tanto, hemos descubierto que el mundo en el que
vivimos está mal hecho y es incapaz de satisfacer las esperanzas, los anhelos y
los sueños.
Todas las doctrinas, religiones e ideologías que han pretendido organizar enteramente la
vida humana, han visto en la literatura una amenaza, una actividad peligrosa que debía ser
rigurosamente controlada.
Es verdad, la literatura es peligrosa. La literatura estimula la inconformidad
de los seres humanos ante un mundo imperfecto. Vivimos en un mundo en el que el
desarrollo de las ciencias y de las técnicas permiten, a quienes tienen esa pretensión,
controlar enteramente la vida humana para alcanzar sus objetivos. La ciencia puede
convertirse en un instrumento terrible de dominación, de control y destrucción de la
soberanía individual. Es decir, la destrucción de la libertad. La técnica ya ha sido
puesta al servicio de semejante pretensión en muchos países. A veces por largos períodos
y con mucho éxito. Si nosotros creemos que la libertad es importante, que la libertad
es el don más precioso que tienen los seres humanos para luchar contra la opresión,
la explotación, las injusticias y los atropellos a los Derechos Humanos, entonces
sí podemos gozar de esa autonomía y ser dueños de nuestro propio destino, eligiendo
nuestros dioses, nuestras costumbres, nuestros oficios y nuestras residencias. Puede
parecer exagerado, pero no lo es.
Debemos defender con dignidad absoluta el futuro de la libertad. La literatura esta ligada
a los libros. ¿Puede existir una literatura sin libros? Es un debate que está abierto y
existen, como ustedes seguramente saben, posiciones muy contradictorias. Hace un par de años
el director de Microsoft, Bill Gates, visitó la Real Academia Española en Madrid. Fue a
tranquilizar a los académicos españoles sobre el futuro de la letra eñe. Una letra que según
rumores, aparentemente infundados, se decía que iba a desaparecer de los ordenadores. De ser
así, hubiera creado grandes problemas como ustedes pueden imaginarse. Es muy importante que
la letra eñe siga siendo una letra de nuestro alfabeto.
Después de haber hablado con los académicos españoles, Bill Gates dio una conferencia de
prensa. Y a los periodistas que acudieron a esta conferencia, les dijo lo siguiente:
"espero antes de morirme, ver realizado uno de mis sueños". ¿Y cual era su sueño? que
desapareciera el papel, que desaparecieran los libros. Bill Gates afirmó que, hoy en día,
las pantallas de los ordenadores pueden cumplir absolutamente todas las funciones que cumplen
los libros. En consecuencia, una vez desaparecidos los libros, gracias a las múltiples
funciones de los ordenadores, el mundo andaría mucho mejor porque se evitaría la tala de
árboles de los bosques y que la atmósfera se llenaría de mucho más clorofila que en la
actualidad, acotó el dueño de Microsoft. Yo no estaba ahí ese día, pero si hubiera estado,
hubiera silbado, hubiera golpeado la mesa frente a alguien que quería matarnos a palos, a
todos los que nos pasamos la vida escribiendo libros o escribiendo artículos en los
periódicos. Hay algunos optimistas que creen que la literatura puede sobrevivir confinada
solo en las pantallas de los ordenadores. Yo soy mucho más escéptico, pero no porque sea
un personaje en contra de la modernidad o de la técnica. Los ordenadores y el Internet
facilitan un extraordinario servicio a la humanidad, extendiendo la comunicación de una
manera prodigiosa. Pero creo que el libro tiene su función, el libro garantiza un tipo
de intimidad que las pantallas de los ordenadores son incapaces de producir. ¿Podrá existir
un tipo de literatura de ordenador? Si eso existe, será una literatura donde el medio
habrá infringido una profunda distorsión de la palabra. Es decir, de la materia prima de la
literatura. Por lo tanto, la diferencia de esa literatura de ordenador, y lo que hoy día
todavía llamamos literatura y fue literatura en el pasado, será la clave como la que existe
entre las materias de Shakespeare y las telenovelas que divierten a mucha gente.
Yo creo que el libro es la magia de la literatura y, en consecuencia, es importante
preservarlo. Esto no significa que libros y ordenadores entren en una guerra sin cuartel.
Mi esperanza es que ambos puedan coexistir en el futuro, y que el libro siga siendo, de
todas maneras, el vehículo privilegiado para la expresión de esos mundos alternativos, de
esos mundos distintos con que la literatura nos hace gozar profundamente y enriquecer
nuestras vidas. Quisiera terminar con una pequeña reflexión, contándoles una anécdota que
a mí siempre me hace pensar. Vez que me ha tocado firmar libros, siempre aparecen señores
con algún libro mío. Se acercan y me piden una dedicatoria diciendo: "este libro es para mi
esposa que es una gran lectora de literatura, es para mi hija que le gusta mucho lo que
usted escribe, o este libro es para mi mamá que es una gran lectora". Y yo siempre respondo
¿Y usted no lo es? ¿ No le gusta leer? Sí, me gusta pero... yo no tengo tiempo, soy un hombre
muy ocupado. Es una respuesta que a mí siempre me produce un frío helado en la columna
vertebral. Por eso mismo, aconsejo a todo el mundo que siempre lea un buen libro para
entrar en otros mundos y gozar de la magia de la literatura. Muchas gracias.