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Cronipoemas: Jorge Etcheverry

Por Julio Piñones


Con los problemas implicados por las variantes de una producción poética de un autor chileno que, desde 1973, continuó elaborando y difundiendo sus obras en el extranjero; destaca en el panorama literario internacional, la publicación de Cronipoemas, (CP), de Jorge Etcheverry (Split Quotation, Ottawa, 2010). En la edición de estos textos no sólo se marcan las fechas de la aparición de libros anteriores; sino que, también, estos caracteres temporales nos remiten a la concepción interna de esta escritura, la cual  responde al existir de hablantes cuyas vidas conllevan los signos del desarraigo, de la soledad de un sí mismo entregado a las fuerzas e inercias de lo diario; experimentadas y expresadas con una extrañeza que las muestra en las amplitudes y honduras reveladoras de su condición absurda.

Es pertinente agregar a lo dicho, que los impulsos de lo totalizador aquí se imbrican con  el sin sentido patentizado en el tránsito cognitivo resultante a la luz de situaciones diarias. Las construcciones de este diseño formal variable, revelan características reconocibles y reiteradas en la extensa continuidad de la poesía de JE.  Lo recién señalado, sin embargo, es asumido por tales voces, no digamos en ningún caso “con resignación”; si no más bien, con temples de ánimo que se manifiestan tensionados por  hablas que constatan, que exponen, que enuncian, ironizando y entremezclando estas disposiciones con otras actitudes de sus emisores. Se incorpora a este corpus expresivo, a la vez --y de un modo primordial--, una dimensión vasta y profunda que subyace y atraviesa  la visión de mundo representada en la obra global de este autor.

Es así cómo las voluntades escriturales de CP, se formalizan, diversifican y renuevan, generando los medios lingüísticos en cuyo fuego arden los temas cruciales de nuestro tiempo; inmediatez y amplitud expositivas que se incorporan  a este corpus provocativo que ingresa y remueve, entre otros escenarios, los espejismos de los ámbitos contemporáneos de represión y dominación ejercidos por los poderes totales. Estos textos develan el manejo de la fantasía tecnológica que esclaviza –antes que ataca las situaciones de pobreza extremas vigentes en el planeta-- a quienes pueden consumir, alucinándolos por medio de los fuertes cromatismos de las vitrinas comerciales, de las pirotecnias banales, de las pantallas --pequeñas y gigantescas—hechas para infantes y adultos; de las tarjetas de crédito atadas hasta la asfixia al cuello de sus deudores; en fin… de la narcotización de las conciencias que operan como los reales ministerios conductores de las enajenaciones colectivas en la era que corre; como hace décadas lo anticipara Bradbury.

La  poesía de JE hace mucho que ha roto los márgenes expositivos del discurso poético contemporáneo, sus proyecciones referenciales incluyen todo lo humano: la gestación inicial de una literatura que cuenta  con lo conceptual y lo formal,  pero que se sitúa más allá de éstos y de otros aspectos problemáticos, cuestionando las tradiciones líricas; las complejidades e implicancias del oficio elegido; la constitución de un discurso, de un meta-discurso y  de una teoría sobre la cual sustentar su escritura y la de una escuela poética post-vanguardista urbana; las proposiciones de una visión unificadora de las dicotomías en circulación, entre éstas, la indistintividad entre verso y prosa; y entre géneros literarios; la existencia única de la Palabra; las repercusiones de la formación cultural debatida en los tiempos universitarios del autor (más allá de la fictividad o no de esta figura); las consecuencias, en su caso, de la militancia revolucionaria, con relación a la irrupción y al extermino perpetrados tras el Golpe de estado de la centro-derecha política, en un septiembre que nunca más acontecería en Chile como una floreciente primavera.

A partir de estos hechos, es posible visualizar su reflexión sobre los oleajes, cruces, torturas y tormentas de aquella época; la recurrencia de la tragedia latinoamericana en las páginas de su exilio perpetuo; ese acontecer de un fenómeno popular emergente que, visto desde el procesamiento crítico de aquellas  praxis políticas derrotadas y desde el re-examen de las  perspectivas actuales dirigidas hacia el futuro,  no deja  ni  dejará de patentizar, en su humanidad, el insobornable espíritu  --por así decirlo— de una lucha que, con distintas tácticas buscaba cambiar y hacer de Chile un país muy diferente al que hoy se ha llegado a estructurar sobre las bases predominantes y excluyentes que se activan en el automatismo dinamizador del lucro oligárquico y de la explotación intensiva de los trabajadores.

