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Recados de un poeta menor, de Omar Cid

Por Jorge Etcheverry 



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Los poemas de este breve poemario son en general breves, escuetos y directos, lo que no quiere decir que sean simples, ya que se inscriben en diversos contextos. Destaca entre ellos el nivel metapoético o más bien metaliterario. Pero no solo se tematiza o comenta el texto poético en tanto tal, sino que además el referente de estos “Recados de un poeta menor” son las circunstancias y contexto de esta poesía y su producción. Esta temática es preponderante en 13 de los 20 poemas de este libro, y entre ellos se incluyen varios textos más estrictamente metapoéticos, como Belleza (p. 15):

Las palabras enmudecen ´
no hay poema posible
un torbellino de fonemas
acecha
Como el sudor de los condenados
a morir sin nombre.

Esta referencia al quehacer poético y las condiciones y determinación concretas de su producción está presente ya desde el título, “Recados de un poeta menor”, que apunta quizás paródicamente, a la jerarquización de los poetas entre mayores y menores que es general—mundial o global—, pero que tiene especificaciones culturales y nacionales y por supuesto una versión nacional chilena, que se conecta por ejemplo con la clasificación que suele hacer la crítica de “poetas históricos” dentro de un grupo, época o generación, con respecto a otros coetáneos con menor difusión o más excéntricos. Estos y otros componentes de los mecanismos del estatus literario de los/las poetas se entienden y toman sentido para el lector de este libro en la medida en que inscriben en el marco más amplio de la institución literaria, textos, contextos, instituciones educacionales y bibliotecas, el mercado del libro, la crítica y promoción de obras y autores—en los medios de comunicación—y el análisis ya más sofisticados en revistas especializadas, la canonización en planes de estudio y antologías nacionales. Esto a nivel de una tendencia básica al consenso, sobre todo en el caso de Chile, donde hace unas décadas, había un solo crítico cuyo juicio era realmente decisivo en materia de poesía. Lo anterior a su vez matizado por la vigencia de una problemática, una época, un abanico axiológico. Este comentario para explicitar el referente sociopoético en gran parte implícito. Con esto queremos decir que este libro está firmemente “situado”, es decir contextualizado y escrito hacia un lector destinatario que es chileno y de alguna manera culto, poseedor de conocimientos literarios generales y locales y de alguna manera interesado en la política o sensible al acontecer socio político. Lo anterior queda de manifiesto en el poema “Nosotros”, de la página veinte, que despliega una polémica interpoética chilena, muy situada en un contexto determinado y de alguna manera dirigido a un público que ya está en alguna medida en antecedentes de lo que se tematiza. Que tiene las claves. En este poema, en que se trenzan la temática poética y la social, se encara a los poetas que habrían entrado en el sistema y habrían sido galardonados o reconocidos, mientras otros— incluido el emisor poético, o el personaje creado o segregado que nos habla como lectores en este libro— luchaban contra la dictadura y hacían poesía en la clandestinidad.Pero el poema es entendible y asimilable en general, porque se hace asequible gracias a una economía y concisión formales y al acierto en la elaboración de las imágenes que muestran la situación, circunstancia o reflexión de que se trata (correlato objetivo). Esto resulta en una poesía que es directa—y que en el caso de este poema permite que esta polémica poética gremial la entienda el lector en general—. Pero no se trata de una poesía simple, ya que si lo fuera no podría comunicar a la vez hacia estos dos niveles de lectura una situación que no se arraiga en el abanico de los lugares comunes líricos, siempre más o menos universales, sino que brota de circunstancias históricas muy determinadas.

NOSOTROS
A nosotros nos instruyeron
en cuestiones tan útiles
como mecha rápida y lenta.
Ustedes en cambio
escribían a la soledad
a las jodidas palomas
a las manzanas verdes y rojas
en los dias de estado de sitio.
Nosotros bañábamos las paredes
de consignas rudimentarias
Ustedes practicaban el deporte de las palabras
coleccionando repeticiones
para honor y gloria del próximo caído.
Nosotros sudábamos
la gota gorda
huyendo de la parrilla
y los versos quedaban almacenados
en los bolsillos de la memoria,
Debido a eso/ cuando los miro
elevando el pecho al horizonte
y doblegando el lomo
esperando financiamiento,
No hago otra cosa
que amontonarlos
coma hojas disipadas
por el calendario.

