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Diego Zúñiga: "Estos personajes dudan de la adultez"
Niños héroes (Literatura Random House. 2016)
Por Javier García
Publicado en La Tercera, 29 de julio de 2016
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Su vida está marcada por los largos trayectos. “Yo conocí la ciudad arriba de las micros”, dice Diego Zúñiga, de 28 años. Criado en Iquique, adolescente llegó a Santiago. En la semana viajaba desde Maipú a Las Condes para ir al colegio.
“La ciudad también se vuelve hostil si no vives en un lugar grato de Santiago Centro o Providencia. ¿Qué tiene que ver Las Condes con Estación Central? ¿Ñuñoa con La Granja? La ciudad es muy diversa”, agrega el escritor y periodista de Qué Pasa, quien en Niños héroes, su primer libro de cuentos, se aleja del paisaje del norte que marcó sus novelas Camanchaca (2009) y Racimo (2014).
Editado por Literatura Random House, los 10 relatos de Diego Zúñiga, quien vive en Ñuñoa y trabaja en Huechuraba, no solo tienen a la ciudad de protagonista, sino también son una suerte de despedida generacional de la infancia. Sus personajes son escolares, adolescentes y jóvenes. Algunos leen a Charles Bukowski y otros quieren ser futbolistas. Gran parte de ellos está al borde de ingresar a la vida adulta. En la historia que abre el ejemplar, un grupo de alumnos se prepara para asaltar el banco de Kitzania al momento de su visita. “Teníamos que ponernos a trabajar para conseguir un poco más de plata, como si efectivamente fuéramos adultos”, dice el narrador de La ciudad de los niños.
Mientras, en Cabezas negras, jóvenes de un curso del Instituto Presidente Errázuriz raptan a unas niñas del colegio Villa María y capturan la atención de una sociedad que comienza a sentir la crisis de la educación. Y en el cuento Un mundo de cosas frías una pareja decide dormir en departamentos pilotos de edificios en construcción.
“Creo que es una cuestión muy de generación, escribir sobre el paso a la adultez, de quienes bordeamos los 30 años. Pero lo que lo diferencia de muchos relatos generacionales de ahora, es que estos protagonistas dudaban de la adultez, pero como no eran de una clase privilegiada no pueden dudar completamente. La adultez era la vida real que había que asumir. Aunque es raro ser adulto”, señala Zúñiga, quien cierra el libro con La tierra baldía, la historia de una joven que trabaja en una revista deportiva y que cada día debe cruzar la ciudad para llegar a su trabajo, ubicado en Ciudad Empresarial.
Desde su salida, Niños héroes ha tenido críticas mixtas. “Embelesar, ocupar palabras de más, también es literatura, pero en un estilo tan escueto como el de Zúñiga (...) el fracaso suena como un vendaval de platos rotos”, escribió Tal Pinto en The Clinic. “Zúñiga apela a la profundidad a partir de los detalles; apunta al rescate de la memoria y del pasado (...) como aquel lugar indispensable para entender el presente como antesala de un futuro del que nadie nos ha prometido nada”, anotó Patricio Jara en Qué Pasa.
Otros terrenos
Desde que empezó con la redacción de sus primeras historias, Diego Zúñiga quiso escribir una novela. “Entonces no me interesaba el cuento”, dice, hasta que leyó, con 17 años, el libro La geometría del amor, de John Cheever. “Lo comencé a leer y no lo podía creer. Me dejó en el piso. Los mejores cuentos de Cheever son siempre novelas bien comprimidas. Están a otro nivel. Así descubrí la tradición norteamericana”, comenta, y agrega sobre escribir cuentos: “Yo con suerte escribo al año un cuento legible. Es un género difícil, admiro a la gente que debuta con un buen título de cuentos. Es un género del que tengo mucha conciencia, porque he dado talleres sobre el tema. Creo que en el relato se nota mucho el artificio, en la novela igual, pero como es más grande, puede aguantar cierta artificialidad”.
Zúñiga deja registro de sus experiencias en sus narraciones, pero no hace autoficción: “Me hace ruido lo autobiográfico como escritura. Hay gente que con su vida es capaz de hacer cosas maravillosas como Knausgård, pero también me gusta que la literatura sea un terreno para experimentar cosas”.