Sosteniendo este enfoque, allí están por décadas, las marcas de su historia literaria, las huellas de un lenguaje inmerso  en las encrucijadas de nuestra época.  Se han inscrito en instancias de apertura poética, han referido, desde sus raíces, los intentos emancipatorios alzados en América; y sus cruentos fracasos: esas luchas que han sido, son y serán largas en contra de las opresiones congruentes con el llamado Nuevo Orden Mundial, máscara superior del neoliberalismo impuesto por las minorías privilegiadas a las mayorías “vulnerables” –al decir nacional de hoy-- en la mayor parte del orbe.

CP, en su vastedad, se orienta hacia el vivir, plenamente, las disyuntivas que se juegan en el presente donde se están agudizando las crisis económicas y sociales.  Parte de la expresión de esta rebeldía –textualmente recuperada por  dichos poemas en sendas instancias de la Historia-- se está viendo, directamente, en América, Europa, África y Asia; en cuyas ciudades salen a las calles  --protestando por sus derechos humanos conculcados--, multitudes sin empleo y sin educación pública de calidad; decenas  de miles de universitarios sin futuro –esquilmados en efectivo o endeudados vitalicios al egresar--; manifestaciones significativas de las minorías discriminadas; expresiones de género discriminado; en fin, hombres y mujeres cuyas situaciones son resultado de la injusticia, de las tiranías medievales aún existentes,  y de las distorsiones de lo humano. Es fundamentado mantener, en gran medida, que la poesía de JE y su meta-discurso, se han inscrito y siguen inscribiéndose en estos espacios de ebullición revolucionaria; hablamos de voces que comparten, mucho más nostalgias, búsquedas que se trasladan hacia un pasado cuyos ecos combatientes nunca se extinguen; y que vuelven con decisión hasta tocar las resonancias de este presente:

            “Cuando desde las barricadas
            del Santiago de los sesenta
            nos íbamos a nuestros cuartos de estudiante
            a enhebrar la madeja
            de una nueva manera de escribir
            (…)
            urdiendo un gigantismo
            de párrafos reverberantes
            cuando queríamos mezclar
            revolución social y vanguardia literaria” 
            (Poema con cita para Pedro Henríquez Ureña, 47)

Es la hora en que se están mostrando las precariedades estructurales del sistema en quiebra  --que partió desde el Imperio Invisible hacia el “Primer Mundo” y sus colonias-- y que están develando, en su mayor grado, la crueldad del rostro desembozado del mercantilismo, único prisma con que se pretende ver y estimar todo fenómeno de la realidad. Es la Ley capitalista del comer y ser comido, pero que, se sabe, bajo ella, siempre han perdido y siguen perdiendo los sectores populares; todavía más, los del “lumpen-proletariado”, según la feliz expresión de un periódico de Santiago que, en los congresos de mentirosos universales, es presidente. Asimismo, además de las tiranías visibles, las otras tiranías, ésas de las pseudo democracias, ahora empiezan a ser desenmascaradas, ya no recubiertas del engañoso progreso que anuncian sus estadísticas y publicidades falaces. Esta materia, ésa, candente, también está en CP de JE, lo que revela la  persistencia del trabajo de los intelectuales que perfilan, denuncian y elaboran, por medio de las armas de que disponen,  la crítica frontal a este sistema que hoy gobierna, omnipotente,      transgrediendo --cuando lo requieren sus intereses de clase--, sus propios dogmas, sus propias leyes, sus propias propagandas; haciéndolo todo, global  e impunemente:

            “Y quizás sea lo único nuestro en este tiempo
            En que la humanidad parece que ella misma espera
            sobrevolando una y otra crisis uno y otro sistema fratricida un
            genocidio y otro y un poco y otro poco de contaminación
            Como una bandada de pájaros de poca altura
            sobre terrenos turbios
            Entonces, nosotros
            Parece que solo tenemos
            Las palabras
            Y ahí salen
           Volando” (Lo único—Las voces,54)

En los aspectos formales, teóricos y críticos  indicados, la producción literaria de JE –examinada desde esta macro-visión receptiva--  ha hecho aportes significativos que no pueden ser pasados por alto, sobre todo, al ser realizados desde su exilio en Canadá. Percibidas así las concretizaciones y las proyecciones de su discurso, CP  profundiza en los surcos  de su escritura histórica y, también, abre y genera maneras diferentes de manejar las inserciones de la realidad en sus textos, dinamizando sus potencias semánticas y los impactos dados en los lectores que siguen contando con las opciones de lectura que multipliquen esta significancia; y, aún, de otras variedades interpretativas que permanecen disponibles desde los fueros irreductibles de la libertad con la que cuentan. 

