"Porque esta vez no se trata
de cambiar a un presidente."
Canción del poder popular. INTI ILLIMANI
LOS MOTIVOS: "TENEMOS RAZONES PURAS, TENEMOS POR QUÉ PELEAR."
Había una vez una larga y angosta faja de tierra..., en un lindo país esquina, alejado del mundanal ruido y que colgaba de una delgada cornisa sobre el océano Pacifico: Un país sometido a las limitantes propias del tercer mundo y situado además en una región que el imperio consideraba su patio, donde por primera vez en su historia independiente y republicana, en el año 1970 del siglo XX, conquista el poder ejecutivo un presidente electo por fuerzas populares, que por primera vez trae un programa de radicales transformaciones profundas. Viene decidido junto a sus electores, a implementar, en un marco de respeto a las normas y al derecho de la democracia chilena, una serie de reformas sociales destinadas a brindar justicia social y equidad a amplios sectores tradicionalmente postergados de la sociedad.
Estas transformaciones radicales abarcaban más allá de la esfera económica; implicaban cambios incluso más allá de mejoras en salud, vivienda y educación. La intención era estremecer el quehacer cultural de la sociedad completa, comenzando, por ejemplo, con grandes desafíos en la arquitectura. Y, la construcción en tiempo record del moderno edificio para la UNCTAD III (el mismo donde hoy funciona el GAM), recuperar y habilitar la casa de Lord Cochrane como museo, en el puerto de Valparaíso, constituía otro logro. Parte de esa actitud la plasma Osvaldo Gitano Rodríguez en la canción Ha llegado aquel famoso tiempo de vivir.
En 1972, al inaugurar el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, Allende señala, de modo solemne, que ese es "un acontecimiento excepcional" y agregó que se sentía "muy particularmente conmovido porque el proceso de transformación que Chile transitaba, aceleraba el desarrollo material y espiritual de sus gentes".
La preocupación por el arte y la cultura constituían el ADN del proyecto político del gobierno popular. Allende comprendía que mejorar la calidad de vida del pueblo significaba acceder a las manifestaciones artísticas como las artes plásticas, el teatro, la danza y la música. Y, por supuesto la literatura. Roberto Matta pintó en La Granja, junto a jóvenes pobladores, un mural que todavía existe en la Corporación Cultural que lleva su nombre. El año 1971 Allende inició su gobierno con una medida excepcional, el Tren de la Cultura, con el propósito de ofrecer lo mejor del arte al pueblo. El Tren de la Cultura, llevando una caravana de artistas, recorre el país hasta Puerto Montt. Se vive en el tren, en carros dormitorios. En ciertas estaciones se llega a reductos mapuches, o enclaves mineros, a diversos escenarios urbanos y
rurales. A medida que avanza el tren, se incorporan nuevos artistas. En cada ciudad había reuniones con escritores y se efectuaban recitales y exposiciones.
Párrafo destacado merece la música popular que experimenta un enorme florecimiento: nace el movimiento de la Nueva Canción Chilena, inspirado en Violeta Parra, surgen artistas como Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani y una enorme variedad de cantautores, intérpretes y conjuntos, cuyas canciones aún resuenan como el vivo testimonio de una época. Víctor Jara lo expresa en su canción Cuando voy al trabajo, donde, en versos premonitorios, dice "cuando miro los rostros / tras el vidrio empañado / sin saber quiénes son / dónde van / pienso en ti... y la dicha de poder vivir / laborando el comienzo de una historia / sin saber el fin.
En el terreno de las letras, desde el primer día importantes poetas y narradores llegan a Chile a expresar su respaldo al gobierno del doctor Allende, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlo Levi, Luis Aragón, Rafael Alberti. El poeta Pablo Neruda obtiene el Premio Nobel de Literatura. Allende considera el libro "un instrumento emancipador de conciencia". Se crea Quimantú, la editorial más grande del continente latinoamericano, que a precios increíblemente módicos lanza enormes tiradas de libros fabulosos. En los buses de la locomoción colectiva el 80 % de los pasajeros viaja enfrascado en la lectura. Aquello opera un cambio profundo: La gente lee, la gente piensa. En aquel periodo, según estadísticas de Unesco, Chile llega a ocupar el tercer lugar como país lector en América Latina (detrás de México y Argentina.
