Cabeza de papa
Jorge Etcheverry
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Cabeza de papa. Más bien es que el hombre tiene la cabeza cubierta por una media, que le aplasta la nariz y los labios. Por eso es que en el sueño uno no lo puede reconocer. Las pestañas vueltas hacia arriba por la media dejan ver unas líneas de los párpados rojos, también dados un poco vuelta. En la parte de arriba de la cabeza hay una especie de moño: es el resto de la media. Más bien como una especie de colita parada que le da al tipo un aire medio ridículo. Tiene las mangas de la camisa remangadas. Los antebrazos velludos le terminan en unos guantes de goma que sostienen un instrumento filudo: unas tijeras o un cuchillo. No puedo ver bien, la pieza es o está medio oscura. Hay un poco de luz que debe entrar por una ventanilla que yo no alcanzo a ver, a lo mejor hay un tragaluz. Porque lo que sí es que la poca luz que hay es luz de día. En el cuarto hay una ampolleta que cuelga de un alambre del techo y que evidentemente no está encendida. Se me escapan muchos detalles. Cabeza de chorlito, eso me dice mi señora porque me estoy poniendo muy olvidadizo, las llaves del auto, algunas cosas en el supermercado, aunque ella me hace una lista. En fin. Pero a todos nos va pasando eso con la edad. El cabeza de chorlito soñando con el cabeza de papa, me dice mi señora cuando le cuento por enésima vez el sueño. Lo toma a la risa y a veces nos reímos juntos. Dale mis saludos al cabeza de papa cuando lo veas de nuevo, me dijo una vez. Mi mujer es muy dicharachera, tiene muy buenas ocurrencias. Los cabros salieron más a mí, son más serios. Pero la mocosita salió más a ella, de carácter más liviano, más risueña. Pero es bastante seriecita, no se crea. No se ríe en la fila, como decíamos antes. Eso es todo lo que me acuerdo, sino fuera porque parece que el hombre está como inclinado sobre una mesa y en la mesa hay un cuerpo que parece desnudo, que no se mueve. El hombre podría ser un doctor pero no tiene un delantal blanco—no un delantal, porque entonces tendría que ser un carnicero—no tiene un guardapolvos blanco, o verde claro, o celeste, como tienen los doctores, que además por supuesto que no se ponen una media en la cabeza. Pero eso es lo que sueño. No siempre, no todo el tiempo, no muy a menudo. Además que en general casi no sueño, así es que usted verá. Usted es el especialista, no yo. No, no tengo muchos problemas personales ni en el trabajo. Fuera de los problemas que tenemos todos, claro está, usté sabe como están las cosas, pero en general y con todo y acercándome a los sesenta creo que estoy bastante bien. Ese examen de la próstata de que le contaba no nada de doloroso, además de que salió negativo. Era más bien la idea lo que a uno le daba nervios. Meterle una sonda por ahí a uno cuando uno está despierto. La idea nomás basta para que uno no duerma tranquilo cuando se acerca la fecha del examen. Y como le digo no duele nada porque a uno le ponen anestesia local—porque no me gusta la idea de la anestesia general, en una de éstas uno no despierta. Claro que son ideas que a uno le bajan y no tienen nada que ver con la ciencia. Y uno no está desnudo sobre una mesa ni menos boca arriba. Usté tiene puesto un delantal azul que le amarran en la espalda para proteger el pudor, lo ponen a uno de lado y uno siente algo que le meten por ahí pero no duele nada y además escucha los clics de las fotos que van sacando. Aparte de eso todo anda bien, a veces un resfrío, o a lo mejor es la alergia. A veces el cuerpo en esa mesa como que se mueve un poco. En el sueño todo se ve medio borroso, la persona sobre la mesa entonces no está inconsciente, o anestesiada, a lo mejor tiene los brazos amarrados, y las piernas. En las operaciones supongo que los pacientes que van a operar están dormidos por la anestesia y no se mueven para nada. A mí cuando me sacaron el apéndice, claro, yo estaba anestesiado, así es que no hablo por experiencia propia. Ahora último no es que sueñe más que antes, pero me acuerdo bastante del sueño cuando estoy despierto y eso me anda trayendo un poco inquieto, nervioso, de repente estoy manejando o me estoy lavando los dientes, pongamos por caso, frente al espejo del baño y se me aparece la imagen de ese hombre con la cabeza de papa y con el cuchillo o las tijeras en una mano, mientras con la otra parece que le está sujetando la cabeza a la persona tendida en la mesa, que parece que tiene la boca abierta. Pero como le digo no se ve mucho, como que uno tuviera puesta una red o una media frente a los ojos, que es la misma que no lo deja a uno respirar muy bien y es entonces que uno se despierta medio agitado, traspirando y la agitación es mala para la presión, que la tengo medio alta y eso es cosa de familia, mi viejo se murió de un infarto, claro que no había los adelantos que hay ahora. Pero el dolor de cabeza me dura un par de horas y no me puedo concentrar muy bien, y tengo que estar concentrado en mi trabajo. Son pelos de la cola, pero a esta edad uno tiene que cuidarse—aunque a la postre todos vamos a ir a dar al patio de los callados, como se decía antes, o vamos a doblar la esquina, que es otro dicho que había antes. O nos va a llegar al pihuelo, que también es una cosa que se decía antes, cuando yo era muy cabro y estaba recién empezando a trabajar en el Departamento y nos contábamos chistes y fumábamos para aplacar un poco los nervios. Es la primera vez que vengo a ver a un especialista, en el Servicio me dijeron que usted era muy bueno, de los mejores, de mucha confianza y que había visto a bastantes personas de la oficina que todavía tenían esos problemas pese a que ya han pasado tantos años.