El misterio
de la novela inédita de Donoso
Por
Javier García
La Nación, Domingo 29 de julio de 2007
Rescatada por su hija Pilar,
la novela se titula “La cola de la lagartija” y fue interrumpida
por el golpe militar. Para su editor, Julio Ortega, la obra es “Una
profecía sobre la venta de España a la peste del turismo”
y del autor del Boom latinoamericano dice: “Fue un gran escritor
sin público”. Mientras, el próximo proyecto de la
hija del autor de “Coronación” es publicar una colección
de cuentos inéditos.
Cuando ponía fin a uno de sus libros terminaba en un hospital,
porque “Uno se queda mirando el abismo”, decía. También
aseguró que “El obsceno pájaro de la noche” le
perforó una úlcera, y que deliró durante días
en un hospital por los excesos de morfina, y que mucho antes de parir
historias de
un Chile de máscaras, fue oficinista de la empresa Copec y
un patiperro al que le gustaba perderse por las calles de Santiago.
El autor de “Coronación” mantenía una ruma de
cuadernos, donde apuntaba como un obseso retratos de personajes, ambientaciones
de escenarios para posibles relatos, o la tranquilidad de una mosca
que se instalaba en el espiral de su cuaderno.
En febrero de 1973, José Donoso escribe: “Ayer terminé,
creo que con cierto éxito, mi segunda versión del primer
capitulo de ‘La cola de la lagartija’. Ahora es cuestión
de seguir adelante lo más que pueda, haciendo cada capítulo
minuciosamente como hice el primero, hasta tener toda la novela completa
y después, en una revisión final, fundirlo todo rápidamente,
con una sola perspectiva, que pondrá el ‘time sequence’ en
orden (o desorden), y me dirá lo que debo subrayar y exagerar
y lo que debo hacer más glissé como diría mi
pobre tía Flora”.
“La cola de la lagartija” es una novela inédita que
su hija Pilar, heredera de la obra de Donoso, descubrió a partir
de estas anotaciones, mientras preparaba una biografía sobre
su padre. Diarios, que se encuentran en la Universidad norteamericana
de Princeton. Luego de revisarla la envió a la agencia de Carmen
Balcells, en España, y la madre del Boom latinoamericano eligió
al connotado crítico peruano Julio Ortega, para la edición
de, quizá, la novela más autobiográfica del Premio
Nacional de Literatura 1990.
MY BEAUTIFUL FAMILY
Quien fuese calificado de intelectual burgués, vivió
cerca de 20 años fuera de Chile. Y en una de esas mudanzas,
Donoso vendió su casa en Santiago a fines de la década
del 60, y se instaló en España, donde se propuso dedicarse
por entero a escribir.
Y de esos años es “La cola de la lagartija”, proyecto
que Donoso dejó inconcluso producto del golpe militar en Chile.
Fernando Sáez, quien participó a fines de los ’80 en
los talleres de Donoso, ha sido uno de los pocos en leer la novela
inédita. “Es un texto que relaciono mucho con ‘El jardín
de al lado’, creo que es un buen antecedente de esa novela, pero
es un Donoso más coloquial, donde metafóricamente se
retrata a sí mismo”, dice Sáez, quien en 1996 -año
de la muerte del autor-, entrevistó a Donoso en una serie de
sesiones, desde septiembre a noviembre, hasta semanas antes de su
deceso. Entrevistas que ya están trascritas y que aún
no piensa publicar, a pesar de tener ofrecimientos de prólogo.
José Donoso, después de recibir el Premio Nacional
dijo que lo mejor de ser famoso era que le daban el asiento en el
Metro y que aspiraba a que una calle llevara su nombre “Una de dos
cuadras”, señaló. Pero una de sus grandes preocupaciones,
era la trascendencia de su obra, y la envidia que le daba el éxito
de los otros integrantes del Boom latinoamericano.
Y sobre la habitual afirmación de que Donoso llegó
tarde al éxito del Boom, Julio Ortega, quien habla desde la
Universidad de Brown, es claro: “Fue un gran escritor sin público,
aunque tuvo algunos de los mejores lectores. Él lo sabia y
lo aceptaba sin resignación ni rencor”.
Para el profesor de literatura la obra de Donoso dentro de la tradición
del Boom tiene similitudes. “La novela como arte inclusivo y sumario,
el texto de ficción como palimpsesto de la historia, la sensibilidad
de un mundo que acaba espectacularmente”, dice, y agrega las diferencias:
“Sus sujetos no son heroicos ni antiheroicos sino contrasistémicos;
la paradoja, la heterodoxia, la distorsión informan la subjetividad
y, sobre todo, su escepticismo es menos racional y más creativo.
Por eso, como en el caso de Cortázar, hoy nos interesa mucho
más su sensibilidad narrativa, y mucho menos, las familias
chilenas que lo obsesionaron con regusto perverso por lo banal”.
“EN CHILE LOS
PREMIOS SON CANIBALISMO PÚBLICO”
-¿De qué trata “La cola de
la lagartija”?
-De la imposibilidad de habitar este mundo. Un artista
decide dejar el mercado y refugiarse en un pueblo medieval de Cataluña.
Pero llega un italiano que compra una mansión, para abrir una
discoteca, con beneplácito del pueblo. Es demasiado tarde,
la barbarie turística lo expulsa. “La cola de la lagartija”
es una metáfora equivalente a cambio de piel. Seguramente se
refiere al personaje que quiere rehacer su vida.
-La novela data de 1973 ¿Al publicarla
no pierde su vigencia?