Pero, como en el verso de Neruda: "Una mañana todo estaba ardiendo".
Eran los años de la Guerra Fría y ni el Imperio ni lo dueños del poder económico en el país estaban dispuestos a tolerar ningún tipo de transformación. Muy pronto el ambiente comenzó a caldearse, las fuerzas opositoras apoyadas por el Imperio salieron a protestar a las calles. Hubo enfrentamientos, sabotaje, acciones concertadas para desestabilizar al gobierno. Las fuerzas se polarizaron hasta que un día la situación explotó. La democracia fue destruida con un golpe de Estado y una dictadura militar se instaló en el país.
La mañana de aquel martes once de setiembre no fue como cualquier otra. La ciudad amaneció en paz, demasiado tranquila, con escasos vehículos en las calles y con los primeros madrugadores que se apresuraban nerviosos en procura de sus sitios de trabajo o estudio. Reinaba esa tensa calma que precede a la tempestad. Algunas radioemisoras transmitían música militar interrumpida a ratos por bandos militares informando que una nueva autoridad castrense asumía el mando de la nación para poner fin al caos. Los sucesos se precipitaban; en breve fuerzas armadas se desplegaron por la ciudad, tomando el control del sector céntrico y los barrios industriales. Jeeps y camiones del Ejército ocuparon puntos estratégicos. Allanaron edificios, fábricas, sitios de estudio y moradas particulares. Comenzó el tiroteo, murió gente; cadáveres sobre el pavimento. Antes del mediodía, aviones de la Fuerza Área sobrevolaron la ciudad y bombardearon radioemisoras leales al gobierno, la casa del Presidente y La Moneda: lugar donde falleció Salvador Allende.
De inmediato se desató la represión más violenta y despiadada que se haya dado en la historia de Chile. Detención arbitraría de trabajadores, estudiantes o pobladores, se les trasladaba a golpes de culata a centros de detención (cuarteles, estadios, sitios improvisados) se les practicaba simulacros de
fusilamiento o se les torturaba de forma brutal. Arrestaban de preferencia líderes políticos, dirigentes estudiantiles o sindicales, personas que estuvieran armadas o pudieran representar un peligro. También se llevaron a los artistas, Víctor Jara fue sacado del patio de la Escuela de Artes y Oficios, en la Universidad Técnica del Estado y trasladado junto a cientos de estudiantes al Estadio Chile. Luego de dos o tres días de tortura fue asesinado.
La Junta Militar decretó el estado de guerra y de improviso se inauguró la temporada de caza humana, la persecución más despiadada se puso en marcha, las guadañas de la aserradora comenzaron a funcionar, cercenando cabezas; todos eran sospechosos, potenciales enemigos y podían integrar ese contingente invisible contra el que sin piedad guerreaba el Ejército regular.
En esta batalla unilateral cualquiera podía caer, no solo trabajadores y estudiantes, también pintores, músicos, escritores. "Tejas Verdes, diario de un campo de concentración en Chile'', firmado por Valdés es el primer libro, publicado en 1974 en España, que denuncia las atrocidades del Régimen Militar. En él, El escritor Hernán Valdés reconstruye —es un diario reconstruido— su detención (entre el 12 de febrero y el 15 de marzo de 1974), su paso por el tristemente célebre campo de concentración de Tejas Verdes, o Campamento N°2 de Prisioneros de la Escuela de Ingenieros Militares Tejas Verdes. El texto tiene la virtud y el valor de poner el acento en la vivencia —la sorpresa, la tortura, el dolor, la perplejidad, la precariedad y el "oficio" de los uniformados— y en la urgencia de la denuncia, la falta de perspectiva histórica, la ingenuidad y casi candor de los análisis sobre lo que estaba pasando.
