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Poesía desde la otra orilla
Polimnia, Juan Cristóbal Romero. Ediciones Universidad de Valparaíso. Valparaíso, 2015. 103 páginas
Por Pedro Gandolfo
Revista de Libros de El Mercuio. Domingo 21 de febrero de 2016
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La poesía desplegada por Juan Cristóbal Romero en Polimnia es el resultado de una elección fuerte y patente que viene sosteniendo con consecuencia desde sus primeros libros y que, en más de una ocasión, ha defendido a través de sus mismos versos. Vista, en efecto, a la luz de lo que podría ser el panorama común de la poesía chilena, en la forma y en el fondo, se presenta como extemporánea, inactual, fuera de época, premoderna o antimoderna.
De un lado, es visible -y subrayada por el autor- la sumisión de su poesía a un conjunto de reglas que incluyen una métrica, rima y otras formas propias de una poética clásica -en definitiva, un lenguaje- que las vanguardias de fines de siglo XIX y principios del XX dieron por superadas y, del otro, incluye referencias a autores, epígrafes, temas y tópicos que aluden, de preferencia, a un pasado remoto. Desde el título "Polimnia" -el nombre de una musa griega- prevalece esa visión en poemas tales como "Ino", "Filoctetes", "Mester de Clerecia", "Paternope", "Angelus vetus", "Angelus Novus", "Orfeo", "Hermafrodito", "Beatus Ille", "Carpe Diem", "Semele", todo lo cual no puede ser interpretado sino como un distanciamiento de la modernidad o, al menos, de la manera "líquida" y desarticulada con que se manifiesta entre sus contemporáneos. Sus preocupaciones y estilo se radican en otra parte, como si la sociedad y la cultura actuales fueran un lugar de exilio para el poeta y la poesía, un refugio ante el naufragio del ahora en el que le tocó en suerte vivir. "Quiero una pieza en lo alto, una cueva de astrólogo/ donde pueda moldear rimas raras y antiguas;/ un sitio en que oiga al viento pronunciar su monólogo/ mientras barre el bullicio de las casas contiguas", señala en un poema cuyo título es "Después del diluvio".
No obstante, su manera de poetizar es el resultado también de una elección (es decir, de una preferencia del yo), no de la simple pertenencia a una tradición. Al final de cuentas, la fuente de sus versos -como cualquier poeta del siglo- se encuentra en lo hondo de su propia subjetividad ("sus horas muertas") y la apelación a la musa -injertada al acabar el poema, en el epílogo, y no invocada al principio, como era lo usual y lo lógico en la poética clásica- parece más la súplica a una santa protectora de sus versos ("haz que duren por siglos/ como nobles vestigios/ no por raros menos estimables").
La posición ideal en que se instala el poeta de estos versos -descrita con belleza en el poema "Naufragio con espectador"- es la del observador lejano ("Pero nada es más dulce que habitar/ los altos templos fortificados/ por las firmes sentencia de los sabios".) del hundimiento del mundo y del propio yo, ante lo cual solo cabe recordar la fugacidad de la vida y la vanidad de todos los afanes mundanos y la certezas únicas de la vejez, la muerte y el olvido.
El tono general del libro es, así, más bien desolador, melancólico y casi desesperanzado. Si hay una musa acompañando a estos versos, sería la del cansancio y la duda. La vejez prematura asumida ("No te admire que un viejo a los cuarenta/ siga insistiendo en ensayar poemas"), la confesión inicial ("ciertas palabras no se pulen todavía") y la sombra de la infertilidad ("Mi libreta está llena de planes y razones/ y la mano ha quedado escribiendo vacía") marcan este libro con un sello de vacilación y fatiga ante un proyecto poético del cual el propio autor es el primero en estar consciente.
Polimnia contiene, sin duda, más que suficientes poemas de factura y sutileza impecables (para nombrar solo algunos: "Transmigración", "Lunes", "El calendario del pastor", "Tehuelche", "La visita", "La otra sombra", "El deseo de conocer el mundo", "Naufragio con espectador", "Alisios", "Indiano") que bastan para celebrar la publicación de este nuevo volumen y son garantía del talento del autor.
Sin embargo, hay otros que "juzgados según el mérito que se esconde tras sus leyes", pecan, en no menor número, de una rudeza en su musicalidad, de una patente debilidad en los cierres y de una cadencia monótona en sus ritmos. La simple sumisión a esas "leyes" no puede ser concedida como el único criterio de calidad. En los poemas largos, como "Partenope" o "Ino", se percibe, además, un hermetismo barroco en el cual el poema pierde la nitidez del sentido, una de las propiedades más valiosas de la poesía de Romero.
Polimnia es un libro irregular en sus logros, que no alcanza la solidez y acabamiento de anteriores entregas del autor, dejando abierta la pregunta, a la vez prometedora y amenazante, acerca de los límites y continuidad de su opción poética.