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CARTA DE UN DICIEMBRE OSCURO
Adiós al Führer, Enrique Lafourcade. Buenos Aires: Bruguera Argentina, 1982, 396 págs.

Por Jorge Edwards

Publicado en Mensaje, N°316, enero-febrero de 1983



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La oficina chilena de la editorial Bruguera, de Barcelona, había invitado para el jueves 2 de diciembre a la presentación de la nueva novela de Enrique Lafourcade, Adiós al Führer. El acto iba a tener lugar en la Plaza del Mulato Gil, convertida en estos meses en punto de reunión de artistas desmelenados y escritores mas o menos disidentes. La Plaza del Mulato tiene algo, en estos días, de muro de lamentaciones, con muchas orejas que escuchan, atentas, pero también participa de la condición carnavalesca de la plaza pública medieval. .No sabemos si surgirán despertares renacentistas, con su Rabelais correspondiente.

El acto programado por Bruguera tuvo que suspenderse porque la policía notificó a Lafourcade que un grupo antinazi había colocado una bomba de tiempo. La bomba estaba en un paquete de compras caseras, encima de una mesa de dibujo. Hubo dos horas de tensión. Después llegaron camionetas con especialistas, provistos del instrumental adecuado, y se escuchó el estallido de dos petardos. Entretanto, llegaban personas que habían estado al sur de la Alameda, en la plaza de Artesanos, y contaban que un grupo de policías de civil, ante la pasividad completa de carabineros, había apaleado con ferocidad a numerosos periodistas, reunidos en esa plaza con jefes sindicales.

El viernes 3 la Dirección Regional de Aduanas, área metropolitana, emitió un curioso documento. El documento indicaba que en "el reconocimiento físico" efectuado a mi libro Persona non grata, se había determinado que "su contenido incluye aspectos inconvenientes para el orden público".

La presentación del libro, en la edición completa publicada por Seix Barral, estaba anunciada para la mañana siguiente en el Parque Forestal. Se convirtió en una improvisada conferencia de prensa destinada a informar que los chilenos no tendrían derecho a leer ese libro, a pesar de que su circulación había sido expresamente autorizada en julio de 1978 y de que todas sus páginas nuevas se referían a Cuba, no a Chile. ¡Extraña simetría la de los llamados "regímenes autoritarios"!

La presentación del Adiós al Führer, de Lafourcade, tuvo lugar, a pesar de todo, el martes 7, a las 8 y media de la noche, en la Plaza del sufrido Mulato Gil de Castro. Hubo una excelente dosificación de humor, ironía, alegría, participación del público, que en parte debió quedar fuera de la plaza, y de palabras claras. Se inició la velada con un número de organilleros populares. Vino después una banda de jazz. Se leyeron en alemán, con traducción sucesiva, los versos del Guillermo Tell, de Schiller, sobre la libertad. Bruguera exhibió un video relacionado con las atrocidades del nazismo. En seguida hubo un número de teatro satírico. Un actor representó a Hitler impartiendo órdenes, en un alemán inventado, a dos mulas. Quedaba en evidencia que había dos lenguas alemanas, la de Schiller y la de Hitler.


El Führer y los niños

Después se dio la palabra a los escritores chilenos. Habló en primer lugar el Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Luis Sánchez Latorre, que leyó un texto titulado "En torno al Führer". El texto de Sánchez Latorre dice así:

"Albert Speer, que fue arquitecto, en el cabal sentido de la palabra, del Tercer Reich, después que todo se convirtió en ruinas, quedó con la duda de si Hitler había sentido realmente algo parecido al afecto por los niños. Según Speer, cuando Hitler estaba con ellos —con los niños—, intentaba aparentar una forma de simpatía, fueran conocidos o no. Se mostraba entre amistoso y paternal. Pero no convencía. Jamás encontró la forma adecuada de tratar con los niños. Después de unas cuantas palabras elogiosas, su atención se dirigía, con inocultable impaciencia, al niño siguiente.

