EL CORO
Los ancianos esperan el viaje
sin sentir cómo sus palabras retumban en la sombra.
Sus bocas se mueven despacio
son una piedra más
en esta arquitectura para muertos.
Las luces violan el altar
y las columnas que se levantan sobre las cabezas
murmuran
«tampoco nosotras alcanzamos el cielo»
pero es un lenguaje incomprensible para las manos de los sordos
un beso de agua vertido sobre la arena.
De vez en cuando
pisadas torpes bajan a esta insignificante oscuridad
y se sienten penetrando el vientre del silencio.
Por un segundo
frente al reflejo de su monstruosa figura
se saben humanos
más parecidos a un dios de lo que pensaban.
Nadie se fija en los mosaicos
en el mármol
ni en el extintor rojo
que hace un guiño desde la esquina.
Al elevar sus voces
esperan que el llanto detenga la proximidad del viaje.
No comprenden que las voces ahogan a los cuerpos
que la piedra siempre será piedra
que tras estas paredes
La noche y el día siguen existiendo.
VOZ PRIMERA
Esta vida es fruto del error
aunque lo niegues.
Aquí caemos los unos, los otros y Tú
mas Tú
sin duda.
He pensado regalarte unas cuantas costillas
inventar un árbol nuevo
encontrar el gen que nos permita clonar el paraíso
pero ¿para qué
si aun así el hambre de frutos permanece?
Es que el error no está en la música
ni en las piedras
ni en la rabia que se siente
cuando nos amamos yo
................................ ..
y esa mujer que no es mía
............................. ... ..y
que de ti ha huido.
En definitiva el invierno es la época que mejor te viene
allí tienes la posibilidad de morir
pasar inadvertido
vestirte con las ropas donadas a un orfanato.
Me preguntas por la incertidumbre
y la única que existe es la que surge
en el espacio que deja la muerte entre la muerte
y aunque nos duela
es eso
lo que nos toca vivir.
VOZ SEGUNDA
Soy el ama de casa imperfecta
el ama de caza lobezno
en la planicie de corderos caníbales.
Aunque sueñe con ser tan seductora
como la gata sobre el tejado caliente
tan digna de amor
como la señorita Kubelik subiendo y bajando ascensores
tan fuerte
como la Juana de Arco en medio de las llamas
no soy más que la santa de los desagües
la que llora con la teleserie de la noche
la mala de la película
que cae
como la espectadora que se duerme
hacia el centro del abismo:
mi vida transcurre dentro de un cuarto oscuro
es una parte de los 35 mm de una película absurda
el show revisteril de las crucifixiones
que nunca se acaba de filmar.
VOZ OCTAVA
Soy un perro en esta noche inconclusa.
Ladro y el eco me devuelve una sonrisa amarga.
Basural tras basural voy perdiendo el miedo
y cada vez que mato al animal que en ellos habita
otro laberinto se levanta al frente.
No se trata de ser Teseo
un perro vagabundo no busca respuestas
se pregunta sabiendo que todo será en vano
porque aunque el miedo pase
la ciudad siempre estará allí
y allí su encrucijada.
Los perros nos acostumbramos a la soledad
porque sabemos que los basurales están llenos
de cadáveres que sonríen
y niños que nacen muertos.
La ciudad nunca acaba en la ciudad:
dormir no sirve de nada
el despertar siempre será en medio del laberinto
y es que no hay afuera
porque no hay adentro.
Huelo la noche y aúllo
mas no hay antepasado que pueda responder
porque mi estirpe nace en mí
y en mí
muere.
SEGUNDO
ACTO
SAGRADA
FAMILIA
- se les abrieron los
ojos -
LA VOZ DE UN PEREGRINO
Viajo
(la nostalgia se acumula en los pliegues
de la piel .... los anteojos ....
las camisas
se confunde con los restos de una ciudad moribunda
semejante a la felicidad corrompida de la niñez)
no importa hacia dónde
(se repiten niños jugando en cementerios
viejas arrojando migas a las palomas
borrachos picándose en portales mugrientos:
heridas en el saxo de Charlie Parker)
no busco nada.
LA VOZ DE UN AGNÓSTICO
Ahora que puedo sentarme y cerrar los ojos
retorno al primer silencio
y algo me produce el mismo movimiento extraño y satisfactorio
que el viento en las praderas que cubren a Roringen.
Cualquiera diría
que sentarse es un ejercicio prosaico
parte de esa rutina que acaricia nuestra espalda
antes de abrir los ojos del todo
y darnos cuenta
del aroma a vida que se cuela por nuestras narices
p ara animar al personaje que nos habita.
Pero hay algo
quizás no es el sentarse
ni tampoco el repetir la práctica de los muertos
sintiendo cómo gime la flor al abrirse.
Lo más probable
es que ni siquiera sea yo.
Es algo que habita en las paredes amarillas
en el blanco de la alfombra
en el silencioso paso sin zapatos
que retumba en el pozo de un ayer nunca vivido.
Puede ser el plano
el espacio abierto del comedor
que se prolonga en las ventanas
hasta tocar una parte de cielo
o pueden ser las chucherías
los cuadros, el pan y los libros
que se han quedado inmóviles
para observar al extraño que osa desentrañar su
misterio.
Aunque nada de eso es seguro
y no sea más que mi imaginación
la que se divierte a costa de mi mirada
demasiado simple
para ver la sencilla bondad de lo cotidiano
algo así como beber una copa de vino
para pasar la tristeza o la alegría.
Entonces lo mejor es dejar de escribir estas palabras
pararme
escrutar desde este faro
las techumbres cubriéndose fraternalmente de los días
y al mismo tiempo
tocar en lo infinito de las sillas y los marcos de las puertas
ese algo que habita en las paredes
y que nunca podremos comprender.
LA VOZ DE UN BORRACHO
Este bar
es el único sitio donde puedo hallarte.
Aquí surges de verdad
así
como eres
imperfecto
una luna menguante
una palabra entrecortada.
Estas mujeres cargan el aroma que te niegas.
El humo que entra a las narices
y proclama el inexpresivo movimiento de las bocas
es la metáfora de tu nombre.
Necesito este ruido
que surja pegado al suelo
en la botella vacía
para encontrar la luz de tu sombra
después de pasar derramando azogue
por las bocas de los vagabundos.
Aquí y ahora permanece tu voz:
los murmullos que se pierden en las esquinas
la noche acumulándose en los párpados
los meseros y sus manos temblorosas:
...................................
cuerpos sudorosos
...................................
que no guardan conciencia
...................................
de ellos mismos.