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Editores, escritores y académicos
5 ideas para renovar el Premio Nacional de Literatura

Por Juan Carlos Ramírez F.
Publicado en La Segunda, Viernes 26 de Agosto de 2016

 


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Tras recibir el Premio Nacional de Literatura, el flamante ganador de este año, Manuel Silva Acevedo dijo que el galardón "debía reformularse". El problema, claro, es de qué forma cambiar esta pensión vitalicia más 18 millones de pesos. Sobre todo, considerando la creación del Ministerio de Cultura (actualmente lo entrega el de Educación). Acá, algunas propuestas concretas.


1.- Sólo expertos en literatura de jurado.
"Debiera ser algo así como la academia sueca: un grupo de expertos en literatura", dice Marcela Fuentealba, editora de Hueders. "Seleccionados con pinzas, porque ahí también hay camarillas y guerrillas". Tampoco está de acuerdo con una elección popular. "Es, al fin, un premio a la excelencia. Lamentablemente, el pueblo chileno no es hoy tan culto como para pedirle que dirima esta cuestión. Entre los jurados debiera haber críticos y académicos de probado prestigio e independencia. No es fácil lograr eso, pero se puede. En el jurado del premio Municipal, por ejemplo, hay gente idónea que se equilibra bien".

El académico de la U. de Chile Ignacio Álvarez agrega: "Nada de autoridades políticas o educativas, que al final sólo transmiten lo que algunos especialistas alcanzan a soplarles al oído. Deberíamos deshacernos de todos los sobreentendidos. Nada de turnos implícitos: un premio nacional de poesía, otro de narrativa, otro de ensayo… Ningún sistema de reconocimiento está libre de lobby y guerrillas, de modo que aspirar a la pureza es aspirar a lo imposible".


2.- Actas completas y dar a conocer relaciones entre miembros del jurado con autores.
Arturo Infante, director de Catalonia: "Para evitar el lobby, el compromiso y lo políticamente correcto, las actas completas, el debate, la votación y los fundamentos de cada cual deberían ser públicas pasados 30 años como los son en muchos países los documentos confidenciales de la historia; de esa manera, la responsabilidad de la decisión no queda en el completo secretismo".

Vivian Lavín, conductora del veterano programa literario "Vuelan las plumas", dice que "no queda registro alguno de las deliberaciones, de modo que resulta imposible saber por qué en su momento, por ejemplo, no se le concedió el Premio a una María Luisa Bombal".

Hace un mes hizo un requerimiento vía Ley de Transparencia al Mineduc, solicitando esos registros, pero le fue negado. "Y es que no existen, lo que me parece gravísimo. Porque, finalmente, nunca podremos saber lo que dijo tal o cual jurado, qué argumentos esgrimió, ni siquiera para el análisis histórico, que despejarían las dudas sobre presiones o falta de idoneidad".


3.- Revisar —o cambiar— el monto del premio.
El escritor Jorge Marchant Lazcano critica: "Lo que parece más curioso en estos tiempos de AFPs y jubilaciones miserables es que gran parte de los candidatos se pone más contento con la posibilidad de la «platita» recibida (una suerte de "pensión de gracia") que por la gloria de pertenecer a la lista de los mejores de todos los tiempos". "Deberían ajustarse los mecanismos desde la experiencia histórica y no de consideraciones teóricas sin asidero en la realidad", sostiene el académico de la U. de los Andes Braulio Fernández. "Parece más justo volver a la norma original de entregarlo todos los años, aunque tampoco es tan malo cada dos. Eso sí, abriéndolo realmente y sin pies forzados por género a la trayectoria de los posibles ganadores. Hay que premiar la trayectoria indiscutida, con la prudencia de que no se trate de una lápida mortuoria".


4.- Crear la figura de "poeta laureado".
El novelista radicado en Washington, Gonzalo Baeza destaca un reconocimiento particular del mundo europeo y de EE.UU., donde el autor premiado está un año participando en el debate público y viajando —con su obra— por una determinada zona. "Es interesante la figura de «poeta laureado», con varios estados que otorgan dicho reconocimiento, lo que contribuye a la descentralización y a fomentar la obra de buenos autores que no tienen la exposición que les dan los centros urbanos grandes".


5.- Entregarlo anualmente.
El Premio se otorgó todos los años desde 1942 a 1972, explica Marchant Lazcano. "Si se revisa la larga lista inicial que cubre 30 años de historia literaria, sobran motivos para celebrar el nivel de calidad indiscutible de quienes lo recibieron. Están allí todas nuestras glorias, desde Neruda, hasta el atrasado reconocimiento a Gabriela. El resto, narradores y poetas que seguimos leyendo o reconociendo hasta el día de hoy. La única que faltará siempre es María Luisa Bombal".




 

 

 

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