Si no estamos equivocados, ¿De qué espejo está hecha la vida? es el sexto libro publicado por
el poeta boliviano Javier Claure Covarrubias. No vamos a extendernos en presentar al autor;
tan solo comentar que en la actualidad se pueden leer sus artículos publicados hasta la fecha
tanto en el diario Nuevatribuna.es
Para todo aquel que desee consultar todo lo concerniente a su biografía y a su obra puede
visitar la web de la Asociación de escritores.
El prólogo del libro que nos ocupa viene firmado por Gaby Vallejo Canedo, una de las plumas
más destacadas de Bolivia y una figura prominente en la escena literaria internacional, quien
por desgracia falleció en agosto de 2023. En él se destaca lo sugerente del título y se remite a
tres poemas que son los que más le han inspirado: “Doña Efigo Onamoke”; “¿Saben qué
recuerdo de Banjul?” y “Abre la puerta de tu casa”.
El poemario propiamente dicho se abre con una declaración de intenciones, ya que se titula
Poema subversivo. Con ello el autor ya nos está indicando que no vamos a asistir a una
correlación de escritos plácidos y con una mera intención estética, sino que se trata de sacudir
la consciencia del lector y de alterar así desde el uso de la palabra escrita todo lo estable, y por
ende, lo políticamente correcto. Un poema esculpido en constantes conatos de irreverencia, y
que como se dice en un momento dado: “multiplica el pan sin la ayuda de Dios”, o también
acusa los males endémicos de nuestra sociedad: “porque denuncia el delito envejecido en los
bolsillos”.
Dedicar un poema a los leprosos, como ocurre en el segundo de la colección, ya es toda una
audacia, pues de entrada se trata de hablar de la antítesis de la belleza, aunque se trate de una
figura que haya aparecido a lo largo y ancho de nuestra literatura. Sin ir más lejos, ya Alfonso
X el Sabio habló de ellos en sus Cantigas. El rechazo de todos hacia los portadores de esta
enfermedad bacteriana que afecta a los nervios, la piel y el tracto respiratorio siempre ha sido
más que evidente a lo largo de la historia de la literatura.
Como se creía que la lepra era muy contagiosa, la palabra leproso también llegó a utilizarse de
forma más general para significar "un paria" o "una persona a la que hay que evitar", por lo
que en realidad se nos está hablando de todos aquéllos a los que actualmente tratamos como si
fueran leprosos, como por desgracia ocurre con los miles de emigrantes que se ven obligados
a exiliarse de su país (“y nadie escuchaba su caridad”). Los leprosos -denominados con un
sinfín de apelativos despectivos- eran rechazados por el conjunto de la sociedad, lo cual les
condenaba a sufrir la pobreza más absoluta.
Observamos en este mismo poema la presencia de la figura llamada polisíndeton, que es una
figura retórica que consiste en el uso repetitivo de conjunciones en una frase en un texto. En
esta ocasión la y es una conjunción copulativa que se va repitiendo con el objetivo de dar
énfasis a lo enunciado. Lo curioso es que esta figura tan sólo la hallamos a partir de la
segunda parte del poema, como si el autor quisiera buscar un “in crescendo” emocional.
El poema comienza enfatizando la preposición “de” para explicarnos la procedencia de los
enfermos, “sigue con la preposición “a” para indicarnos hacia dónde se dirigían, y una vez en
el lugar al que llegan topan con el rechazo absoluto, y esa “y” que se reitera una y otra vez es
un grito de desesperación de quien no les acepta. Esta misma conjunción dará pié a otro
poema posterior titulado precisamente “I griega” donde el autor aludirá a su oficio de
escribiente preguntándose de forma reiterada los motivos por los que se dedica a escribir.
Más adelante nos vamos a encontrar otros ejemplos que también traten este mismo tema,
como ocurre con el poema titulado “El emigrante”, o el que dedica a Palestina, con este
mismo título, yes que las grandes injusticias sociales no pasan desapercibidas para un poeta
que, como él mismo ha comentado en alguna ocasión: “trata de hablar sobre el peso de una
historia y el eco de voces olvidadas”, ya que para él: “escribir poesía “puede ser un acto de
hacer frente a la miseria humana”, con el punto de mira puesto en “el anhelo incansable por la
paz mundial”.
Al lado de estos poemas más reivindicativos también hallaremos otros de índole más personal
donde se aparca la palabra feroz para dar paso a otro tipo de vocablos que buscan más la
belleza y la estética. Esto ocurre por ejemplo en aquellos poemas dedicados a la familia. Nos
referiremos a un par de ellos para que el lector se anime a buscar el contraste entre unos y
otros.