"Los niños no eran para él —recuerda o recordaba Speer— sino los representantes de la generación futura y, por ello, se alegraba más por su aspecto exterior (rubio, de ojos azules, fuerte, sano) o por su inteligencia (viva, despierta), que por su infantil manera de ser. Curioso. He aquí la explicación acerca de por qué la personalidad del Führer no ejerció mayor influencia sobre los hijos de los jefes que admiraban como sonámbulos a su Führer.

"Lafourcade, que ha dicho Adiós al Führer creyendo que el Führer ha muerto, sin saber que el Führer se preserva entre los Hiperbóreos de la Antártida, me ha pedido que pronuncie algunas palabras en defensa de las virtudes intelectuales hoy amenazadas por toda suerte de inconveniencias.

"En honor a la verdad, cualquier opinión que yo pudiera emitir en favor de los derechos intelectuales podría tomarse como un reprobable acto de intolerancia al A. 24 T., que no es el G. 24, Grupo de los 24.

"Yo sólo sé decirles una cosa: los intelectuales siguen siendo cándidos e infantiles en todas sus cosas. Creen en la Utopía y en la República platónica. Cuando los intelectuales crezcan, tengan ojos claros y sean todos rubios, tal vez habrá ocasión de que se les considere adultos útiles.

"Pero, claro, entonces no serán intelectuales.

"Gracias."

Después de la lectura de Sánchez Latorre hubo otro pequeño número de teatro satírico. En seguida leí un texto que había titulado "El Príncipe Ilota". Dice así:

"Estoy muy agradecido a Enrique Lafourcade por no haberme colocado como personaje de su última novela. Desde que volví a Chile y frecuento a Lafourcade, sé que corro ese riesgo. Pero hasta ahora me estoy salvando, así es que: Muchas gracias, Enrique Lafourcade.

"El título de su novela, Adiós al Führer, me hace sospechar que Lafourcade es un optimista. Está muy bien. Tenemos que ser optimistas.

"Sin embargo, los tiempos están difíciles, y yo me he tenido que dedicar en estos días a leer historias antiguas. Reservo un fin de semana para el Adiós al Führer. Entretanto, leo a un viejo historiador francés, Julio Michelet, admirado por nuestros afrancesados Francisco Bilbao y José Victorino Lastarria, que fueron perseguidos en su época y hoy día tienen nombres de calles (la Plaza del Mulato queda frente a Lastarria). Luis XIV y la Revocación del Edicto de Nantes. Michelet demuestra que Luis XIV también era un Führer. No toleraba bromas. Suplantó, de hecho, la autoridad del Papa. Tenía el brazo muy largo. Conclusión general: no es muy fácil despedirse de los Führers.

"El Edicto de Nantes fue un edicto de libertad. Libertad de las conciencias. Libre examen y libre crítica. Cuando Luis XIV, el Führer de la época, lo revoco, un millón de franceses sufrió las consecuencias. Michelet escribe textualmente: 'Lo que quedó, durante todo un siglo, es la existencia de un pueblo de ilotas, viviendo bajo el Terror, bajo la Ley de la Sospecha.'

"Como soy ignorante, acudí a mi diccionario y vi que los ilotas, en la antigüedad griega, eran las personas que carecían de derechos de ciudadanía. No estaban inscritos en los registros electorales. No tenían derecho a opinar.

"Aconsejo retener en la memoria esta palabra: ilota. Del griego 'eilóoteeis', procedente de la ciudad de Helos, ciudad que había sido esclavizada.

"Los animales literarios chilenos (expresión de Lafourcade) revoloteamos y nos defendemos como gatos de espaldas, pero estamos sometidos hace tiempo a la Ley de la Sospecha. 'Eilóoteeis'. Ya deberíamos haber escrito nuestro Príncipe Ilota'.


