La escritora argentina, que acaba de recibir en su país el Premio Konex de Brillante a las Letras, llegará a Chile el próximo 19 de diciembre para participar en la Furia del Libro. Y aterriza con una nueva obra: Pero aun así. Elogios y despedidas. Es el primer título que saca tras el accidente cerebrovascular sufrido en 2021 y que la mantiene con parte de su cuerpo paralizado. “Pienso militar por la eutanasia”, asegura la autora de Teoría de la noche y Black out.
Es su primer libro tras sufrir, en julio de 2021, un accidente cerebrovascular (ACV). Se llama Pero aun así. Elogios y despedidas. La escritora argentina María Moreno, de 77 años, ha perdido la movilidad de parte de su cuerpo, pero no el humor, menos la ironía y la agudeza con que ha construido una obra que la mantiene como una de las cronistas más importantes de Latinoamérica.
En este nuevo volumen de “microensayos”, María Moreno cuenta que ya no escribe con su mano derecha y que se traslada en una silla de ruedas eléctrica. “No pretendo inspirar conmiseración. Siempre estuve, en el pasado, acostada o sentada, o bien dirigiéndome a un taxi. (…) Fue muy difícil convencer a los líderes de la autosuperación de que no quería caminar a la edad de morir o de durar. Escribir fue otra cosa, dado que no era zurda”, señala quien ahora apunta sus creaciones en la computadora solo con el dedo índice de su mano izquierda. Su propia escritura, barroca, de largos párrafos y enumeraciones, cambió: ahora es más bien una síntesis de esa misma construcción.
Feminista, escéptica, rabiosa y autora de una obra singular, que recoge el retrato social, político y marginal, la autobiografía y la ficción, María Moreno recibió a mediados de noviembre pasado, en Argentina, el Premio Konex de Brillante a las Letras 2024. Pero ella no asistió a la ceremonia de entrega. Se quedó en la casa donde ahora vive en Palermo, y que alguna vez habitó el escritor Ricardo Piglia. El premio lo recibió su hijo Manuel y su amiga, la actriz Cristina Banegas.
En ese discurso a distancia, María Moreno, Premio Manuel Rojas 2019 en Chile, señaló que “la silla de ruedas es muy top: la usan las Madres de Plaza de Mayo, Charly García y el Papa”, y después dijo sobre los escritores: “Solemos inventar ingeniosas razones para explicar nuestra vocación o vicio. Pero sospecho que en todos hay una razón oculta, y es que solo requiere de una birome (lápiz) y un cuaderno; en el peor de los casos, servilletas robadas y un pedazo de carbón”.
La autora de El affair Skeffington, Teoría de la noche, Oración y Black out tiene un estrecho vínculo con Chile. Recorrió parte del territorio antes de que asumiera la Unidad Popular. Luego, regresó cuando el país estaba viviendo la ebullición socialista y Moreno presenció la visita de Fidel Castro durante el gobierno de Salvador Allende. Más tarde, tras la dictadura, la narradora mantuvo una estrecha relación de amistad con Pedro Lemebel. “El pijoterismo timorato institucional le negó el Premio Nacional”, señala María Moreno.
Su relación con Chile vuelve a estar presente en la segunda parte de su nuevo libro, Pero aun así. Elogios y despedidas. “Una de mis patrias del corazón”, apunta en este volumen en el que aparecen Lemebel, Gabriela Mistral, Raúl Zurita, Alejandro Zambra y Enrique Lihn. Moreno estará en Santiago para la inauguración de la Furia del Libro, el jueves 19 de diciembre en el GAM. Dos días después, el sábado 21, en el mismo lugar, presentará la edición chilena de su novela El affair Skeffington, editada por Banda Propia.
—En la recepción del Premio Konex señaló, en el discurso que envió, que “este premio nos ha juntado a tantes con quienes pensábamos juntes en momentos distintos de nuestras vidas, que podemos considerarlo uno de esos bolsones de resistencia de donde saldrá una palabra nueva”. ¿Es la literatura un lugar donde puede nacer la unión, la reflexión y el consuelo? —O también puede nacer el odio y la rivalidad. Ja, ja, ja. Hablando en serio, existe el ánimo de que todas las categorías de pensamiento que conocíamos han caducado y que la mutación electrónica produce una excitación que impide diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. En Argentina podemos situar un mito de origen en el día en que el presidente dijo que la expresión “justicia social” era absurda. Esa es la versión de Franco “Bifo” Berardi, que propone desertar en todas las guerras actuales, la de Rusia y Ucrania, la de Israel contra el pueblo Palestino, un gran movimiento de abstención para los jóvenes que, por otra parte, están en peligro debido al cambio climático, nuevas pestes como la del Covid 19, de la que aún no hemos hecho el duelo… Pero hay otras visiones menos tanáticas, como las de la filósofa Luciana Cadahia, quien observa que en México, Chile, Colombia y Brasil hay procesos emancipadores y no debemos caer en nuestro complejo de excepción por la provisoria influencia de un presidente neoliberal obsesionado por la sodomía.