El titulado “El día en que llegaste al mundo” está dedicado a su hija, y allí la alegría inicial de
los tiempos que compartieron juntos dan paso a la melancolía y la tristeza por haberse tenido
que separar de él. Así se pasa de versos tan joviales y animados como: “y te alcé en mi regazo
con infinita ternura” o “y tu primer llanto fue la dulce melodía...” a otros más afligidos y
apesadumbrados como: “luego fuiste una larga epístola” o “mis cicatrices afloraban como
rosas sobre el nivel del mar”. A esté poema de índole más íntimo y personal hay que añadir
otros poemas similares como los titulados “Mis abuelos”o “Cartas de Beatriz”.
En definitiva, Javier Claure nos señala de manera harto elocuente que la poesía no es
solamente un lugar donde plasmar lo bello mediante los elementos propios del género, sino
también una oportunidad perfecta para denunciar las atrocidades que por desgracias siguen
sucediendo; una mezcla de resistencia ante las injusticias y de añoranza nostálgica. En los
tiempos que corren, poemarios como este que nos ocupa son más necesarios que nunca, y tan
solo queda felicitar al autor por su valentía a la hora de hacer buenas aquellas palabras de
Gabriel Celaya de que “la poesía es un arma cargada de futuro”.
* Fran Nieto es periodista y fotógrafo español profesional especializado, sobre todo, en
fotografía macro y de paisaje. Imparte cursos y talleres en todo el territorio nacional sobre
fotografía macro, composición, paisaje, iluminación, revelado digital…
Es autor de tres libros que han sido un gran éxito de ventas: El Arte del Revelado, Fotografía
macro y El Arte de la composición, editados por FotoRuta. Ha obtenido más de 40 premios en
concursos nacionales e internacionales y sus fotos se editan en almanaques, dípticos, folletos,
pósteres, carteles, revistas y libros. Ha participado en más de 20 exposiciones colectivas y
montado 5 individuales.
Miembro fundador de International Wildlife Photography Society y de Fotografía y
Biodiversidad, que trata de dar a conocer la enorme biodiversidad de nuestro país a través de
la fotografía, implicando a la ciudadanía en su conservación a través de la obtención de
imágenes. Organizador y promotor del primer y segundo Congreso Internacional de
Naturaleza y Fotografía de A Coruña que contó con la colaboración de los Museos de A
Coruña y el CEIDA. Director de la revista Naturaleza Salvaje a través de la Fotografía desde
enero de 2004 hasta 2009.
Poemas de ¿De qué espejo está hecha la vida?, de Javier Claure
Poema Subversivo
O el mundo se organiza sobre bases de justicia y dignidad humana, donde
no caben los mercaderes, o no se organiza de ninguna manera.
León Felipe.
Este poema
señores y señoras
es el puño en alto de Nelson Mandela
es el coral
de los océanos sin fecha de caducidad
no es la primera piedra
sino la segunda
porque denuncia
el delito envejecido en los bolsillos
este bendito poema
amigos míos
es la pantera cósmica
rondando por las montañas
y hace crecer eucaliptos
sobre el lomo de las vacas.
Este poema
corre por mi sangre
toca timbres
corazones y ventanas
es el cántaro
desde donde vierto
mis alegrías
mis dudas
mis amores no correspondidos
mis éxitos
y mis fracasos
este bendito poema
amigos míos
da movimiento al ferrocarril
empuja al huracán encendido
que se cuela en las chimeneas.
Este poema
señores y señoras
es la nariz que olfatea al enemigo
es el brillo que resbala en la pintura
es el fierro que tranca la puerta
la campana desdoblada por una monja
habla de la formación estelar de las galaxias
del compromiso esfumado por un hueco
del indiscreto que no supo coser
los dos bordes de la herida
este bendito poema
amigos míos
es un pájaro volando en espiral
después que ha pasado un cometa
es la hipotenusa
que se levanta como bandera.
Este poema
despliega un redondo con números
gira y gira
con un segundero irreversible
un minutero
que nunca repite el 1, el 5 ni el 7
y concibe
el más allá indestructible
y multiplica
el pan sin la ayuda de Dios
este bendito poema
amigos míos
es la vela que no se apaga
la simetría necesaria
para fecundar
el útero del universo.
Leprosos
Venían
de las cenizas polvorientas y de la sequía
de los campos despoblados
de las murallas sin techo
que detienen a los mutilados.
Venían
de las trancas
del duelo perdido en el desierto
y de las sirenas
que causan desconcierto.
Venían
del abismo
del abandono
y del desprecio.
Venían
a la capital
a tantear el destino
a buscar misericordia
y al Cristo clandestino.