Con relación a prácticas descodificadoras específicas de CP, puede resultar valioso el dirigir la atención sobre algunas intertextualidades que de esta producción, tales como diversos componentes tajantes: desde la primera –primera industrializada, además-- guerra mundial de comienzos del siglo XX;  las citaciones de los procesos revolucionarios emergentes posteriormente; los rupturismos estéticos y políticos de las vanguardias y sus repercusiones en las post-vanguardias; la nueva complejidad del arte y de la teoría del arte;  la amplitud y contextualización del latinoamericanismo y de sus alzamientos populares; en fin, la gravitación formativa de las conexiones disciplinarias e interdisciplinarias humanistas entre Europa y Sudamérica (sociológicas, filosóficas…, importantes en la formación intelectual del autor); hasta la restauración absoluta de las posiciones liberales en el mundo, remozadas, agravadas y agraviantes para tantos, tras el fin de la Guerra Fría y el término de una fuerza opuesta, aunque fuera mínima o simbólica.  Es lo que se trasunta en versos como los siguientes:

            “Heidegger
            y el militarismo nazi
            La filosofía 
            La revolución
            Los años que no perdonan
            De la posición firme
            al  estado de yecto” 
             (Minipoema invitatorio, 20)

Pocas publicaciones en este siglo se proponen generar enfoques que problematicen, de un modo u otro, el existir  de los seres de carne y hueso insertos en las realidades que imponen los actuales sistemas dominantes. La extensión de las situaciones concretas desde las cuales hace poesía JE, recobra el espacio de un pensamiento que no se resigna ante estas hegemonías: es una poesía cuyo lenguaje se mimetiza con una serie de coexistencias que pueden verse en cualquier urbe, más o menos configuradas de un modo uniforme por las maquetas arquitectónicas del capitalismo actual.  Esta mirada crítica no denuncia abstractamente las alienaciones globalizadoras; si no que se constituye en un co-habitante poético que participa en el devenir --en apariencia-- conformista de un sujeto cualquiera; quien puede ser un pasajero junto al cabeceo de otros en un tren subterráneo o en otros ambientes citadinos y que, de pronto, se vuelve en contra de esa especie de “spleen”, de ese dejar ir los minutos con hastío, de ese sin sentido con que se desliza cada horario, ironizando, desde sus recursos indeclinables, la sordidez de una rutina cuya asfixiante acción no suele ser percibida; ni  siquiera, en la inconsciencia de las pesadillas. 

En lo expuesto, se apoya la capacidad que posee este discurso para sorprender a cualquier lector,  al  romper una y otra vez  la regularidad textual, penetrando con un estilo --dicho literalmente—que golpea la roca, y que, a la vez, remata los cierres de poemas, como si sus personajes fueran otros violinistas de Chagall volando (esta vez, con náuseas), sobre y entre: mundos grises; muñecos robotizados; culturas reprimidas; condenados del planeta --cabeza gacha--;  señores que mueven los alambres (púas invisibles) de sus fraudes. También, los hechos históricos están sujetos al fluir de estas temporalidades enunciadas, en constante integración y desintegración: pueden ser voces que asumen los desplazamientos del hablante, p. ej., junto al amigo que conduce en un esporádico regreso al país --que se difumina en su memoria-- y a sus miserias poblacionales re-conocidas al borde de la carretera; ésas que están allí como antes; ésas que no cambian, a pesar de los anuncios que hacen los empresarios que mandan, hijos políticos y beneficiarios de un Pinochet que, asimismo, fue hijo de ellos, creación y motor empujado por ellos:

“(en ...) ese cinturón gris
alrededor de la cintura de esa ciudad espejo
(…) Vive un cuarto de Santiago
es decir millón y medio de personas
no hay trabajo
(…) la gente vive de milagro
encerrada en la pobreza como en una fortaleza impenetrable
porque pobres eran el padre y el abuelo
pobres serán sus mujeres e hijas
si las tienen”
   (Rumbo al Sur, 83)

