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Gabriela
Por Jorge Edwards
Publicado en La Segunda. 6 de marzo de 2020
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Hemos llegado a la conclusión, quizá demasiado tarde, de que es necesario cuidar el lenguaje. Y como la literatura es el arte de la palabra, aunque no lo creamos y no lo sepamos, hay que llegar a la conclusión de que algunos de los gobernantes de este país conocían este asunto, aun cuando no hacían ostentación de este conocimiento.
El Presidente don Pedro Aguirre Cerda, cabeza de nuestro Frente Popular, usó con inteligencia la diplomacia chilena para conseguir el Premio Nobel para nuestra Gabriela Mistral, y promovió una ley para que le dieran un consulado vitalicio. En otras palabras, renunció a los chistes fomes, populacheros, e hizo una demostración de cultura auténtica, de respeto por el arte de la palabra, arte que nunca se ha respetado menos que ahora. Neruda escribió que cuando el todavía Joven Rubén Darío visitaba el Palacio de La Moneda, una magnífica botella de coñac lo esperaba. El chiste malo y el lenguaje tosco no eran aceptables. Era otro país, y de ese pais otro salió el joven temucano Pablo Neruda. El genio de vanguardia de Vicente Huidobro también salió de ese ambiente. Y hubo otras mujeres extraordinarias, como Maria Luisa Bombal, Teresa Wilms, Marta Brunet. El contexto social actual exige cuidar el lenguaje, dice alguien por ahí, y lo dice con inteligencia, con sensibilidad, con elegancia intelectual. Yo espero pertenecer a este país, y no al que se vanagloria de incendiar obras maestras de la arquitectura del siglo XIX y de tener malas bibliotecas y una paupérrima oferta de libros. Sí señores, gobernar es educar, como declaró don Pedro. La frase es digna de los grandes clásicos, y no quiero hacer una lista de nombres. No me gustan las ensaladas de nombres. Y celebro que Lily Pérez diga que nuestro jefe máximo no entiende la sensibilidad femenina. El alcalde de Santiago, por su lado, dice que la conducción del Gobierno en materia de seguridad ha sido errática y que el ministro Gonzalo Blumel se ha visto poco. Todo esto implica no entender muchas cosas y cojear en muchas otras.
Gabriela, elquina, conocedora del Dante Alighieri, profesora primaria, prosista de nivel superior, nos redime y nos salva de muchas cosas. Recomiendo leer
"Páginas de la vida mía", el libro de Gabriela editado por Jaime Quezada. Puede que ustedes piensen que Gabriela fue la precursora del feminismo chileno, pero léanla con atención, con espíritu abierto, ilustrado, y verán que comprendía las leyes de progreso auténtico, y que detestaba el lenguaje de la picardía mal entendida. Y si hablamos de la relación epistolar de Gabriela con presidentes del pasado, pienso en don Arturo Alessandri, en Eduardo Frei Montalva, y quizá en Salvador Allende. Mi conclusión personal, y pido disculpas generales: prefiero a los hombres y mujeres que piensan mejor y que saltan menos. Y en la lista de grandes escritores mujeres de nuestro pasado literarios me gustaría poner a Teresa Wilms, con su extraordinaria poesía en prosa, y quizá, por qué no, para no ser "tonto solemne", a Margarita Aguirre. En cuanto a Manuel Baquedano, me parece que no es el más letrado de los generales que ha tenido el Ejército, pero no celebro la destrucción vandálica de su estatua, y solo hasta aquí llego.