—¿Vamos de mal en peor? —Acaba de ganar, hace algunos días, el Frente Amplio en Uruguay, con José “Pepe” Mujica vivo. Sí, nos queda la palabra. Y esa palabra es entre compañeros y adversarios, no entre enemigos. No respondería al brutalismo libertario que no escucha ni quiere ser escuchado, y que se alegra del dolor que produce. Pienso que la palabra es indemne a la realidad, aunque hable de ella. Se puede censurar, entristecer, ocultar, pero siempre habrá fugas, como las clandestinas que se achicaban hasta el borde justo de la inteligibilidad en esos “caramelos” de los militantes. Se habla mucho de “imaginación política”. Pero digamos que se la desea.
—¿Cómo ha sido el proceso de recuperación del ACV? —En principio no lo vi como una merma, sino como una mutación y por fin como una integración a una diferencia, la de los “disca”. Que no me jodan por hablar en nombrede. Travestis, trans, no binaries… ¡Soy disca! ¿Humor? Yo siempre fui una humorista. No sé si se han dado cuenta. Antes me la pasaba sentada o acostada. Ahora también. Lo angustiante era al principio, no saber si podía volver a escribir. Ahora escribo con el dedo índice de la mano izquierda. Y muy lentamente, después del ACV retrasaba mis asociaciones que siempre fueron muy largas y barrocas, pero pronto volví a las andadas. También me costaba sostener un libro. Ahora los parto en dos o tres o directamente los desarmo, pero leo como nunca. Y poco a poco me negué a caminar y volví a pasar mi tiempo en la computadora.
—¿Qué escribe por estos días, qué obsesiones la llevan a pensar en un nuevo libro? —Estoy escribiendo sobre mi experiencia de mutación corporal en forma de microensayos. Sobre las prótesis, la condición de bípedos y una especie de relato a partir de los acontecimientos sobre la internación, los tratamientos y las tribus de la discapacidad, con un humor que no tendría que cancelarse porque es sobre mí misma o mediante testimonios que recogí.
—En su último libro, Pero aun así, cita el poema de Enrique Lihn, “Porque escribí”, donde el poeta anota en un verso “porque escribí porque escribí estoy vivo”. Finalmente, el que escribe y crea, apunta su contrato con la posteridad, más allá del cuerpo. ¿Cómo es su relación con el futuro y la muerte? —Esa frase de Lihn que oculto es lo que realmente quería decir y vos me la recordás. Pero tengo 77 años. Mi muerte no me sorprende y tampoco sería ningún escándalo, como tampoco mi parálisis. Pienso militar por la eutanasia, por la muerte por mano propia. La mayor parte de mis amigos murieron. Suelo hacer la broma: Y de mi quedó solo la mitad.
—Hace pocos días hubo una lectura colectiva de más de 120 autoras en el Teatro Picadero, ante el intento de censura en las escuelas de libros de Dolores Reyes o Gabriela Cabezón Cámara. ¿Qué problemáticas identifica en estos intentos de acallar o es una provocación más contra la creación y el arte? —Hay elementos de revolución por el absurdo. Prohibieron Cometierra y se vendió más que la última Premio Nobel de Literatura, Han Kang. Y se reunieron más de cien mujeres y varones para leerla. Lo que me preocupa es las acciones de un fascismo que influya en las conciencias bajo la forma de venias tácitas o, peor, de tácitos premios honorarios. La insistencia de la prensa en el crimen de Lucio (ocurrió el 2021; Lucio Dupuy, de cinco años, falleció debido a los golpes recibidos por su madre; ella fue condenada a prisión perpetua). Más allá de las irrefutables estadísticas que tienen a las madres como minoría en la violencia ejercida sobre los niños, se insiste en este caso. En fin. También me pregunto por el ataque y asesinato a tres lesbianas con fuego demolotov, en mayo pasado, en el barrio de Barracas, en Buenos Aires, arrojada por Justo Fernández Barrientos, quien asesinó a Pamela Cobbas, Andrea Amarante y Mercedes Figueroa… Sofía Castro Riglos fue la única mujer que sobrevivió…
—Cuando se cumple un año de Javier Milei en la presidencia de Argentina, los medios hablan de una baja en la inflación, la estabilización del dólar y otros logros. ¿Qué percepción tiene usted de lo que ocurre hoy en su país? —Un pueblo amansado, doblado por la obediencia que, en vez de estallar, se adapta a la miseria a la que se lo ha sometido, que se endeuda, come una vez por día, traicionado por sus representantes. Y que se aleja cada vez más de la política. Pero, como dije, hay bolsones de resistencia, existen líderes sociales fuertes, unidos para defender la universidad pública, los derechos adquiridos, unas fuerzas estudiantiles organizadas. De ahí saldrá la mentada imaginación política.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com María Moreno:
“Mi muerte no me sorprende y tampoco sería ningún escándalo”
Por Javier García Bustos
Publicado en REVISTA SANTIAGO, 9 de diciembre 2024