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TARATUTA DE JOSÉ DONOSO:
UNA REFLEXIÓN SOBRE EL PAPEL DEL ESCRITOR EN LA SOCIEDAD CHILENA CONTEMPORÁNEA


Por Claudia Femenías

High Point University
Publicado en Hispanófila No. 149 (enero de 2007)



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La novela corta Taratuta de José Donoso se publicó en 1990, fecha que marca el retorno a la democracia en Chile después de diecisiete años de dictadura militar. Durante esa época, el país pasó por grandes transformaciones que afectaron al ambiente político, el mundo económico, la actividad cultural y a la población en general. La transición fue tema obligatorio de conversación en todos los ámbitos de la sociedad. No obstante, Taratuta parece alejarse totalmente de tal contingencia y de todo tipo de referencias a la situación que atravesaba el país. Al mismo tiempo que parece marcar un giro con respecto a la novelística previa de su autor. Sin embargo, esta aparente distancia de la contingencia y el cambio de estilo sólo responden a una necesidad de Donoso por volver la mirada sobre aspectos de la sociedad que estaban siendo ignorados, desvalorizados y que para él son claves en el desarrollo de la cultura y de la sociedad.

En Taratuta Donoso yuxtapone la narrativa histórica y la de ficción para subvenir la noción de objetividad y verosimilitud de la narrativa histórica junto con resaltar la importancia del arte y las humanidades en la mantención del pasado y la memoria. Por medio de la yuxtaposición de estas dos narrativas Donoso dialoga con el papel del pasado y de la historia durante la transición política y con la responsabilidad del escritor, sea de ficción o de historia, como productor de representaciones. De este modo cuestiona la actitud de la sociedad chilena contemporánea donde el valor y la utilidad de las cosas se basan principalmente en el valor económico de éstas. También llama la atención a los peligros que conlleva para el individuo una sociedad esencialmente pragmática.

En diversas entrevistas periodísticas, Donoso toca el tema de cómo Taratuta se aleja de la contingencia en una época en que el tema obligatorio es la política. Esta pregunta lo lleva a explicar su posición sobre el papel del compromiso político-social en su obra y el arte en general. Donoso rechaza de plano una literatura que sirva de denuncia o que tenga como finalidad el compromiso social, ya que para él eso se aleja del fin de la literatura (Piña 66). También explica que, aunque sus novelas pueden ser interpretadas por el lado político, ésa no es su mayor preocupación, ya que una novela es rica mientras más posibles interpretaciones tenga. Incluso, es enfático en aclarar que no le interesan los temas sociales como una toma de posición por parte del autor o como fin didáctico, sino que estos tópicos cobran validez en cuanto formen parte de la experiencia del ser humano. Para Donoso, el papel del escritor es buscar nuevos espacios para entender y cuestionar aspectos legendarios y universales de la existencia humana y la realidad en que vive (Marras 50; Rodríguez Villouta 41). Donoso rechaza una literatura esencialmente política y didáctica; sin embargo, esto no quiere decir que evite una literatura comprometida con una sociedad que avanza hacia un total pragmatismo y en donde el valor del arte y de las humanidades se cuestiona cada vez más (Piña 66). Aunque la transición de la dictadura a la democracia marcó un hito en la historia nacional, Donoso concuerda en que estos son tiempos para reflexionar sobre el estado de la sociedad y de la cultura, para volver la mirada en otras direcciones y dejar de lado la contingencia política como único tema de conversación.

