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Entrevista a Andrés Fisher: Poeta de la observación y la intertextualidad

Por Julián Gutiérrez

Andrés Fisher es de aquellos poetas lúcidos, plenamente conscientes de su oficio creativo. Actitud profesional que lo hacen dueño de un rigor formal y reflexivo, evidente en toda su obra, catalogada como de "elaborada sistematización" y capaz de "emocionar intelectualmente".

Considerado como uno de los poetas chilenos más brillantes de la denominada generación del 87, inicia su trayectoria literaria a fines de la década del 80 en Vaparaíso, donde compone Ocularmente ávido (1992). Luego viaja a España a principio de los 90, donde integra el Colectivo Delta Nueve, junto a Benito del Pliego, Pedro Núñez y Rodolfo Franco, con quienes produce publicaciones y exposiciones que combinan poesía y gráfica. En este contexto edita la plaquette Estados y extremos (Madrid, 1994), Composiciones, escenas y estructuras (Madrid, 1997), y Hielo (Valencia, 2000), obra con la que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Gabriel Celaya 2000. Desde el 2004 vive principalmente en Estados Unidos, donde enseña literatura y sociología en Appalachian State University en Boone, Carolina del Norte, y da talleres de escritura creativa en poesía en Fuentetaja, Madrid.

Después de más de 18 años de desarrollo creativo fuera de Chile, hoy ha querido compartir con nosotros, aspectos de su propuesta poética y de su último libro, Relación, editado por fin en nuestro país y cuya estructura da cuenta de variaciones sobre la poesía épica, partiendo por Homero y llegando hasta los cronistas de la conquista, y textos basados en observaciones sobre Castilla, tierra de la que el poeta se siente cercano tras de haber vivido en ella por más de quince años y haberla recorrido sistemáticamente con veneración y regocijo.

- ¿Cómo ocurrieron tus inicios literarios acá en Chile, en términos de ambiente, amistades e inquietudes?
- Mis inicios literarios fueron bastante tardíos, sobre los 20 años. Tuvieron relación con una inquietud vital que durante años buscó una dirección. Tuve una muy buena educación aunque mucho más enciclopédica que intelectual de la que saqué un interés por las ciencias sociales y la literatura, si bien por motivos personales y también de la situación sociocultural de aquellos años en el país, acabé en la escuela de medicina. Allí, siguió desarrollándose el interés por la literatura en general y la involucración en el movimiento estudiantil fue importante en este sentido por ampliar notablemente la limitada experiencia que ofrecían las universidades chilenas en esos años de la dictadura. El descubrimiento del Neruda de las Residencias fue vital y eso me llevó a Huidobro, a los surrealistas franceses, especialmente Artaud, y a la neovanguardia chilena de Martínez, Zurita y Maquieira. El otro hito fundamental fue Ennio Moltedo y su libro Mi Tiempo. Esto estableció una relación poderosa con la poesía y fue el estímulo para comenzar a escribir. Luego vinieron los contactos personales con los poetas Alejandro Pérez y Luis Andrés Figueroa, que fueron esenciales para mí, con los que desarrollamos un proyecto como fue una publicación llamada Pequeña Muerte. Cuando todo eso ocurría, me fui a España y Madrid fue una ciudad muy propicia para la poesía y los contactos de todo tipo.

- ¿Cómo definirías tu proyecto poético o escritural?
- Mi proyecto de escritura es uno que se interesa mucho por el lenguaje. Por la forma en que se lleva a cabo la escritura, sin que esto signifique una alusión a lo clásico; por la estructura que se encuentra y que subyace a la poesía. Es un proyecto muy interesado por la noción del poema como objeto, en esa línea poética y teórica en la que podemos mencionar a Haroldo de Campos, Eduardo Milán o Benito del Pliego, solo por citar a tres. Al mismo tiempo, es una poesía que se basa mucho en la mirada, haciendo suyo aquello de algunas culturas anteriores en las que solo se escribía de aquello que se puede ver, aunque esto se decante en una dirección opuesta a la de las poéticas de corte realista. Esto en mi caso, más que una decisión consciente es algo que ha ocurrido, un troquel que se ha presentado. Por otro lado, es una poesía que se construye en un constante diálogo con otras voces poéticas, en algo que es muy propio de los tiempos que vivimos, los postmodernos, con esa noción en que todo ya esta hecho, que la originalidad no es posible. La intertextualidad es algo muy presente en mis textos y más aún, me gusta hacerla explícita, citar la fuente con la que trabajo. Sin duda no es una poesía temática, sino que este aparece de forma indirecta, fragmentado.

