Proyecto Patrimonio - 2016 | index | Jorge Etcheverry | Autores |
Rapto por extraterrestres
Por Jorge Etcheverry
.. .. .. .. ..
La nave se posó en medio de un terreno pavimentado muy grande que rodea a un estadio que a esa hora —las seis de la mañana— estaba desocupado. Este es un campo deportivo abierto a la comunidad. Hay una puerta de reja por la que los vecinos pasan para acortar camino a través de las pistas desiertas cuando no hay juegos, hay además un edificio cuya arquitectura imita un poco una iglesia ortodoxa. Pero todo eso ahora lo quieren demoler para instalar un mall y unos edificios de departamentos, creo. Hay mucho espacio vacío. Además la nave no se veía, parece que ellos hacen vibrar los fotones y no se ve nada, eso al menos es lo que me pareció entender. Si alguien hubiera sido testigo, lo único que hubiera visto habría sido un tipo flaco —yo— que fumaba y conversaba con alguien que a la distancia era indudablemente una mujer, con ropa negra muy ajustada y con el pelo casi blanco. Es que parece que no tienen muchos pigmentos o que la piel se les ajusta a las emisiones luminosas de la estrella del sistema de que se trate y que les cambia el color, eso también es algo que me pareció entender. Pero esto no es nuevo para mí, y de alguna manera lo estaba esperando. A mí ya me habían raptado esos mismos extraterrestres hace como veinte años, o quizás más, una vez que estábamos acampando cerca de un lago que queda a no más de una hora en auto de esta ciudad. Salí de la carpa a orinar tempranito en la mañana, entonces fue que pasó. Cuando los extraterrestres me devolvieron me encontré con que todos me andaban buscando hacía como una hora y les dije lo que me había pasado. Por supuesto que creyeron que les estaba tomando el pelo. Volviendo a la ciudad, al día siguiente en la tarde que era lunes tenían que hacerme un examen, lo que me había tenido sin dormir. Le tengo horror a la anestesia y al día siguiente en el hospital me enteré de que me iban a meter una sonda por la uretra, para tomar fotos adentro. Yo creía que tenía cáncer a la próstata y eso también me tenía bastante preocupado, aunque mi familia decía que estaba histérico. Yo tengo fama de hipocondríaco. Bueno, ante la alternativa de la anestesia y que me metieran la sonda despierto, pero con una crema anestésica, el día de la operación me decidí por esta alternativa, pero me vinieron un dolor y unos nervios salvajes y parece que me desmayé. La doctora me dijo que no me podía haber dolido, que tenía que ser sicosomático y al día siguiente me lo hicieron con anestesia. En realidad, lo que pasa es que me habían quitado el ativán como una semana antes, porque tenía unos problemas nerviosos que habían ido aumentando en los últimos meses hasta culminar en que me daban varias convulsiones al día, en el lado izquierdo, pero no perdía la conciencia. Imagínese. Al comienzo me habían dado dilantín, un neuroestabilizador muy bueno, porque pensaron que tenía epilepsia, pero los electroencefalogramas y el escán habían salido todos negativos. Ahora que lo pienso bien, en ese tiempo no existía todavía el diagnóstico lo que por aquí llaman el Post-traumatic stress disorder (PSTD). Yo había llegado hacía un par de años de mi país como refugiado político y a lo mejor eso era lo que estaba en el fondo del asunto. Una reacción un poco retardada. Bueno. Pero volvamos a lo que estaba contando. La cosa es que más adelante y por lo que aparecía en la tele sobre raptados, el área 51 y así por el estilo, fui un par de veces a un grupo de apoyo para gente que había sido raptada por extraterrestres, que se llamaba el Alien Abductees Support Group, que en términos generales se juntaban y describían experiencias bastante parecidas a la mía, incluso hasta en los detalles, y parecía gente bastante aproblemada, algunos estaban traumatizados muy de veras. Cuando me tocó a mí el turno de hablar añadí algunos detalles que nadie había mencionado, y no lo hice para vanagloriarme —tengo bastante buena memoria— pero la cosa no funcionó muy bien porque después les dije que a mí el rapto no me había afectado mucho. Me empezaron a hacer el vacío y al final no fui más, además de que no sacaba nada en limpio. Estaba en medio de mi separación y en un mes tenía que volar a mi país de origen a ver a mi madre que estaba enferma, y le tengo un miedo pavoroso a volar. Eso era lo que me preocupaba en realidad en ese momento y me había metido en ese grupo un poco más bien para distraerme.
