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Lagartija Sin Cola, José Donoso. Alfaguara, 2007. 228 págs.
Cola extraviada
Por José Manuel Vial
La Tercera Cultura, sábado 27 de octubre 2007
Lagartija Sin Cola, la hasta ahora inédita novela de José Donoso, aborda temas como la sexualidad oculta, el fracaso del artista, la vulgaridad de lo moderno y la imposibilidad de las relaciones humanas duraderas
¿Qué tan arriesgado fue el acto de desenterrar la novela que José Donoso
comenzó e interrumpió en 1973, la misma que luego ignoró por décadas, pasando a convertirse en un legajo anónimo entre la gran cantidad de papeles personales que, en su momento, el autor vendió a la Universidad de Princeton? A primera vista, la respuesta es ni tanto, dado que Lagartija Sin Cola, la obra en cuestión, les concederá un placer memorable a todos los fanáticos de la literatura de Donoso, en especial a aquellos que buscan pistas biográficas en las páginas de la ficción. Y aunque nunca lleguemos a saber por qué Donoso se desembarazó del proyecto, así como tampoco tendremos certezas acerca del grado de redondez con que el texto llegó a manos del editor a cargo, sí es posible mantener en alto el optimismo y argüir, por paradójico que suene, que este libro puede poner en movimiento un mecanismo que le fue ajeno al escritor en vida: la convocatoria de nuevos lectores a su obra.
Tiempo atrás, Pilar Donoso, hija y
albacea del autor, dio con el hallazgo y lo puso en manos de Carmen Balcells, la famosa editora que, allá por los años 60, ayudó a cimentar el primer boom de la literatura latinoamericana. Ella, a su vez, dirigió el manuscrito hacia Julio Ortega, crítico y escritor peruano experto en donosiana, quien de inmediato se entusiasmó con la idea de sacar a la luz el texto que el novelista había desechado. Al respecto, en el prólogo de la edición, Ortega asegura que Lagartija Sin Cola era una obra bastante bien estructurada, aunque, obviamente, persistían cabos sin atar. Su labor, entonces, consistió en un zurcido maestro que incluyó "una edición recuperada de la novela", procedimiento consistente en "una leve revisión del manuscrito, sobre todo de la prosodia, para aliviar reiteraciones o tropiezos y facilitar su extraordinaria fluidez".
La hasta ahora inédita novela de
José Donoso debe su título, en parte, al sentimiento del protagonista y narrador, un pintor barcelonés desencantado de la vida y, sobre todo, del movimiento del que alguna vez formó parte, el de los informalistas españoles, grupo liderado por tipos de la talla de Tapies, Cuixart y Tharrats. Agobiado por el mercantilismo que rodeó a dicha escuela pictórica, Armando Muñoz-Roa decidió romper públicamente con su entorno, a través de lo que él denominó su propio suicidio escénico: "Lo único malo era que no sabía muy bien, en este caso, si yo era la lagartija y los informalistas que aún formaban una escuela coherente la cola abandonada, o al contrario, yo la cola que moriría y ellos la lagartija a la cual pronto le crecería otra cola".
Al tiempo que mastica su propio fracaso, Muñoz-Roa llega por casualidad a Dors, un pequeño pueblo medieval aragonés que aún no ha sido prostituido por las hordas del turismo de tercera categoría que irrumpió en esa zona de España a fines de los 60. De inmediato, el esteta se enamora del lugar, fija ahí su residencia y convence a sus parientes y amigos para que compren alguna de las estupendas casonas que los lugareños venden a precio de huevo. La paradoja y los antagonismos quedan así establecidos: mientras el ex pintor pretende conservar intacto el lugar, los lugareños, los llamados paletos, harán todo lo que esté en sus manos para que Dors se convierta en un paraíso del turismo de masas. Y, claro, ellos ganarán.
Lagartija Sin Cola aborda temas como la sexualidad oculta, el fracaso del artista y la imposibilidad de las relaciones humanas duraderas. A la vez, la obra puede leerse como una sátira contra la vulgaridad moderna, la cual, afortunadamente, no está exenta de edificante crueldad, como lo revela la imagen de una muchacha pueblerina "que apenas se equilibraba sobre sus tacones a la última moda del año pasado, exagerados por haber sido comprados en tiendas de la capital de la provincia".