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Poema sobre mis derechos. Trad. Verónica Zondek
(Santiago: cuadro de tiza ediciones, 2010)

Presentación de poema sobre mis derechos: Sobre el cuerpo, los derechos y el nombre

Por Alejandra Castillo


“¿Tengo un cuerpo, mío?”parece preguntarse June Jordan en su Poema sobre mis derechos. Reiteración de aquella otra pregunta: ¿acaso no soy una mujer? que en una variación era enunciada casi cien años antes por Soujourner Truth, negra, esclava liberada y feminista norteamericana. Preguntas que, sin duda, buscan volver extraño algo supuestamente natural: el cuerpo, el hecho de ser mujer. Extrañeza que se vuelve visible, más palpable, cuando se las enuncia en cercanía a las retóricas de los derechos, quizás por eso de la universalidad por ellos contenida. La historia habitual que se nos ha contado de los derechos dice de la igualdad; sin embargo, June Jordan nos relata otra historia cuando nos dice:

Yo soy la historia de la violación / yo soy la historia del rechazo a quien soy / yo soy la historia de la terrorífica encarcelación de mi misma / yo soy la historia de los asaltos y la agresión y de ilimitados ejércitos en contra de todo lo que quiera hacer con mi cabeza y mi cuerpo y mi alma

June Jordan sin titubeos explicita que lo que molesta a las mujeres de los derechos es cierta constitución exclusivista que cuando se es mujer se expresa con la violencia de la asimilación, con la pérdida de los nombres. Sin duda como lo señala June Jordan hay un problema, una incomodidad quizás, entre las mujeres y los derechos. Esta incomodidad puede ser graficada del siguiente modo: “Lo que sucede a las mujeres es demasiado particular para ser universal o demasiado universal para ser particular, lo cual significa demasiado humano para ser femenino o demasiado femenino para ser humano” (1). Es este desencuentro de la idea de lo “humano” con el hecho de ser mujer es lo que incomoda. Desencuentro que, o bien, vuelve invisible la violencia ejercida cotidianamente contra ellas (tomemos como ejemplo las continuas y habituales representaciones sexistas/violentas de las mujeres en los medios de comunicación), o bien, hace de la violencia ejercida contra las mujeres un evento “excepcional” o una simple expresión de “barbarie”.

En estos y otros casos, cuando la mujer es el centro de hechos de violencia, nos encontramos con el problema de qué decimos cuando decimos derechos y por sobre todo derechos humanos. Como se ha dicho lo esencial en la descripción de los derechos humanos es la especial manera en que la palabra “humano” ha sido definida política y jurídicamente. En efecto la definición de humanidad se organiza a partir de tres casos “fronterizos” que ayudan a distinguir lo “humano” de lo “no humano”. Estos casos fronterizos determinan y distinguen la humanidad de lo humano, y suponen, en cada caso, una diferencia fuerte que permite sostener la misma erección de lo humano. Las figuras fronterizas de la alteridad que organizan la lógica de la antropogénesis occidental estarían encarnadas en las imágenes o representaciones del animal, la niñez y la mujer o lo no-macho. Tres maneras bien definidas de marcar lo no-humano. Tres maneras bien definidas de remarcar lo humano.

¿Son humanas las mujeres?, ¿tienen cuerpo las mujeres? Bien se podría decir que la mujer es su cuerpo, pero este le es extraño, es una cosa “opaca que le es enajenada”. La mujer es su cuerpo, pero este es distinto de ella: ¿cómo dar respuesta a este enigma de la mujer?, ¿cómo ser nuestros cuerpos?: June Jordan, en esta línea de cuestionamientos se pregunta:

Por qué no puedo salir sin cambiarme de ropa de zapatos / ni la posición de mi cuerpo o la identidad de mi género mi edad / mi estatus de mujer sola al atardecer / sola en las calles / sola no siendo el caso / el caso es que no puedo hacer lo que quiero con mi propio cuerpo porque soy del sexo equivocado de la edad equivocada de la piel equivocada

Cuerpo equivocado, sexo equivocado, piel equivocada que buscan ser contestados a través de la subversión de la corporalidad, a partir de un radical sobrepasamiento de sus límites. Como se sabe, siempre, en todo caso, se podría sobrepasar el propio cuerpo, lo que no quiere decir, sin embargo, que uno quede definitivamente más allá de él. El enigma del cuerpo, en otras palabras, es el enigma de las políticas de las mujeres. No asombra por ello que, a la manera de una insistencia, el feminismo haya puesto en la base de su reflexión la problemática del cuerpo. Notorio es que Julieta Kirkwood diera final a sus notas sobre Los nudos del saber feminista con la no menos enigmática sentencia “mi cuerpo es mío”, locución redundante que en la reiteración de la sintaxis, y en el deseo de posesión absoluta que ella demanda, busca subvertir las estructuras patriarcales del orden autoritario. Un cuerpo es un fin que busca ser trascendido, un dato hecho para ser superado. Y sin embargo, y a pesar de los intentos, aún persiste la pregunta: ¿cómo puede la mujer ser su cuerpo, su propio cuerpo?

