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Eugenia Toledo Renner | Autores |

 


 

 

POEMA INTIMO DE CHILE
(Las escrituras de un poeta olvidado: Juan José Hidalgo)


Por Eugenia Toledo Renner, Ph.D.
CHILE / USA, 2013-2016


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Esta historia se inicia con el matrimonio de Juan J. Hidalgo con  Margarita Aedo, hermana mayor de la madre de la Sra. Moraima Fajardo Aedo, residente en Temuco y jueza jubilada, quien me ha comunicado muchos detalles sobre la vida de su tío. De esta manera, de los recuerdos y fotografías de la Sra. Moraima más la lectura de algunas de sus obras que ella tiene a mano, he logrado reconstruir la trayectoria del poeta y de su esposa la tía Margarita. Escasos son los recursos que existen para reconstituir a este poeta que desapareció en la mitad del siglo XX.

La Sra. Moraima fue adorada y protegida por la pareja cuando era pequeñita. Esto pasó en la ciudad de Victoria en la Araucanía. Corrían los años 20 al 30. De este matrimonio había nacido un niño llamado Juan que falleció a los seis meses de nacer, hecho que afectó al poeta profundamente.

Juan Hidalgo quedó viudo en 1938  y por mucho tiempo no contrajo matrimonio. Años después tuvo una como segunda cónyuge a una persona físicamente muy parecida a su primera mujer que se llamaba Olga Álvarez y que lo acompañó hasta su muerte. (Supuestamente ella se habría quedado con la obra del poeta, pero se han perdido sus rastros).

Por esas circunstancias de la vida tanto Moraima Fajardo Aedo como el poeta tomaron rumbos diferentes, sin embargo al final de sus días Moraima logró ubicarlo y pudo visitar a su tío ya enfermo de  un cáncer terminal. Su médico era su gran amigo Hernán Alessandri Rodríguez. Cuando lo vio esa vez ella estaba  embarazada de siete meses, por lo que el poeta le dijo: “Lástima que no voy a conocer a mi sobrino nieto, lo habría adorado”. Juan Hidalgo falleció el 1º de Junio de 1957 y  Jorge Acharán Fajardo, hijo de Moraima, nació 13 días después.

Juan José Hidalgo González, nació en Copihue, en aquel entonces comuna de Parral, provincia de Linares en el año 1903. Hay un soneto suyo que se titula “Tierra natal” donde describe con mucho amor el lugar donde habría nacido: Copihue: veinte casas tiradas al voleo. / Álamos verdeantes orillando el camino; / el canalón, que mueve la rueda del molino, / y, en la llanura parda, las bestias del arreo. / Copihue: veinte cruces y un solo mausoleo. / Aquí nací. No tengo ni queja ni alegría.

Con respecto a sus padres escribió dos poemas en homenaje a ellos.  Probablemente fue hijo único. Su madre era inmigrante española de Andalucía o descendiente de tales, honesta, infatigable y hacendosa; col en la huerta, rosa en la reja. Le gustaba cantar, fue una verdadera musa (“Evocación de mi madre”) y su padre español de firme traza, recio de figura y condición que adoraba a su madre, aunque torpe en sus demostraciones de cariño, tal vez, agricultor o labriego. Ambos amaban el país que los había acogido y murieron orgullosamente sintiéndose chilenos, en sus brazos, nos dice el poeta (“Evocación de mi madre”). Esta información me hace suponer que efectivamente sus padres fueron  inmigrantes españoles.

Su infancia por lo que se lee debe haber sido bella y despreocupada en los campos y entre los paisajes de Copihue. Hidalgo a menudo dice en sus versos vengo del sur. Mi porte de prosapia  española /está pidiendo a voces la espada toledana (“Auto retrato”).  Pareciera que toma una postura de conquistador o de orgullo por el lugar de donde venían sus padres o su sangre española.