A lo largo de todo el país otros escritores son encarcelados. El poeta Omar Lara arrestado en Concepción, en el poema La tarde antes de su muerte, dice: "Y no serán estas líneas / las que hagan perdurar la memoria / de Fernando Krause, René Barrientos, el Pepe / y tantos otros, cuyos nombres desconozco". En su poema La partida inconclusa, Floridor Pérez, el poeta, conduciendo las piezas negras responde con una defensa Caro Kan a la apertura Peón Cuatro Rey de las Blancas, conducidas por Danilo González, alcalde de Lota, en el Estadio Regional de Concepción. La partida se ve interrumpida en la movida número siete, cuando los militares vienen a buscar a Danilo, quien jamás regresa a continuar el juego, porque muere fusilado.
El fulminante ataque de los militares cobra nuevas víctimas entre trabajadores, estudiantes y artistas que, sin defensa alguna, son detenidos y llevados a centros de tortura o exterminio. Es el caso de Aristóteles España, de diecisiete años, estudiante aún del Liceo de Punta Arenas, internado en Isla Dawson, donde escribe el poema.: "Anoche al acostarme / escuche ladridos / en algún lugar del campamento / Y NO ERAN PERROS".
En Valparaíso es detenido y torturado el poeta Sergio Badilla. También es arrestado el entonces joven poeta y estudiante de ingeniería de la Universidad Santa María, Raúl Zurita. El autor de estas líneas, a la sazón ya escritor, es detenido en Santiago y conducido primero al Estadio Chile y luego al Estadio Nacional. En ese recinto también vive jornadas de espanto el poeta Jorge Montealegre, como él mismo refiere en su libro Frazadas del Estadio Nacional, ahí las frazadas constituían el lugar íntimo, el abrigo de los sueños y las esperanzas, el espacio del juego, pero también eran el velo que les impedía ver a sus torturadores. Y, finalmente fueron el gran velo que cubrió a todo Chile.
Otro detenido en aquellos oscuros días de 1973 fue Roberto Bolaño, el destacado narrador y único chileno en obtener el Premio Rómulo Gallegos de Literatura. Nacido en Santiago en 1953, Bolaño creció en la ciudad de Los Ángeles y en 1968 salió junto su familia rumbo a México. A los cinco años regresa a Santiago, con la intención de sumarse al proceso que lidera Salvador Allende. Pero llega tarde. A escasos días se produce el golpe Militar. Bolaño con el pelo largo y un mostacho mexicano parte a visitar a sus familiares en la Región del Bio Bio. En Concepción es confundido con un subversivo extranjero y es arrestado. Pasa una semana en un calabozo hasta que dos detectives que resultaron ser compañeros de los tiempos del colegio lo reconocen y rescatan. La experiencia de los días detenido en un calabozo de investigaciones inspiraría uno de sus cuentos más celebrados 'Detectives" que forma parte del libro Llamadas telefónicas. Pablo Neruda, que se encontraba en su casa de Isla Negra aquejado por un cáncer, debe ser trasladado de urgencia a una clínica en Santiago, donde fallece en circunstancias sospechosas que todavía hoy se investigan, debido a la presencia de una extraña bacteria 'plantada de un modo intencional'. Sus funerales en el Cementerio General de Santiago, grabados por un canal de televisión francés, se convertirán en la primera demostración masiva de repudio a la reciente dictadura.
CAE LA NOCHE
A medida que transcurren los días y las semanas, la vida se va tornando precaria, disminuyen los puestos de trabajo, cierran o restringen el acceso a los centros de estudio. Empiezan a circular inquietantes rumores sobre delaciones, infiltrados y traiciones. Amistades desaparecen sin motivo. La incertidumbre, la angustia, el miedo impregnan la existencia. En Portugal esquina Alameda, casi pleno centro de Santiago, los militares queman libros incautados en allanamiento a las Torres de la Remodelación San Borja. Muchos se ven obligados a cambiarse de casa; se corre el riesgo de ser delatado o de que patrullas furtivas lleguen a tocar el timbre en medio de la noche. El aire se satura de premoniciones y avisos. La muerte ronda cerca, se puede percibir su halito frío en la nuca. Gradualmente con el paso de los meses y los primeros años, el espacio para la sobrevida se reduce drásticamente y de pronto, ante la certeza de que la dictadura se prolongará y las puertas permanecerán cerradas, no queda más alternativa que enfrentar la partida: obligada o voluntariamente se hace mejor buscar otros aires. Muchos parten.
