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Secuencia Chobart
“El esqueleto es el secreto que justifica una existencia”
(Pablo Rumel. Emergencia Narrativa. 2011)

Juan Ignacio Colil Abricot


 

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Secuencia Chobart (Pablo Rumel. Emergencia Narrativa,  2011) son muchas historias. La historia de un asesino, la historia de una búsqueda, la historia de un artista. Cuando  uno comienza a adentrase en las páginas de este policial metafísico se va hundiendo en una materia espesa. ¿Qué será un policial metafísico?  

Me cuesta precisar el tiempo en que la acción transcurre, me cuesta precisar el contexto en el que se mueven los personajes, me cuesta fijar los personajes, me cuesta establecer una secuencia, un orden. Uno quisiera que la historia tuviera un principio y un final, ambos claros, nítidos, irrefutables.  

 Al leer “Secuencia Chobart” uno comienza a buscar a tientas esos puntos a los cuales aferrarse y que le permitan orientarse, fijarse a un suelo lo menos movedizo posible, pero eso va quedando atrás a medida que se caen los párrafos.  Y ese mínimo de seguridad lectora, uno podría pensar que da lo mismo, y conformarse con que más tarde va a aparecer y entonces podremos explicarlo todo con una claridad absoluta, porque quizás cuando uno se enfrenta a la lectura irremediablemente busca algo sobre lo que sostenerse.  El tiempo y el espacio siempre se nos ofrecen  para poder situarnos y comenzar a explorar sobre coordenadas seguras, pero en “Secuencia Chobart”, parece que uno asiste a una época en la que conviven varios tiempos. Encabalgados unos sobre otros. A ratos parece una de esas viejas películas policiales de los años cuarenta, después de unas páginas hay pasajes como de ciencia ficción, algo así como P. H. Dick o los planetas amarillos de Bradbury, y entonces cuando uno cree que ha logrado encontrar una pista temporal hay un nuevo quiebre, un nuevo salto hacia atrás o hacia quien sabe dónde. Con el espacio físico ocurre algo similar: parece una ciudad, a ratos un pueblo, hay una playa, de vuelta a la ciudad. Un callejón en la noche. Respecto de los personajes vamos saltando de una conciencia a otra, como si nos fuéramos cambiando de piel. Lo cierto es que empezamos con una mujer, pensando como una mujer que sube por un ascensor y que luego en la soledad de su departamento nos sorprenderá con el contenido de una maleta, pero luego estaremos en la voz al final de un teléfono y luego seremos el investigador, una de las víctimas, el posible victimario.

Las descripciones son directas. No hay espacio para adornos. Una prosa directa, disquisiciones certeras, no sé si correctas, pero por lo menos directas. Aún así “Secuencia …” es una caída. Es un despertar en medio de una pesadilla, un mal sueño en medio de la fiebre. Un mal sueño como sólo los malos sueños saben serlo, esto es, que parezcan tan reales como la mañana de una noche tranquila.

Mención aparte: la neo – iconofilia. su explicación me dejó sin aliento, porque solo se puede leer conteniendo la respiración, como una forma de no tropezar y seguir renglones abajo.

Otra mención: la misma secuencia que encierra un secreto,  la investigación policial, el pintor, la obra, el crimen. El crimen como obra, el asesinato como arte, mientras más escabroso es más artista el criminal, pero no es solo eso, es además delirio, la búsqueda del infinito, el desprendimiento de una máscara, la piel como una atadura, la apariencia cayendo y dejándonos a solas.

El esqueleto es el secreto que justifica una existencia, se afirma en alguna parte de la obra. La pregunta es: ¿cuál es el esqueleto de Secuencia Chobart, el esqueleto que justifica su existencia? Ahí está la pregunta antes de lanzarse de cabeza al fondo de estas páginas. El esqueleto y la piel como las caras de una misma moneda. El autor nos arrastra hacia lo que está más allá de la carne, pero a partir de esta, de estas visiones de cuerpos despellejados. Sin nada que esconder, sin nada con qué protegerse. A ratos pareciera; eso si; que la trama se come a sí misma en un esfuerzo exagerado por hundirse siempre un poco más.

Por último algunas palabras rescatadas desde la misma Secuencia “Ahora los artistas no son más que remedos de una burocracia estatal que los cobija. Pero Chobart puede que sea otra cosa, algo que no nos dimos cuenta. La prueba impalpable de que en un tiempo más las nuevas obras restablezcan el desafío no a la autoridad sino a lo establecido, a lo que entendemos por cierto, por real.”



 


 

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“El esqueleto es el secreto que justifica una existencia”
(Pablo Rumel. Emergencia Narrativa. 2011)
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