En esa época ya saborea la ternura temprana y poética de atracción hacia el sexo opuesto,  la inocente cercanía de una amiguita querida junto a los juegos típicos de los niños de entonces: Infancia azul que vuelves / de la lejana aldea / con los primeros juegos, / con las primeras letras… / Y estás aquí lo mismo / que en mi pequeña aldea / trasminándome el alma, / con brisa de sorpresas: / la novia de 10 años, /… / mi trompo, su muñeca, / y el gemido infinito / de la hojarasca seca (de su poema “Del crepúsculo suave”) Y más adelante, como un Neruda tempranero también habla de su adolescencia y sus  compañeros de escuela o amigos en el poema llamado precisamente “Distante adolescencia”: Este romance me viene / por donde tú me dejaste… / Dulce mentira de los 15 años / entre la geometría y la gramática / y aquellos nombres suaves en ascenso / Olga, Delindo, Cátulo, Rinalda….

 El recuerdo del tío Juan comienza para su sobrina Moraima Fajardo Aedo  cuando él trabajaba en la Municipalidad de Victoria y vivía de una escasa remuneración en esta antigua ciudad. Su casa estaba en la calle Gorostiaga #480 en el centro de Victoria. Era una casa de madera, con cuatro ventanas que daban a la calle, amueblada según el estilo de la época. Era espaciosa. Juan J. Hidalgo tenía una copiosa biblioteca que también le servía de pieza de escritorio, lugar donde se inspiraba. Le gustaba declamar y pasear por la huerta recitando y admirando el sitio. Cuando visitaba al matrimonio de niña, la Sra. Moraima y su tío paseaban en la plaza e iban al Café Central donde la convidaba para tomar chocolate caliente, lugar que está funcionando en Victoria hasta el día de hoy. También le enseñaba poesía y se las hacía recitar de memoria.

 Otros rasgos que se recuerda la Sra. Moraina son sin duda que al poeta le gustaban los niños y amaba la naturaleza del sur, pero también tenía otros gustos, como ir a las carreras de caballo con su padre en el Club Hípico de Santiago. De su tía Margarita, primera esposa de Juan Hidalgo, Moraima  nos indica que era maestra y que también pintaba al óleo y nos dice que aún existen algunos de sus cuadros en casa de parientes. Así es que era un matrimonio de artistas, escritor/pintora.

Hidalgo publicó varios libros, pero no hemos tenido acceso a todos ellos, en efecto, sus publicaciones se perdieron después de su muerte. Su libro fue Aldea. Versos de la provincia 1922-1926, (Imprenta Nacimento, Santiago, 1926)  dedicado a su mujer, A. Márgara. El texto está dividido en las siguientes secciones, a saber, Motivos Viejos, Al Margen de los días (Dedicado a la señora Luisa Palacios de Fougeres. Homenaje de gratitud); Medallones de barro (Al recuerdo de Natalia); De la tierra natal (Para <Romanángel amigo>) y Aldea (Versos de la Provincia, a Luis Antonio Letelier). Al inicio del libro hay también tres poemas como introducción.

Don Bernardo Ibáñez Aguilar nacido en Talca, profesor normalista de la Escuela Normal de Victoria, sindicalista, diputado socialista (1941-1945), candidato a la presidencia en 1946 y amigo personal de Hidalgo escribió el prólogo de este libro. Expresa en él que si este poeta fuera conocido “ocuparía un puesto de honor entre los escritores nuevos del país”, porque en él “hay pasta de cóndores”.  Ibáñez también reconoce en él a un político que se preocupa de la masa obrera, de la miseria y el desamparo en que viven los trabajadores del país. En sus cuentos dice el autor hace un acabado estudio de las injusticias sociales, pero desgraciadamente no los tenemos a mano para comprobar su veracidad. Sin embargo, hay tres poemas o más poemas donde deja ver una preocupación social y política claramente, ellos son Canto Acrata, Canto al Trabajo (que es un poema lleno de esperanza por mejorar la vida a través del progreso, la paz, la armonía y la Ciencia) y el Poema íntimo de Chile.

Amanda Labarca (1886-1975), destacada chilena, profesora, escritora, feminista, embajadora y política  refiriéndose al joven autor lo destacó como uno de los valores más promisorios de su generación: “Hidalgo es el instrumento lírico más completo con que cuenta actualmente la joven poesía lírica chilena”. Cosa curiosa, porque en esos años debió haber competido con destacados poetas emergentes como Pablo Neruda. Por entonces Neruda ya había publicado Veinte poemas de amor y una canción desesperada y había iniciado su carrera diplomática en el Oriente.

