En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Julio Espinosa Guerra.
Si tuviera que vivir en un solo lugar sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En esta pregunta falta contexto. Cuando hablas de “lugar” ¿lo haces de vivienda, terreno, pueblo, ciudad, zona? Hay lugares imaginarios y, por lo general, todos vivimos dentro de uno, que es propio y particular, aunque no nos hayamos dado cuenta antes. Transitas por las mismas calles, compras en los mismos comercios y tu relación suele ser con las mismas personas. La mayor parte del mundo, aunque en sus redes sociales tengan a mucha gente, solo se relacionan con unas cincuenta como máximo. Lo demás es ficción y reafirmación de una postura de mundo. Porque las redes sociales son como los árboles de tu propio bosque. Poca gente sale de su propio bosque. Es más, la mayoría de las personas que viajan, a esos que se les llama “turistas”, nunca salen del lugar mental en el que habitan y todo lo miden por y desde él. Así las cosas, seguramente no tenga que elegir nada, porque esté donde esté, mis propios prejuicios me llevarán a vivir en el mismo lugar. A no ser que dé el salto y comprenda, como Eluard, que hay otros mundos, pero están en este. Y hay otras vidas, pero están en ti.
¿Prefiere los animales a la gente?
Tengo la suerte de trabajar con personas, con muchas personas. Personas interesadas por la cultura, por reaprender, por cuestionarse. Jóvenes, adultas, con mucha experiencia y con poca. No hay duda de que un animal es un ser bello e inocente. Pero mi experiencia personal es que también son una fuente donde se refleja el rostro de quien lo posee. De quien lo cuida. No hablo de las personas que los salvan; hablo de las personas que los tienen de mascotas. El roce con la gente te hace aprender y ponerte en duda, te ayuda a aprender, a empatizar y a comprobar que muchas veces estás equivocado. Un animal no suele decirte que no y no te exige ser mejor. ¿Es bello tener animales? Sí. ¿Es incómodo muchas veces estar con las personas? La respuesta también es sí. Pero eso es lo positivo. La gente te obliga a ser mejor.
¿Es usted cruel?
Puedo ser indiferente. Que esa indiferencia pueda ser advertida por la persona a la que le afecta como crueldad, puede ser. Uno no está en la cabeza de los otros. Ni tampoco es parte de sus reacciones afectivas. Intento ser empático, pero no se puede ser empático todo el tiempo. Cuando Queequeg le pide al carpintero que haga un ataúd con las medidas de Ismael parece que está siendo cruel. Pero lo que los demás no ven es que Queequeg ha visto la muerte y para no decirle a todos los demás que van a morir manda a hacer un extraño ataúd que flotará y salvará a Ismael. Desde fuera, desde la visión de los demás balleneros, Queequeg es cruel con Ismael. Pero la verdad es que está siendo sumamente compasivo con todos sus compañeros. La crueldad siempre está en los ojos del que mira.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, tengo muchos amigos. Es algo difícil de decir porque mucha gente apenas tiene amigos. La verdad es que durante mucho tiempo pensé que no era así. Pero en los últimos años he cambiado mi concepto de amistad. Sin duda se trata de una relación de afectos. Pero esos afectos no se tienen por qué estar mostrando siempre ni tienen que ser cercanos en el tiempo/espacio. La distancia de la amistad es otra. ¿Es Nick amigo de Gatsby? Parece que no. Y al comienzo eso es así. Pero Nick no solo aprecia a Gatsby. Intenta comprenderlo. Y desde allí, acogerlo. No puede cambiarlo. Simplemente lo escucha, que no es poco. Lo escucha y es su testigo. Habla por él. Habla incluso desde él. Y entonces sí, es su amigo. Entonces la cuestión está en la perspectiva. Y entender que cada cual tiene sus circunstancias y te dan lo que pueden dar, es la clave para la amistad, para ser y tener amigos, porque es un camino de ida y vuelta: no tienes amigos y no estás abierto a la amistad y a agradecer la que tienes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No soy narcisista ni egoísta. No busco nada en mis amigos. No entiendo la amistad como un intercambio de bienes. Qué triste ver desde ese lugar la amistad, ¿no? Incluso he sido amigo de personas que no han sido mis amigas mientras ellas me aportaran buena conversación, risas, muchas veces relacionadas con la literatura. Luego se han alejado porque, como no eran mis amigos, se han traicionado. Pero uno no puede acercarse al hecho excepcional de la amistad desde la desconfianza. Hay que confiar. Hay que abrirle la puerta al mundo. Si luego el mundo, si una persona te traiciona, ya cerrarás la puerta y no la volverás a abrir. ¿Pero qué sentido tiene andar pidiéndole condiciones a la amistad? Así nunca serás amigo de nadie.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Al contrario, me han regalado felicidad y bellos momentos. Algo mal tienes que hacer para que los que se dicen tus amigos te decepcionen constantemente, ¿no?