Las insistencias en las incertidumbres pueden ser consideradas como categorías que se sobreponen y asoman al discurso literario en cuanto articulaciones de los modos que asume la polifonía en estos poemas. P. ej., leyéndonos en Pulsiones y atendiendo a términos relativizadores y ocultadores de la nitidez fáctica, tales como “noche... agitado…vagamente… No sé… bien o mal… sueños… alguien más… No te veías…quizás…” (13).  La  amplitud  de  tales  categorías se proyectan  en una variedad de  concreciones que oscilan en lo existencial que se desgasta por las erosiones de la acidez cotidiana, como la del smog.  Suelen flotar, algunas veces, referencias hechas por un hablante experencial que se adentra en la cotidianidad reconstituida (en) y por el  poema. Allí  se  mueve lo contiguo, lo fronterizo, lo equívoco; las turbulencias de un vivir en medio de un mundo aparencial  que, de pronto, cobra  dimensiones fantásticas por medio de una simple fuga hacia un sueño; hacia una infancia fracturada en su impulso lúdico imposible.  Esta voz  vacila al irse deslizando hacia la profundidad de  una espiral  invertida que  circunda a su emisor.  En este tránsito,  se  permite la levedad  de una inconciencia en la  que se deja ir la palabra, por momentos, hasta recuperar cierta lucidez que expulsa lo onírico y reinstala al lector en un escenario ambiguamente  realista, sarcástico, descarnado y burlón. 

Hay, en el desarrollo de no  pocos textos de CP, desplazamientos de internalización desde espacios externos hacia ámbitos que van reduciendo su amplitud  hasta instalarse en la subjetividad, desprovista de reconcentración enfática, pero sí dotada de giros sorprendentes.  Este procedimiento convierte lo banal  de los círculos citadinos, en niveles de intimidad del destinador con la experiencia  que enuncia, gracias al lenguaje especial logrado; por medio del cual el lector pasa a asumir la dinamicidad del discurso.   Si bien este derrotero es perceptible, en ocasiones este proceso  comienza con una referencia en apariencia trivial, la que, paulatinamente, va girando hacia significaciones acentuadas, para volver en la siguiente instancia formal a ese puerto comunicativo  donde ancla el escrutinio de este enfoque que ve las realidades recubiertas con distintas máscaras y desilusiones.  Reiteradamente,  algunos retornos  a lo real   revisten de manera seudo cortés el dirigirse a la audiencia,  morigerando los prosaísmos de los hablantes, una y otra  vez, mostrándose tales modos como iconoclastas.

Esta poesía, a veces, sale de su singularidad para integrarse a lo plural, sin modificar los rasgos expresivos recién enfatizados.  Una variante del sueño subjetivo  --nunca  tampoco tan escabroso--  expresado en otros instantes,  puede ser la figura de un poeta plural  --quizás ser un desiderátum, el poeta de poetas, tal vez--, que excede al ser  individual de los vates y que se extiende hacia lo planetario, hacia integraciones universales, hacia lo que se manifiesta en su vitalismo junto al correlato de una potencia inasible e inconmensurable:  una cierta poiesis latente en una creatividad infinita.  Puede ser lo recibido por medio de algunas espirales del idioma como éstas:  “sueño colectivo…poeta gigante…color que es todos los colores…voz que es todas las voces…manta seca y húmeda… es suma de todos los climas…Como apareció en ese sueño  /  el poeta gigante” (El poeta en el sueño, 13).

La elaboración que se construye, sin embargo, adversa al tremendismo y a la hipertrofia del “yo”, se enmarca en la mesura crítica de la poesía contemporánea. Lo relevante es que sus versos configuran esta imagen, esta voluntad polisémica potente, sin excederse en grandilocuencias, tentación griega de los aedos de antaño.  El espacio onírico que se invoca, resguarda a esta magnitud simbólica  de la crítica negativa y se conecta con las experiencia arquetípica de los artistas que en el mundo han sido.  Es lo inalcanzable, es lo inatacable como los sabios en su sabiduría.  Es el  Aventurero, el Caminante total; es la energía a la cual se incorporan las expresiones cósmicas. Se  asumen las abstracciones representativas de las cosas dispersas: no es ni  lo particular, ni lo agregado; se encuentran las raíces en lo concreto  y --expansión paradojal-- se accede  a un nivel superior que es  más que todas las concreciones.  Tal  cual, siendo como es, una figuración soñada,  sigue siendo  deleznable en su inmensidad de ceniza; sigue siendo perecible como todo lo humano y como todos los poemas de los hombres.