La preocupación de Donoso por el estado de las humanidades en una sociedad que se vuelve cada vez más y más hacia el consumismo, se refleja en una serie de entrevistas hechas al autor entre los años 1990 y 1995. Las transformaciones que estaban sucediendo en el país lo hacen meditar sobre la situación cultural chilena, la relación de ésta con la literatura y los peligros que conlleva para el individuo el alejamiento de las letras, las artes y el humanismo. Al reflexionar sobre el panorama cultural chileno explica cómo el consumismo y la política han permeado toda la sociedad, la cual muestra una falta total de interés por la cultura y lo literario (Gutiérrez 12; Zerán, "La vitalidad" 5). Donoso afirma que debido a un predominio de la técnica y el mercadismo se ha dejado de lado el humanismo y el estudio del pensamiento; la educación en el Chile de aquellos años se centra en averiguar el cómo suceden las cosas y nunca el por qué, que es lo que pertenece a las humanidades (Zerán, "La resurrección" 6; Pacheco 61). En este contexto, Donoso resalta la función de la escritura como una de búsqueda y de recuperación de nuevos parámetros y códigos que le den sentido a la existencia del ser humano más allá del consumismo contemporáneo.

La crítica especializada tiende a ver en Taratuta un giro en la trayectoria de su autor, tanto por la forma como por la temática.[1] Sin embargo, aunque se aprecia un nuevo mundo narrativo, los grandes temas de esta novela corta ya se habían abordado de alguna manera en su obra previa. Sus declaraciones en las entrevistas indican que aunque en Taratuta está explorando nuevas formas sigue manteniendo una constante con respecto a sus preocupaciones de siempre. En Taratuta intenta meterse en el mundo de la construcción, del postmodernismo. A pesar de ser una forma diferente para Donoso, esta novela corta se relaciona con la trayectoria del autor al abordar el tema del origen de la creación literaria. Sus personajes con frecuencia son creadores, gente que ha escrito y el tema de la creación artística está presente desde siempre. Es así como podemos ver que Taratuta se inserta dentro de la trayectoria literaria de su autor, quien explora el concepto de la realidad y busca nuevas formas de representarla. Taratuta representa un paso más en el cuestionamiento que hace Donoso a lo largo de su producción al cómo percibimos y entendemos el mundo en que vivimos. En ese contexto, Taratuta se puede leer como un reflejo de las inquietudes intelectuales de su autor, junto con plantear el dilema que enfrentan las humanidades y el individuo en un mundo cada vez más pragmático. Taratuta se aparta de la política como tema obligatorio de conversación y explora nuevos mundos narrativos. El hecho de que Taratuta no haga referencias específicas a la contingencia no implica que deje de lado los problemas que atravesaba Chile. Más bien se niega a verla como el único problema que afectaba al país.[2] En Taratuta Donoso busca una nueva manera de expresar sus preocupaciones de siempre sobre el arte, la literatura y la sociedad.

Taratuta narra un episodio en la vida de Lenin durante su estadía en París en 1908 y la relación de éste con Víctor Taratuta, uno de sus seguidores. La novela corta comprende doce secciones en las cuales el narrador José Donoso cuenta los motivos que lo llevaron a escribir el texto que estamos leyendo. El tiempo narrativo abarca aproximadamente dos años durante el cual se va completando la escritura. La primera sección explica cómo su viaje a la Unión Soviética le despertó el interés por la figura de Lenin. Siguiendo el consejo de un amigo historiador, consulta la biografía de Lenin escrita por Gerard Walter ya que: "Es lo más completo y al mismo tiempo lo más equilibrado" (9). La lectura de este texto le hace interesarse por los acontecimientos que rodearon un evento en particular de la vida del líder soviético: el legado Schmidt y las acciones del joven revolucionario Víctor Taratuta. Sin embargo, cuando Donoso intenta buscar más información sobre este caso y los personajes involucrados en el asunto, sólo encuentra inconsistencias históricas y narraciones que se contradicen unas a otras.

Desde la primera página el lector se ve enfrentado con la dicotomía ficción/realidad: "Dos circunstancias me impulsan a escribir esta historia" (9). De esta manera Donoso —el autor real— entra en el mundo de la ficción para explicarnos la gestación del relato que estamos leyendo, lo cual enfatiza los aspectos reales de la narración: el relato se basa en una experiencia verdadera del autor y se centra en torno a una figura histórica real. Sin embargo, al entrar en el mundo de la ficción Donoso sólo aumenta la ambigüedad entre lo que pertenece al mundo de la realidad y al de la creación literaria.

