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La
tachadura po/ética de JLM
Jorge Polanco Salinas
Revista
"La piedra de la locura", N°4, Verano 2004.
En
el segundo número de la Revista El Espíritu del Valle, se
ilustra una fotografía pequeña con la imagen de Juan Luis Martínez
tapándose el rostro. Las manos aparecen en primer plano, cubriendo la cara
del flash. En una acción refleja, quizás, Martínez desea
ocultarse. Gesto
diametralmente opuesto a la portada del libro póstumo Poema del otro,
publicado por la Editorial Diego Portales, donde la figura de Martínez
se muestra completamente, colmando de presencia el ingreso al libro. Gesto reflejo
ante el flash, pero que devela algo más: la concordancia que tiene con
la tachadura del nombre de autor en La Nueva Novela, su obra más
decisiva en la poesía chilena. En aquella fotografía y en la tachadura
del nombre, pervive la huella indeleble que ha dejado la po/ética de Martínez.
Entiendo por po/ética las implicaciones éticas que trae consigo
su modo peculiar de hacer poesía.
Mucho se ha hablado acerca de la
muerte del concepto de autor. En los años sesenta, Michel Foucault y Roland
Barthes advirtieron sobre su presunta muerte. La lingüística, el estructuralismo
y la literatura contemporánea la avalaban, y las Ciencias Humanas se fundamentaban
en tal cimiento, llevando a cabo lo que Foucault denominó la muerte del
hombre. Desde este crisol, todo puede disolverse en estructuras o en la historia,
en las cuales el sujeto no es más que una huella de arena, borrada por
el tiempo y la intransitividad de la lengua. De ahí que el gesto de Martínez
se haya podido interpretar principalmente bajo aquella propuesta, como una consecuencia
más del proceso de desubjetivación. Sin embargo, a menudo esta otra
perspectiva complementaria, las ramificaciones po/éticas que se extraen
de la concepción del poeta con la tachadura del nombre, se pasa por alto.
En la página 91 de La Nueva Novela, JLM cita: "el nombre
que puede nombrarse no es el verdadero nombre", y además señala:
"a sílabas entrecortadas quiso repetir un nombre: (Jxuan de Dios),
¡Ah, ese si que hubiera sido un verdadero nombre!, mas como un serrucho
trabado en el clavo oculto (que maldice el carpintero), sólo pudo pronunciar,
a duras penas, tartamudeando -atragantado por el aserrín de sus palabras-
las chirriantes sílabas de su apellido: (Mar-mar-tti-nnez)". En
estas palabras, hay una dosis de humor sardónico respecto a sí mismo,
en cuanto sujeto-autor JLM tartamudeaba (de hecho solo leyó escasas veces
en público); pero también existe un aspecto más profundo:
el poeta es pensado en claroscuros(1), ocultando
la presencia omnímoda del autor, y retirándolo a un sitio suspendido
en "el silencio que se produce entre cada canto" (89). Pues "algunos
escritores se expresan de la manera más irracional posible, es decir a
través del silencio"(126).
El
poeta se asoma conjugando -parafraseo a Martínez- las sílabas anónimas
del indecible nombre de sí mismo. El poeta se recoge en el gesto del ocultamiento,
porque en el entramado con el silencio, pervive una opción radical: el
(des)escribirse ante la hoja constantemente en blanco de la poesía, donde
cada palabra cae al abismo de lo impronunciable. Por ello el rol del poeta es
un ejemplo po/ético en JLM, puesto que su escritura estuvo circunscrita
al silencio más difícil: a la inmersión del yo en la fuente
inagotable de la poesía. Aquello lo prueba la actitud reticente de Martínez
frente al ámbito público. Y este es justamente su ejemplo po/ético,
debido a que su pensar acerca de la escritura es insoslayable de su concepción
ética del poeta. Pues cuando la poesía es puesta en primer lugar,
ya no es necesario picotear "como último recurso las migajas del
nombre del (autor)"; cuando el poeta se disipa en torno a la escritura,
su trabajo se acentúa en el espesor de la palabra, en el silencio que abriga
el tiempo mayúsculo de la historia de la poesía(2).
Y no como acontece habitualmente, donde los espacios de la escritura culminan
socavados por la mezquindad de los egos; espacios en los cuales los escribidores
"se desentienden del silencio y de sí mismos(...) se desescuchan
del silencio. Se desescuchan de sí mismos. Quieren escucharse del oído
que alguna vez los escuchara: (los pájaros no cantan: los pájaros
son cantados por el canto... los pájaros reingresan al silencio...)".