Los mecanismos de esta irradiación simbólica de los espacios cotidianos actúan en CP, desde sus aparentes simplicidades, por medio de muy pocas materialidades o substancias, a veces casi intangibles, incorporando elementos o factores que enriquecen la visión de las construcciones iniciadas a ras de suelo o de aperturas menores.  El esencialismo de la poesía de JE ha llegado a un nivel expresivo que prescinde de todo elemento adjetivo, de todo lo superfluo, de todo desvío ajeno a su núcleo formal, semántico y estético; sólo se orienta hacia  la destinación de su impacto en cuanto obra; calidades difíciles de alcanzar para cualquier poeta consciente de su oficio y de sus implicancias.  Así  los  actos de esta ingeniería van preparando, como en una labor de zapa, el emerger de los temas mayores de la angustia humana: 

“Como una flor 
cuyos pétalos abarcan
todo lo que existe”
(Alba, 14).

Esta escritura sin digresiones logra así concentrar la voluntad de unicidad y el rigor puestos en esta  labor literaria: Trazar un camino central que se orienta hacia una culminación textual, asimismo, carente de estridencias; pero sí, con un conjunto de inquietudes transmitidas hacia el receptor que concluye la lectura.  Puede decirse que se logran por medio de enunciados tentativos que luego experimentan súbitos cierres finales; y podría agregarse que son expectativas de lo que, precariamente, es factible enunciar:

“Previo al pensamiento
Previo a mí mismo
Casi”.
(Alba, 14)

Se está mentando aquí la extrañeza de lo que se transforma, eso que se genera  por la mediación del lenguaje; es un  vacío entre seres cercanos que no se altera, es aislamiento sobre el cual no se interviene, ni se manifiesta desprecio ni actitud previa; es una condición primaria, preexistente, que simplemente sigue su curso; permaneciendo allí, en una palidez comunicativa sin variaciones que se ha instalado en su mudez como frontera leve, pero irreductible; es el hielo con que se existe sin dramatismo, ni tampoco, heroísmo.  Puede ser que esto se lea en el texto denominado El vecino (15).

No contrastan con estos ingresos tentativos, algún tipo de programación que pareciera ordenar las tareas y actividades del emisor. Al ser forzadas bajo el rigor de  lo auto-impositivo, revelan la oblicuidad del ánimo que las remarca, patentizando, más que una fluidez en su ordenamiento laboral, un ámbito de resonancia distinto a la índole de las ocupaciones establecidas inicialmente:  el de la frustración sentimental, al fin, explicitada:

“Ser  digno
Evitar verla por todos los medios”
(Agenda y buenos propósitos, 16)

Con todo, en el hablante, sobrevive una voluntad abierta al acontecer espontáneo de la realidad, sin planes, ni nada, pues:

“Ahí se irá viendo” 
(Agenda… )

Y así seguirán haciendo poesía estas voces, inscribiendo textualmente en CP el convite invariable de su autor real a quien le interese esta lectura y la de otros géneros, como se ha hecho durante años y años que pasan --desgranados como los granos del maíz  amargo de todo exilio-- sosteniendo con esfuerzo este espacio de común concurrencia que es un lúcido medio de comunicación internacional de extranjeros y de chilenos que escriben dentro y fuera de su isla sísmica; puente alado de tantos cultores y que se agradece de una manera entrañable, vale:

           “Así los invito a visitar
            “La cita trunca”
            Con novedades nuevas y no tantas
            En www.etcheverry.info”  (Agenda)    

 

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JULIO PIÑONES: Profesor de Estado en Castellano por la Universidad de Chile, Santiago; Doctor en Filología Hispánica, Mención Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid (1990). Tesis doctoral: La Obra Poética de Gabriela Mistral, aprobada “Cum laude unánime”. Premio “A la Trayectoria en el Campo de las Letras” otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Santiago de Chile, 1997. Medalla de Honor Presidencial que conmemora el Centenario del Natalicio de Pablo Neruda 1904 –2004, Poeta y Premio Nobel, conferida por S.E. Presidente Ricardo Lagos Escobar. DOCENCIA UNIVERSITARIA:Profesor de Teoría y Estéticas Literarias y de Literatura Española Moderna en la carrera de Castellano y Filosofía, Facultad de Humanidades, desde 1982 hasta el presente. Libros de poemas publicados: Andadura ( Valdivia). 1982; Poemares (La Serena) 1991; Pecados Cordiales (Valdivia) 1994; Bellas y Orates (Santiago: Red Internacional del Libro), 2000;Travesía (La Serena: Editorial Universidad de La Serena), 2008.


 

 

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