El narrador —Donoso— se establece como una persona real en una búsqueda por la historia verdadera sobre un episodio que rodeó la figura de Lenin sólo para destruir las concepciones que el lector tiene sobre la Historia y la historiografía. De este modo, Taratuta plantea la dificultad de determinar lo que es la verdad, la cual es parte inherente de nuestra concepción del discurso histórico. Durante sus lecturas sobre Lenin la atención del escritor se desvía a eventos tangenciales. Así llega a la figura de Víctor Taratuta y su relación con el legado Schmidt. No obstante, una vez que Donoso comienza su investigación histórica sólo se encuentra con: "ambigüedades, contradicciones y oscuridades insalvables" (11). La descripción de su investigación y su deseo por conocer lo que sucedió se ve entorpecida por los estudios sobre el tema que se contradicen unos a otros:

Como tantas cosas relacionadas con el legado Schmidt, este párrafo está lleno de datos que parecen contradecir los que aportaban otros tratadistas. ¿De dónde sacó Walter la autoridad para afirmar que era Lodzinski el apellido de este personaje, y no Taratuta, ni Moslovsky, como aseguran otros, ni Kammerer, que fue el apellido que adoptó al retirarse a San Remo? Krupskaya, en sus MEMORIAS, afirma que Nicolás Schmidt murió en la prisión zarista víctima de las torturas de sus carceleros. Pero Walter favorece la hipótesis de la mala salud del joven industrial. [...] Otro cronista habla de suicidio. Aseguran, también que la herencia de Nicolás Schmidt se dividió en tres partes. ¿Cuál es la verdad? (11)

La imposibilidad de encontrar una versión que conteste sus preguntas, o que al menos no contradiga la versión de otro historiador, socava la noción de que el discurso histórico representa la verdad de los acontecimientos. De este modo, Donoso va creando paralelismos entre la narrativa histórica y la novelística. A lo largo de esta sección, el texto enfatiza la dificultad de establecer una verdad y destaca cómo la escritura de la historia —al igual que la ficción— es una construcción y el producto de un escritor quien ha seleccionado e interpretado los eventos que está narrando para mostrar su visión de los hechos. Lejos de encontrar una versión objetiva, Donoso se enfrenta a múltiples interpretaciones y así resalta la construcción y manipulación que se lleva a cabo en el discurso histórico: "Poco logré aclarar, no sólo por la escasez de material sino porque las versiones eran siempre imprecisas, manipuladas con el propósito de incriminar o defender o encubrir a alguien, o de propiciar o condenar una idea" (12). Al finalizar la sección, el narrador Donoso ha destruido totalmente la idea tradicional que se tiene de la Historia como un discurso objetivo y verosímil.