Bueno, cuando me llamaron para decirme que me tenían que ver otra vez —por teléfono— les dije que bueno, que no había problema. Por esas sesiones del grupo de apoyo y por lo que uno lee o ve a menudo en los medios, en las repeticiones de los X files o por el web, yo sabía que los extraterrestres hacen seguimiento de sus sujetos a veces. Que hubieran elegido el teléfono era obvio, ya que ahora toda la atención de los organismos de inteligencia y seguridad está volcada en el web, la internet, Facebook y Twitter, estos medios de comunicación social que se dice que son chispas que pueden incendiar praderas —o desiertos, como en el caso de los árabes— aunque uno que en su ya remota juventud fue marxista sepa las razones estructurales de esos acontecimientos que aparecen tan repente brotando como de la nada. No puedo menos de recordar —y perdóneme este paréntesis— que justamente fueron los rusos, específicamente Vasilief, discípulo de Pavlov los que han hecho los experimentos más serios sobre telepatía, e incluso han defendido por décadas la tesis de la vida en otros planetas de la galaxia. Lo que pasa es la gente que sigue a las sí llamadas religiones del libro —la Biblia—, que es la mayoría, han llegado a tener la curiosa noción de que el mundo lo hace Dios y crea a la vida y a los hombres como una excepción especialísima y los pone a los perlas en el centro del universo. A su imagen y semejanza más encima. Uno diría que es una buena compensación para un complejo de inferioridad el caballo de grande que parece que tienen casi todos los varones del género humano, por eso la pica que en general se les tiene a las mujeres, que como pueden producir vida hacen que los fulanos se sientan todavía menos imprescindibles. Además de que ya se ha probado que las mujeres pueden reproducir la especie sin necesidad del hombre— pero no a la inversa. La única otra alternativa es crear inteligencia artificial autorreplicable, y parece que ya se está experimentando con eso. Pero me estoy yendo un poco por las ramas otra vez. Para que vea cómo estoy cayendo en esa misma subjetividad que se supone que uno por convicción y doctrina debiera rechazar, o a lo mejor son los pícaros años. Bueno, pero me sigo yendo por la tangente. La sobrina de la señora que me arrienda el departamento iba a ir conmigo para grabar y tomar video con su celular, no me pregunten cómo, yo ni siquiera tengo un celular. O parece que era un Ipod. Ella está en el último año de la secundaria y es una niñita que se saca siempre excelentes notas, habla inglés y francés y sabe bastante español y portugués. Ella quiere usar ese material para un proyecto del colegio y a lo mejor pone algo en facebook más adelante. Claro está que —le dije— ella tenía que tener primero el consentimiento de los extraterrestres. Conmigo no había problema. Además, como están las cosas en la tecnología se puede falsificar casi cualquier imagen, así es que de todas maneras no le iban a creer. Pensó un poco y me dijo después que le podía servir para su clase de Creative Writing. Ella llegó un poco atrasada a la cita y yo la presenté. Si el observador del principio hubiera estado mirando, podría haber visto a ese tipo flaco, de edad imprecisa y fumando que hablaba con esa mujer alta de negro y que después llega una niña flaca, de anteojos con su celular o Ipod. Ella apareció justo cuando teníamos que entrar a la nave —que yo no veía tampoco— y lo primero que Joyce le preguntó a la extraterrestre fue que para qué me iban a llevar —y dónde. Entonces fue que la mujer le dijo eso de los fotones que vibraban.
En resumidas cuentas y para abreviar se trataba que yo iba a tener que hacer el amor con esa hembra extraterrestre para crear un stock híbrido. Le explicó a la chiquilla que en lugar de un óvulo ellas podían generar miles de una sentada y que además a unos cuantos cientos de los embriones los iban a clonear para ponerlos en las incubadoras. La primera vez que me raptaron me habían llevado a una Mother Ship, que no era muy grande, debe haber tenido a lo más unas seis cuadras por unas tres, bastante chica, y un alto de unos trescientos metros, así a vuelo de pájaro. Había vegetación, agua, unas hileras como de casas en un lado y se veían unos seres que volaban. Claro que si uno estaba adentro o en la superficie. Era como un huevo y había una luz ambarina, medio crepuscular. Desde lejos no se veía nada, el puro cielo negro tachonado de estrellas. Si aparecía en los radares no sé, ahí no me meto. Tienen tres especies de homínidos que se desarrollaron todas en el mismo planeta, no sé exactamente dónde, aunque me mencionaron nombres de galaxias o constelaciones, no le pego mucho a la astronomía. Esas tres especies son la gente normal, como esa mi interlocutora y eventual pareja, los que vuelan, que tienen alas y todo y en la mitología terráquea serían los ángeles, y los que viven en el agua, las sirenas. Parece que en mi apareamiento yo iba a tener relaciones con una hembra de cada especie, pese a mi edad y condición, ya que aparte de una cosa que me dieron parecida al viagra, debe ser, me dieron un líquido que me dijeron que me iba a multiplicar los espermios. No sé si esos embriones resultantes los van a usar para repoblar la tierra después de una especie de borrón y cuenta nueva, o si están destinados a otro planeta quién sabe dónde. En todo caso y para hacer que las cosas tengan a futuro con más equilibrio, más sustentable como se dice ahora, decidieron que si hay una especie marina, otra aérea y una terrestre, va a haber más respeto por el habitat en general, no como ahora, y van a tener que respetarse entre ellos. Lo otro que creí entender es que no están muy conformes con unas decisiones tomadas antes, enmarcadas en algo así como la autodeterminación de los planetas, en respeto de la que mandan de vez en cuando advisers pero después dejan que los naturales se las barajen, con resultados calamitosos, parece, no tan sólo aquí en la tierra. Cuando me depositaron de vuelta en el concreto no estaba ni cansado y me pereció que habían pasado unos minutos. Joyce estaba sentada fumándose uno de mis cigarrillos y me dijo que habían pasado como dos horas. Nada, ni voces ni imágenes habían quedado registradas en su aparato y me dijo que iba a decirle a la tía que yo le había estado enseñando español y que por favor no le dijera que yo la había pillado fumando.
Cuento fue publicado en “Espacio austral”, antología de ciencia ficción chileno argentina, de Sergio Gaut vel Hartman,
publicado en Chile por Contracorriente, Santiago, 2016