Acta de la entrega nocturna
Se precipita el sol, tan lentamente.
Desde su fondo vuelve un mirlo hacia mi rostro,
portando el anuncio de otro mundo:
el aroma de un viejo eucalipto,
ya tan sólo visible
cuando abro los ojos y no hay profecía
más larga que la pradera oscura.
Paisaje con efigies
Está alguien que cuida de los mirlos:
no salgan de la nada- dice.
Está un río, anegado de hojas,
recién llovidas, no sé dónde.
Está un árbol que se extiende al paisaje
-arriba de la mente-
donde sólo hay caminos que conducen al mundo,
hacia fuera del mundo.
Y estoy yo, arrobado en la voz,
vacía, poderosa, de nadie.
Grabado en terracota
Digamos que es de noche.
Digamos que hay palabras de agua,
hojas lavadas por el sueño,
largas tierras abolidas por el milagro.
Lengua del vencido
Un oído que escuche mis palabras
será el vacío.
Pero tu oído no.
Tú escuchas
lo que derrota mis palabras.
Madame Sadness
Oigo el brotar de los escarabajos
-sus élitros girando
hacia la boca de la noche, girando
como por dentro de la savia oscura
del álamo.
Oigo mi nombre.
De cualquier forma
sólo oigo mi nombre.