No sólo se ha destruido la concepción que tiene el lector de la Historia, sino que la pone al mismo nivel de la ficción. Así, cuando el narrador Donoso intenta escribir su historia sobre Víctor Taratuta, encuentra dificultades porque el personaje histórico ya es parte de una ficción. Las diferentes representaciones de Taratuta se han abierto a variadas interpretaciones y poco a poco le han quitado su carácter de persona y convertido en personaje: "Taratuta [...] porfiadamente permanecía personaje no persona" (13). Esta situación lo lleva a reflexionar sobre los orígenes de la creación literaria: "Me parece que lo novelesco en la vida real rara vez resulta novelable: para crear un mundo estético el autor suele partir de datos más bien modestos [...] y es el ojo del artista el que elige, compone y descompone para construir la otra verdad, la del engaño" (13). Hasta este momento de la narración, el narrador se ha enfocado en sus lecturas e investigaciones históricas sobre el legado Schmidt. A medida que relata los resultados de sus pesquisas señala el hecho de que el historiador —al igual que el novelista— construye y compone su narrativa por medio de un proceso de selección de datos que no necesariamente es un reflejo verídico y objetivo de la realidad. Al posicionarse como novelista leyendo la Historia, el narrador Donoso separa ambas narrativas y apunta a las diferencias entre los dos tipos de escritores. Es así que mientras el historiador se enfoca en eventos o personas consideradas esenciales para la Historia, el novelista se puede sentir atraído por un detalle tangencial o secundario y de ahí parte para crear un relato totalmente construido por el ojo del artista. Aunque la inclusión del autor en el mundo narrativo es un recurso utilizado para dar aire de verosimilitud al relato, paradójicamente, este recurso al mismo tiempo sirve para que la división se haga más fuerte. Brian McHale en Postmodernist Fiction señala cómo esta técnica que busca establecer un nivel absoluto de realidad sólo logra relativizarla ya que la supuesta realidad del autor pasa a convenirse en otro nivel de ficción, con lo que sólo se amplia el marco narrativo para incluir al autor como un personaje de ficción (197-98). Los intentos de Donoso por crear un efecto de verosimilitud por medio de su presencia en el texto, se ven destrozados por él mismo al convertirse en personaje del mundo de ficción al que él se refiere como la verdad del engaño (13). Una vez que el narrador ha establecido que el mundo de la ficción se caracteriza por mostrar la verdad del engaño, Donoso explica la segunda circunstancia que lo llevó a escribir el relato que tenemos en nuestras manos.

La explicación de este segundo motivo resalta las convenciones de la novelística y de ahí surge una constante yuxtaposición del discurso histórico y el de ficción que difumina cada vez más sus diferencias, al mismo tiempo que se enfatiza el carácter de representación de ambos. La publicación de sus pesquisas históricas en el diario español ABC atrae la atención del joven Horacio Carlos Taratuta, quien ve en el novelista la oportunidad de encontrar los origenes de su apellido. Horacio Carlos le envía una carta llena de preguntas a Donoso ya que, hasta ahora, el joven ha vivido toda su vida pensando que su apellido no es real, sino una invención y, por lo tanto, le ha sido imposible trazar su origen: "Tanto a él como a su amiga les sorprendió que en ese artículo yo nombrara a una persona verdadera que llevara su apellido, Taratuta, que hasta entonces siempre había creído una especie de sigla, un apodo absurdo transformado en patronímico [...], no sabía que creía. En todo caso siempre supuso que era una designación usada a falta de mi apellido auténtico, serio" (15). La carta que dirige Horacio Carlos al narrador Donoso es un relato de las desdichas que ha sufrido durante su vida por no conocer su origen y por no tener un sentido de pertenencia a un lugar o un grupo determinado.

A través del personaje de Horacio Carlos, Donoso liga la búsqueda por los orígenes con el proceso de la escritura junto con explorar la necesidad del individuo por tener una raíz y una identidad que le dé sentido y trascendencia a su vida. El artículo en el periódico abre las puertas a Horacio Carlos para iniciar una búsqueda por su procedencia: "ver su apellido escrito en mi artículo fue para él un deslumbramiento, porque verificó por primera vez que era real" (18). La realidad de su apellido, por lo tanto, no surge de su propia existencia sino de verlo escrito en un periódico. Este hecho valida la realidad de su nombre y da autoridad a la veracidad de su vida. Para el protagonista el ver su apellido impreso representa sólo el primer paso en su deseo de establecer su origen e identidad. Luego busca al narrador —José Donoso— para que éste le dé toda la información que tiene sobre sus antepasados: "Lo que Horacio Carlos me proponía no dejaba de ser interesante: que le suministran una piedra fundacional para inventar a partir de ella, la fábula de sus orígenes. Lo que en buenas cuentas no es tan distinto de lo que sabemos hacer los novelistas" (19). Aunque la narración que Donoso le hace al joven Taratuta sobre su antepasado se basa en los documentos históricos que ha encontrado, el narrador se encuentra creando un personaje, ya que las inconsistencias históricas y las diferentes representaciones que se han hecho del revolucionario ruso le imposibilitan determinar la verdad:

Después de años de ir recogiendo ecos de textos las astillas dispersas y las versiones trizadas de la historia del legado Schmidt, resulta tan nebulosa, nunca referida de una manera completa por una sola autoridad sino por distintos exégetas y de maneras tan contradictorias y llenas de lagunas que no puedo imaginarme cómo logré sintetizar las variantes ni a qué versión de los hechos recurrió mi memoria para improvisar, esa noche en El Viso, algo que puede haber sido más o menos semejante a esta narración. (39)

El relato que estamos leyendo sobre la historia de Taratuta es una versión escrita de lo que el narrador Donoso le contó a Horacio Carlos durante su encuentro en Madrid. Sin embargo, esta narración es a su vez su propia versión, la cual omite, cambia y manipula de acuerdo a la imagen que quiere crear para su interlocutor. De este modo, no sólo se resalta la variedad de versiones, sino las diferentes interpretaciones que, a su vez, origina otras como las que él mismo está creando para Horacio Carlos:

[...] no había engolosinado a Horacio Carlos con la dignificación de su apellido para luego destruírsela revelándole que varios autores [...] sostienen que "Taratuta" es sólo un ALIAS, postulando Lodzinski como el apellido verdadero de este personaje [...] Estas dudas no dejan de ser sugerencias: después de dejar constancia de ellas prefiero abandonarlas porque sólo agregan más niveles de equívoco a este enigma ya suficientemente enredado. (39)

Así, Donoso enfatiza a través del narrador como cada escritor descarta los datos que no se ajustan con la visión que quiere presentar. El autor, como lector de la Historia, asimila, selecciona y compone su propia narrativa.

De esta misma manera, Horacio Carlos seleccionará de la narración de Donoso los datos que mejor se adapten a la imagen que quiere crear de sus antepasados y de sí mismo: "No puedo entender por qué un hombre tan importante como él, el financista de estos bolcheviques, tuvo que huir [...]. Había emprendido su defensa, y la construcción de un personaje: 'el financista de los bolcheviques' [...]. Pareció escarbar en su fantasía, arreglarse una ascendencia satisfactoria" (45). En la narración que Donoso hace a Horacio Carlos —como en toda narración— no se puede dejar fuera del proceso interpretativo al oyente. Es así que cuando Donoso no tiene la información para contestar a las preguntas de Horacio Carlos, éste comienza su propia narración: "Lo que creo es que esos hijos que usted dice que llevaron el apellido Kammerer, cuando mayores deben haber averiguado que su padre era un hombre fuera de serie, y que a ellos, por derecho, les correspondía Taratuta como apellido. Seguro que reivindicaron su apellido original y si dejaron descendencia llevaron el apellido Taratuta. ¿No le parece?" (46). La función del oyente en la composición de la narración es primordial ya que él le da un significado y completa la representación. Horacio Carlos selecciona aquellos elementos de la narración que mejor le dan significado a su visión de la realidad y que se ajustan a la visión que quiere formar de sí mismo a través de la representación.