Entre los otros poemas de este libro que tematizan, como decíamos, el acto, las circunstancias y visicisitudes del escribir y de la escritura, principalmente poética, se pueden mencionar “Arte poética” (p.9), “Se niega” (p.10), “Paradoja” (p.11), “Exordio” (p.12), “Escribir” (p.13), “Belleza” (p. 14), y otros. En estos poemas no está ausente el aspecto lírico, que predomina por ejemplo en poema “Cuando llueva” (p.30), y es un componente importante en otros textos, ya que engancha emotivamente al lector con otros elementos presentes en el poema. La memoria tiene una presencia relevante, ligada al quehacer poético y sus circunstancias, como en “Memoria”, (p,14), y en (Se niega, p.10), donde el personaje poeta “Dice buscar gotas de rocío/o pedazos de memorias”. La memoria aparece también vinculada a las instancias líricas presentes, y a aspectos del espacio político social que otorga un marco al universo imaginario referencial de los poemas. Se advierte además un sesgo urbano santiaguino en el espacio que despliegan los poemas, con sus hitos, como la Vicaría, la Alameda, la Biblioteca Nacional, Morandé, el Barrio Bellavista, que también son íconos políticos. Además se afirma el carácter fragmentario e inacabado de esta poesía. “toda mi poesía/un canto a medias” (Todo vale, p.33). En esta voluntad, que pudiera llamarse minimalista, de registrar los acaeceres cotidianos, escribir poesía al vivirlos o recordarlos, testificar una experiencia política fragmentaria y frustrada, se podría señalar una nueva versión, contemporánea y urbana, del yo minimizado, más suelta y menos dramática que su predecesora. Incluso en el título, no se trata de palabras, confesiones, consejos, advertencias, etc. El poeta desea darnos un “recado”, más circunscrito, casual y de alguna manera familiar, que a la vez comporta un nivel más íntimo.

Dentro del despliegue de la concepción de poesía del autor, en el poema “Se niega” (p.10), se descartan tres versiones (o concepciones) de la poesía. La primera, es la negación “a lamer la sombra de Narciso” (ya no el Narciso sino su sombra, distante, mediada, degradada, eonizada). La segunda es la negación “A tragarse los jueguitos de género”, que alude a los géneros literarios, sus prescripciones o falta de las mismas, su camisa de fuerza, y la tercera es a “… confundirse/ con los etnógrafos/del sol naciente”, para mí una clara alusión a los minisubgéneros japoneses que nunca pasan de moda en algunos círculos. En la segunda estrofa de este poema, el hablante poético se decide por una poética minicrónica, fragmentaria y casual:

SE NIEGA
A lamer la sombra de Narciso
A tragarse los jueguitos de género o confundirse
con los etnógrafos
del sol naciente
Dice buscar gotas de rocío
o pedazos de memorias
en los estantes de La Vicaría
cuando los demás duermen

Eso para demostrar la productividad de las alusiones en estos poemas, sin embargo tan simples, en este breve poemario que tematiza básicamente la producción poética, su contexto de base, el acontecer urbano, teniendo como referente la realidad política de las últimas décadas, su geografía e hitos, que se entregan en esguinces laterales, pero que construyen la raigambre concreta del discurso poético: “En mi poesía/La Sede Sur de la Universidad de Talca/sigue siendo tomada” (Un canto a medias, p.32); “llueve y tu espalda se pierde/por la calle Moneda” (Cuando llueva, p.30), “Escriben para el lector del Barrio Bellavista” (Calle Morgue, p.25).

Por último, habría que celebrar a las pequeñas editoriales, que posibilitan que voces nuevas, marginales o intersticiales empiecen a ejercer su influencia, ya que las editoriales establecidas, por el hecho de serlo, corren el riesgo del anquilosamiento y la sumisión al mercado. El poeta en cambio nos recomienda “Sigue firme en tu trinchera de los desclasificados”.



 



 

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