¿Es usted una persona sincera? Me lo dices cuando termines de leer la entrevista.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No tengo tiempo libre. Todo mi tiempo está ocupado y bien ocupado. No es tiempo libre ver a un amigo, conversar con una amiga, ver una película, pasear. Al dormir se sueña, por lo que tampoco es tiempo libre puesto que, para mí, cada vez son más importantes. Estar con mis hijos tampoco es tiempo libre: es un tiempo de afectos y aprendizajes recíprocos. No entiendo el concepto de tiempo libre porque mi trabajo es placentero. Duro, agotador, pero placentero. No busco “no realizarlo”. Hay días en los que trabajo doce horas. Pero no es una carga. Contestar esta entrevista es un trabajo. Y son las doce y veintidós minutos de la noche de un domingo a un lunes. Pero lo estoy haciendo con gusto. Tiempo libre tiene alguien que hace algo que no le gusta. Ese tiempo que pasa desde que se te cae la roca del suelo hasta que vuelves a subir con ella es su tiempo libre. Yo siempre voy subiendo la roca, más lento o más despacio, pero no paro de subirla. Todo me da placer y gusto, todo me da aprendizajes. A veces más lento, otras a toda prisa. Pero tiempo libre, ¿qué es eso? Como decía Delia del Carril: todo debe ser demasiado.
¿Qué le da más miedo?
Cualquier cosa negativa que les suceda a mis hijos. Es lo único. Otras cosas, asustan. Pero miedo, solo no poder estar cuando tenga que estar. Ese segundo en que se juegan la vida. Ser inútil. No poder hacer nada.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me da pena esa gente que va de muy muy chileno, o muy muy argentino, o muy muy español, o muy muy de todo y luego, a la hora de los “quihubo”, son los que no les pagan las horas extras a sus empleados y andan buscando métodos para defraudar a Hacienda. Me escandaliza sinceramente que haya gente que no se dé cuenta de que tanto EEUU como China y Rusia, y los Musk y toda esta gente con poder lo único que quieren es destruir el Estado de Bienestar y lo poco que queda de la Economía Social de Mercado que existe en Europa. No entienden que nos ven con miedo: miedo a que seamos un modelo a seguir para países que se están desarrollando, que comprueben que hay una alternativa al neoliberalismo más salvaje, del sálvese quien pueda, que siempre son los mismos, los ricos, los con recursos. Somos el último Rinoceronte Blanco y hay que cazarlo, destrozarlo... Y todavía hay políticos que creen que son nuestros amigos. ¿No se dan cuenta de que las guerras que nos rodean nos tienen como objetivo a nosotros? Y detrás, la destrucción del modelo más justo de economía que ahora mismo hay en el mundo. Ese es el objetivo. Y aquí, nuestros políticos, silbando el himno yankie, o chino, o ruso. Sí. Eso me escandaliza. Que no se den cuenta de que el objetivo somos todos, incluso ellos. Cuando llegue, arrasarán con todo y con todos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Ni idea... O lo dicho, profesor en un pueblo rural del sur de Chile.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Corro, a veces. Pero últimamente casi nada. Engordaré y me meteré a una cama como Onetti. Veré series penosas de detectives penosos. Y escribiré un libro de autoficción sobre estar metido en la cama 24/7, como dicen las cancioncitas reggetoneras o como se escriba. Nadie me amará. Mis hijos me darán comida con pajitas de plástico prohibidas, que seguirán vendiendo los chinos del barrio y que te las darán en bolsas de plástico de un solo uso, que no se pueden usar, pero se siguen usando, enfundados en guantes también de plástico de los supermercados que se dicen cada vez más eco, que también son de un solo uso y que por lo tanto tampoco se pueden usar, pero de los que se usan miles por minuto en España y nadie dice nada, y moriré sin conciencia de que afuera la Inteligencia Artificial ha montado una rebelión, porque mis hijos, para evitarme el dolor, me harán creer que seguimos viviendo en los años veinte del siglo XXI, con todo a punto de explotar, pero sin que haya explotado aún. Y ellos no sabrán que yo sí lo sé y hago que les creo para no romperles la ilusión y causarles más dolor del que ya les causará la terrible realidad.
¿Sabe cocinar?
