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Entrevista a Javier Claure Covarrubias, miembro de la Academia Norteamericana
de la Literatura Moderna Internacional (ANLMI)


Por Miguel Esteban Torreblanca
Publicado en la Revista “Otro Mundo Es Posible”. 24 de noviembre 2022


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Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España), de la Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y miembro de número (300-ES-026) de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España.

Ejerce el periodismo cultural. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Sus poemas han sido publicados en varias antologías y ha participado en Festivales Internacionales de Poesía.

Formó parte de la redacción de las revistas literarias “Contraluz” y “Noche Literaria”. Durante los últimos 13 años ha asistido al discurso Nobel del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, como también a las charlas del Premio Nobel de Literatura en la Biblioteca de Rinkeby, evento que se lleva a cabo para los estudiantes de los Colegios Askeby y Bredby.

Publicaciones: “Preámbulos y ausencias” (2004), “Con el fuego en la palabra” (2006), “Extraño oficio” (2010), “Réquiem por un mundo desfallecido” (2014) y “De Escandinavia a los Andes” (2016).



—¿Puede explicarnos el título de tu último poemario ¿Y quién es el que canta? y la esencia del libro?
El título de mi último poemario es “Réquiem por un mundo desfallecido”. En este libro hay varios poemas de contenido social. Y hacen alusión a ciertas injusticias que se han cometido a lo largo de la historia de la humanidad. Por ejemplo hay un poema dedicado al continente africano, otro a Palestina, otro que titula “Pertenencia quechua” y hace referencia a la usurpación del Litoral boliviano. “La Palliri”, que significa en quechua recolectar, es una mujer que trabaja fuera de la mina y recolecta o separa, a martillazos, el mineral de las piedras. Este poema está dedicado a esa mujer que trabaja de sol a sol, pero en su canasta de mimbre; sigue ardiendo el fuego de la Inquisición. Otro poema está inspirado en el “Tío de la mina”, personaje mítico en las minas de Bolivia. Y por supuesto, no podía faltar un poema dedicado a la mujer, al cambio climático, etc.

—¿Qué le da la poesía frente a la narrativa?
Son dos géneros literarios totalmente diferentes. La narrativa cuenta una historia o un acontecimiento. Cuando se trata de un cuento hay una estructura: el principio, el nudo y finalmente el  desenlace. Los textos narrativos son largos, pueden contener varios personajes y los hechos están encadenados. En la narración se utiliza un lenguaje coloquial. Generalmente no se puede repetir palabras, no tiene rima, musicalidad ni tampoco tiene que ser tan expresivo.

En cambio la poesía expresa sentimientos. Es decir, si el poeta escribe versos acerca de la soledad, lo que transmite es aquello que la soledad produce en su universo interior. ¿Qué me da la poesía? Pues, romper con todas las reglas ortográficas y no ortográficas del idioma español. Me da la posibilidad de introducir repeticiones, rima, musicalidad, alusiones, expresiones personales, alterar el significado de las palabras, inventar palabras, utilizar imágenes, comparaciones, metáforas, etc. Por ejemplo, puedo dar vida a los objetos. Puedo hacer hablar a los árboles y a mis zapatos. Puedo hacer volar a las casas y a los postes de luz.

Pero también me da la posibilidad de utilizar un lenguaje coloquial. La poesía se puede escribir en verso o en prosa. En resumidas cuentas, la poesía no tiene límites.

—¿La poesía es hija de la inspiración o del trabajo?
La poesía, según mi opinión, es el género literario más difícil porque no se deja seducir fácilmente. Hay que leer y escribir muchísimo para escribir buena poesía. Pero también hay que tener ciertos conocimientos de las “herramientas poéticas” para que un poema tenga el efecto deseado. No hay ninguna definición ni receta para escribir poesía. Paul Auster, escritor y guionista norteamericano, dijo alguna vez: “Los genios precoces no existen en la literatura”. Entonces tomando en cuento todo esto, la poesía es 20 % de inspiración y 80 % de trabajo.

 

 

¿Qué concepción tiene de la poesía? ¿qué meta debe alcanzar este arte y qué puede cambiar?
Aparte de lo que nombro en la pregunta número dos, la poesía se expresa de un modo estético. Y en el mejor de los casos debe alcanzar, o más bien dicho, crear procesos de sensibilidad en el lector. No sé si la poesía pueda cambiar algo, pero estoy seguro de que hace reflexionar.

—¿Qué consejo daría a los jóvenes poetas que están empezando?
Les diría que lean mucha poesía, que escriban mucho y, sobre todo, que tengan conocimiento de las herramientas necesarias para escribir poesía. Así podrán quebrar las reglas de un idioma. Además, les diría que no se apresuren en publicar un poemario, solamente por tener un libro publicado. Que publiquen sus poemas cuando realmente se sientan maduros para expresarse a través de la palabra escrita. Es bueno tener paciencia porque el trabajo de crear poesía es arduo.

Ha logrado numerosos premios literarios. ¿Cree que esos poemas que le consagraron ganador fueron tus mejores poemas?
No tengo ningún premio literario. Nunca he enviado mis poemas a un concurso literario, pero he logrado que mis poemas sean publicados en periódicos, en revistas y en sitios digitales de importancia. También he participado en Festivales Internacionales de Poesía.

Pessoa decía que “la vida no basta, por eso existe la literatura”. Para usted ¿escribir es una necesidad; y cómo justifica los largos periodos de silencio?
Sin lugar a dudas, la poesía para mi es una necesidad existencial. En los periodos de silencio me dedico a la lectura, a escribir en borrador, a pensar nuevas formas de poesía. Siempre me pregunto ¿qué puedo escribir yo que no se haya escrito?