- ¿Qué factores consideras determinantes en el proceso creativo?
- Mi poesía no es una de la inspiración, sino de la observación. Esto tiene relación con lo que alguna vez he llamado como la educación de la mirada. Establecer un campo y una manera de mirar y aplicar eso en el territorio del poema. Una metodología poética, aunque por supuesto de carácter no positivista, que establezca una aproximación constructiva. Es una poesía interesada en esa capacidad del lenguaje poético de decir cosas que de otro modo no podrían ser dichas, sin que esto signifique una vocación de oscuridad o hermetismo. Con esto he citado a Gamoneda. Una poesía que funda una realidad propia en el campo del poema y que se aleja de la representación, en lo que ha sido un paso clave en el desarrollo del arte contemporáneo. Otro elemento esencial es el de la lectura y el diálogo que se establece con otras voces o propuestas poéticas, cuya materia destila en la propia en un proceso de hibridación, de mestizaje.

- ¿Qué criterios usas para identificar un buen poema?
- Cabral de Melo dejó dicho en los cincuenta que es prácticamente imposible definir los elementos propios de un poema moderno, dada la vastedad que esto supone hoy en día. Esto se relaciona con aquel verso de Nicanor que dice en poesía se permite todo. Y también con las nociones postmodernas de la relatividad de lo verdadero y lo bello. De ahí las dificultades de los juicios absolutos. Dicho esto, los criterios que uso son un poco los que he esbozado en las líneas anteriores. El rigor, la consciencia del lenguaje, una aproximación crítica a los temas más recurrentes de la poesía sin que desde luego esto signifique su abolición, sino solo un abordaje cuidadoso, consciente, por seguir con aquel poema de Nicanor, de que ha pasado demasiada sangre debajo de los puentes para seguir repitiendo lugares comunes. Me interesa y aprecio mucho la presencia de unos signos de identidad que se desarrollen a lo largo de toda la obra, que esta tenga un hilo conductor que la identifique y le dé solidez.

- ¿Cómo nace y toma cuerpo tu último libro, Relación?
- Relación es un libro que se inicia inmediatamente tras la publicación de Hielo, a fines de 2000 y que desde el comienzo intenta situarse y profundizar en la forma de la escritura desarrollada allí. Se trata, como he venido esbozando en estas líneas, del desarrollo de una forma de escritura, de una manera común de vertebrar el lenguaje poético, algo que me interesa como lo que más, en lo que tiene que ver el interés por lo constructivo. Se siguen cultivando entonces, el interés por la observación y por la intertextualidad. En Relación se mantiene el interés por la serie y si en Hielo esto se manifestaba en series como Escenas, Los Poemas del Hielo o Variaciones, en Relación están las series Castilla y Variaciones que en realidad son dos, la que tiene relación con la épica y la que se toma como partida poemas contemporáneos. También hay una muestra de haiku, que es el otro proyecto en que he estado involucrado en estos años y del cual tengo un libro. El libro se estructura en torno a ellas y a partir de ahí también hay poemas individuales pero que también intentan compartir las señas de identidad comunes que son las que dan un sustrato a la obra. Elementos del libro, tal como los haiku, se ha ido publicado fragmentariamente en revistas y antologías, pero ésta es la primera edición del libro como conjunto, lo que me alegra suceda en Chile; pues estaba pensado para aparecer en España, pero su publicación se ha ido retrasando hasta que sorpresivamente apareció esta generosa y muy buena oportunidad de publicarlo allí, además con una rapidez inusual, lo que me alegra y espero sirva para iniciar un diálogo más directo con la poesía chilena, ya que tras casi 20 años viviendo fuera, este se limita a contactos individuales.

 

 

 

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