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La novela sin cola de José Donoso
Por Sonia Lira
La Tercera Cultura. Sábado 29 de septiembre de 2007
José Donoso habría reencarnado en una lagartija de creer en otras vidas. En una de colores vistosos, pero elegante y leve, como su prosa.
Habría escogido una lagartija porque estos animalitos poseen una capacidad que el premio Nacional de Literatura admiraba: cuando se sienten amenazados son capaces de desprenderse de su cola, la que se retuerce, autónoma, como un látigo multicolor. Con esta jugada, el reptil captura toda la atención del agresor y consigue escapar.
Un escape en el que el autor de El Obsceno Pájaro de la Noche pensó cuando su prestigio no llegó acompañado del poder y glamour que sí vistió a los otros integrantes del llamado boom latinoamericano, como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y, para qué decir, Gabriel García Márquez.
Donoso no pudo usar la misma estrategia de la lagartija porque significaba desprenderse de su piel de escritor y, como él mismo decía, "no sé vivir fuera de la literatura".
De todas formas se las ingenió para reflejar su admiración por estos minidinosaurios al titular su novela más misteriosa La Cola de la Lagartija. Sus páginas permanecieron años olvidadas en los archivos de la U. de Princeton antes de que Pilar, la hija del autor, las encontrara para luego confiar al crítico Julio Ortega su edición.
En la próxima Feria del Libro de Santiago, la novela inédita de Donoso se lanzará como Lagartija sin Cola (Alfaguara). No pudo ser bautizada con su nombre original porque existía otra, escrita por una autora argentina, con el mismo título animalesco.
No importa. La metáfora de la lagartija -que no es la que dice que la madre es mejor que la hija- recorre las 228 páginas de esta obra. En algunos párrafos aparece con todas sus letras ("al comienzo no me di cuenta que había perdido toda una parte de mi ser -como la lagartija, que ante el temor y amenaza se desprende voluntariamente de su cola") y en la mayor parte del texto, como una sombra de las obsesiones donosianas.
Lagartija sin Cola es, según su editor, la fábula irónica y melancólica de la desaparición de la vieja España por culpa del turismo. Pero sobre todo es la historia de un pintor, Muñoz-Roa, que cuelga sus pinceles decepcionado por la forma en que el marketing y la economía "corrompen" el arte.
Resulta un lugar común a estas alturas decir que la obra de Donoso se convirtió en el soporte de su propia biografía. Al revés, en esta novela es el Donoso más humano quien construye una ficción al servicio de su vida. Aquí, la figura del escritor chileno se hace piel, uñas y huesos en ese personaje atormentado, mañoso y lleno de talento que es Muñoz-Roa.
El ficticio pintor tiene tanto temor a la decadencia y a la muerte que evita la hora del crepúsculo ("ese atardecer que era el pórtico de la muerte") con la misma porfía con que Donoso se resistía a desaparecer: "Quiero dejar una cosa teñida de mí. No me conformo con desvanecerme completamente", confesó a Fernando Sáez en una conversación poco antes de morir, a los 72 años, en 1996.
El autor escribió Lagartija sin Cola hacia 1973 en el pueblo de Calaceite, España, cuando su apellido ya formaba parte de la generación de escritores latinoamericanos de renombre internacional. En 1972 presentó su libro Historia Personal del Boom, donde describe la pasión narrativa de Vargas Llosa y "el triunfo, la fama y el poder" de Carlos Fuentes.
Lagartija sin Cola puede leerse, entonces, como el "lado B" de su Historia Personal del Boom, o como el capullo de El Jardín de al Lado (1981). El personaje del pintor exclama al final de la novela: "Era como si todos hubiéramos vendido, como si todos hubiéramos triunfado por igual, y significaba que todos venderíamos y nos haríamos ricos". Aquí está la frustración de Donoso, porque el éxito y la plata fueron esquivos con él si se compara su caso con los de Vargas Llosa y García Márquez. Así lo reconoció, riendo, en la misma entrevista con Sáez: "Esos cabros me jodieron el panorama...".
"Algo de esa neurosis (la mejor, la creativa) late en esta novela. (...) Nos permite ver su maravilloso taller interior", opina su editor.
Por fortuna para los lectores, Donoso no usó la estrategia de la lagartija.
. Le cedió el lugar a Muñoz-Roa ("¿No sabían acaso que yo no iba a pintar nunca más, que me había cortado mis propias manos y las manos, cuando se cortan, no vuelven a crecer como la cola de un ofidio?").
Donoso optó por seguir escribiendo hasta el final. Vendió el manuscrito a Princeton y se conformó con contemplar a los pequeños dinosaurios desde el jardín.
* * *
El misterio de la lagartija
Por Gonzalo Contreras
No sería un mal tema para una novela de Agatha Christie, Porque la próxima publicación de la novela postuma de José Donoso reúne muchos de los ingredientes del género.
Pilar, la hija del autor, encuentra en 2006 entre los papeles guardados de su padre en la Universidad de Princeton, el manuscrito de una novela prácticamente acabada, y de la cual ella nunca había oído hablar. Su título tentativo es La Cola de la Lagartija.
El crítico peruano Julio Ortega se dispone a llevar a cabo la edición del libro que, como todo manuscrito, contiene numerosas tachaduras y propuestas de cambios que se hace el mismo autor. Nada le habría gustado más a José Donoso que este entuerto en torno a una obra desaparecida que tanto recuerda a Los Papeles de Aspern de su admirado Henry James.
Algunas consideraciones. Julio Ortega juzga el título como uno relevante dentro de la obra de Donoso. Entonces, ¿por qué este libro nunca vio la luz?
Por ahí por 1984, cuando me tocó asistir brevemente a los talleres de Pepe, él nos leía algunos pasajes de una novela en marcha que trataba, si recuerdo bien, de una monja de claustro a la cual se la podía ver sólo a través del "torno". Muy "obsceno pájaro", en su estilo, pero aquella novela no prosperó.
Lo que estaba claro es que era un autor desesperadamente en busca de un tema. De esa búsqueda surge La Desesperanza (1986), a la que seguirán media docena de títulos más, hasta su muerte.
Volviendo a la pregunta, ¿por qué, desde El Jardín de al Lado (1981), no retomó este manuscrito que, según Ortega y su hija Pilar, estaba y está plenamente vigente?
Pilar aduce que el golpe de Estado lo llevó a dejar de lado cualquier otro proyecto para abocarse a la cuestión política, cosa que ya había hecho con Casa de Campo (1978).
Es extraño que si Pepe Donoso realmente creía en el valor de aquella novela, nunca se la hubiera comentado a algún cercano. Esperemos que la edición de Largartija sin Cola sea lo más fidedigna al original y que su temporal olvido sea, pese al juicio de su autor, infundado.