-Al contrario. Es una profecía sobre la venta de
España a la peste del turismo. Tal vez un escritor latinoamericano
estaba más dotado para percibir esa suerte de desahucio que
ejercen los procesos de modernización. Lástima que Donoso
abandonara la novela, porque la correlación de ese desalojamiento
y la condición del artista sin mercado sería muy actual.
Por otro lado, le contaba yo a García Márquez que estoy
editando la novela, y le decía que la levedad de la prosa de
Pepe está allí. “Esa es la prosa más difícil,”
aprobó Gabo, “porque la otra es la más fácil”.
Es claro que el golpe militar en Chile le hizo volver a sus temas.
-La literatura de Donoso y Roberto Bolaño
¿podrían ser representativas de la literatura chilena
de las últimas décadas?
-No estoy seguro que exista una literatura chilena. Pocos
medios literarios son más laboriosamente neurotizados y claustrofóbicos.
Hasta los premios se convierten en ceremonias de canibalismo público.
La escasa generosidad, el cero entusiasmo y el silencio mutuo pasan
por civilidad. Y eso a pesar de Nicanor Parra, cuya obra posee todas
las virtudes contrarias, es una poesía que habla en la calle
con los desconocidos. Por eso, los más jóvenes lo tienen
más difícil, deben abrir espacios de diálogo
alternos, creer sin rédito y apostar sin cálculo. ¿Y
Bolaño? Ya no sabemos quién es. Fue un producto del
mercado editorial, que buscaba reciclar sus ofertas con valores añadidos.
Luego, un malentendido: pasaba por vanguardista cuando proviene, más
bien, del biografismo “beatnik”. En inglés, es ahora una víctima
de la dictadura chilena que noveliza a Borges y muere joven.
-¿En cuánto cree que favoreció
a la obra de Donoso el haberse instalado en España a fines
de la década del 60?
-Decía Freud que el que se va de casa es para no
matar al padre. Volver, creo yo, es aún más traumático.
Quizá la obra de Donoso se deba a ese dentro y fuera de su
destiempo más propio. Vivía, eso sí, obsesionado
con Chile, sobre todo con su clase dirigente, cuya historia familiar
repasaba con una suerte de horror admirativo. Pepe tuvo la rara fortuna
de merecer grandes amistades. Carlos Fuentes, por ejemplo, votaba
por él todos los años en el Premio Cervantes, con la
misma terquedad que vota ahora, año tras año, por Juan
Goytisolo.
-¿Cómo fue su relación
con él?
-Una amistad casual. Coincidimos a comienzos de los años
70 en Barcelona. Tenía un candor extraordinario para contar
sus descalabros de amor propio. Un par de veces pude invitarlo a la
Universidad, en Providence. Una noche lo llevé a casa de Robert
Coover. Pronto Pepe se apoderó de la fiesta y todos lo rodeaban
encantados. Estaban John Hawkes, uno de los más grandes narradores
norteamericanos, y Robert Scholes, uno de los mejores críticos.
De pronto Pepe vino hacia mí y me dijo, con entusiasmo: ¡Tenemos
tanto en común: los cuatro somos sordos! Hawkes leyó
de inmediato “El obsceno pájaro…” y le pareció
la mejor novela latinoamericana. Tiempo después, cuando le
conté a Hawkes que Pepe había muerto, me miro demudado
y los ojos se le llenaron de lágrimas. Lo había visto
unas horas, admiraba su gran novela, y no aceptaba su muerte.
Pilar Donoso: “La novela estaba bien concluida”
“Estaba escribiendo una biografía sobre mi padre, dividida
en los lugares donde vivimos. Entonces al revisar uno de los 63 diarios
de 300 páginas cada uno, me encuentro con estas anotaciones,
de perfil de personajes, apuntes de tramas, y me di cuenta que había
una novela inédita. Entonces, de Princeton me mandaron por
microfilm el material. Luego envié la novela a la agencia de
Carmen Balcells y ellos sugirieron el nombre de Julio Ortega para
hacer la edición.
La novela quedó congelada en 1973. Mi teoría es porque
mientras la escribía vino el golpe militar. Él se entera
por la radio estando en Polonia, y cuando vuelve a Calaceite se embarca
en ‘Casa de campo’. En la Universidad de Princeton la primera
parte de la novela estaba catalogada como ‘Short history’ y la segunda
como ‘Posible cuarta novelita burguesa’. Para mí, es bastante
personal, de una época reconocible, cuando vivíamos
en Calaceite, un pueblo paralizado por el tiempo, donde el artista
que se instala en él vuelve a retratar sus fracasos.
Creí pertinente su publicación, porque estaba bastante
acabada. Pero eso también sucedió con ‘El mocho’,
ocurrió un dilema, ya que había dos finales, pero ‘La
cola de la lagartija’ no creo que haya cambiado mucho más.
Sobre el Boom, a mi padre le encantaba una frase, que le había
dicho Carmen Balcells, porque él reconocía su envidia
frente a los otros integrantes, ‘No te preocupes Pepe, porque ellos
son bet seller y tú eres un long seller’. Mi padre era un paranoico,
tenía cosas divertidas, como de delirio de persecución,
a veces pensaba que le robaban, quería saber si alguien sabía
algún secreto de él. Le gustaba el reconocimiento y
hablar con los taxistas.
Mi próximo proyecto es publicar una colección de cuentos.
Ya los tengo en mi poder. Hay algunos no terminados, otros en inglés
y de su período en Iowa”.