Al autor lo conocí en La Sebastiana, una de las casas de la Fundación Neruda, en julio de 2023. Fui como invitado a un recital de poesía. Intercambiamos libros. Me regaló su libro Lengua acéfala, sexto dentro de la totalidad de su producción literaria.
Pensé inicialmente en el título. ¿Nos habla de lo anárquico, de algún caos que se sostiene eternamente en las palabras? ¿De un acto comunicativo que está fuera de control? Inicialmente se podría pensar eso, pero el caos que propone su autor, en el plano significativo y comunicacional, está regido por un orden en el ámbito formal. Abrir el libro es constatar de inmediato su énfasis en la forma y su persistencia en el aspecto fónico del lenguaje. El lenguaje es cuidado, riguroso, profundo. La idea y la palabra, la idea y la forma de la palabra, van unidas. El significado debe adecuarse a la forma y al sonido exigidos. Es el lenguaje y no sólo la situación lo que también construye conscientemente el poema, y es eso lo que inicialmente llama la atención: la construcción deliberada del poema. Esta conciencia en la construcción formal se contrapone a una búsqueda del contenido en lo volátil, en el borde diluido de lo existente.
Sergio Muñoz Arriagada
Muñoz, haciendo uso de combinaciones anafóricas, encabalgamientos, paralelismos y aliteraciones, asocia las palabras, los fragmentos de palabras para entablar relaciones fónicas, y en ese juego rítmico, el espacio en la hoja deja de ser neutro y adquiere connotación como las palabras. El sonido de las palabras (aliteraciones, palabras homófonas, sílabas similares) cobra una importancia relevante porque se convierte en un factor que anticipa la forma de las palabras del verso siguiente, es decir, es el lenguaje mismo el que, por sus propios rasgos, crea también el poema. El sonido anticipa de alguna manera el sentido.
algo que se despliega que se traba o ahoga que no alcanza a decir en el fragor de esa batalla del sentido la figura que el sonido quisiera desplegar . . . . . . . . . . . . . . . . . . (poema 13 de segunda parte)
Ligado, creo, a la tradición surrealista chilena, hay en él una consumada búsqueda de la ambigüedad. Alejado del materialismo de la poesía nerudiana y a los postulados antipoéticos de Parra, plantea un acercamiento a la filosofía y a la metafísica desde un plano cercano al neovanguardismo. El autor no necesita anclarse en lo situacional para construir un poema. Desde una situación inicial, en muchos casos muy diluida – una circunstancia amorosa o familiar, por ejemplo – propone relaciones que asocia a planteamientos personales, filosóficos sobre el tiempo, el amor, la fugacidad de la vida y de las vinculaciones. El conjunto nos da una visión fatalista de la vida: “tengo una sed que no cabe en un vaso/ cargo una herida de la que no saldré”. Y esta visión adquiere una definición resignada del sentido de la existencia: “si estoy en el camino de la sombra/es tal vez porque la sombra es el camino”.
Para una expresión breve, intensa, necesita un lenguaje preciso, sin fisuras, que refleje la condensación significativa de un momento. A Muñoz le gusta poetizar el poema, no narrarlo, porque no nos quiere contar una historia, nos quiere presentar lo que no se puede contar, lo que existe en las palabras antes del contacto. ¿Dónde buscar el poema? En lo que ven todos pero nadie ve. En el recuerdo, en el humo, en el barro, en las raíces que se evaporan, en otro poema, en los atajos de la noche, en los paisajes sin fondo y sin nombre. Va más lejos aún: “buscar un poema en todo lo que no es un poema” (poema 7 de segunda parte de parte dos).
En el plano formal el verso libre se afirma en regularidades de construcción que engloban una forma consciente de buscar un camino formal propio, personal, y en el plano temático su poesía viene, sin perder la dirección de su objetivo original, de lo hondo y se mantiene en lo hondo del sentimiento y la emoción, no necesita sostenerse en el contexto situacional. Queda siempre la impresión de que su autor domina lo que está construyendo verbalmente.