Venían
harapientos y famélicos
y brillaban sus ojos de humildad
y tenían ángeles metidos en el cuerpo
y comían tanta calle
y soñaban con Dios
y con el «hágase su voluntad».
Venían
tocando madera con sus muñones
y gritaban «verdura»
con voz rota por el hambre
y pagaban las muertes con los muertos
y la desigualdad con la limosna.
Venían
a saborear el aire de cada esquina
con la esperanza de estrechar las manos
«piedad por ellos» decían
y nadie acudía a la caridad
el no te conozco
con sombrero en el rostro
el sí, que siempre fue nunca
y escuchaban el ruido de los coches
y esculpían candelabros
ante un futuro desalmado
y lloraban antes de dormir.
Venían
de las cenizas polvorientas y de la sequía.
Doña Efigo Omamoke
Las cosas que no se pueden pesar ni medir son mucho más
importantes que aquellas que sí se pueden pesar y medir.
Alexis Carrel.
Doña Efigo Omamoke
con sus ochenta y cuatro años
solía contar los árboles de su barrio
subrayaba párrafos de la Biblia
y a las palomas que llegaban a su huerto
granos de maíz les ofrecía.
El destino me ha jugado mal
–decía doña Efigo–
las tres cartas de mi póker
fueron crueles de verdad
la primera carta anunciaba
la muerte de mi marido
desde ese día
el dolor esposó conmigo
respiro con más intensidad
mis ojos son dos cortaplumas
que iluminan ausencia
mi voz se volvió aguda
y en este vaivén
tiré los tejos en buena dirección
pero la suerte
nunca estuvo a mi favor
y golpe tras golpe
he hallado consuelo en las alturas
me aferré entonces a mi rosario
cuyas perlas me devolvían
lo hermoso de la vida.
Doña Efigo Omamoke
vivía en una pequeña casa de adobes
su patio era un suplicio abierto a la claridad
la virgen María
adornaba la cabecera de su cama
un brasero humeante
delataba la llegada de visitas
cacerolas
calderas
y platos de aluminio
reposaban en su comedor
como si fueran faroles
de antiguas carrozas
en las antiguas calles de Venecia.
A doña Efigo Omamoke
le gustaba los helados y las golosinas
amaba el sol del atardecer
y tenía una soberana afición por las plantas.
La segunda carta
me arrebató a mi hijo mayor
–decía doña Efigo–
se fue como una venda sangrante de hospital
una vez más
me quedé revestida de tristeza
una sola lámpara
alumbraba los rincones de mi casa
mis lágrimas
escribieron una canción líquida
que jamás tuvo fin
y me puse muy terca
con todo eso
que las circunstancias llaman casualidad.
La tercera carta
es la brújula de mi martirio
–decía doña Efigo–
a veces me invento personajes
como si fuese un encuentro fortuito
con mis seres más queridos que toleran
mis penas
mis náuseas
mis alegrías
y mis vómitos.
Doña Efigo Omamoke
curvada, prolongaba sobre su bastón
todo su centro de gravedad
en cada pasito que daba entre las baldosas
dibujaba la historia de su existencia
y cuando se encontraba con un cura de sotana
exclamaba:
¡facineroso, a ti te estoy buscando!
De niña
vestía a mis muñecas como ustedes
–decía doña Efigo a sus nietas–
canté
junto al ruiseñor en las madrugadas
saqué agua del pozo
la aguja y el dedal
fueron mis mejores amigas
y enterré las yemas de mis dedos
en los surcos de la tierra.
Luego más tarde
fui dama de un caballero bien educado
de corbata azul y traje sin manchas
con ese hombre me casé
en abril de 1934
bailábamos
tango
vals
boleros
y los maridos de aquel tiempo
susurraban ternura
en las noches de fiesta
ahora
todo es una desfachatez
–decía doña Efigo–
el desprecio
los celos
y la violencia
ensombrecen
los parques y los teatros
la locura
habla de la madre de las bombas
la gente lucha
por alcanzar la cima de lo material
cuando en realidad
deberían asomarse
al pedestal más alto de lo humano.
Somos una chispa fugaz
en cualquier momento
nos vamos boca abajo
como alondras descarriadas.
Estoy muy cansada
–decía doña Efigo–
mis venas
no encuentran su fuente
mis ojos
ya no divisan el norte de mi camino
la cabeza
y mis pies me chantajean
mi pulso
es una grotesca tembladera
fíjense ustedes
pronto partiré de espaldas
sobre tablas heladas
y no llevaré mis pertenencias
ni mi anillo de matrimonio
menos podré llevar
el último suspiro del suicida.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "¿De qué espejo está hecha la vida?", de Javier Claure Covarrubias.
Por Fran Nieto