Esperó el doble que la cigarra, pero logró hacerse oír: La libertad no es un sueño, Memoria poética. Antología compilada por Raúl Silva-Cáceres y Edgardo Mardones, con la colaboración de Jorge Calvo,
Editorial Signo Limitada, Santiago de Chile 2013, 150 páginas Por Sergio Infante
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Ahora que nos acercamos al cuarenta aniversario de golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que dio inicio a una larga dictadura y marcó para siempre a más de una generación de chilenos, es natural que la memoria y la reflexión sobre lo ocurrido en esa época cobre nuevos bríos, mediante actos conmemorativos y publicaciones de todo tipo. Lo acontecido en el campo cultural no debe ni puede permanecer ajeno a este rescate memorioso, y de hecho no lo está. Una prueba de ello ha sido la aparición de una antología poética que se revela como un documento imprescindible para el estudio de nuestra traumática historia reciente, me refiero al libro La libertad no es un sueño, aparecido en marzo de este año.
La memoria histórica de un texto no solo se define por las alusiones a una época que puedan desprenderse del contenido de este o de ciertas particularidades lingüísticas reconocibles como propias de determinados años, sino que también esa huella está marcada por las condiciones de producción. Y cuando estas últimas presentan ciertas singularidades, como es el caso de nuestro libro, se vuelve significativamente interesante examinarlas; comencemos entonces por ahí.
Una considerable parte de la diáspora que se produce a partir del golpe militar y de la dictadura de Pinochet y sus secuaces, estuvo formada por artistas e intelectuales que muy pronto trataron de difundir las expresiones culturales producidas por ellos mismos o aquellas que les iban llegando desde el interior de Chile. Esta difusión estaba ligada, por lo general, a la solidaridad con la resistencia chilena. Así se fueron originando –frecuentemente con el apoyo de los distintos partidos de la izquierda chilena, otras veces, de manera más espontánea e independiente – las diferentes manifestaciones culturales del exilio, entre las cuales la literatura y en especial la poesía desempeñaron un papel cuyo peso debiera estudiarse más a fondo. Se publicaron libros, revistas, folletines en los diversos países que acogieron a los exiliados. Un trabajo interesante pero sin duda atomizado, ya fuera porque lo sesgaba un ostensible sectarismo partidista o la falta de contactos, que trascendieran lo local, y de recursos. La carencia de finanzas impidió que vieran la luz proyectos de recopilación poética serios y abarcadores, el desaliento también. La libertad no es un sueño estuvo a punto de permanecer en el triste limbo de esa categoría. Concebida durante la segunda mitad de los años setenta, apenas este año, en la segunda década del siglo XXI, la presente antología pudo librarse del olvido y la mudez.
Lo primero que se infiere del proyecto, iniciado por el catedrático de Literatura Raúl Silva Cáceres y por el escritor Edgardo Mardones, es el carácter representativo y la presencia de una poesía de calidad. Ambas cuestiones no siempre son fáciles de armonizar, menos aún en una situación de exilio donde campea la dispersión, al tiempo que lo ideológico opera, por lo menos en los primeros años, como una falsa y, a la larga, nefasta ilusión centrípeta. Hay en esta antología una voluntad por resistir culturalmente la fragmentación propia de una derrota política, esto se consigue buscando las expresiones poéticas de todos los sectores posibles. La estructuración posterior reflejada en el orden del libro da cuenta de que no se trata de una recopilación al azar: I Poemas en el exilio, II La poesía en el interior. Cárceles, campos de concentración y poesía clandestina anónima. III Poetas del interior. IV Canciones de la resistencia. Es decir se buscó y se ordenó la poesía donde pudiera encontrarse, desdeñando la comodidad de incluir únicamente a los poetas conocidos que estuvieran en Chile o en el exilio. Me parece que se eligió este criterio porque realmente se quería dar cuenta de la poesía que surgía en las nuevas circunstancias, para lo cual no bastaban con limitar el aporte alas voces más conocidas aunque fueran tremendamente valiosas. Creo que por esa misma razón a la hora de seleccionar no se dio prioridad al carnet de determinado partido ni al panfleto disfrazado de poesía, lo que no quiere decir que en el material seleccionado se esquivara la dura realidad de entonces. Se trata realmente de una antología poética y eso es lo permite que una buena porción de sus versos no se sientan envejecidos al leerlos en el día de hoy, ya provengan de poetas que llegarían a ser premios nacionales, como Gonzalo Rojas o Raúl Zurita, o de voces completamente anónimas. Estamos frente a una antología que se ha esforzado por ser representativa, lo que no quiere decir que no tenga preocupantes omisiones, la ausencia de mujeres es alarmante. También se deja ver más de alguna distracción, como el haber incluido “Reencarnación de los carniceros”, de Óscar Hahn, que es del poemario Esta rosa negra, de 1961. Con todo, me parece un libro excelente y atribuyo estos errores a las circunstancias mismas de la diáspora, un trabajo realizado a pulso, a veces sin las fuentes bibliográficas adecuadas.
A pesar de estas carencias, insisto, descuella positivamente el hecho de que Raúl Silva Cáceres y Edgardo Mardones siempre fueron partidarios de unos amplios criterios de selección sin perder de vista lo poético para un libro que en su origen estaba destinado a ser traducido al sueco con la participación de Birgitta Leander y Sun Axelsson. Nunca llegó a realizarse esa traducción por motivos de diversa índole, a los que no fueron ajenos los económicos.
El proyecto llevaba –y lleva hoy como libro publicado– un prólogo de Julio Cortázar, fechado en 1977, en él aparece el título que se ha elegido para la antología: “La libertad no es un sueño; el día que irrumpa en plena calle, lo hará con la fuerza y belleza que le dan estos poemas […]”. Como conjurando estas palabras la compilación que no pudo llevarse a la imprenta entonces, lo ha hecho ahora, gracias a que Silva Cáceres y Mardones rescataron el manuscrito olvidado, y a la incorporación activa y diligente del escritor Jorge Calvo al equipo. El hecho de que aparezca este año y en el contexto del rescate de nuestra memoria –en este caso memoria poética, tal indica el subtítulo– no podía ser ya más feliz. Su tardanza, asimismo, no puede resultar más curiosa: si se suman los años de su espera, nos damos cuenta de que demoró el doble de los largos años que demora una cigarra para llegar a la adultez y cantar, pero a diferencia del efímero canto de la cigarra, que apenas se alcanza a escuchar durante unos días, el cantar de La libertad no es un sueño perdurará en el tiempo.
Stuvsta, 26 de julio de 2013
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LA LIBERTAD NO ES UN SUEÑO - OTROS OJOS
AVANCE DEL DOCUMENTAL "LA LIBERTAD NO ES UN SUEÑO " ANTOLOGÍA POÉTICA. SOBRE EL EXILIO, CÁRCELES Y CLANDESTINIDAD EN CHILE BAJO LA DICTADURA.
"LA LIBERTAD NO ES UN SUEÑO. MEMORIA POÉTICA". ANTECEDENTES HISTÓRICOS
SOBRE LA REALIZACIÓN DE ESTE LIBRO
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Esperó el doble que la cigarra, pero logró hacerse oír: La libertad no es un sueño, Memoria poética.
Antología compilada por Raúl Silva-Cáceres y Edgardo Mardones, con la colaboración de Jorge Calvo.
Editorial Signo Limitada, Santiago de Chile 2013, 150 páginas.
Por Sergio Infante