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Este Domingo, de José Donoso
Por Antono Avaria
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De la generación del 50, José Donoso es sin duda el escritor chileno de mayor reputación continental. Su gran novela de hace diez años –Coronación– tiene ya ediciones norteamericana, inglesa e italiana y están en marcha las traducciones a otras lenguas; considerada como la mejor novela chilena después del 45 (con exclusión de Hijo de ladrón, de Manuel Rojas y Eloy, de Carlos Droguett, que ya tenían compromisos de traducción al inglés), recibió el Premio William Faulkner de estímulo a la traducción. El nombre de Donoso aparece frecuentemente en las más importantes revistas de habla castellana publicadas en América, España y Francia. Ha publicado dos volúmenes de cuentos: Veraneo (1955), Premio Municipal 1956 y El charleston (1960). Se dió a conocer en las memorables Jornadas del Cuento que organizara Enrique Lafourcade a comienzo de la década del cincuenta; entonces leyó el relato “China”. Su vida ha sido rica y variada: ovejero en Patagonia, vivió luego en Buenos Aires, México y Europa, desempeñando múltiples oficios. Profesor de inglés en el Kent School de Santiago –tiene un grado académico de sus estudios en la Universidad de Princeton– Donoso se reveló como un excelente periodista en sus años de redactor y reportero en Ercilla y Siempre (de México). Actualmente es asesor literario del Taller de Escritores de la Universidad de Iowa, USA, y a fin de año se radicará en España. Naturalmente, no por mucho tiempo, pues siempre vuelve a Chile y la sociedad chilena es el tema central de su obra narrativa. Donoso es un escritor épico por excelencia, de largo aliento y de lenta, pero eficaz andadura, como Balzac, como Blest Gana. Puede reprochársele tal vez que su mundo novelesco –la clase alta en disolución, las ancianas aristócratas, las clases bajas como perennemente delincuentes– “carece de vigencia” y que su esquema de narrar tiene factura anticuada de naturalismo. Pero la crítica nacional –en su monomanía de ver sólo al escritor realista, al diseccionador de un estrato social en decrepitud– ha descuidado una obsesión fundamental de Donoso que es profundamente moderna: el grotesco. En este sentido, mantengo que su literatura es más fantástica que realista; nada tiene de reflejo fiel de la realidad criolla; el autor coge elementos de ésta y los distorsiona –como ese espejo en el Callejón del Gato, de Valle-Inclán– con un fuerte hincapié en lo esperpéntico y hasta en el absurdo. Estoy seguro que este aspecto –y no el documental– es el que atrae la atención en el extranjero.
Este domingo, que tiene una edición chilena (Zig-Zag) y otra mexicana (Joaquín Mortiz), representa –con relación a su obra máxima, Coronación– una restricción del mundo novelesco y, asimismo, un afinamiento del oficio estilístico de Donoso. Es una novela menos caudalosa y mejor escrita que Coronación. La crítica ha afirmado, por una parte, que es una de las contribuciones más valiosas de la novela chilena a la narrativa continental (Yerko Moretic), y por otra –Alfonso Calderón– que se trata de una obrecilla que no añade un palmo a la estatura de su autor. Entendámonos: Donoso no enfrenta materiales nuevos en Este domingo, ni la solución novelesca es diferente de Coronación, pero me parece imposible ignorar el notable paso adelante en cuanto a lenguaje. La crítica no vio o no pudo ver (obnubilada por el prisma del realismo) que lo más vulnerable de Donoso es su estilo: ronda peligrosamente a la señora cursilería. La actual novela, en cambio, es casi un dechado de lengua tersa y limpia; los capítulos en cursiva –lo ha destacado Guillermo Blanco– son magistrales. No en vano José Donoso, nacido en 1924, ha comprometido cabezonamente su vida a la vocación literaria. Por lo demás, Este domingo –aceptado de inmediato por Alfred A. Knopf para su traducción al inglés– es sólo una distracción incidental, casi un ejercicio de estilo (así fue “Asedio” de Enrique Lafourcade), de la obra que obsesiona a Donoso en los últimos años: El obsceno pájaro de la noche. Guay de quién se refocile –los hay que gozan predicando el fracaso– figurándose que Este domingo es todo lo que ha hecho Donoso desde Coronación y El charleston (acaso este libro sea más, en extensión y calidad, que la obra realizada por algunos de sus detractores o envidiosos): por estos días tiene que haber aparecido en México una nueva novela de este autor: Ríe el eterno lacayo (Ojalá que a última hora este título haya cambiado). En cuanto a El obsceno pájaro de la noche –Donoso lo ha empezado, rehecho y transformado varias veces– se trata de una obra monumental, de esas que no pueden hacerse en menos de diez años de trabajo. Ya en 1962 –compartimos el Tercer Taller de Escritores de la Universidad de Concepción– Donoso la llevaba escrita en su primera parte; que su esfuerzo ha persistido –centenares de páginas– lo pude comprobar en posteriores encuentros en Nueva York, Iowa City y Ciudad de México. Mala cosa para los ejecutores de la novela chilena.