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Lo Urbano como
Texto: un Acercamiento a Ayer de Juan Emar
Aurelia Steiner
La arquitectura es
la expresión del ser de las sociedades,
del mismo modo que la fisonomía humana es la expresión
del ser de los individuos.
Georges Bataille
Trayectos, flujos, circulaciones: la ciudad se define por su valor
de uso, por su capacidad de ofrecer un lugar (un conjunto de lugares)
que cobije y comente las acciones que en ella se realicen. No todo
lugar es homogéneo: el tiempo, la geografía, las instituciones
marcan, como cicatrices a la piel, las topografías urbanas.
Leyendo un mapa de una ciudad se puede conocer el carácter
de sus habitantes, su historia, sus temores y sus tabúes. Es
así como en la literatura chilena se pueden encontrar constantes
y repeticiones que sitúan, y confinan, en la zona norte de
Santiago todo aquello que resulte pulsonial, ajeno a la razón
o aquello que constituya un tabú. Este lugar, en el Santiago
literario y en el real, ha sido llamado la Chimba, palabra que en
lengua quechua significa “más allá del río” (Rebolledo,
1). Paralelo a esto, Juan Emar, en su Novela
Ayer, construye una ciudad chilena imaginaria: San Agustín
de Tango, en la que se pueden encontrar muchos de los elementos que
han definido a Santiago literariamente.
En Ayer, el narrador entrega dos fuentes de información
complementaria: por un lado se tiene acceso al mapa de la ciudad,
por otro al relato mismo. Mirando el mapa, se puede notar que el río
divide en dos partes la ciudad, una, la de mayor tamaño, podría
denominarse centro histórico y contienen las principales
avenidas y los edificios de las principales instituciones que representan
el poder: el ayuntamiento, la cárcel legal, la plaza pública,
el convento. Por otro lado, en el margen superior del río(1)
se sitúan: la cárcel católica (junto a la guillotina),
el zoológico, el cementerio y el taller de Rubén de
Loa. Todos estos lugares constituyen un tipo distinto de cárcel,
un lugar de confinamiento para lo irracional, para lo que se escapa
de la norma: la cárcel católica aprisiona a quienes
cometen pecados contra dios, es decir, los pecados vinculados a la
carne; el zoológico retiene a los animales, carentes de racionalidad;
el cementerio es el lugar de los muertos y, por último, el
taller de Rubén de Loa es la zona onírica, en donde
se confunde lo conciente con lo subconsciente, en donde el límite
de la racionalidad ha sido violado, haciéndose imposible discernir
entre lo que es y lo que pareciera ser. Esta descripción es
muy parecida a la de Santiago, que, al igual que San Agustín
de Tango, ha organizado sus lugares para controlar y aislar todo aquello
que se debe corregir o encerrar, disciplinar, para que no afecte el
buen funcionamiento del resto de la ciudad. Esta actividad clasificadora
y correctiva es semejante a lo descrito por M. Foucalt en el capítulo
“Disciplina” de Vigilar y castigar: “distribuir a los enfermos,
separarlos unos de otros, dividir con cuidado el espacio de los hospitales
y hacer una clasificación sistemática de las enfermedades”
. La zona separada por el río constituiría un gran hospital
para “mejorar”, o aislar, a todos los “enfermos”:
los que pecan contra dios, los animales irracionales, los muertos,
los soñadores. Así el río, ya sea Santa Barbara,
ya sea Mapocho, constituye un umbral entre lo racional y lo pulsional,
entre lo correcto y lo correctible, entre la Chimba y el trazado de
damero del casco histórico y, como todo umbral, requiere de
ritos de paso.
Como ya se señaló, Ayer posee dos fuentes de
información para el lector: el mapa es una, otra es la narración.
De carácter extremadamente racional, las descripciones del
narrador reparan constantemente en el paso por umbrales. Cada vez
que se llega a un nuevo lugar, el texto se detiene a especificar que
se atravesó tal o cual umbral para acceder a un cierto espacio
distinto. Esta constante preocupación es una indicación
del carácter heterogéneo de los lugares: cada edificio
cobija (y comenta) funciones diferentes, así se asiste a constantes
rituales de paso entre las locaciones que visitan el protagonista
y su mujer, los que están señalados de manera más
explícita por el cambio de capítulo entre un lugar y
otro. Este ejercicio de paso de una zona a otra es el mismo que tanto
preocupa al protagonista y que describe largamente cuando el hermano
le propone mirar detrás del sofá: el constante temor
(aunque no le guste la palabra) a traspasar los límites de
la racionalidad y verse bajo el control de lo sensible constituye
una amenaza a la que no está dispuesto a someterse. Así
como el mapa de la ciudad representa el carácter la sociedad
que la habita, el pensamiento expuesto por el narrador da cuenta de
un comportamiento semejante: es necesario marcar límites, señalar
diferencias, al final de la narración luego de su ejercicio
de rememoración, frente a la amenaza de disolución,
el texto señala:
Mi cuerpo se afloja. Se desparrama por encima
de las sábanas.
