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Línea 6 downtown Manhattan
Javier Campos
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El metro número 6 en Grand Central que iba hacia el sur de Manhattan llevaba solo 10 personas. Seis de ellos llevaban máscaras para no toser en frente de alguien. Las otras cuatro iban con la cabeza entre sus piernas. El mendigo miraba a una mujer joven sentada que leía algo en su iPhone. Era la única que no llevaba máscara como él. Cuatro tosían mucho. Uno tosía como si tuviera epilepsia. Su cuerpo de contorneaba y parecía que se iba a caer, pero se agarraba fuerte a una manilla de metal del carro que iba a una velocidad inusitada. El mendigo también tosía, pero no mucho. Al llegar a la parada de la estación Pennsylvania nadie salió del carro, sino que entró una monja. Eso parecía porque llevaba los hábitos de las Carmelitas descalzas. No iba descalza, pero iba con zapatillas usadas marca Nike. Hizo la cruz con su mano derecha para todos los que estaban en ese carro. Al mendigo lo bendijo cuatro veces seguidas. El la miró como si fuera su madre que lo venía a rescatar de algo. “Vamos a llegar en 20 minutos” dijo la muchacha que miraba su iPhone. Lo dijo en voz alta. Lo dijo en español. El mendigo esperaba la traducción, pero no llegó. La muchacha volvió a leer en su pantalla y calló. La monja se sentó al lado del mendigo. Sacó algo de una bolsa de papel marrón. Era un bagel con queso crema que había comprado en Dunkin Donuts y se lo puso al mendigo sobre sus pantalones gastados. El mendigo lo recibió como si fuera una hostia más grande de lo normal. “Come hijo, come”. Y comió todo en menos de dos minuto. Y hacía mucho ruido al comer. Los que tosían no se enteraban ni del mendigo ni de la monja. El que tosía y parecía epiléptico o con párkinson algo decía, pero como tosía tanto los demás no escucharon lo que dijo. Solo la muchacha del IPhone se levantó y volvió a gritar. “Solo hay espacio para cinco en la nave. Y la puta madre, mi nombre no aparece” Y metió la cabeza entre las piernas y tiró lejos su iPhone como si fuera una lata de cerveza vacía. El iPhone llegó cerca de los pies del mendigo que lo miró mientras comía el ultimo pedazo del bagel.
Al llegar al final, las puertas del metro se abrieron y había 10 hombres vestidos de blanco con indicaciones escritas que decían. “Lado izquierdo los que tosen; al lado derecho los que no o muy poco. Los que hicieron solicitud por internet y no están en la lista al lado izquierdo. Los que recibieron un email que están en lista a lado derecho. Mendigos se quedan en el carro.” Los que no tenían el virus llamado corona iban a ser revisados por un robot y podían subir a la nave que iba a la estación espacial UFM15. Los contaminados y los no elegidos por lotería global iban a un subterráneo profundo donde antes estuvieron las Torres Gemelas y donde nunca se supo de ellos. Era el último transporte hacia una de los 5 millones de estaciones espaciales alrededor de la luna.
En el planeta tierra quedaban tres o cuatro billones de contaminados con el virus desparramado en las megapolis, en ciudades, campos y montañas. Hasta en la Patagonia, el Polo Norte y la Antártida. Las naves espaciales que subían hacia el universo donde brillaba la luna no regresaron nunca más.
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Javier Campos (Santiago de Chile). Ha publicado dos novelas, dos libros de cuentos y cuatro libros de poesía. El poemario Las cartas olvidadas del astronauta (EEUU, 1991) obtuvo el primer premio Letras de Oro en 1990 para escritores hispanoamericanos residentes en Estados Unidos. El año 1998 fue finalista en premio Casa de las Américas, Cuba, con su cuarto libro de poesía El astronauta en llamas, publicado luego por LOM, Chile en 2000. Ha sido traducido al inglés, alemán, gallego, y ruso. En diciembre de 2002 gana el premio de poesía, categoría poema largo (“Los gatos”) en el Premio Internacional “Juan Rulfo” de Radio Francia Internacional. En 2003 publica su primer libro de cuentos La mujer que se parecía a Sharon Stone, Editorial RIL, Chile. Fue columnista del periódico chileno en Internet El Mostrador desde 2002 hasta 2012 (cerca de 300 columnas publicadas) . Antologado en Antología de poesía chilena (Santiago de Chile: Editorial Catalonia, 2012). 13 poemas fueron traducidos al ruso en revista literaria rusa en 2015 con introducción de Yevgeny Yevtushenko. Ha sido invitado a todos los festivales de poesía de América Central. También el de Medellín, Colombia; Cuba; el I Festival Internacional de Poesía de Lima; Festival de Poesía de Granada, España; Festival de Música y Poesía en Samara (Rusia); Festival Internacional de Poesía Barcelona, España; recientemente al Festival de Poesía de El Salvador, Quetzaltepeque, abril 2019 y al III Festival International de Poesía “Los Confines” de Honduras, julio 2019. Fue traductor de la poesía del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko junto al mismo autor desde 2007 a 2016 en 6 ediciones publicadas en: Nicaragua, Rusia-Cuba, Chile, Colombia. También en la editorial VISOR, España, 2011, bajo título Manzanas robadas. Y en la editorial VALPARAÍSO de Granada, España, 2016, bajo título Dora Franco (Confesión tardía). En 2017 publicó la novela El bailador de tango (Washington, editorial CASASOLA). En 2017 en editorial ALAIRE LIBROS (Tomé, Chile) publicó una compilación de su poesía de 1990 hasta 2016, El poeta en llamas, y el libro de cuentos Fui dueño de tu encanto (tango en Manhattan). En 2019 en El Salvador la editorial LA CHIFURNIA publica el poemario Los gatos no viven en el tejado. En diciembre de 2019 salió en Buenos Aires, su libro-ensayo, El tango en el Río de La Plata (conversaciones con Osvaldo Natucci). Recientemente publicado , octubre de 2019, su libro inédito Los gatos no viven en el tejado en la Revista Altazor https://www.revistaaltazor.cl/javier-campos-2/
Campos también ha publicado varios ensayos críticos sobre poesía chilena globalización y cultura de la imagen en la era digital y el tercer milenio. Actualmente es profesor titular de literatura latinoamericana y español en la Universidad jesuita de Fairfield, Connecticut, Estados Unidos.