June Jordan no intentará retener su cuerpo, su cuerpo (su propio cuerpo), bien lo sabe, no es de ella. Sino más bien cuestionará el orden de dominación desde su nombre propio. En una singular política del nombre propio que no intenta solamente inscribirse en un momento propiamente auto(bio)gráfico, sino que, por el contrario, busca reconocerse, en tanto identidad con plenos derechos, en el espacio colectivo de la sociedad, en la política general de la nominación y el reconocimiento, en la infraestructura socio-simbólica de la realidad social. Dicho en otras palabras, June Jordan mediante un simple pero explosivo: “Mi nombre es mío, mío mío” busca resquebrajar las bases de dominación, muchas veces invisibles, de las democracias contemporáneas, las que aún hoy porfiadamente son estructuradas a partir de la persistencia del orden patriarcal. Ejercicio de nombrar el nombre con la confianza que mediante esta operación de nombrar e inscribir el nombre (el propio nombre) es posible desbaratar la estructura autoritaria y patriarcal que condena a las mujeres, una y otra vez, dentro del imaginario del cuidado, la familia, la nación y la privacidad.

Mi nombre es mío mío mío / y no puedo decirte quien cresta hizo las cosas así / pero si puedo decirte que de ahora en adelante mi resistencia mi autodeterminación simple y cotidiana y nocturna / puede muy bien costarte la vida.

 

NOTA

(1) Catharine Mackinnon, “Crimes of War, Crimes of Peace”. Are Women Human? And Other International Dialogues. Cambridge: The Harvard University Press, 2007. 142.

 

* * *

 

Fragmento de June Jordan
Poema sobre mis derechos. Trad. Verónica Zondek (Santiago: cuadro de tiza ediciones, 2010)

Incluso esta noche necesito caminar y despejar
mi cabeza en relación a este poema sobre por qué no puedo
salir sin cambiarme de ropa de zapatos
ni la posición de mi cuerpo o la identidad de mi género mi edad
mi estatus de mujer sola al atardecer/
sola en las calles/sola no siendo el caso/
el caso es que no puedo hacer lo que quiero
con mi propio cuerpo porque soy del sexo
equivocado de la edad equivocada de la piel equivocada y
supón que no es aquí en la ciudad sino allá en la playa/
o en la profundidad del bosque y yo quisiera ir
sola mi alma ahí a divagar sobre Dios/ o
los niños o a pensar sobre el mundo/ todo eso
revelado por las estrellas y el silencio:
no podría ir y no podría pensar y no podría
quedarme ahí
sola
como lo necesito
sola porque no puedo hacer lo que quiero con mi propio
cuerpo y
quién mierda hizo las cosas así
de este modo
y en Francia dicen que si un tipo penetra
pero no eyacula entonces no me violó
y si después de acuchillarlo y si después de los gritos si
después de rogarle al bastardo y si incluso después de darle
con un martillo sobre la cabeza si incluso después de eso
él y sus amigotes me fornican después de eso
entonces yo lo permití y no hubo
ninguna violación porque finalmente entiendes finalmente
me fornicaron porque yo estaba equivocada yo estaba
equivocada nuevamente por ser yo siendo yo donde estaba/equivocada
de ser quién soy
(…)
yo soy la historia de la violación
yo soy la historia del rechazo a quien soy
yo soy la historia de la terrorífica encarcelación de
mí misma
yo soy la historia de los asaltos y la agresión y de ilimitados
ejércitos en contra de todo lo que quiera hacer con mi cabeza
y mi cuerpo y mi alma y
sin importar si se trata de caminar en la noche
o si se trata del amor que siento o
si se trata de la santidad de mi vagina o
de la santidad de mis fronteras nacionales
o la santidad de mis líderes o la santidad
de todos y cada uno de mis deseos
que sé yo de mi personal e idiosincrásico
e indiscutiblemente solo y singular corazón
que he sido violada
porque estoy equivocada, soy del sexo equivocado la edad
equivocada la piel equivocada la nariz equivocada el pelo equivocado la
necesidad equivocada el sueño equivocado la geografía equivocada
el sastre equivocado yo
he sido el significado de la violación
he sido el problema que todos buscan
eliminar a través de la penetración


 

 

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