EL VALOR DE LAS CONTRADICCIONES
Juan Huenuan Escalona
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Tengo, de un tiempo a esta parte, la terrible sensación de que cuando se alude a ideas como: valores tradicionales o parte de nuestra historia, y éstas se contrastan con actitudes, acciones o hechos menos destacables (¿menos heroicos?) realizadas por gente del mismo origen mapuche, pareciera que el componente oscuro, tan definitoriamente humano, que nos lleva a la equivocación, al miedo, la traición, entre otras sensaciones experimentadas en las cavernas del espíritu, quedaran automáticamente exiliadas de este icono cultural autoconstruido, y que continuamente proyectamos en muchas de nuestras discusiones. Es paradójico, pero al seguir la línea argumental de éstas, pareciera como si, subterránea, palpitara la épica de Alonso de Ercilla y otras construcciones identitarias emanadas del poder: clichés, estereotipos.
Omitimos mucha información, hermanos, consiente o inconscientemente. Olvidamos que también hemos tomado el arma para matarnos el uno al otro. Olvidamos que el mismo cacique que sostenía acuerdos con la autoridad colonial en Chile, luego pasaba a la Argentina para hacer malones en sus haciendas. Olvidamos que los propios mapuche nutrieron las filas del ejército winka, para matar a otros hermanos alzados y que distintos clanes buscaron aminorar las beligerancias a punta de los bien servidos parlamentos. ¿No hay peñis y lamgenes, ahora, trabajando para un gobierno de derecha, como lo hubo en las administraciones anteriores? ¿Dejan de perder su identidad debido a ello? Por este motivo, no me escandaliza ni extraña, la coyuntura ENAMA; acaso es la muestra más abrumadora de la diversidad de pensamientos y estilos de ser mapuche, evento mediatizado y desmitificador, nos guste o no.
En poesía, se extraña un trabajo que indague en estos callejones tan nuestros, y curiosamente tan dejados de lado como tópicos. Los discursos que ante sirvieron para validar, visibilizar política y estéticamente a nuestros autores, hoy están asediados por el folklore y la oficialización. La virtud excesiva, también puede convertirse en una jaula monótona, previsible y poco honesta.
Me disculparán, pero yo desconfío de cualquier tipo de pensamiento que vaya dictando verdades éticas, morales, ideológicas y estéticas, sobre los pueblos y su destino. Si ha habido una característica de nuestra cultura que ha mejorado las posibilidades de resistir frente al tiempo y su violencia, son precisamente sus contradicciones y diversidad de acción. Cualquier intento por mostrar nuevos caminos de crecimiento cultural, incluso la opción política partidista desde y para el mapuche, y que considere las reivindicaciones más fundamentales, debe contemplar esta subjetividad, parte de un ejercicio autocrítico ineludible.
¿Acaso somos puma, treile o zorro,
animales de un equilibrio iluminado?
¿Y dónde las costras del alma
y sus túneles horrendos?
¿Miramos a Dios cuando sorbemos
el vaso que nos emborracha?
¿He ahí el respiro de la tierra?