Por su parte, Raúl Silva Castro (1905-1970) periodista, profesor, crítico literario y escritor chileno muy conocido en su época, presentando  el libro Aldea dice: “El señor Hidalgo versifica con soltura, con animación, casi con frenesí. No es éste un volumen de pequeñas proporciones, nos revela a un poeta de verdad”.

Debo destacar que en este libro donde se notan variados poemas dedicados a damas con sus nombres, entre ellos hay un amoroso poema dirigido a la  madre de mi amiga Moraima Fajardo (la Sra. Moraima Aedo) poema que lleva su mismo nombre. Es un poema largo dividido en tres secciones. La describe como una mujer lejana, con voz de pena, ojos de misterioso encanto y generosa. Al poeta se le abren los cielos cada vez que ella se acerca: Se abre en mis cielos una blanca estrella, / hacia mí se encamina ¡pero es ella / la que se acerca, pensativa y sola! (Pp. 85-87). Juan hidalgo conocía la vida de la Sra. Moraima y sentía una gran afición hacia su cuñada, según de detecta en el poema. También hago resaltar poemas en homenaje a personajes distinguidos de la sociedad como su poema “Mensaje epitalámico” a Rebeca Matte Alessandri en su día nupcial, 1º. de octubre de 1955 y a Enriquito Cumplido Toro, fallecido en 1953.

Indudablemente es interesante considerar el hecho de que Juan Hidalgo vivió en los años de los inicios de Pablo Neruda y, sin embargo, ambos fueron muy diferentes. Es posible que Hidalgo se dedicara más a la política y a la situación inmediata de nuestro país mientras el poeta Nobel leía, crecía en el mismo sur de Hidalgo, en  la misma geografía, para bien luego viajar y adquirir conocimientos literarios multiculturales en el mundo. En cambio, Hidalgo se quedó en Chile y se dedicó a los problemas de nuestro país y a seguir una carrera de servicio político.

Hidalgo, por ejemplo, escribió tempranamente otro texto llamado Libro del sur que habría abordado el tema mapuche, pero no hemos tenido acceso a él lamentablemente. Habría sido uno de los libros más interesantes para leer y estudiar. La sección “De la tierra natal” en el libro Aldea aborda el tema de los bosques graves del sur  y su Arauco ubérrimo, imitando el estilo heroico de “La Araucana”. Se lee por ejemplo “Cacique viejo” que es la historia de un héroe mapuche que ya no quiere luchar más como un vencido león resignado y “A Pedro de Valdivia” que llama Señor de la Aventura cuya apostura sólo se compara a la de Caupolicán.

Juan Hidalgo escribió bastante y fue un hombre muy culto. Muy de su época, tiene que haber sido un gran lector.   Los modelos que siguió y los que se pueden detectar en sus poemas fueron el Romancero español, Nervo, Chocano, y reminiscencias modernistas lejanas de Lugones e incluso Herrera y Reissig. También debe contar su conocimiento de la Biblia a juzgar por sus referencias cristianas. Sin duda conoció la poesía de Rubén Darío y a los franceses. Y la mitología griega no le fue ajena, como tampoco los grandes músicos románticos. También fue gran admirador de la pintura, en especial, de Agustín Abarca (Talca, 1882-1953) que vivió entre el sur y el norte, habiendo sido nombrado inspector de la Escuela Normal de Victoria en 1916. Sospecho que Hidalgo y Abarca se conocieron bastante.  Abarca fue famoso por sus temas del paisaje chileno, los árboles, el árbol solo, el bosque, etc. Del “Libro de los sonetos” rescato un poema escrito por Hidalgo a la ciudad de Victoria, 1926 que dice:

Aquellos son maitenes, y aquel pino / sobre la vera parda del sendero /  da a ese pedazo alegre y campesino / su verde más preciso y verdadero. /…/Hay cielo claro y nubecilla en fuga/ certificando un fin de primavera / que se diluye a paso de tortuga. / El recuerdo tenaz la ceja enarca / y Dios aduce con su voz entera: / “-¡Otro paisaje de Agustín Abarca!”

