Entrevista a Juan Carlos Mestre, poeta,
grabador y músico español.
La verdadera historia del arcoíris del
“No”
Por Ivo Maldonado
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A propósito de una conversación llena de lugares y
recuerdos logré desenterrar la verdadera historia del arcoíris en la
campaña del plebiscito de 1988. A la fecha varios se han atribuido su
autoría, pero para su creador lo importante es que se hizo en la ciudad
de Concepción y que tenía que ver con un acto de dignidad más que con un
tema político. Fue en su departamento de Madrid donde sostuvimos esta
conversación que había sido concertada por intermedio de un amigo en
común, el escritor español Antonio Crespo Maseau. Fueron varios meses de
espera, semanas antes Mestre como le gusta que le llamen, había sido
internado en la clínica por problemas de salud. A pesar de todo, él
quiso reunirse y contarme como quien cuenta un secreto, casi en
silencio, su participación en el histórico afiche.
Juan Carlos
Mestre (Villafranca, León, España, 1957). Se licenció en Ciencias de la
Información por la Universidad de Barcelona. Publicó su primer poemario
el año 1982 “Siete poemas escritos junto a la lluvia”, al que le siguió
“La vida de Safo”, pero se consolidó con la obtención del Premio Adonais
en 1985 por el poemario “Antífona del otoño en el Valle del Bierzo”. En
1987 se estableció en Chile por pocos años, donde publicó “Las páginas
del fuego”. De regreso en España obtuvo el Premio Jaime Gil de Biedma
1992. Fue becado por la Academia de España en Roma, donde escribió “La
Tumba de Keats” que fue galardonado con el Premio Jaén de poesía, 1999.
Pero Mestre ha simultaneado su creación poética con las artes plásticas.
Como grabador ha obtenido la Mención de Honor, 1999 en el Premio
Nacional de Grabado de la Calcografía, y en la VII Bienal Internacional
de Grabado de Orense (2002). Ha editado numerosos libros de artistas,
como el Cuaderno de Roma (2005), versión gráfica de La tumba de Keats.
Su colaboración con otros creadores y músicos como Amancio Prada o Luis
Delgado, ha sido recogida en varias grabaciones discográficas. Recibió
el Premio Nacional de Poesía por La casa roja, publicado en
2008. El año 2009 publica Extravío en la luz, donde se reúnen
sus grabados y los poemas de Antonio Gamoneda (Premio Cervantes de
España). Su último libro publicado es La bicicleta del panadero
(2012).
“No sé por qué te digo todo esto, te lo digo muy
melancólicamente, me conmueve mucho hablar de Chile, me produce un
profundo vértigo, a mis conmovedores amigos que recuerdo. Son tantos los
días en el sigilo de la noche, en la discreción que viví. Trabajaba en
la Universidad de Concepción, hacía lo que podía. Hoy se puede contar,
en aquel entonces, uno se ponía su chaqueta y salía a las sonrisas de
las calles ciudadanas, pero había otra vida secreta como la poesía
detrás de las palabras, lo que ocurría secretamente en las noches, las
reuniones, las imprentas clandestinas, el taller donde uno trabajaba
oculto, lo oculto… Me sentí cercano en aquella época que viví en Chile,
de algunos amigos, Arinda Ojeda por ejemplo… Se llegó a convertir en un
símbolo de la resistencia intelectual contra el fascismo, la visité
muchas veces en la cárcel de
Coronel, sacamos muchas veces papelitos pegados al paladar envueltos en
papel scotch con sus poemas para después publicarlos. Teníamos un
programa en Radio Regional de Concepción, donde las presas lo escuchaban
sacando un palito con una antena de las celdas por las noches. No me
estoy refiriendo a estructuras políticas sino a los sueños, a los
grandes desafíos, frente a los que el poder sigue tratando de ponerles
la etiqueta de alternativas políticas. Estamos hablando del derecho
ideológico a la felicidad y ese es el derecho también lingüístico a la
poesía, porque la poesía tal vez sea el lenguaje de la delicadeza
humana, y yo frente a los actos de fuerza, frente a una fuerza entendida
exclusivamente y hecha para reprimir y no para defender al ciudadano,
sólo entiendo la fuerza como algo concebido para poder defender al
ciudadano. La poesía es la teoría menos humillante de la historia, así
como la política nos ha humillado con pactos siniestros que han
significado la pérdida de derechos civiles. No conozco ningún poema que
haya humillado a nadie, es posible que sean inocuas nuestras palabras,
pero jamás han conducido a alguien al límite del abismo, han descrito el
abismo. Esta vinculación entre poesía e ideología es un acto de legítima
defensa contra la soberbia obstinación del poder para mentir. La poesía
nos recuerda que las palabras han sido hechas para ayudar construir la
casa de la verdad y no para destruirla, y creo que en la casa de la
verdad de Chile está habitada por las palabras que algún día puso sobre
la mesa arrojada por el océano a las playas de la utopía; Pablo Neruda,
Víctor Jara, Miguel Enríquez o Jorge Teillier, Nicanor Parra, Gonzalo
Rojas, Alinda Ojeda o Gilberto Triviños.
