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        Reflexiones sobre las "generaciones" en la poesía  chilena (y el Premio Nacional)
        Por Javier Campos
          
          
         
        
          
        
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          Es  evidente y se ha dicho por varios estudios críticos que el 11 de septiembre de  1973 produce un corte brusco en la literatura chilena. Yo creo, y esta es mi  propuesta  (hay otros ensayos donde hablo de esto y también en el ensayo  que aparecerá en,  a partir de 2016, edición sobre La historia crítica de la literatura chilena editada por LOM cuyos editores principales son   Naín Nómez y Grinor Rojo) es que desde esa fecha se debe hablar, hasta  1990, de "producción artísticas bajo la dictadura". Tanto en  narrativa, teatro, poesía (para lo que concierne a literatura). De allí, desde  el 11 de septiembre de 1973, en cuanto a poesía se refiere varias tendencias  aparecen. Y esto ya lo ha dicho la crítica. Poesía testimonial, poesía llamada  neo vanguardia, étnica/ cultural, y muy importante y amplia, como  nunca antes, una poesía escrita por mujeres. En general todas esas tendencias  eran esencialmente testimoniar desde distintas estéticas, más  claras  unas, más herméticas otras, la vida bajo la dictadura. Y esto cubre bajo los  años de la dictadura hasta 1990,  o sea 17 años. Yo no creo que haya  que cortar, en ese período, y crear "una generación de los 80 " ni creo  que exista tal denominación porque todos estaban viviendo bajo la dictadura en  los 80 con mayor o menor edad. Lo que quiero decir es que la producción poética  era variada en estéticas pero era uno el único objeto de preocupación: la  dictadura. 
           Con el  advenimiento de la democracia el testimonio no desaparece sino que se tornará  más  abierto o más hermético. Lo que si será NUEVO es la reacción ante un  modernismo neoliberal que comienza a instalarse en la sociedad chilena que será  con el tiempo la entrada al mundo global (a partir de 1989 con el derribo de El  muro de Berlín y el colapso de la URSS y todo el este socialista) que los  gobiernos concertacionistas van a profundizar. La reacción negativa a este  mundo de malls, consumo, diversidad global, postmodernismo consumista o como quiera  llamársele, a muchos poetas  les cayó como balde de agua fría. Comenzaron  a ver que un mundo fraternal, local comenzaba a desaparecer por la entrada al  mundo global, económica y culturalmente.  Se desmoronaba un modo de vida,  se hacían desaparecer lugares “amenos y láricos”  por lugares que imitaban  espacios globalizados. El parque “íntimo y familiar¨ de una parte de la ciudad  ahora era un calco de un parque de EE.UU, etc. Y esto trae una especie de  nostalgia neorromántica por los lugares pre-modernos o cierta vida lárica que  se comenzaba  a extinguir para siempre (ya lo decía Fredric Jameson en The Cultures of Globalization. Duke University, 1998). Por otro lado, la multi  diversidad híbrida que traen ahora los medios audiovisuales globales inspira  acciones de arte donde los grupos antes marginados, (otras opciones sexuales   o de género, o surgimiento de voces étnicas distintas)  se  expresarán de diversas formas: el marginado, la marginada, el otro o la otra, o  el subalterno. “las yeguas del apocalipsis”. O la internalización de sujetos en  poéticas herméticas, 
           Yo creo  que metodológicamente es más productivo estudiar agrupando a obras por años de  producción a partir de la democratización del país hasta este momento. Y  agrupar en temáticas para determinar estéticas que se repiten y otras que  puedan ser distintas. O sea, hacer un corpus desde 1990 hasta 2016 por ejemplo  sobre esa determinación de temáticas y estéticas y así determinar si en estos  26 años (1990-2016) se puede hablar de una o dos generaciones. La edad del  artista no determina necesariamente “una nueva generación” si se sigue  dogmáticamente pensando que cada 20 años debería ser el límite del término   y comienzo de una nueva generación.  Esta tesis debe hacerse, para  ser probada, sobre la base teórica de QUÉ es lo que entendemos por generación  investigando estudios previos a nivel nacional, latinoamericano,  estadounidense, europeo, etc. Sin un marco teórico bien claro no se puede  entonces hablar al aire de generación del 80, del 87, del 90, del 2000, del  2010, de novísimos, de post novísimos, etc. Este trabajo que propongo no lo  puede hacer una sola persona sino que debe ser un equipo de trabajo.
           He leído  en estos 10 años tantas y breves presentaciones de nuevos libros de poesía,  reseñas de nuevos poemarios (a veces hecho por amigos personales de los poetas  publicados) que en su mayoría dicen que estamos ante una nueva propuesta  poética, o ante una "nueva generación" que es más significativa que  la anterior. O lo más exagerado en que "la poesía chilena actual soy yo”.  Creo que el abuso del término "generación " en los comentarios sobre  libros de poesía en Chile ha llevado a la confusión crítica. Chile es el único  país en América Latina quizás que ha dividido a los que publican poesía en tantas  generaciones. En América Central, por ejemplo en El Salvador, se habla de la  poesía escrita durante la guerra en los 80 y la poesía posterior a la guerra. Y  en la de la escrita posterior se habla de distintas tendencias. Parece que en  el caso chileno, al crear tantas generaciones, una nueva generación quiere ser  mejor que la anterior o “partir de cero”. Una generación,  si se le   asigna una duración de 20 años ¿se puede decir con certeza que en esos  años hay  una "generación poética"?  