Y los poetas reingresan con sus huellas anónimas a la poesía...
La
Nueva Novela: reseña sin sentido
La
primera edición de La Nueva Novela deJUAN LUIS MARTÍNEZ
data de 1977. La aparición de este libro marcó una inflexión
en la poesía chilena, debido a múltiples aspectos ligados también
a la dificultad de su clasificación. Ya el título y la portada ofrecen
la impresión de un texto que pareciera no ser poético, al
menos en el modo como se escribía poesía en Chile, puesto que es
"un trabajo -sostiene Manuel Espinoza Orellana- organizado para desorganizar
al significado, para exponer la levedad de todo juicio" (3).
De ahí que sea tan complejo reseñar este libro, porque todo sentido
que se le pueda otorgar desaparece a medida que se avanza por sus páginas.
Comenzando por las frases de
las solapas "Nada es real" y "Todo es real", siguiendo por
sus juegos de poesía aritmética y visual, por el resumen paródico
de los pensamientos de algunos filósofos y poetas, por el anzuelo pegado
en una hoja, por la página en blanco o por la bandera de Chile en su sección
"Epígrafe para un libro condenado: (la política)"; el
texto se articula como un objeto-libro (incluso de culto por su alto costo monetario
y la dificultad de conseguirlo) que puede observarse de distintos ángulos,
todos diversos y muchas veces contradictorios.
De hecho, en
la portada aparecen dos nombres tachados, gesto que indica la anonimia que hasta
cierto punto está implícita en el libro. Pues con esta imagen gráfica,
el tema de la autoría queda puesto en escena. Juan Luis Martínez
y Juan de Dios Martínez con tachaduras, asoman como queriendo ocultarse,
como dudando de sí mismos. Aspecto reconocido en el misterio que rodeaba
al poeta en su ámbito público y también en su poética.
De acuerdo al documental "Señales de ruta", Juan Luis Martínez
no quería escribir (eso se muestra en su otra obra publicada en vida "La
Poesía Chilena", en la cual no hay textos escritos por él).
Se ha sostenido que el poeta viñamarino lleva al extremo la muerte del
autor y la desaparición del sujeto decimonónico, aún cuando
es necesario advertir -a mi juicio- que siguió dejando un rastro de sí
asomado detrás de su tachadura. Para Lihn, el gesto de la tachadura de
Juan Luis Martínez es "el troquél anónimo de
alguno que es ninguno, es quien lleva más lejos aquí,
con mucho de lo que ello implica, la desconstrucción de la personalidad
individual(...). El orden de la Nueva Novela, sin la unicidad de un sujeto
que lo rige -¿alguien?-, se impone autoritariamente, pero está intrínsecamente
desautorizado"(4).
Si
no existe un autor que rija integramente el libro, no existe por ende Un sentido
biográfico (exégesis que usualmente se realiza de los textos poéticos)
que le done unidad interpretativa a La Nueva Novela. Si el poeta acrisola, como
en el caso de Martínez, todo aquello que lo rodea -ya sea a través
de la intertextualidad y la poesía visual-, no es tan solo en él
donde hay que inquirir El sentido de la obra. El sentido se refracta infinitamente,
como un juego de espejos en que el reflejo pasa por un mismo punto (el poeta),
pero que siempre se escapa hacia nuevas líneas de fugas. Es en ese punto
donde se alberga la tachadura del nombre, puesto que no es posible ubicar a cabalidad
su singularidad. Con su tachadura (gesto interpretado de diversas maneras y este
es otro modo más de interpretarlo), Juan Luis Martínez abre
la discusión en torno al autor y la escritura; abre un registro nuevo sobre
los vínculos del poeta y su palabra; abre otro punto de mira acerca de
la huella de remisiones infinitas y anónimas de la poesía, que constituye
el poeta.
NOTAS
(1) Término que podría ampliarse a toda aquella poética, en que
la palabra muestra un concepto de poeta que se asoma borrándose en lo que
escribe, considerando también que el sujeto siempre deja una huella -ya
sea horadada o no- de sí mismo.
(2) Tal vez esta sea la razón por la cual se dice en el documental "Señales
de ruta" que JLM no quería escribir, ya que su escritura siempre está
en pugna con el abismo más radical de la poesía: el silencio.
(3)
Cfr: M.E.O.
"La
acción innovadora de Juan Luis Martínez". El
Espíritu del Valle, 4/5 1998, pág. 64.
(4)
Cfr: Lihn, E.
Juan Luis Martínez La Nueva Novela. Recopilado en
El Circo en llamas, Lom, Santiago, 1997.