El alto concepto de
la libertad, no esa libertad secuestrada en su significado por los
signos patrióticos y las marchas militares.
Recuerdo que
discutíamos cómo podía ser la idea de la campaña del No. Había
compañeros que decían que había que sacar las banderas rojas, había
ideas de todo tipo. Yo pensaba que había que decir un No que
transformara de alguna manera. Que estuviera vinculado a esa delicadeza
de lo que se ofrecía frente a los actos de fuerza, porque ya se iba a
encargar el régimen de sacar y manipular las imágenes de los coches
ardiendo y de las barricadas previas a las algaradas del año 1973.
Entonces se discutía mucho, se hacían bocetos y fotografías, había una
chica, Ester Fierro, de Concepción, una magnífica fotógrafa que trabajó
con nosotros, al final no había manera de llegar, cómo poder explicar la
idea, y una noche me puse a dibujar un cartel, el
cartel decía No, con un Arcoíris. El primer cartel que salió con lo del
arcoíris, que yo te voy a regalar, se hizo en Concepción, lo
hizo el “Comité de las Elecciones Libres de Concepción”, y lo hice
yo. Después se hicieron muchos bocetos a partir de ese
afiche, hubo uno que salió en Concepción y que fue una idea que se llevó
a Santiago. Porque como tú sabes, el Movimiento de las Elecciones
Libres, se creó en Concepción, y lo lideró Edgardo Condeza y el primer
plebiscito ciudadano de acción, se hizo en Concepción. Fue cuando a mi
me detuvieron…Yo no pasé ninguna incomodidad, los que pasaron
incomodidades fueron la gente que pasó torturas, los apremios. Sería un
acto oscuro decir que uno ha sufrido. Yo no sufrí represión, pero
vamos, ser detenido, que te pongan un cañón, que te metan en un
camión, no sabes dónde te llevan. Dos días antes han tirado a unos a un
acantilado, pues esas cosas te acojonan un poco. Y luego salir a las
calles y ver esos miles de carteles, reproducciones del que yo había
hecho, fue para mí profundamente conmovedor… conmovedor sí. Siempre me
ha gustado dibujar, son cosas que yo no he contado nunca antes, a quién
le iba a contar esto, que no sea una persona como tú, que le interesa la
poesía, que estás vinculado a Chile, y sabes lo que es la memoria de los
poetas y lo que es la poesía.
Es divertido, algunas veces que he
ido a Chile he visto en el mercado de Santiago a vendedores populares
ofreciendo réplicas del afiche. Son mis dibujos, hice varios, el Guamán
Poma de Ayala lo rediseñé para la Vicaría de la Solidaridad. Una vez
estaba en Ámsterdam en el Museo Internacional del Afiche, había una
selección y estaba el del “No” y me emocionó profundamente. Yo he ido a
muchas casas de Chile donde lo he encontrado pegado en las paredes del
living.