La infancia y las regiones de Chile, en especial la ciudad de Victoria, fueron muy importantes en su poesía. Sin duda, él no miró el sur como un mundo utópico, lárico o criollista, sino que entendió la belleza como parte de su comunidad y el lugar donde le tocó vivir. Sus expresiones poéticas fueron muy diferentes a las de otros poetas.

Además de ser poeta, nos cuenta Moraima Fajardo, su tío tenía una profunda vocación política, con una visión clara de los problemas que aquejaban a Chile y en este carácter desempeñó los cargos de Gobernador de Mulchén, Gobernador de Angol y Ministro del Trabajo durante la segunda presidencia de don Arturo Alessandri Palma en 1938. Años después fue elegido en tres oportunidades Regidor de la Corporación  Edilicia de San Fernando, designándosele Alcalde en dos períodos, cargo que desempeñó durante seis años, instituyendo Juegos de Poesía, Concursos Literarios y Periodísticos, otorgando premios a los artistas, escritores y  recomendando subvenciones para los grupos culturales. Fue también miembro de un Grupo llamado <Los Afines>. Moraima Fajardo cree que perteneció al partido Demócrata el cual parecía un partido más liberal, pero a lo mejor no muy radical, porque Hidalgo era católico y en ese partido había muchos miembros de la Masonería. Las vivencias en sus poemas nos revelan a un poeta muy preocupado como se observa, por ejemplo, en la retórica del “Poema íntimo de Chile” que se puede leer al final de este estudio.
 
Tiene otros poemas además que sin rebuscamientos presentan un cierto compromiso social, lo cual era natural pues se vivía una época en que todas las naciones buscaban una solución para el mundo que casi había acabado con los espantos de la Primera Guerra Mundial.  En Chile el anarquismo se había arraigado bastante.  A partir de 1930, a causa de influencias foráneas y situaciones internas de orden político y social, se agudizó la mirada hacia la lucha de clases, la situación indígena, del mestizo, de la urbe,  aunque en poesía fue esquemático como se observa  en algunos poemas de Hidalgo, por ejemplo tenemos el “Canto al Trabajo” y el poema titulado “Canto Acrata” dedicado a Pedro Morales V. que data del primero de mayo de 1925:
 Yo no soy patriotero; / yo no adoro a mi tierra / con el amor estúpido o logrero / que sueña muertes y que pide guerra; / no me arrebata el bélico redoble / del militar que cruza marcialmente; / ni hace mella en mi espíritu sereno.

No me conmueve la pasada historia, / ni la leyenda épica y gigante,  / de heroísmo y de gloria, / que nos curva la espalda con laureles: / hoy, como ayer y como siempre, el pobre, / cuando reclama pan le dan cordeles / y vive al día sin tener un cobre.

La patria bélica no es su patria testifica acá, sino aquella que él ha sabido rendir al altruismo con actitud de fiera la deslumbrante luz de la bandera chilena (pp.77-79).

Hidalgo destacó en su poesía muchos temas como ser la amistad con personalidades y familias del sur de Chile de nombres ponderables. Llama la atención el último poema del libro Aldea que está dedicado a Bernardo Ibáñez Aguila, personaje importante en la política chilena de ese tiempo, como se ha indicado antes. El poema se llama “Filosofía” y es intimista o personal, escrito en 1926, donde Hidalgo aconseja al amigo a reponerse de los sueños rotos y a dejar el materialismo que ha hecho guiñapos de su fantasía y que le hace desconfiar de todos. Le pide que el desaliento no lo desvele y le conmina a seguir adelante (pp. 126-127). Otros poemas que me llaman la atención es  “Las Noticas” al único diario de Victoria, dedicado a José Andrade y “Así se Vive” dedicado a Rodolfo Rogazy, renombrado médico y quien fuera uno de los directores fundadores del  Hospital de Victoria y que según la historia comenzó como un Centro Asistencial, dependiendo de un organismo de Beneficencia. Y por último menciono un poema dedicado a Julio Barrenechea que tituló “Romance baladí”, un romance a la niña que bajo la calma de la aldea mira por la ventana (pp.110-112).