Hela aquí [su mujer].
Pregunta:
- ¿Llamabas?
Antes de que el cuerpo se me gotee o que
evoque la guillotina, queda aún un pedacito de tiempo afirmado
sobre las tres vastas planicies.
¡Aprovecharlo apoyándose en
ellas!
- ¡Mujer mía –le dije-, coge
un lápiz y un papel y dibuja mi cuerpo.
- ¿Con qué objeto? – me pregunta.
- ¡Dibuja!
La esposa de mi corazón dibuja. Mi
cuerpo sobre la cama está desnudo. Ella lo pasa al papel
con una línea única y negra.
- ¡Cierra la línea! – digo.
- ¿Así? – pregunta mostrándome
el dibujo.
- Así –respondo-. Haciendo formas
en todo el derredor, nada se irá jamás.
Es verdad. Ahora mi cuerpo, dibujado allí,
está comprimido de todos lados; ahora a vuelto a ser (Emar,
103-104).
Es necesario remarcar las diferencias, trazar el límite, el
cuerpo del protagonista no puede mezclarse con el medio: así
como la línea dibujada por la esposa, el río separa
los lugares heterogéneos de la ciudad.
Esta diferencia materializada en la Chimba y en su temor a ella
se encuentra también en otros relatos nacionales: de modo irónico
es señalado en El museo de cera de Jorge Edwards, cuando
el Marqués cruza el puente y se ve amenazado por los pobres
que habitan el otro lado del río. De modo desgarrador y magistral,
se encuentra la Chimba en El obsceno pájaro de la noche
de José Donoso, en donde se explicita que es muy semejante
a un patio trasero dónde tirar lo que no se quiere ver. En
Donoso también se encuentra de modo evidente el correlato entre
las sociedades y sus ciudades: en El lugar sin límites
el cuerpo desgastado de la Manuela, la sociedad denigrada y las casas
hundidas del Olivo son metáforas de la misma decadencia, del
mismo descender.
San Agustín de Tango, mezcla de ciudad latinoamericana y
de un deseo incontrolable de parecerse a París(2),
encuentra un eco intra y extratextual simultáneamente, su silueta
topográfica, sus circulaciones, el constante y necesario ritual
de cruzar el río, las separaciones y sus motivos delatan la
sociedad que hace surgir esta novela, constituyéndose, una
descripción y una crítica irónica al mismo tiempo.
Bibliografía
-Emar, Juan. Ayer. Santiago de Chile: LOM Ediciones,
1998.
-Franz, Carlos. La muralla enterrada. Santiago
de Chile: Grupo Editorial Planeta, 2001.
-Rebolledo, Raquel. “Pícaras y pulperas: las
otras mujeres de la Colonia” En: http://www.uchile.cl/facultades/filosofia/publicaciones/cyber/cyber19/rrebolledo.html,
visitado en 5 de Junio de 2005.
Notas
(1) Pequeña
nota sobre el Río Santa Bárbara: esa curva que presenta
separa y jerarquiza los lugares al mismo tiempo. Los terrenos que
se encuentra en el lado “interior” de la circunferencia se encuentra
protegidos, en caso de que el flujo se salga del cauce, al casco histórico
no le va a pasar nada malo, a lo más una pequeña mojadita.
En cambio, el lado que se sitúa por fuera de la circunferencia
se ve expuesto a los avatares del clima: las inundaciones ocurren,
generalmente, ahí donde los ríos se curvan, si el flujo
es muy grande, no alcanza a girar, volcándose, con toda fu
fuerza, por sobre el margen exterior.
(2) Santiago
también quiso (quiere) parecerse a París: toda la zona
en torno al Museo Nacional de Bellas Artes es prueba de esto. También
lo son las locas ideas de hacer del Mapocho un río navegable,
así como un Sena o un Rin de Latinoamérica.