Por medio de la yuxtaposición de las figuras históricas, de personas reales y de personajes ficticios, la novela difumina las diferencias entre la narrativa histórica y la novelística para enfatizar el hecho de que estas narrativas son textos o representaciones cuyos autores han creado por medio de una cuidadosa selección del material. Al destruir la concepción del discurso histórico como un discurso verosímil y confirmar al discurso literario y artístico como otro de construcción, Donoso los pone al mismo nivel. Aunque esta acción parece ser una subversión de la narrativa histórica, es sólo una mirada a la relación existente entre ambas narrativas. Dominick LaCapra en su introducción a History, Politics, and the Novel, donde estudia la relación entre la narrativa literaria y la historiografía, señala cómo ambas mantenían una relación interactiva hasta el momento en que la historia se profesionalizó a fines del siglo XIX. Esta relación que había marcado a las dos narrativas se fue poco a poco disolviendo hasta hacerse casi inexistente (8). En Taratuta Donoso vuelve a unir los senderos para destacar cómo ambas disciplinas se relacionan con el pasado, el presente y la sociedad. De este modo, esta novela corta se inserta dentro de un diálogo crítico sobre la relación que tiene el historiador tanto con el pasado como con su sociedad, y las implicaciones de la novela como una interpretación crítica de la historia.

Linda Hutcheon en A Poetics of Postmodernism: History, Theory, Fiction se refiere a las obras que combinan la historia con la ficción como metaficción historiográfica. Según Hutcheon, es la autoconciencia de estas obras de que tanto la historia como la ficción son construcciones humanas lo que ha abierto el camino para replantearse las formas en cómo el ser humano conoce el pasado (5). Hutcheon señala cómo la metaficción historiográfica socava totalmente la autoridad de la narrativa histórica y cuestiona su capacidad de acceder a la verdad. Sin embargo, enfatiza que el objetivo de este tipo de ficción no es destruir el discurso histórico, ni negar la existencia del pasado o la realidad, sino preguntarse cómo es que lo llegamos a conocer y qué eventos son los que conocemos de este pasado, lo que pasa a ser una preocupación central de este tipo de ficción (Hutcheon, Politics 92). Al apuntar a la ideología detrás de la narrativa histórica, se plantea también el carácter de representación de ésta. De este modo, conocer el pasado pasa a ser un asunto de representación, de construcción y de interpretación y no de un registro objetivo de los eventos (Hutcheon, Politics 74).

Por medio de esta narrativa Taratuta no sólo cuestiona nuestra concepción del discurso histórico, sino que llama la atención al pasado y nuestra manera de conocer y relacionarnos con éste, junto a su importancia para el individuo. Taratuta plantea el dilema de cómo el individuo le da significado a su existencia por medio de la representación a través de la figura de Horacio Carlos. Sin embargo, el texto también llama la atención sobre la responsabilidad del novelista como del historiador y de todos aquellos que transmiten el conocimiento y la cultura, ya que son ellos quienes por medio de su representación darán significado a los eventos pasados, transmitirán una visión de mundo y ayudarán en la formación de la identidad. Cuando el narrador comenta sobre los efectos de su narración en Horacio Carlos dice: "Nada le interesaba realmente, ni para bien ni para mal. Con lo que sí había enganchado, en cambio era con la figura de aquel personaje que llevaba su apellido, transitando tan fresco por las páginas de los libros que él no leía, y por la historia que otros, como yo, recordábamos, sabíamos, escribíamos" (64). La representación que el narrador ha construido del revolucionario ruso ha tenido un doble efecto en la narración. Primero, lleva a Horacio Carlos a construir su propia visión de los eventos, de sus antepasados y de sus orígenes, logrando mirarse a sí mismo bajo una nueva perspectiva. Segundo, conduce al narrador a recapacitar sobre su papel y su responsabilidad en este proceso. La reflexión sobre su irrupción en la vida de Horacio Carlos lo lleva a meditar acerca de su función como escritor, artista e intelectual, y sobre su rol en el mundo contemporáneo. En una época en la que la sociedad se rige por un alto pragmatismo y en donde todo se mide según su utilidad, el arte y las humanidades pasan por una crisis ya que se intenta medir su eficacia y su aporte a la sociedad con los parámetros equivocados. Donoso entra de lleno en este debate y cuestiona el significado de lo que se entiende por útil: es así que cuando le explica a Horacio Carlos los pensamientos de Lenin sobre el arte, aprovecha para entablar un diálogo con la situación chilena del momento:

Me atreví a comentarle a Horacio Carlos [...] que los hombres que entonces 'conducían el destino de los pueblos' como dicen los periódicos, igual que los economistas/ estadistas/ empresarios de hoy en nuestros países, parecían desdeñar cuadros, óperas, novelas si no se trataba de obras "útiles" porque incidían en los procesos históricos, y sobre todo si no era posible reducirlas inmediatamente a lo racional. No aceptaban que muchas de estas obras, misteriosas, soslayadas, apenas traslúcidas, pueden ser la cristalización más visionaria de los deslumbramientos de la cultura. Cavilé [.. .] sobre mi propio trabajo de novelista, sobre esta historia imperiosa que no puedo dejar de escribir aunque no estoy seguro para qué "sirve" ni por qué lo hago. (53)

Aunque Donoso, el narrador, declara no estar seguro para qué sirve su escritura, esta novela corta destaca la responsabilidad que recae en el escritor, ya que es por medio de sus textos y de sus representaciones que se le da significado a los eventos históricos y a la realidad que muestran. De esta manera, son pivotales en la formación de una visión de mundo que le da trascendencia al individuo.

Taratuta parece ser la respuesta a las inquietudes planteadas por Donoso en diversas entrevistas sobre el estado de la literatura y la cultura en Chile durante la transición. En una entrevista con Faride Zerán, Donoso plantea los riesgos que conlleva la desvalorización de la cultura y culpa de esto directamente a los políticos:

[...] y aquí están metidos los políticos. En Chile la cultura no tiene prioridad los políticos están tan lejos de lo que es humanismo, que se confunden y no saben muy bien, no se dan cuenta hasta qué punto la falta de humanismo significa la falta de todo, y la falta de pensamiento significa la falta de pasado [...] Y aquí en Chile no hay respeto por el pasado, en Chile están destruyendo todo [...] La memoria es la cultura, la memoria es la historia, que es el pasado, es la sensación de que las cosas no terminan aquí, que las cosas vienen de una parte van a una parte, digamos que las cosas tienen consecuencias, entonces eso es la memoria. ("La vitalidad" 5)

El retorno a la democracia llevó a muchos a afirmar que el país estaba en proceso de reconstrucción y de reconciliación y se debatía cómo enfrentar el pasado reciente. Durante esos años, y hasta el momento del arresto de Pinochet en Londres en 1998, toda referencia crítica o analítica al reciente pasado político se desechaba como pasada de moda o aburrida por la población en general, la cual se sentía con una fuerte compulsión al olvido y a bloquear la memoria.[3] Esto era reforzado por el gobierno de la Concertación que había tomado la postura de que para lograr la reconciliación en el país había que perdonar y olvidar las atrocidades cometidas durante el régimen militar.[4] En este debate muchos artistas se vieron empujados por el público a alejarse de la política y a buscar nuevas maneras de enfrentarse con la realidad ya que los chilenos se encontraban cansados de la contingencia.[5]

En este contexto donde todo se estaba reconstruyendo Donoso señala el papel del escritor como reconstructor: "Uno escribe para recuperar, revivir, rehacer el mundo que se está deshaciendo" (Pacheco 64). De este modo, destaca el papel de la escritura y la importancia de los textos en la mantención de la memoria, la cultura y la historia, elementos esenciales para darle trascendencia a la existencia del individuo y la sociedad. Si bien la utilidad de la literatura no se puede medir en términos de productividad —que son los que rigen al mundo de hoy— ésta es imprescindible para mantener el pensamiento, la cultura y la vitalidad de la sociedad. Taratuta enfatiza la importancia de la historia, de la representación y del pasado junto con la necesidad de recuperarlos y así darle sentido al presente en que vivimos.

 

 

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NOTAS

[1] Véanse los estudios de Liliana Castro y Flora González.