Su libro Barco de papel fue publicado en 1933 por la Empresa  Letras de Santiago donde también figuraron Pablo Neruda, Roberto Meza Fuentes, Ángel Cruchaga Santa María, Fernando Binvignac, Gerónimo Lagos Lisboa y otros. Este texto fue prologado en un acto de simpatía por el poeta y diplomático Julio Barrenechea (1910-1979) Premio Nacional de literatura en 1960, quien expresó: “En los poemas de Hidalgo se mezclan las entonaciones de dos razas, la española y la indígena.  Su voz adquiere gallardía castiza a veces y otras capta sombríos acentos de aborigen. Todo está movido por una invisible sangre laboriosa de un hombre que vive en ese pueblo de madera donde se cultiva la lluvia”. Y agrega:

 “Ahí, aplastados, inmóviles, los habitantes automáticos viven al compás de una banda municipal” y “entre las niñas que usan vestidos pálidos y los jóvenes que usan espaldas anchas, esperando en la estación la llegada de los trenes, dando vueltas a la plaza cuando crecen las serpentinas, encerrado en una caja de una oficina pública, se está muriendo Juan Hidalgo, es decir, cumpliendo años, viviendo”.

 Alone, el conocido comentarista literario chileno no podría faltar. Al hacer la crítica de Barcos de papel escribe: “Juan Hidalgo es el dueño de la poesía de esta región buena para la manzana. Es él quien recorta la luna de cartulina y la mantiene sobre los tejados, equilibrándola en lo alto de su mirada de hombre nocturno. A él se le debe que aparezca a veces la brisa, siguiéndole los pasos, como viento domesticado. Y es él quien habla del amor, del dolor y de la muerte, entre los hacendados que discuten el precio del trigo y el peso de las vacas”.

Roberto Meza Fuentes, crítico literario, se dirige a este libro y a Juan J. Hidalgo como el poeta que destruye el hermetismo y el centralismo de Santiago. Mandó sus versos y sin nadie que lo conociera, sin padrino que lo representara ganó la simpatía del editor. Sus poemas son la palabra inicial de un poeta destinado a decir grandes cosas.

Por su parte Norberto Pinilla Fuica, profesor, bibliográfico y crítico literario chileno expresa que este libro le recuerda escenas infantiles, los barcos de papel  y destaca poemas como la “Canción de la novia ausente”, asegurando al público lector que Hidalgo llegaría a ocupar un buen sitio entre los líricos del país y a ser uno de los grandes. Sin duda, Juan J. Hidalgo fue una promesa para las letras chilenas de su tiempo, según se lee en los vaticinios de sus críticos, incluso algunos alababan el hecho que aun siendo Ministro del Trabajo en Chile y Secretario de Estado no abandonara sus dotes de poeta.

El otro libro al que hemos tenido acceso gracias a Moraima Fajardo es Sangre a nivel (Ediciones Los Afines, Santiago, Chile, 1957). Es una recopilación de su vasta producción inédita editada por el Grupo Los Afines y publicada gracias a la tenacidad de su compañera Olga Álvarez. Ella cumplió con el deseo del autor de realizar esta publicación ya que el poeta estaba impedido a causa de su grave enfermedad. Deseaba hacer él mismo el prólogo y lo habría titulado: “El Autor habla del Autor”.  Por el motivo indicado se escribió en su lugar una reseña colectiva que  expresa en palabras de la época: “Nosotros, compañeros de Juan J. Hidalgo, y testigos de sus afanes literarios, no podemos ocultar nuestro júbilo y  aguardamos con tranquilidad lo que la crítica y el público puedan decir de estos poemas iluminados por el Amor, el Dolor y la Vida en el punto que la sangre laboriosa del autor se ha quedado a nivel” (San Fernando, Mayo de 1957).

El 22 de julio de 1974, el diario La Voz de Colchagua publicó un artículo sobre Juan J. Hidalgo escrito por otro reconocido poeta local de San Fernando, Don José Vargas Badilla,  quien alaba su primer libro Aldea (1926) diciendo que fue una “primera cosecha plasmada en los campos sureños, con la fragancia de las tardes campesinas que dejaron al descubierto a un fervoroso cantor de la tierra, a un bardo de alta jerarquía literaria”. Y le brinda homenaje nombrando sus publicaciones en el año 1933 el libro Barcos de papel, Visita de Venus en 1937 y  Sangre a nivel que en 1957 fue una primera Antología con la promesa de otras que nunca vinieron. También se perdieron algunas obras inéditas del autor, como una colección de cuentos llamada Mapocho-Puente No.2 y Páginas de polémicas con ensayos políticos y de crítica literaria.