Numerosos escritores chilenos que de una u otra forma han participado en forma directa o indirecta del Gobierno Popular, en distintos momentos y de diversas formas se ven obligados a salir del país.
Algunos ya se encontraban en el extranjero, como Fernando Alegría, que llevaba un tiempo en Los Ángeles, California y que escribirla la novela El paso de los gansos, donde relata la historia verdadera de seis vecinos de la Torre 12 de la Remodelación San Borja; detenidos y fusilados sin cargos ni juicio por efectivos de la Escuela de Suboficiales. Se encontraban también fuera de Chile ejerciendo distintas funciones, Armando Uribe Arce, embajador de Allende en la República Popular China; el insigne poeta Gonzalo Rojas, que cumplió labores diplomáticas en Cuba y China, y a quien la dictadura privó de su nacionalidad, condenándolo a vivir un largo exilio. En el poema que escribió sobre la muerte de Miguel Henríquez, secretario general del MIR, expresó su visión sobre aquel periodo: "Son los peores días, los más amargos, aquellos / sobre los cuales no querremos volver".
Entre otros escritores que abandonan el país se encuentran Ariel Dorfman, Sergio Infante Reñasco, Oliver Welden, José Leandra Urbina, Waldo Rojas, Antonio Skármeta, Isabel Allende, Efraín Barquero, Óscar Hahn, Hernán Lavín Cerda, Hans Manhey, Hernán Poblete Varas, Juan Cameron, Fernando Quilodrán, Poli Délano, Carlos Cerda, Luis Enrique Délano, Gonzalo Millán, Mauricio Redolés, Omar Saavedra, Mauricio Wacquez, Juan Forch, además de muchos otros y de artistas de diversas disciplinas, situación que prácticamente contribuyó a dejar el país vacío y paralizado de actividad literaria y artística, al punto que, al interior del país, por el resto de la década del 70 se habló de un 'apagón cultural' en Chile.
HORA DE PARTIR
"Que la critica borre toda mi poesía, si te parece.
Pero este poema, que hoy recuerdo,
no podrá borrarlo nadie".
Pablo Neruda, refiriéndose al Winnipeg.
Sin duda la partida se ha iniciado antes, con la despedida del trabajo o la imposibilidad de seguir asistiendo al colegio o la universidad, con el abandono apresurado de la casa para irse a dormir al departamento de parientes lejanos o amigos de infancia. Es en las horas duras cuando aparecen los verdaderos amigos. Es entonces —cuando aprieta y se hace necesario zafar pronto, porque se trata de vida o muerte— que se conoce el valor de quienes nos rodean.
Hasta el día anterior se vivía en democracia y de golpe hay que rajar o te cuesta la vida. Ocurre que luego de algunos contactos, casi siempre a través de amigos conectados a círculos diplomáticos o al Comité Pro-Paz de la Iglesia, es que de pronto se presenta la oportunidad de salir. De partir. Y solo se puede llevar lo necesario. Hay que despedirse, decir adiós a todo, trabajo, estudios, hogar, libros, amistades, parientes, al barrio, a la ciudad, al idioma, a las conversaciones. El avión cruzará la cordillera y el Charco y al otro día estaremos llegando a un país diferente con callejuelas distintas, con actividades que se hace necesario aprender, rodeado de seres que muchas veces hablan una jerigonza impenetrable, junto a personas que jamás se ríen con las mismas cosas, se aterriza en un clima diferente, oscurece a las dos de la tarde, o cae nieve que luego se convierte en hielo sobre las aceras. Hasta se debe aprender a caminar de nuevo, con sumo cuidado, para no resbalar y terminar quebrándose una pierna.
Quizá algunos tuvieron suerte y llegaron a países donde se habla el mismo idioma, de cultura occidental, pero muchos encontrarán refugio al otro lado de la Cortina de Hierro o en Alemania. En los países escandinavos, donde debían aprender todo de nuevo. Era volver a nacer, en el corazón de una cultura diferente.
