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HOMO, BESTIA Y DISTÓPICA
“La mutación como destino”. Poesía. Juan Manuel Rivas. Ediciones Filacteria

Por Jonathan Guillén Cofré


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1.
Como un trozo de carne en descomposición que se va llenando de hormigas, moscas y gusanos, nos encontramos con un libro poblado de diversas manifestaciones de un mismo ser: nosotros. Para comprender mejor el itinerario del poeta Juan Manuel Rivas, es imprescindible dejar en claro que el eje de estos textos radica en el manejo de lo imaginario comprendido como un recorrido entre el sueño (o mejor dicho pesadillas), el deseo, la fantasía y la carencia; una sublimación derivada y alimentada desde la transformación pero que tiene como resultado la indefinición biológica. Es tanto así esta descomposición-transformación que hacia el final de los poemas somos androides cibernéticos y orbitamos fuera del planeta tierra, pero el ser humano, lo imaginemos o no, está condenado al más horrible y absoluto de los fracasos, esto es, no terminar de conocerse ni adaptarse jamás. Así sin más, el poemario se abre con dos epígrafes que preludian este fracaso. Por un lado dejamos de comprender en la medida en que avanzamos en nuestro cambio (de humano a bestia) y por otro, nunca miramos lo suficiente para finalmente encajar en el entorno. El embrión siempre estuvo intimidado dentro del espejo.

2.
“Nací cadáver corrompido al amparo de las sierras”. Este verso es un preámbulo de la condición inútil del humano ante la búsqueda de la santidad. Un error en la idea de cambio de mundo, metamorfosis extraña para la humanidad que tiene escrito su destino. A pesar de las distintas transformaciones y su posterior ubicación de las voces líricas, se trata de un texto que privilegia el uso de la imaginación por sobre la razón, la emoción sobre la lógica y, mezcla extraña y mutante, la intuición de la mano con la ciencia, que puede notarse en el uso de un lenguaje que raya en lo explicativo, al estilo de Roberto Arlt y sus siete locos (que bien podrían aparecer en las páginas del autor); sus enormes corchetes que no sólo ayudan a la comprensión sino que implican un salto al futuro de todos los mundos posibles. El libro se caracteriza por la pérdida de la identidad del propio individuo, innovación por sobre lo cotidiano; lo subjetivo, lo irracional y la visión de cambio producen en el lector una incomodidad sobre la cual debe hacer un esfuerzo (¿Mutar también su goce estético?) para digerir las oscuras e inquietantes metáforas, las que quizás, a mi modo de ver, podrían cuidarse de ciertas adjetivaciones comunes (“angélica”, “infinito”, “eternidad”), puesto que la fuerza de las imágenes está en el ensamble propio del lector en función con la digestión de la lectura. Por otro lado, la exaltación del hombre entre una fauna de seres fantásticos, se transforma en un cuidadoso trabajo de tejido que propicia la consonancia de la imaginación-razón en el ser humano. “La gente no deja huellas sobre cuerpos vivos o muertos/ preservan la secreta mecánica del cáncer/ guardan orejas en los gabinetes/ se desaperciben de este mundo/ nada que hacer cuando viene la histeria/ el otro actúa”.

3.
La bestia asoma desde su madriguera por momentos para recordarnos el vínculo natural que tenemos con ella. A diferencia de la mayoría de los ejercicios literarios que ven al monstruo como algo a destruir, aquí se trata de un tránsito hacia esa condición de bestia, perturbando el orden lógico y reflotando el terror que siempre está escondido, a veces lejos de lo objetivo: “Admiro ante todo la eternidad de los marsupiales/ quienes cambian de mundo metiéndose en sus bolsas”. La ficción gótica también sufre de alguna mutación en este libro, los incidentes misteriosos dan paso a la descripción de un mundo visual que se afirma en los cambios de los que podemos ser testigos en este proceso. Monstruos, espectros, dobles, vampiros, monjes, cyborgs; enjambres enfermos que antes fueron hombres y mujeres son los que ahora se identifican con el lector. Versos esquizoides surgen desde el estómago para explicarnos el por qué de nuestra transformación en bestias. “Han reportado casos donde un individuo/ se encuentra a sí mismo a la vuelta de la esquina/ todo un colapso de la sombra” o bien en este siguiente verso: “Un tal Marilyn escapa de policías/ ocultando sus deformaciones/ sus mórulas abruptas/ que parieron en látex/ La profecía que ahora nos convoca/ La mutación como destino”, son bellas metáforas de travestismo deforme donde Rivas hace ostensión de poeta.

4.
El ser humano fracasaría incluso si se volviera una máquina. Si como hombre no fue capaz de mirar debido a la indefinición de hablantes-actuantes del poemario, como bestia tampoco tuvo la suerte de mantener su reinado ante la inminente llegada de lo digital, que supone otro tipo de transformación hacia la fragmentación y desintegración social. Máquinas de reproducción incesante reemplazan a cualquier forma viviente, las que antes de ser autómatas correspondían a antiguos dioses y tótem dimensional. “Todo comenzó con pintorescos códigos de barra/ al anticristo siempre le gustaron los sudokus/ la chatarra humana ahora se vende al mejor postor/ las cabezas separadas como baratijas a la vera de las galaxias/ la deriva de los continentes en las palmas de la mano”. Futuro errático, Distopía total, dispositivos como basura, voces robóticas despojadas de ancestros, sexo virtual; definitivamente hemos perdido.

5.
Creo que me va a costar un poco dormir.



 

 

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