Un texto incompleto y curioso aparece en este último libro Sangre a nivel, en su sección llamada “Casa Mayorista” (pp.135-138). Es un texto bastante importante por la mención del tema.  Los editores que han publicado y compilado este texto escriben a manera de disculpa que estos poemas “son de una cuerda algo traviesa y algo triste del autor”. Sin embargo, la verdad es que representan otro ejemplo de su veta social y nos hacen recordar textos contemporáneos de autores que hacen un corte en la sociedad chilena para reflejarnos al trabajador de supermercado u otros negocios  en Chile donde la vida es difícil, de abuso y baja remuneración. Las casas mayoristas aparecen en las economías cuando hay inflación y las familias tienen que comprar al por mayor para cuidar el sueldo del mes. El proyecto de Hidalgo incluye seis viñetas que presentan una descripción sucinta de los problemas y de los empleados del lugar. El poema 1 es sobre el mozo y las mañanas tempranas cuando se abre el negocio. El poema 2 es un cuadro del tiempo de la migra colación a las 12 del día para los empleados. El poema 3 es una conversación entre los empleados que llevan la oficina del negocio. El 4to. poema se refiere a los problemas que entonces entrampaban la vida de todos los sujetos, el Sindicato, los socios del negocio, la inflación, los nuevos precios…(Total, el Sindicato, / los hombres del Gobierno, la rutina, / los patrones, la prensa  y el mal trato / dedican su saber al garabato, / como los lustradores de la esquina. / ¿Habrá aumento?....) El poema 5 son cuatro versos dedicados a las vacaciones y el 5 es un largo poema que narra cuando la firma celebra su aniversario y ofrece un banquete al personal. Y todo por un poco de pan, al otro día vuelta a lo mismo, dice el poeta, a la rueda o rutina.

El autor escribió su época y la situación de la clase trabajadora. Sin duda, conocía de las leyes laborales, porque en 1938 llega a ser ministro del Trabajo, año en que sucedió la llamada Matanza del Seguro Obrero (5 de septiembre) en Santiago. Chile pasaba por tiempos muy críticos, con muchos cesantes aunque en lo laboral se había logrado establecer el sueldo mínimo para los trabajadores de las industrias.

Juan J. Hidalgo escribió mucho sobre los temas del Amor, la Vida, los paisajes de Chile, mujeres y niños y, por sobre todo, a la Muerte y al fallecimiento de personas. A veces usó un tono humorístico y en otras un estilo melancólico, romántico, natural al margen de los días y otros sociales. Y cuando se refiere a sí mismo: repasa su vida, sus gustos, sus amores, la tierra sureña que amó tanto donde se quedó su esposa en el cementerio de la ciudad de Victoria  y que forma parte de sus heredades.

Cuando se enfrenta a su propia muerte la recibe con humor y gran tristeza a la vez. Leamos algunos versos:

“Desafío en la víspera”: Todavía no he muerto. / Están las velas dentro del paquete; / no han podido traer al carpintero, /  ni al cura, ni al notario, / ni al médico. (vs.1-5) Es altamente ilustrativo, / y es curioso, mirarse casi muerto. (vs. 20-21)
“Heredad verdadera”: Dicen que no cabemos en el mundo, / y cabemos, /con poca diferencia, /en dos metros / de largo y una vara / de ancho… (vs.8-13) Cuanto papel sellado / y cuanto falso juramento,/ por un baúl de ropa apolillada,/ tres gallinas y un cerdo…/ No me quitéis, quitándomelo todo, /los dos metros/ de largo, ni la vara /de ancho. (vs.21-28)
“No existe”: La muerte no existe: / la inventó don Maula. / Entre mil barrotes, el alma diserta / contra lo infinito. La vida es la jaula, /la muerte es la mano que rompe la puerta. (vs.1-5)
“Poema final”: Cuando venga la muerte /será una oscura noche de tormenta, / yo estaré silencioso, meditando / la última palabra de un poema.