Esa es una cuestión  que hay que determinar. Porque por  “generación”  se habla de la  “generación de la segunda guerra mundial”,  de la “generación después de  la segunda guerra mundial”, la “generación beatnik”, la “generación del 68”, la  “generación post muro de Berlín”, “la generación hippie”, “la generación  digital’ etc.   Aquí queda mucho más claro el término porque   después de un gran cambio social, cultural, aparece una generación joven  (en sus  17 o 20 años en edad) que entra  a vivir una situación nueva  pero ¿cómo se determina si esa generación tiene una validez en relación a un  contexto?  Por eso,  para mí  en poesía chilena hay dos grandes  generaciones: la que vive el golpe militar (o generación golpe/post golpe hasta  los 1990), y la generación bajo la democracia  hasta cuando comienza   el derribo del Muro de Berlín: desde 1990 hasta ahora. Otro asunto son las  generaciones previas al 11 de septiembre de 1973.
           Otro  asunto es la producción fuera de Chile o exilio “o la vida  en la  extranjería” hasta cuando se termina oficialmente el exilio o se puede retornar  al  país, como la llamó un crítico chileno,  a partir de 1973. Esa  fue una producción escrita en un lugar de mayor libertad expresiva por razones  obvias. Y curioso que los poetas que estaban fuera de Chile jamás se les dividió  en generaciones. Solamente se llamó "poetas del exilio" o  "poesía del exilio”. Escribí algo parecido, respecto a eso de "tantas  generaciones entre la poesía chilena",  luego de asistir a un  congreso en Chile sobre poesía chilena en 2010 (http://www.letras.s5.com/jc250910.html  ). 
          ¿Quién merece el premio Nacional de Poesía?
            Recién leía aquí en este  sitio  “Poetas, poetas y más  poetas. A propósito del  Premio Nacional de Literatura y la poesía chilena” de Alejandro Lavquén. Él dice:  “Respecto al premio nacional, es un premio donde no están claras –o bien  definidas- las razones que deberían primar para otorgarlo a tal o cuál poeta”.  Es esa la pregunta (de oro)  con la cual siempre se topa cada jurado en  cada certamen para otorgar un premio en poesía a nivel nacional en este caso  chileno (también se topan con la pregunta en cualquier país del planeta). Para  decirlo claramente, yo no tengo idea cuáles  son los valores, los  requisitos, los no requisitos, la mejor imaginación de unos, las mejores  propuestas estéticas únicas de él o ella. O los que tienen el ¨gift” poético  (como se dice en inglés y no sé cómo traducirlo al castellano), o el  o la  que cambió  el lenguaje poético a toda una generación. El príncipe o la  princesa, el rey o la reina de la poesía chilena. El iluminado, la iluminada  por ese don de “crear” que nadie lo tuvo antes, etc., etc. Eso es muy difícil  determinar cuando en muchos concursos de poesía el jurado premia, por lo  general, un libro inédito que se parece mucho a como escribe algún poeta del  jurado. Admito que es complicado y difícil determinar quién merece un premio de  poesía, o en cualquier tipo de creación artística usando el sistema tradicional  de un jurado siempre de poetas o ministros de Cultura.  ¿Serán sólo los  poetas quienes tengan ese don de descubrir al vate entre cientos de poetas?   ¿O son únicamente  los académicos que dicen tienen más objetividad  pues saben de estética, de movimientos poéticos, de generaciones, etc.? ¿O los  ministros de cultura?
           Yo creo que tengo una  posible solución. El ministerio de Cultura, La sociedad de Escritores de Chile,  debería hacer un gran recital poético con todos los candidatos al premio. Que  leyeran máximo dos poemas cortos. Que el público fuera diverso y se hiciera  este recital en una plaza pública (no en una sala de una universidad ni menos  en una sala de la Biblioteca Nacional, y ni pensar  en La moneda). Luego  de esas lecturas, pasar un papelito a los cientos o miles de auditores anónimos  y que marquen qué  poema les produjo un placer imaginativo, les conmovió,   o lo que fuera. Coleccionan los resultados y el poema que tenga más votos  se declara ganador y por tanto se tiene al Premio nacional de Poesía. 
           Es que el origen de la  poesía era para ser dicha (no leída) ante una comunidad diversa  y no  necesariamente contaba hechos actuales o contingentes  sino que producía  un placer imaginativo sobre una realidad vista todos los días pero nunca antes  dicha como la expresa el poeta. Y a nadie le preocupaba si ese poeta era hombre  o mujer, de otra etnia distinta. Yo he participado en muchos festivales de  poesía donde hay miles de personas escuchando. Y muchas veces ante un breve  poema de un poeta hombre o mujer, negro o blanco, indígena de las Américas, o de Japón o Malasia, de África o Rusia, de Nicaragua o del País  Vasco,  etc., he visto como una multitud salta de alegría aplaudiendo ese  poema, pinchada por algo mágico que les produjo placer escuchar. Aún   pienso en ese misterio.
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          Javier  Campos. Escritor, poeta, columnista, traductor.  Bailador de tango. Actualmente tiene tres libros inéditos (poesía, novela y  cuentos). Trabaja con historiador argentino sobre un libro sobre la historia  del tango en el Rio de la Plata.