[2] La preocupación por alejarse de la contingencia no es algo exclusivo a Donoso sino que parece responder a una necesidad más general por dejar de lado la contingencia y plantearse una serie de interrogantes sobre lo que significa vivir en Chile durante esa época. En una entrevista con Ana María Foxley, Marco Antonio de la Parra explica cómo en estos años predomina la cultura del postpinochetismo, la cual se caracteriza por un abandono de la lucha con el régimen militar y la necesidad de recuperar la identidad (23).

[3] Con la detención de Pinochet se produjo un despertar obligado de la memoria social y comenzó a debatirse abierta y públicamente en todos los medios de difusión un trozo reprimido de la historia del país. Véanse los comentarios de Diamela Eltit sobre los efectos de la detención de Pinochet en las políticas de la Concertación.

[4] Para mayor información sobre las políticas de la Concertación véase el estudio de Tomás Moulián, especialmente el capítulo "Páramo del Ciudadano".

[5] En una entrevista con Georgiana Colville, Antonio Skármeta comenta cómo el público empujó a los intelectuales a dejar de lado el tema político ya que se encontraban "cansados de escuchar la misma historia". El público ahora desea pensar en el futuro y dejar de lado el estado de luto en que vive el país por las atrocidades cometidas durante la dictadura (31).

 


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OBRAS CITADAS

- Castro, Liliana. "Taratuta de José Donoso, una interpretación postmodema." Confluencia 11:1 (1995): 105-12.

- Colville, Georgiana. "An Interview with Antonio Skármeta." Latin American Literary Review 20.39 (1992): 27-35.

- Donoso, José. Taratuta/Naturaleza muerta con cachimba. Santiago: Mondadori, 1990.

- Eltit, Diamela. "Sociedad anónima" En Chile en la mira: Proposiciones y conjuros para sobrellevar el fin de siglo. Ed. Carlos Orellana. Santiago: Planeta, 1999. 81-102.

- Foxley, Ana María. "Entrevista con Marco Antonio de la Parra" La Época 24 abril 1998, Suplemento Literatura y Libros: 21-23.

- González, Flora. "Masking History in Donoso's 'Taratuta'" Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 17:1 (Fall 1992): 47-62.

- Gutiérrez Mouat, Ricardo. "Beginning and Returns: An Interview with José Donoso" The Review of Contemporary Fiction 12:2 (Summer 1992): 11-17.

- Hutcheon, Linda. A Poetics of Postmodernism: History, Theory, Fiction. New York: Routledge, 1998.

-------------------The Politics of Postmodernism. London: Routledge, 1989.

- LaCapra, Dominick. History, Politics, and the Novel. Ithaca: Comen UP, 1989.

- Marras, Sergio. "José Donoso: La inmortalidad importa cero" APSI 29 agosto 1990: 49-51.

- McHale, Brian. Postmodernist Fiction. New York: Methuen, 1987.

- Moulián, Tomás. Chile actual: Anatomía de un mito. Santiago: Lom-Arcis, 1997.

- Pacheco, Cristina. "De los sentidos, el que más me auxilia para escribir, si existiera, es el de la nostalgia: José Donoso" Proceso 22 mayo 1995: 60-65.

- Piña, Juan Andrés. Conversaciones con la narrativa chilena. Santiago. Los Andes, 1991.

- Rodríguez Villouta, Mili. "En el bajón de 'Taratuta'" APSI 23 mayo 1990: 40-42.

- Rojas Gómez, Antonio. "Tribuna" Las Últimas Noticias 7 nov. 1995, Literatura: 16.

- Zerán, Faride. "La resurrección de José Donoso." La Época 2 oct. 1994, Suplemento Literatura y Libros: 5-7

----------------"La vitalidad de José Donoso" La Época 7 mayo 1995, Suplemento Literatura y Libros: 4-5.



 

 

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