El Príncipe Ilota

"Mi Príncipe Ilota particular se titula Persona non grata. Tengo en el bolsillo un papel oficial que utiliza un lenguaje curioso, extrañamente impersonal. El sujeto de la oración es un sujeto reflejo indefinido, situado en alguna nube. Dice que 'en el reconocimiento físico efectuado al libro 'Persona non grata', del autor Jorge Edwards, se ha determinado que su contenido incluye aspectos inconvenientes para el orden público'. Como ustedes pueden advertir, el estilo administrativo es un misterio insondable. El señor Joseph K., protagonista de El proceso, podría escuchar, en esos laberintos judiciales que recorre durante la novela de Franz Kafka, esa expresión memorable: 'Se ha determinado que su contenido incluye aspectos inconvenientes para el orden público: Esa determinación no ha sido el resultado de una lectura, sino de un 'reconocimiento físico'

Suponemos que esas páginas impugnadas contenían materiales explosivos, radioactivos, contaminantes. Fueron examinadas con escafandras blancas, como en las centrales nucleares. Con escafandras, periscopios, detectores ultrasensibles de sustancias nocivas. Y se llegó a esa determinación. Se determinó. ¿Dónde? ¿Quién? No sabemos nada. La impersonalidad del sujeto es una obra maestra de estilo.

"Consecuencia inmediata: el libro será reexportado a Buenos Aires. Podrá leerlo la clase turista, disminuida, supongo, por el alza del dólar y la reducción de las cuotas de divisas para viajeros.

"El asunto tiene una ventaja. En Buenos Aires, en lugar de costar 12 dólares, costará 6. Si agrega usted el valor de los pasajes, saldrá en alrededor de 223 dólares. No hay que asustarse. El libro de don Rodulfo Amando Philippi sobre pájaros de Chile cuesta más de 300 dólares. Hay muchísimas relaciones, aunque ustedes no lo crean, entre ornitología, zoología y literatura.

"Piensen un poco. José Donoso escribe sobre imbunches. Jorge Teillier escribe sobre gorriones, ángeles y gorriones. Nicanor Parra es especialista en loros: loros cascarrabias, loros terremoteados. En las praderas de Raúl Zurita pastan vacas solemnes. Yo escribo sobre pajarracos varios. Pancho Coloane escribe sobre lobos de mar. Enrique Lafourcade escribe sobre lobos de bar. Viejos y aguerridos lobos de bar.

"Lafourcade se despide del Führer. Espero que nosotros no tengamos que despedirnos de Lafourcade. Se despide de Führer, pero los Führer salen por una puerta y entran por la otra, muertos de la risa. Los animales literarios, a todo esto, nos refugiamos entre las líneas, en el espacio en blanco, en la nada, entre la nada Y la cosa ninguna. Es nuestro destino inexorable. De todos modos, soy optimista y pienso refugiarme entre los bostezos del censor. Porque si el censor practicara su trabajo con más dedicación, la verdad es que tendría que censurarlo todo. En una República ordenada, los poetas, y uso la palabra como la utilizaba Balzac, incluyendo al narrador, con sus cantos y sus historias perniciosas y bulliciosas, deberían ser colocados fuera de los muros, extramuros.

"Me alegro de que Adiós al Führer esté todavía en la superficie de nuestra Republica, pero aconsejo que nos preparemos para ingresar al periodo de las Catacumbas. ¿Saben ustedes lo que es el samizdat? En Chile acabamos de ingresar a la era del samizdat. El porvenir de nuestra literatura podría estar en el samizdat."

Después de esta lectura, Lafourcade dijo palabras breves, concisas y tajantes, en contra de la censura y en favor del retorno inmediato de la democracia. Al final apareció en el escenario una muchacha de origen suizo, rubia, vestida con una túnica, llevando en la mano tres globos de colores. Lafourcade anunció que ahora íbamos a despedirnos del Führer. Amarró su libro a los globos, en forma meticulosa, y los globos empezaron a elevarse en la noche estrellada y cálida. Toda la asistencia, en un movimiento espontáneo, se puso a soplar a todo lo que daban sus pulmones.

Pocos días más tarde, en Buenos Aires, entrevistado por la prensa José Donoso afirmó que en Chile existen "severos órganos de censura" que impiden la libre circulación de libros y revistas, añadiendo que en Chile "no existe la libertad de prensa". Algunas personas pretendieron extrañarse de las declaraciones de Donoso. No sé de qué se habrán extrañado esas personas. Es otro de los misterios, no precisamente gozosos, de este diciembre luminoso y oscuro.

 



 

 

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