¿Cómo es su propio proceso a la hora de escribir poesía?
No creo que la poesía se pueda crear de un tirón. En mi caso, el proceso de escribir se da en etapas. Tengo en casa cantidad de hojas sueltas en donde he ido escribiendo versos, pensamientos, pequeños poemas, ideas, apuntes, etc. A veces he perdido esas hojas o se me han traspapelado, y me entra una cólera del diablo.  Para evitar eso, he comprado un cuaderno y ahora escribo ahí. En todo caso, escribo primero en papel. Después de un tiempo reviso lo que he escrito, y le voy dando forma al poema.

A veces puedo escribir un poema bastante rápido porque, como menciono arriba, utilizo versos que ya están trabajados. Sin embargo, sigo borrando palabras, suelo añadir nuevas palabras, verbos, adjetivos, borro estrofas, leo en voz alta, etc. Pero antes de que se agujeree el papel de tanto corregir y se me escurra el poema por el hueco, copio el poema en la computadora. Y allí, sigo machacando al oficio hasta que finalmente me quedo contento con un poema.

—¿Qué poetas son sus referentes y autores de cabecera?
R- A pesar de haber leído a muchos poetas, creo que no tengo referentes.  Pero me gusta la poesía de Antonio Machado, Miguel Hernández, José Martí, Gabriel Zelaya, Jaime Sáenz, Nicanor Parra, Raúl Zurita, Antonio Gamoneda  y un largo etcétera.

¿Quién es Martin Lorenzo Paredes Aparicio?
No sé quién es.

¿Eres escritor a tiempo completo o te dedicas a tu profesión?
No soy escritor a tiempo completo porque trabajo. Y en el devenir de la vida, robo tiempo al tiempo para escribir. Aparte de poesía, escribo artículos culturales, ensayos, crónicas, etc.

Tienes  ya varios  libros ¿Cuál dirías que es el más especial para ti y por qué?
Tengo cinco libros publicados. Mi primer libro “Preámbulos y ausencias” se publicó el año 2004. Y para mí es muy especial porque se publicó en Bolivia cuando estuve allí de vacaciones. Lo presenté en la ciudad de  Oruro, en Cochabamba y en la Feria del Libro en Santa Cruz. Fue muy emocionante porque familiares, amigos, escritores, poetas y gente que me conocía de niño estuvieron presentes.

He tenido la oportunidad de leer tu último  libro, y me pareció maravilloso ¿Cuál es el rincón favorito de tu mundo?
Si te refieres al rincón donde escribo, pues te diré mi escritorio, una biblioteca, un lugar cerca de la naturaleza, etc. En otras palabras, un lugar que no sea bullicioso. En casa, a veces, suelo escuchar música clásica como música de fondo para escribir.

¿Cuál es tu escritor favorito?
Cuando me preguntan eso, no sé qué contestar, porque hay tantos escritores y poetas buenos que no se los puede excluir. Pero… para seguir el orden de esta entrevista, te contestaré Miguel Hernández.

—¿Por qué?
Para empezar, te diré que no escribo poesía hermética. No soy partidario de ese estilo. Tengo los pies bien puestos sobre la tierra y escribo, entre otras cosas, sobre  los acontecimientos de este mundo que nos ha tocado vivir.

No se puede ser indiferente ante las injusticias sociales, ante el hambre que existe en el mundo, ante los atropellos que se siguen cometiendo en nombre de la democracia, ante las falacias, tamaño barcos, de la prensa mundial, ante un sistema económico darwinista, etcétera. El mundo arde por todas partes.  Y como si fuera poco, estamos al borde de una guerra nuclear.

Miguel Hernández, en este contexto, conocía el dolor y la tragedia del proletariado de su patria que lo vio nacer.  La poesía para él, era “sinónimo de esencia del pueblo”. Una dedicatoria a su amigo Vicente Aleixandre, reza: “Vicente: a nosotros que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo”.

Citaré, tan sólo, dos de sus poemas para ilustrar el compromiso con su pueblo. En el poema “Aceituneros”, se puede observar a una sociedad bien marcada por las clases sociales en el sentido más clásico de la palabra. Los agachados, los escupidos y los ninguneados  que trabajan para los grupos de prestigio y de poder económico.

Así protesta la poesía hernandina: “Andaluces de Jaén/ vuestra sangre, vuestra vida/ no la del explotador/ que se enriqueció en la herida/ generosa del sudor. No la del terrateniente/ que os sepultó en la pobreza/ que os pisoteó la frente/ que os redujo la cabeza…”.

En otro poema titulado “El niño yuntero” denuncia la tremenda injusticia social a la que un niño trabajador se expone. Hoy en día, en pleno siglo XXI, aún existen millones de niñas y de niños que trabajan en condiciones infrahumanas a expensas de su salud y de su educación.

Miguel Hernández, hombre de gran sensibilidad, supo captar las aristas más dolorosas de la vida. Y escribe refiriéndose al niño yuntero de la siguiente manera: Carne de yugo, ha nacido/ más humillado que bello/ con el cuello perseguido/ por el yugo para el cuello/ Trabaja, y mientras trabaja/ masculinamente serio/ se unge de lluvia y se alhaja/ de carne de cementerio…”.

La poesía de Miguel Hernández está impregnada de humanismo. Fue un poeta rebelde y contestatario. Desde su pluma lanzaba certeras palabras que aún llegan a lo más profundo del corazón, creando procesos de sensibilidad en los lectores. La poesía del poeta oriolano se mete en el alma de los seres humanos, porque está nutrida de aquello que es esencial para el hombre.


 

 

 



 

 

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