La coordinadora por la libertad de los presos políticos,
movimiento que nació y se lideró en Concepción, como tantas cosas que
secretamente ha tenido una articulación muy radiante. Hablo del teatro
universitario (TUC), hablo del Movimiento de las Elecciones
Libres, que también se hizo en Concepción, como Martita
Werner logró organizar y meter a la Vicaría de la Solidaridad, que era
un núcleo fundamental que promovía los primeros desenterramientos; los
hizo Martita Werner y María Angélica Fuentes, quien fue también después
Gobernadora de Concepción, también en ese grupo estaba Tulio Cortilla
(Periodista del Diario El Sur), Tito Mazorca, quien se hizo monje
budista y que junto a otros amigos crearon el Movimiento Sebastián
Acevedo contra la Tortura. A mí me parecía una cosa conmovedora, yo no
estaba en ese movimiento, porque yo no tenía el valor para ponerme
delante de los pacos. Esa era la gente que estaba trabajando en el
Movimiento de las Elecciones Libres, cuando vino Alwyn, era uno más.
Todavía no se pensaba, se vivía bajo la dictadura, esas primeras
reuniones fueron el germen del movimiento, sin el Movimiento de las
Elecciones Libres no se hubiera logrado, porque había muchas
discrepancias respecto a sí participar o no en el plebiscito, pero
posiblemente se hubiera prolongado la dictadura a unos años más y había
gente que creíamos que aquello no podía durar, sobre todo para aquellos
que sufrían, para los que estaban en la cárcel, para los que estaban en
el punto de la mira de ser las posibles víctimas morales y físicas del
horror, no se podía esperar ni un día más. Después ya se discutiría lo
que fuera, pero había que acabar con aquello cuanto antes, y esto tiene
que ver también con la poesía como anticipación. Te cuento todo esto,
para hablarte de mi visión política, mi participación era poética,
siempre he creído que la poesía es una suerte de anticipación del
conocimiento de la realidad”.
Ya Holderlin lo había anunciado
“los poetas siempre se anticipan a la realidad y dan el fundamento de
las cosas”. Ese es el concepto del vate, el que anticipa lo que
va a venir y habla por los que no tienen voz.
El sueño pendiente
“Lamentablemente han ejercido y llevado hasta las
últimas consecuencias la política neoliberal sin que esto no le hayan
aportado más que beneficios para el sistema financiero, pero cuando
hablo de la economía lo digo en términos poéticos, porque la poética
está absolutamente implicada en el diálogo con todos los segmentos
sociales del pensamiento. Cuando yo pienso en la política chilena estoy
poniendo rostro al ciudadano anónimo, al hombre que vive en La Victoria,
en Agüita de la Perdiz, en el pescador de Talcahuano que sale cada
mañana al mar a buscar un pejerrey, del inocente, del no culpable, del
que no tiene otra culpa de haber nacido a la intemperie de las
estrellas. No sólo en Chile sino en ninguno de los países del área,
países saqueados por una pandilla de bandoleros, que son los mismos que
el año 73 produjeron la gran fractura del último desafío de la utopía
latinoamericana. No creo que haya sido la muerte del Che, la que pusiera
en cuestión el sueño pendiente de ser soñado por las inmensas mayorías,
sino que fue el asesinato de Miguel Enríquez, el último acto que
ajusticio en aquella época el proyecto más noble de la esperanza social
de los pueblos de Latinoamérica. Hay algo perverso y absolutamente
irreformable en las estructuras económicas como las hay en los lenguajes
relacionados con el poder, como hay una poesía que sólo usufructúa de
los lenguajes del poder y reproduce los esquemas contemplativos y
decorativos de esas banalidades entonadas que se escriben en versitos
cortos en medio de una página una escritura de las metáforas que sólo
cambia la realidad del sitio, frente a una escritura de las metamorfosis
que nos adelante los significados del porvenir, creo que sí, que en el
sueño de aquellos que Gonzalo Rojas hablaba en su poema “Cifrado en
Octubre”. Me refiero a todos los Migueles, a todos los Víctor, a todas
las Amandas, que silenciosamente resistieron y que hasta hoy siguen
vinculados a ese sueño pendiente de ser
soñado”.