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Entrevista a Julio Espinosa Guerra

El lenguaje, ese dinosaurio
Lo real silenciado

Por Marta Agudo
www.ambitocultural.es

- NN se divide en cuatro partes. En dos de ellas te sometes a un orden: en la primera al seguimiento del abecedario y en la última al trazo de tu currículum vitae poético. ¿Podrías explicar por qué necesitas ese corsé: lo usas como fuente de sugerencias, como marco constrictor?
- En el primer caso, al igual que sucede con el lenguaje, no se trata más que de una convención, de una fórmula para entregar la sensación de un orden que no existe. Esto no significa que los poemas estén anotados al azar, sino que siguen una secuencia conceptual entre ellos mismos, más allá de si tienen o no una complementariedad con la letra que les corresponde. Es importante tener en cuenta que no es la primera la que los dota de significado, sino el texto el que dota de significado a la letra. El único caso en que esto no se cumple es en el último fragmento, NN, puesto que en él existe una interrelación entre texto y letra(s).

En cuanto a "Currículum vitae", dicha relación deja de ser metodológica para transformarse en significante. Cada año se corresponde con un período vital y, por ende, poético; período que me ha llevado a encontrar esa NN, no sólo lingüística, sino cultural y social en la que se basa el libro. Es el camino avanzado hasta el deseo de ese silencio cargado de sentido que se persigue pero no llega. También es la única parte donde el yo poético sale a flote de manera evidente. El último fragmento es el deseo de acallar ese yo, siempre innecesario, que a través de una presencia por ausencia llena cada rincón del texto.

De esta manera, ambos ordenamientos, más que funcionar como corsé, intentan reflejar el corsé generalizado que los signos/símbolos ponen a la existencia y cómo el libro en su totalidad busca una fuga de los mismos hacia el silencio.

- La segunda parte, que no casualmente está rodeada de un gran paréntesis, se llama "agua": lo no tangible, lo que no se puede apresar, y contiene poemas breves, reflexiones sueltas, lo fragmentario...
- Lo fragmentario es lo que en la actualidad conforma la mirada. Allí está el hipertexto y el hipervínculo que no dejan de ser saltos, caballos en el tablero de ajedrez que conforma la realidad. De alguna manera, "agua" quiere ser el texto de un lugar donde la relación entre significado y significante da un nuevo salto mortal pasando de la "realidad" a la "virtualidad" y, por ende, quedándose en nada.

Muy pocas personas se han acercado así a este poema, quizá porque no se deja entender, quizá porque cumple su objetivo: "decir nada".

- Una de las temáticas centrales del libro es el problema del lenguaje. ¿Crees que el poeta necesariamente ha de tener la sensación que describes de: "Meto la mano al fondo del idioma / y no encuentro más que una pelusa"?
- El lenguaje, como sabes, conforma la carretera por la que andamos y no podemos salir de ella si no es a través del arte, que no tiene otra función que la de transgredirlo ("sublimarlo" dicen otros) para ir más allá de éste. Si pensamos así (por lo menos, yo pienso así), el lenguaje escrito, estructurado y eficaz no deja de ser un esqueleto, un dinosaurio de lo que hay, de lo que es. Como lo usamos diariamente no nos damos cuenta, pero es cosa de detenerse un momento y ponerlo en duda; entonces se mostrará tal y como es. Y una vez visto no se trata de que uno deba "tener" esa sensación: es la que da la conciencia del material con el que trabajamos, lo mínimo para poder aspirar a establecer un lenguaje otro, un lenguaje poético.

- Y esa incapacidad la vives también en el ámbito de lo visual: "Cuando observo la ciudad / no veo la ciudad: / veo una cortina que se corre // Trizadura en las imágenes". ¿Por qué no vivir el arte adscrito a la pupila (esa "fotografía y su negativo", por ejemplo) como un modo privilegiado de adentrarse en lo "real", de colmar esa "tarjeta (...) donde le[er] (...) por primera vez el mundo"?
- Ah, ah... lo que pasa es que el lenguaje configura la mirada y es de allí de donde tiene que escapar el creador; remover la herencia (cuestión imposible) o al menos intentarlo. Estamos condenados por el lenguaje, pues además trabajamos con él, lo que nos hace entrar en la contradicción del que trabaja con un material que no es el adecuado: levantar una casa nueva con ladrillos viejos; hacer un pantalón con telas gastadas. El ojo siempre observará, no lo que hay fuera del ojo sino aquello que le han enseñado a mirar. El creador debe remover ese texto heredado, pero indudablemente al utilizarlo para decir de otra manera lo que hace es agregar símbolos al sistema que ya existe. Por ejemplificarlo con una imagen de mi nuevo libro, al nombrar una zona virgen de lenguaje, la pavimentamos, la asfaltamos, resecándola, erosionándola, dejándola estéril, quitándole justamente lo que la hace ser lo que es, pervirtiéndola.