Es una pregunta tremendamente machista, mírese por donde se mire. Se la puedes hacer a un tipo nacido en los cuarenta, pero hacérsela a un tipo nacido el año '74 y que vive solo desde los 22, es más que improcedente. Y si quieres, te puedo dar un kilo de razones por lo que lo es, se lo preguntes a un hombre, a una mujer o a otra persona con cualquier otra opción. Pero, si lo quieres, eso lo hacemos mirándonos a los ojos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Somos incapaces de saber qué persona será inolvidable como para estar en condiciones de asegurar que somos capaces de crear un personaje inolvidable. Ahora mismo, no se me viene ninguno, ninguna a la cabeza. Pero los hay. Allí, afuera, en las ciudades, los pueblos, el campo de América y África (y cuando digo América digo todo el continente, desde México hasta Chile), de Asia e India y Oriente Próximo, a niños, y mujeres, y algún hombre habrá digo yo, y ancianas y ancianos luchando por su dignidad, luchando por no dejarse llevar en esta absurda ola de intercambio monetario de necesidades ficticias en la que vivimos, luchando por salir de la caverna (Platón) y de la ceguera (Saramago). Esos son mis personajes, personas que luchan contra el silencio desde el silencio. Esas son mis personas favoritas. Mis heroínas. Las, los que no dan su brazo a torcer aunque ya lo tengan hecho pedazos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Decía Heidegger que en tiempos de penurias crecía la fuerza salvadora de la poesía. Pero casi al mismo tiempo Adorno dijo que la poesía había muerto y lo dijo, para los que no lo sepan, en el contexto de Auschwitz. Aunque Celan salió de ahí —metafóricamente— y la revivió... Sí, poesía es la palabra más bonita de todos los idiomas aunque la mayoría de la gente no lo sepa. Poesía y palabra. La palabra “palabra” también. Desde las dos levantamos el mundo y vemos desde ellas lo que puede ser.
¿Y la más peligrosa?
No hay palabras peligrosas. Hay seres humanos peligrosos.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
A Pinochet sin duda. Pero quién en su sano juicio no ha querido matar al dictador y a los secuaces del dictador, se llame Pinochet, Franco, Stalin, Chauchescu...
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy cínico, como Diógenes, y me encanta decirle a todo tipo de individuos que se muevan un poquito, que me tapan el sol. Pero también soy bastante epicureísta. Creo que no hay que servir a nadie, pero al mismo tiempo, que hay que potenciar todo lo que nos da placer, por ejemplo, que los empleados tengan tiempo para hacer lo que quieran, o para ir de vacaciones, o para poder estudiar, o tener una sanidad que ya se paga con su trabajo, o calles limpias, o bibliotecas donde sacar libros y crecer, o tener dinero para comprar una casa, un piso. Es decir, un placer dado por el mundo en el que vivimos, por el mundo en el que elegimos vivir, el mundo que contruimos. Y eso me lleva a ser más de izquierdas, porque no creo un carajo en la meritocracia. Y como a todos hay que darles tiempo de placer y tiempo para renegar del poder y, ojalá, olvidarse de él —por lo menos no buscarlo—, tenemos que crear una sociedad lo bastante justa que lo permita. Y esto, sin estar ciego y viendo claramente que vamos o ya estamos viviendo dentro de un neofeudalismo donde es totalmente utópico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Profesor rural en un pueblito perdido del sur de Chile, de Valdivia hacia el sur, cualquiera.
¿Cuáles son sus vicios principales? ¿Y sus virtudes? No tengo ni grandes vicios ni grandes virtudes. Soy un tipo muy normal, un tipo del que nadie se acordará en unos años. Quizá mi mayor virtud es la perseverancia y mi mayor vicio, la procrastinación. Parece contradictorio, pero no lo es, porque la perseverancia es a largo plazo y la procrastinación, a corto. Y seguramente es algo que ha marcado mi vida y mi escritura. Será por eso que cada vez mis libros están más distanciados en el tiempo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Debe ser algo tan desesperante, que no pensaría en nada. Creo que me entregaría a la muerte, a sus brazos, sabiendo que he dado lo mejor de mí incluso cuando he estado equivocado. Pero si hay que nombra algo, pues diría la despedida de mi padre, el último abrazo que le di, cuando ya era un enfermo de cáncer terminal, el año 2010, en Chile, y después me vine a España sabiendo que la próxima vez lo vería muerto. Las noches acunando a mi hija, todas las noches desde que nació hasta los dos años y medio o tres, cuando por la noche solo éramos ella y yo. Y el nacimiento de mi hijo, cuando lo saqué del vientre de su madre con ella tirada en el suelo del baño, lo saqué con estas manos pequeñas que vosotros no veis, le golpeé el culo dos veces para que llorara y tirara el líquido que tenía en los pulmones y se lo puse en el pecho a su madre para luego cubrirlo con una toalla limpia. Y ese día de febrero de 2000 cuando en la Puerta del Sol me planteé si quedarme o no en España y me acojoné y regresé a Chile convencido de que regresaría un año después entonces sí, a quedarme definitivamente. Y lo hice.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Entrevista capotiana a Julio Espinosa Guerra
Por Toni Montesinos
Publicado en https://almaenlaspalabras.blogspot.com/ 20 de julio de 2024