Su lenguaje retórico evade los facilismos del coloquialismo imperante. En sus poemas se advierte como una suerte de escaleras de significados, en los que los versos, en muchos casos breves, tienen relación con lo que dijo y con qué lenguaje lo dijo el verso anterior, porque desarma la forma de la palabra o el sonido de la palabra (palabras homófonas) y la convierte en otra, cuyo significado se relaciona con la palabra anterior y con el verso siguiente (poemas 37, 40, 44, 46, 48, 53, 90 y otros).
¿cómo escapara de la pena de estar muertos en el día estrepitoso que se acaba?
cava
lugar donde encerramos la miel como si la miel pudiera salir de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (poema 27)
La luz de los lugares en los que alguna vez hablaremos
haremos
remos
manos en el agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (poema 28)
Dice el poema 28 de la segunda parte:
la palabra es una frágil sutura de la razón ella zurce el entendimiento de ella surge el reflejo de otra luz
¿Qué vemos en el contenido? El hablante se siente incompleto: le falta el amor, la cercanía de alguien o algo, lo que afectivamente no pudo materializarse o confusamente lo que se derrumba. Y esa carencia se convierte también en una fuente constante que alimenta al verso: “buscar un poema en la hermana muerta/en la gemela que apareció/con toda su metralla y su herida/para no irse nunca más de las palabras”.
y no divisas nada más que tu sombra que quiere ser un barco en el sueño . . . . . . . . . . . . (poema 17 de primera parte)
¿recuerdas ese abrazo en que nada dijimos? ¿ese abrazo que recogió del silencio y del frío la caricia de la muerte? . . . . . . . . . . . . (poema 18 de primera parte)
que seguro temblarás derramada en la pureza de aquello que se extingue . . . . . . . . . . . . (poema 18 de primera parte)
En este escenario ve pasar las horas en el vacío o el hastío. En el poema 40 de la segunda parte, el hablante se describe: soledad, caída, lejanía, ser un “volumen extraviado”, un “pedernal sin sangre”, una “textura que destiñe”, un “sol apagándose”.
Muñoz alude al amor, a veces en la espera, a veces presa del deseo, a veces en los temblores del desamor. Conoce el vacío de no tenerlo, y conoce también el vacío de la existencia, eso que no se puede ocupar con nada (poema 59 de segunda parte). En el poema 56 nos dice que es un hombre que entiende más de “deceso” y no de “deseo”. Y conoce también el vacío de tenerlo, de ver su desgaste y de captar su desgaste en su plenitud. El ala algún día dejará de moverse y de mover el aire para moverse en el vuelo.
En la poesía de Muñoz, en este libro, lo externo se aproxima en elementos que acompañan al sentimiento y a la idea. No son protagonistas en su materialismo desnudo. Son poemas de lo interior. No se afirman en fechas o acontecimientos, no aluden al contexto (salvo el poema 9 de la parte tres, que habla de los desaparecidos). No habla del devenir histórico. A través de lo que ve en él ve lo demás y ve a los demás. Dice: poeta prematuro/que nunca salió demasiado de sí mismo/de su propio reflejo en el río. Hablar de sí mismo más que hablar de los demás, pero al hablar de sí mismo habla también de los demás.
La poesía de Muñoz es una poesía de lo incompleto, de lo que no acaba, de lo que no puede llenarse. Se siente un exiliado de todo lo que está viviendo, como Alejandra Pizarnik. Al hablante le “duele el mundo” porque no sabe comunicarlo y no sabe vivirlo, quizás –dice– porque vive detrás de una ausencia, de una carencia. El conjunto de los elementos le dicen ven, ven, pero tú no eres de aquí. Aquí vive el poema incluso donde no hay poema. Aquí vive la palabra después del silencio que la niega. Aquí vive lo que te hizo pero tú siempre has estado disuelto en el poema.
A pesar de su inmaterialidad, de su invulnerable lejanía del contexto situacional (en menor medida) o histórico (en mayor medida) su poesía no busca lo divino, choca continuamente con los límites de lo humano, es una poesía terrenal de los bordes, una poesía que comunica con lo incomunicable y desde allí nos llama, nos reclama, nos fija los límites de nuestro retiro del texto. Quizás por eso sus versos quedan latiendo después de la experiencia de su lectura.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “UN ECO QUE SÓLO EL SILENCIO CONOCE”
“Lengua acéfala” de Sergio Muñoz Arriagada.
Ediciones Inubicalistas, 2023, 228 págs.
Por Jorge Carrasco