Así las cosas, quizá la única posibilidad real de escribir poesía esté más allá del entendimiento, en la creación de textos impactantes más allá de su significación denotativa o connotativa: dejar que el ojo vuele más allá de la idea.

- ¿Por qué crees que, a diferencia de otras generaciones, estamos viviendo un momento en el que muchos poetas se plantean la cuestión metapoética?
- Hablar por los demás tiene algo de dictatorial que no me gusta, además yo no me considero un metapoeta, sino que considero que la existencia está construida desde los símbolos y, por ende, para poder decir algo más, hay que romper con ellos o, por lo menos, jugar, permitirse la duda, descalabrarlos.

Con esto quiero decir que no se trata de hacer metapoesía, porque eso sería un ejercicio tan vacío y tan ególatra como el del novelista que sólo escribe sobre escritores, sino de escribir sobre la base que sustenta toda la cosmogonía del hombre y que está en los símbolos, o sea, en el lenguaje, en su manera de interpretar y, ¡ojo!, dejar de interpretar lo real.

No debemos olvidar que según cómo decimos configuramos el mundo y nuestra diminuta vida. Todo lo que sea quebrar el lenguaje heredado, o por lo menos ponerlo en duda, será un aporte, no para el lenguaje poético, sino para la mirada que el ser humano tiene de lo que lo rodea.

De todas maneras, se trata de un ejercicio inútil en tanto que todos buscan "comprender" cuando quizá el asunto es "sentir".

- ¿El cuerpo como el alfabeto de la conciencia?...
- Sí, pero nunca, como lenguaje del mundo. Somos muy pequeños, y lo deberíamos comprender, como para sentirnos la medida de lo real.

- "Tú lo sabes / aquí dentro / en la mitad de mi garganta / nace la palabra río / y la palabra tiempo // Y no hay enjambre ni herida / que puedan detener su zumbido". ¿Es realmente el "lenguaje" el responsable del sentimiento de temporalidad?
- Un ejemplo: si salgo de casa cinco minutos, cuando vuelva, mi perra, que sufre de un trastorno por su abandono temprano, llorará, saltará, ladrará al verme. Si salgo media hora o cuatro, al volver ella hará lo mismo. Seguramente porque en ella todo es un continuo, un único espacio/tiempo.

Decía Heidegger que el ser humano es ser deviniendo ser, mientras que los animales, las plantas, las cosas inanimadas, son. Es el lenguaje y la conciencia que este otorga la base de nuestro conflicto.

Lo dicen las Escrituras: "Tuvieron entendimiento y se dieron cuenta de que estaban desnudos". Es entonces cuando comienza el exilio. No hay paraíso (no hay ser) mientras no se opaque al lenguaje, mientras no se pierda la conciencia y, por ende, la noción temporal.

Fíjate en otra referencia bíblica: Babel. Nuevamente el lenguaje como base del conflicto. Y no éste como virtud, sino como defecto y condena, como conciencia de la temporalidad y la muerte, como estigma del ser.

- ¿Y el "yo poético" ante lo innumerable? ¿Qué crees que sería más útil: un diccionario casi infinito o directamente un silencio?
- Sólo funciona como una pregunta poética, porque, a medida que ponemos más palabras sobre el rompecabezas de la realidad, éste, en vez de reducirse, se multiplica exponencialmente. Cuanto más amplio sea el lenguaje, lo real silenciado será aún más infinito... Quizá lo que hace falta es un diccionario de silencios.

- Resulta interesante la combinación del pensamiento abstracto con la crítica social y, entre los temas que esta abarca, la defensa de los animales...
- Todo lenguaje es político y más aún el del poeta, que debe posicionarse en el decir y responsabilizarse de sus dichos. Quizá quienes tienen esa capacidad del decir callando son los animales. Ellos nos hablan día a día lo que no queremos ver, de lo que realmente hay detrás de esta construcción de lenguaje que es la civilización, de lo que vale la pena.

 

 

 

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