Por supuesto el exilio para el ser humano no es nada nuevo: durante siglos, por guerras o catástrofes, hombres y mujeres han vivido desplazándose. Sin ir tan lejos, Pablo Neruda debió trabajar duramente en Francia para embarcar en el Winnipeg refugiados españoles al fin de la Guerra Civil en España, entre los cuales vinieron artistas, entre ellos José Balmes. O, tras la toma del poder por los nazis en Alemania, muchos científicos como Einstein, e importantes escritores del nivel de Erich María Remarque, Thomas Mann o Stefan Zweig tuvieron que partir al exilio. Hitler declaró "Si tenemos que vivir sin científicos, Alemania vivirá sin científicos". El escritor Stefan Zweig junto a su esposa finalmente se instalan en Brasil, donde son visitados por Gabriela Mistral quien, además, es una de las primeras personas en ver los cadáveres cuando la pareja Zweig toma la decisión de quitarse la vida, y luego, la poeta en una carta escribirá lo siguiente,
"Al fin entré en el dormitorio y estuve allí no sé cuánto tiempo sin levantar la cabeza. Yo no podía o no quería ver. En dos pequeños lechos juntos estaba el maestro, con su hermosa cabeza solamente alterada por la palidez. La muerte violenta no le dejo violencia alguna. Dormía sin su eterna sonrisa, pero con una dulzura grande y una serenidad mayor todavía. Parece que él murió antes que ella. Su mujer, que habrá visto ese acabamiento, le retenía la cabeza con el brazo derecho, y toda su cara estaba echada sobre la suya. El rostro de ella estaba muy parecido. No habrá nada que me disuelva esta visión".
Muchos exiliados de distintos países, viviendo en diferentes lugares de acogida, han tomado decisiones similares. Quizá se deba a que existen árboles cuyas raíces jamás podrán alimentarse con un agua diferente a la de su infancia.
El tema es que al inicio, de una u otra manera, los escritores chilenos se adaptaron a las realidades de los nuevos países que los acogían. Los hubo en ambas Alemania, en los países escandinavos, especialmente en Suecia, en Francia, Italia, en México, Canadá y en EE UU. Escritores que desde entonces continuaron escribiendo fuera de la patria, en tanto en Chile, a pesar del llamado "apagón cultural", se continuaba escribiendo en secreto, a ocultas y, poco a poco comenzaron a surgir caminos para hacer visibles esos escritos. No obstante, los escritores mencionados consiguieron, con mayor o menor fortuna, llevar a buen término obras literarias que muchas veces destacaron y obtuvieron favorable acogida de los medios críticos donde debutaban.
Es conveniente resaltar que diecisiete años más tarde, una vez concluida la dictadura, con el triunfo del "NO", y la irrupción de la alegría, el retorno a la democracia y la instalación de la Concertación en el Gobierno muy pronto se vio, y de eso dejan constancia artículos en la prensa (El Mostrador) que tanto el tema del exilio, así como la literatura del exilio, serían una piedra en el zapato para las nuevas fuerzas políticas. Las condiciones en el país y el mundo cambiaban radicalmente y al parecer no todos los temas tendrían la misma importancia. Se volvería habitual la frase: "En la medida de lo posible".
¿LEGITIMAR EL MALTRATO?
"Vuelvo al fin sin humillarme
Sin pedir perdón ni olvido"
Vuelvo, Patricio Manos.
Sin duda alguna a lo largo de estas cinco décadas varios escritores han llevado adelante un trabajo notable con una obra literaria que ha buscado rescatar
la memoria, el sufrimiento, el dolor y el enorme esfuerzo para sobreponerse a las embestidas del régimen y —a pesar de todo— recuperar la frágil e incompleta democracia. No obstante, es justo reconocer que en momentos muy difíciles, donde la tarea más importante era desenmascarar la verdadera naturaleza bárbara y represora del régimen militar, hubo obras que alcanzaron una mayor amplitud de público y consiguieron estremecer y pusieron sobre el tapete el tema a discutir. Y de este modo lograron también convocar a muchísimo público lector de diferentes nacionalidades y cumplir el objetivo de denunciar y aislar a la dictadura.
