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Puerto
Trakl de Jaime Huenún: El lugar real de la poesía
Por
Antonia Torres A.
Poeta y Periodista
(Presentación leída en la Feria del
Libro de Valdivia, 2003)
Antes que todo debo
manifestar mi alegría al presentar el libro Puerto Trakl del poeta
Jaime Huenún, recientemente ganador del Premio Pablo Neruda (2003).
Cuando me enteré de la noticia, quise felicitarlo por esos mismos días.
Pero el azar que impone una tecnología que, aparentemente, "ordena"
y facilita el trabajo, hizo que perdiera cualquier seña domiciliaria. Hoy
puedo hacerlo a modo de presentación.
Parte de la poesía
de Huenún ha dado cuenta del "choque" intercultural que ha experimentado
la sociedad mapuche (huilliche, en este caso) de los fenómenos de emigración
campo-ciudad en la zona
sur de nuestro país. En esa zona de su poesía encontramos cierta
dosis de épica lírica, presente en gran parte de la llamada poesía
"étnica" chilena. Pienso en Ceremonias, algunos de sus
poemas publicados en la antología Zonas de Emergencia o Ül,
etc. Sin embargo, y aquí mi particular valoración de su obra, ha
sido capaz de abandonar estos temas tan políticamente correctos y populares
para hacerse cargo también de sus propias e individuales fuerzas y obsesiones
poético-literarias. Este "salto" tiene lugar de manera elaborada
y levemente narrativa en el libro que hoy presentamos.
Puerto Trakl,
misterioso título que nos remite a un lugar incógnito, que pareciera
existir en algún fiordo o isla del sur extremo de nuestro país,
a la manera de Melinka, Bahía Inútil o Isla King (todos nombres
exóticos o absurdos para estas latitudes). No obstante, revisando el mapa,
Puerto Trakl no figura allí. Un espacio así nombrado sólo
puede existir en los espacios y geografías literarias. En este gesto da
cuenta el autor de su pasión por los libros y sus autores. Se trata de
un lugar mítico / poético, si se me perdona el lugar común.
Pero no a la manera de un lugar perdido, una arcadia pasada e irrecuperable de
la manera que plantea aquello que Teillier y otros denominaron "lo lárico".
Al contrario. El libro construye un espacio poético real, no añorado.
Un puerto que, como todo aquel que se precie de tal, constituye un gran bar a
donde van a recalar los poetas / embarcaciones: náufragos los unos, marinos
jubilados, los otros. Un mundo imaginado, tal vez, pero no por ello menos "existente":
se trata, desde mi perspectiva, del universo literario particular del hablante.
Y para acceder a él poseemos al menos de entrada una clave: Trakl.
El
poeta de origen austriaco Georg Trakl, tan caro para tantos de nuestros "láricos",
escribe en su último poema Grodek acerca del suicidio, aparentemente
motivado por su participación en una batalla homónima a principios
de la Primera Guerra Mundial. Cito brevemente unos versos, hermanados con la poética
de Huenún en este libro. Versos traducidos, dicho sea de paso, por nuestro
amigo Breno Onetto, hoy aquí presente:
Todas las calles acaban
en una larga podredumbre. (...) la caliente flama del espíritu alimenta
hoy un violento / dolor; al vástago nonato.
Aquí el hablante
"baja" a Puerto Trakl sumergido en una atmósfera de misterio
y melancolía. Quiere narrarnos su viaje. No obstante, el lugar no lo acoge
como un "remanso" cálido de auditores dispuestos. Por el contrario,
el escenario es decadente, solitario y apátrida. Un mundo imaginario a
la manera de los cuentos o fábulas infantiles, en los cuales los nombres
de los personajes y objetos "normales" son sustituidos por sus versiones
fantásticas: Hotel "Melancolía", Madame "Su",
capitán "Melville". Reminiscencias de lugares que navega y en
los que desembarca un Maqroll, por ejemplo. Un puerto imposible, poblado, sin
embargo, de personajes posibles. Personajes familiares al imaginario nostálgico,
trágico y etílico que podemos encontrar en muchos de los oscuros
y perdidos bares de nuestro sur chileno-indígena. Un puerto al que se llega,
en el que se pierde la propia lengua y del que no se puede escapar. Metáfora,
tal vez, de la poesía. Puerto-representación de los fracasos humanos
de los que -al menos por medio del lenguaje- no podemos huir. Allí el "Bar"
constituye el escenario de la poesía, la marginalidad y el desencanto.
Una verdadera pasarela, irónicamente, claro, de "la gloria del mundo",
Huenún dixit.
Por todo lo anteriormente dicho, pudiera pensarse
que se trata de un poemario lleno de intertextualidades y referencias a cierta
literatura. Pero no es así. Los poemas no pierden su lirismo y capacidad
evocadora; constituyendo así unidades autónomas, posibles de leer
y disfrutar de manera independiente. Puerto Trakl pudo caer en la tentación
de ser un libro "programático", como tantos que abundan por ahí
y que, escritos a partir de una idea o tema que asegure atractivo y efecto, puede
llegar a convertirse en una letanía de artificios inconducentes y reiterativos.
No es éste de ninguna manera el caso.