Juan J. Hidalgo pudo haber seguido soñando poéticamente o haber llegado a perfeccionar su arte y ser un gran poeta, pudo haber sido un gran político de nuestro país o pudo ser mencionado en cada Antología de Poetas Chilenos de comienzos del siglo XX. Pasó el resto de su vida después del año 1938 trabajando en puestos gubernamentales por la cultura, la poesía y su pueblo en lo que pudo.

Pero una grave enfermedad acortó su vida y nos dejó con estas palabras que se han podido rescatar y son bastantes, pero no lo suficientes. Así es, pasa el tiempo y los propósitos se desvían. Una lástima haber perdido un poeta que prometía. Unos suben al estrado ahí quedan para siempre como estatuas significativas y otros se pierden en el anonimato. Me alegro por la oportunidad que el destino nos ha dispuesto: conocer a su sobrina y a través de ella, conocer  y leer a de Juan J. Hidalgo,  poeta olvidado, como tantos otros, en la geografía de Chile.  Son las cosas de la vida.

El poeta está seguramente enterrado en Santiago de Chile, Cementerio general.

 

Poema íntimo de Chile
     por J.J. Hidalgo

Siempre se vuelve al punto de partida,
a la fuente donde se ahogan las estrellas
todas las noches desde el día inicial;
al nombre de la madre, y a la hoz
con que el padre segaba;
al verbo que desconcierta y vitaliza:
a los símbolos que resisten
al asedio constante de la malquerida,
de la decepción y del pillaje.

Todos partimos sin dirección y sin propósito,
y al ver sangre en la huella
mancillamos la boca con la palabra equivocada
y ponemos en el pensamiento
la dinamita del escándalo.
Porque este ejército de gusanos
en el que tú formaste codo a codo conmigo,
no pudo herir al mapa verdadero
ni horadar la manzana: no estaba allí la historia,
ni estaba el manantial, ni estaba el héroe.

Con tu fusil y con su sable y tu mochila,
eras exactamente igual a mí con mi mochila,
con mi fusil y con mi sable.

No sabíamos
donde estaba la rosa de los vientos
ni de quién era el polvo que pisábamos
“Dulce Patria”, y el canto
se llenaba de lágrimas, de niños andrajosos,
de irritación, de cólera, de miedo.

Tenemos que desterrar al raquitismo
y encarcelar a la tuberculosis;
es urgente fusilar la miseria
y calcinar los huevos de la incuria
para que no suene a mentira, ni a burla, ni a sarcasmo,
la frase en que ponemos “nuestro cobre”,
“nuestro salitre”, “nuestro hierro”;
y aquella en que colocamos
“independencia” o “democracia” o “libertad”

No puede construirse con barro las pirámides,
ni se puede ir entre los que avanzan con los pies engrillados.
Esa casucha llena de agujeros
es un baldón y una vergüenza,
y aquella madre joven sin marido,
es una llaga purulenta en el suburbio y en el agro.

Hacemos leyes de protección para la prostituta y la ruleta
y todavía no vienen el albañil, ni el carpintero,
a levantar el muro del hogar y la escuela.

¡Ah, la euforia y el enloquecimiento del hipódromo!
¡Ah, a tentación vesánica de la lotería!
Ved cómo se succiona la sangre de los crédulos, de los viciosos e impacientes,
para alimento del clan oficialista y festinación de una caridad de zarzuela barata.

Por tal motivo y causa
hay que volver al punto de partida
al grito que aún avisa, a la flor que aun perfuma,
al acto original de la conciencia que todavía empina
verticalmente al Hombre.
¡El Hombre! ¡Qué maravillosa comunidad de decisión y fortaleza
alzaría los oriflamas resplandecientes hacia el límite victorioso,
si el Hombre fuese el Hombre!

