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LA FOTO DE UN BICHO RARO
Sobre libro Bicho Raro (138 páginas), José Luis Escobar (Chile)
Editorial Letra, Colección Emar, octubre de 2020
Prólogo Juan Ignacio Colil Abricot (Chile)
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¿A qué nos enfrentamos cuando leemos “Bicho Raro”?
Pienso que desde alguna parte cualquier escritor lanza señales, una cuerda, lo que sea. Del otro lado está el lector, el esquivo lector, que puede atrapar esa cuerda y establecer ese puente. Un puente entre experiencias, voces y registros distintos. El resultado de aquella comunicación, quizás nunca es lo que estaba en la intención de ambas partes, pero precisamente ahí radica el valor de la literatura. Una materia que nos desborda, que ni siquiera un libro puede contenerla. Ese puente siempre nos lleva al nudo de la escritura, siempre que leo pienso si estaré leyendo lo que quiso que leyera el escritor o simplemente la escritura es un bosquejo y uno arma con sus propias piezas lo que le dicta sus propias fuerzas, sus propios fantasmas y a veces deja de lado, aspectos centrales que quiso el escritor plasmar y que a uno simplemente se le fueron, los pasó por alto y no los consideró. Hay un juego, una pugna entre ambas visiones, entre ambos polos. El libro de José Luis Escobar, deja de serlo en manos del lector, pero también se juega en sentido inverso y pienso que en ese juego es cuando cobra una vida independiente y se transforma en literatura. “Bicho Raro” nos lleva por un paisaje abrupto. Tiene bastante de registro visual (fotográfica), pero no lo que muestra la imagen, sino lo que va quedando en el aire, lo que se va convirtiendo en nuestra carga. Una imagen siempre nos lleva a revalorizarla, a mirarla desde otra perspectiva. No es lo mismo ver una foto ahora que dentro de cinco u ocho años, la experiencia todo lo cambia y la misma foto puede tener varias lecturas, una sobre otra y no ser opuestas, ni tampoco complementarias. Me gustan los títulos de los libros porque son la primera frontera. Hay títulos que sugieren, otros que obligan, otros que no dicen mucho. “Bicho Raro”, apunta a lo cotidiano, un registro de las calles, rincones, esquinas, habitadas por personajes arrastrados por la vida, justamente esos personajes raros para el resto en busca del abismo o de una redención, personajes que han perdido y que ni siquiera atisban el otro lado de la medalla, recuerdos que se quedaron suspendidos, muecas y gestos que se perdieron en la noche. En este libro, nos encontramos con esos momentos cotidianos, tristes y solitarios. Hay textos que se arman en esas sensaciones, a veces, tan fugaces, pero que el autor intenta atrapar. En “Bicho Raro”, no es solo un registro, sino que va cargado de la poética del autor, repito, como una foto. Una fotografía pareciera la imagen más certera, más objetiva de un rostro, pero en esa imagen existe mucha edición, muchas decisiones que se tomaron consciente o inconscientemente. Hay muchos puntos que elegir: el ángulo, la luz, el enfoque, la profundidad de campo, los contrastes a utilizar, la expresión, etc. En esta obra también están esas decisiones plasmadas en los distintos textos que la componen a modo de collage. Pero todo ello bajo el filtro del autor que va hurgando en las zonas más oscuras, las zonas que no queremos ver, las que nos molestan y también hieren, las que preferiríamos ignorar o mantener siempre en su confinamiento o como dice el autor “El barrio está donde siempre, soy yo el que perdí la dirección pero jamás olvido de donde provengo”.
“Bicho Raro”, también apela a aquella imagen que siempre cargamos con nosotros, antiguamente la gente siempre llevaba entre sus documentos una vieja foto de sus seres más queridos o de sí mismos, hoy se lleva en el celular. Cargamos nuestras fotos como cargamos nuestra memoria. A veces nos gustaría deshacernos de ellas, pero es inútil, porque siempre aparecen. Solo al cabo de un tiempo nos damos cuenta como esa foto cobró valor con los años. En este libro, nos encontramos con aquello que, precisamente, no podemos esconder y que de la mirada particular del autor nos interpela como sociedad, esos bichos raros.
Santiago de Chile, junio de 2020