Hoy sabemos que la notable novela "La casa de los espíritus" de Isabel Allende, consiguió apoderarse de la escena internacional en la medida que sus páginas hicieron emerger una imagen de Chile contraria a aquella difundida por la dictadura militar durante sus primeros años de gobierno. La historia de la familia Trueba-del Valle. Tres generaciones de un mismo linaje, cuyas experiencias asoman en relación a sucesos de carácter social y político. Vemos cómo se muestra la denominada "cuestión social", la lucha de las mujeres por obtener derechos políticos, el movimiento obrero, la Reforma Agraria, la llegada al poder de un gobierno popular y su caída a raíz de un golpe de Estado. Contribuyó a su impacto la bellísima y lograda versión cinematográfica del director danés Billy August al adaptarla con un reparto de primerísima línea donde destacan la presencia de Jeromy Irons y Meryl Streep en los roles principales, secundados por Winona Rider, Antonio Banderas y Glen Close. Una película que aun hoy se ve con el alma en un hilo.
Otro autor que consiguió atraer poderosamente la atención del público internacional sobre el tema Chile fue Antonio Skármeta con su "Ardiente paciencia", sobre el amor de un cartero que entrega cartas a Neruda y aprovecha de nutrirse de poesía para llegar a la mujer que le ha robado la tranquilidad. Esta novela fue llevada al teatro y tuvo, al menos, dos versiones en cine, una con actores chilenos y la otra filmada en Italia con el nombre de Il postino (El cartero) con el gran actor francés Philippe Noiret encarnando a Pablo Neruda, refugiado en la Isla de Capri, mientras escribe los "Versos del Capitán", dedicados a Matilde Urrutia. Y con el actor italiano Massimo Troisi en el papel del cartero que se desvive por dominar los secretos de la poesía. La película fue un éxito de taquilla, aclamada por la critica en varios países y obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora.
Finalmente, cabe destacar la obra "La muerte y la doncella", de Ariel Dorfman, que en tanto obra de teatro fue un exito absoluto y resistió un sinnúmero de años exhibiéndose en las principales salas de teatro del mundo: Broadway, Londres y Estocolmo, solo por nombrar algunos sitios, con destacadísimos actores en los roles principales. Por último, Roman Polanski la llevó al cine con la actuación de Sigourney
Weaver, Ben Kingsley y Stuart Wilson, convirtiéndose en éxito de taquilla y de público.
Los sucesos que desencadenan el drama ocurren en la casa de veraneo de Paulina y su esposo Gerardo, un importante abogado a punto de convertirse en líder de una comisión de derechos humanos, y que luego de tener problemas con una llanta, es llevado a casa por un hombre desconocido: el doctor Miranda. En casa, Paulina reconoce la voz del desconocido como la de su torturador, fiándose sólo de su oído. De fondo. suena de manera intermitente el cuarteto para cuerdas de Franz Schubert conocido como La muerte y la doncella. ¿El contexto? La dictadura militar chilena.
¿Qué tipo de justicia se puede obtener luego de haber sufrido un secuestro, humillaciones y continuas violaciones? Paulina Salas está convencida de que no hay mejor persona que ella para hacer justicia sobre el doctor Roberto Miranda quien cree, es el principal responsable del infierno que vivió hace 35 años cuando fue secuestrada. El gran meollo es que, aún mientras lo tiene amenazado a punta de pistola, no está segura de si realmente fue el la persona que le hizo tanto daño. Surge otra interrogante: ¿en qué momento la víctima se convierte en victimario?
Temas que a cinco décadas de concluida la dictadura aún permanecen abiertos en la sociedad chilena. Y de los cuales ha dado cuenta con mayor o menor fortuna el trabajo emprendido por un enorme número de escritores chilenos y que incluso hoy deben enfrentar una segregación sostenida precisamente porque debieron partir al exilio.
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Por Jorge Calvo Rojas
Publicado en REVISTA OCCIDENTE, mayo de 2023