Allí está el nombre de la madre, inmaculado;
y la hoz con que el padre segaba pan para la prole;
y las estrellas resurrectas que se ahogan todas las noches en el lago inicial;
y el Verbo, y los Alatares, y los Símbolos permanentes.
Nos moveremos dentro de la Historia ficticia
y nos deformamos con postizos y menjurjes de perfumista loco.
¿Por qué temer a la Verdad?
Ella no muda ni disfraza
Hace su oficio con invariable exactitud.
Por eso duele tanto su latigazo;
por eso en sus dominios no prospera la cábala.
La verdad es también el Punto de Partida.
La verdad nos cruza la mejilla
con la terrible bofetada de su condición insobornable.
¡Qué agror queda en la lengua
después de pronunciar esas palabras!

¿Querrás vivir de pie a andar curvado?
Se ve mejor la luz si la cabeza está en su sitio.
Entremos hoy en el pórtico íntimo de Chile,
hecho todo de harapos, de carroña, de indecisión, de burlas;
entremos como el desinfectante en una herida;
entremos para quitarle su olor a sótano cerrado,
su fealdad de gorila, su indiferencia ante el dolor.

He aquí los tres caminos y sus rótulos:
Amor, Justicia, Libertad.
Porque sin amor no hay justicia y sin justicia no hay libertad
Y sin libertad no hay amor: y así sucesivamente.

Botaremos el lastre.
Será como en el día 7º. Del Génesis.
Día humano y perfecto.
El día del nuevo poema íntimo de Chile.
Hay que volver al Punto de Partida.

 

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Bibliografía:

Información entregada por Sra. Moraima Fajardo Aedo, Temuco, 2012.

- Aldea, poesía por Juan J. Hidalgo. Por Raúl Silva Castro. El Mercurio. 1926-07-25
- Aldea, poesías por Juan J. Hidalgo. Por Guillermo Rojas C. Las Últimas Noticias, 1926-07-26
- Barcos de papel por Juan J Hidalgo. Por Norberto Pinilla, La Nación. 1933-07-23 Ver en:
http://www.sicpoesiachilena.cl/docs/critica_detalle.php?critica_id=634
- Barcos de papel por Juan J. Hidalgo. Por Roberto Meza F. El Mercurio. 1933- 07-23
- Barcos de papel por Juan J. Hidalgo. Anónimo. El Mercurio. 1933-08-23
- Barcos de papel por Juan J. Hidalgo. Por Alone. La Nación.1933-08-27
- Barcos de papel por Juan J. Hidalgo. Por Abel Valdés. El Mercurio. 1938-03-27
- Barcos de papel, poesías por Juan J. Hidalgo. Anónimo. El Mercurio. 1933-08-06. Ver en
http://www.sicpoesiachilena.cl/docs/critica_detalle.php?critica_id=416
- Barcos de Papel. Por Juan J. Hidalgo. Alone. La Nación. 1933-08-27 Ver en :
http://www.sicpoesiachilena.cl/docs/critica_detalle.php?critica_id=644
- Barcos de Papel. Por Juan J. Hidalgo. Por Abel Valdés. El Mercurio. 1938-03-27 Ver en
http://www.sicpoesiachilena.cl/docs/critica_detalle.php?critica_id=771

 

 

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Biografía de la autora.

Eugenia Toledo Renner es oriunda de Temuco. En el año 1975 emigró a Estados Unidos y obtuvo en la Universidad de Washington, Seattle, su Master en Literatura Latinoamericana y su Doctorado en el Siglo de Oro Español (1982). Entre 1985 y 1986, Eugenia trabajó en Santiago para la OEA (Organización de Estados Americanos) y fue co-autora de un programa para la Educación de Adultos (Analfabetismo) aplicado en Chile que dio como resultado ocho Textos y dos Manuales para profesores. Luego, vuelve a USA y trabaja enseñando nuestra Cultura Latinoamericana en variadas instituciones educaciones, Universidades, Institutos y Colegios. Desde el año 2005, Eugenia trabaja como editora y traductora.  Tiene 6 libros de poesía publicados. También se ha dedicado a la enseñanza de Talleres de Escritura Creativa para diferentes niveles tanto en Seattle, como en Nicaragua, Chile, Honduras y México. Ha obtenido tres premios de Poesía en Estados Unidos entre 2005 y 2012 y ha sido ampliamente publicada en revistas, periódicos, la internet y Antologías. 

 

Créditos  fotografíasuperior: Moraima Fajardo Aedo y el poeta en plaza de Victoria Araucanía.



 



 

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