Con esta novela —estoy seguro— José Donoso no solamente confirma su anterior obra (Veraneo, 1955; Dos Cuentos, 1955) sino que además, alienta a esperar con mucha fe, la expresión pulimentada de otros jóvenes escritores chilenos: Lafourcade, Giaconi, Müller, Espinoza.
Sus coetáneos exhiben como él un mundo propio, metafísico y suficiente, sin grandes quehaceres sociales ni exteriores. Se diferencian radicalmente del criollismo y tienden hoy a enfrentarse como fuerzas estéticas antagónicas. De parte de los subjetivistas, una posición más coherente seria aceptar a esa escuela, como otro concepto de literatura; porque, autodeterminarse históricamente presupone exige la tenencia de una densidad de conciencia necesaria.
Una generación literaria además de contener la "idéntica primavera"[1] de sus miembros debe poseer, como atributo mayor, la coincidencia en las responsabilidades que crea la función de la inteligencia. En Coronación los aciertos novelísticos son repetidos. Una interioridad plena de rigor psicológico consigue sacar a luz verdaderos personajes que se otorgan reales y cristalizados. El desamparo común, el amor, la locura, la presencia de la muerte son constantes que superan a las particularidades concretas de los personajes. El autor, detrás de uno de ellos, apunta: "El único orden que existe en la vida y el universo es la injusticia y el desorden, y por eso la locura es el único medio de integrarse a la verdad. Ojalá me volviera loco para así no tener que abocar directamente, claramente a luz
plena y con toda conciencia el problema de la muerte y de la extinción" (página 178). Tal escapismo, sin embargo, corresponde a una rebelión.
Con el idioma, si vemos, Donoso —poético y realista— se prende ávido a las formas populares que el roto crea cada día. "Me agarré ley", "cabros", "cuero de chancho", "de parada", "desteñir", "emborracharle la perdiz", "ni cobre", "chitas", pertenecen a un vocabulario pródigo en reemplazantes orales. El roto ha ayudado a hacer la novela chilena. Desde Alberto Blest Gana a Manuel Rojas el roto ha merecido un tratamiento imaginativo tal que sólo las variantes históricas de la narrativa lo han cambiado de ropa. El roto ha sido siempre conservado en él mismo, porque, de agregarle extrañeces, habría dejado de serlo. Dos son los rotitos (el uso del diminutivo es frecuente en América adentro) en Coronación: uno, enamorado, el otro, delincuente. Sumados ambos dan el más exacto.
[1] Sainte-Beuve. Nouveaux Lundis, III, 21, 22. artículo sobre Chateaubriand.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com CORONACIÓN, de José Donoso.
Editorial Nascimento. Santiago de Chile, 1957. 300 págs.
Por Germán Marín.
Publicado en FICCIÓN, N°13, Bs. Aires, mayo junio de 1958
esperar con mucha fe, la expresión pulimentada de otros jóvenes escritores chilenos: Lafourcade, Giaconi, Müller, Espinoza. 
