El único personaje es yo mismo: el payaso descomedido. Y ese único personaje, instalado sobre el alambre, debe hacer penitencia. Caer en la cuenta. Instalar su oscilación para instalar su caída. Proferir su discurso sobre "el molde abollado de una gramática ajada". Proferir signos abollados: bollos. Mimar versos de golpe rapsódico en una noble línea coral. Suplicar su diaria ración de palabrería y recordar la perfidia radical del objeto: (no olvidar que la perfidia es eterna y temporal, la todavía permanente fragilidad del objeto). La broma dura sólo un instante: el instante de caer en la cuenta: el instante de la caída.
(Si andar sobre el alambre sirve para algo, es sólo para andar sobre el alambre. O poner —delicadamente— nuestro puñadito de huevos que ha de fermentar en el vacío).
Hay un algo que avanza y eso que avanza es el lento y pesado avance de algo sobre algo que podría ser algo como un cuerpo sobre algo que podría ser algo como un alambre. Lo cierto es que algo avanza sobre algo y luego ese algo que avanzaba ya no está más: se fue sin pagar ni un centavo, dejando sólo aquello sobre lo cual avanzara. (Hay un lamento porque vino a cantar por algo más que un centavo y ahora algo se queda llorando por algo menos o por el mismo centavo).
Aquello que estaba ya no está más o está en otro lugar, boqueando su canción de muerte. (Y aquello que se ha quedado se ha quedado boqueando también su propia canción de muerte).
Ese algo que ya no está más, se ha quedado algo de ese algo que se ha quedado y también a la inversa, es decir, que ese algo que se ha quedado, se ha quedado con algo de ese algo que ya no está más. Lo cierto, otra vez, es que ese algo que vino aquí estuvo vino a corregir la bajada, llamándola "caída" . Y ahora se va publicando, apenas, su impublicable salto en el vacío. (Boqueando la misma canción o cantando otra cualquiera:
Helada la risotada,
la carcajada.
Ninguna coma
ningún amor:
(ni de más
ni de menos).
Ninguna,
ninguna canción de amor).
(Mientras esto que fue escrito antes es leído ahora que iba a ser después que iba a ser ahora y que ahora ya no es. Mientras esto que fue escrito por alguien, alguna vez, es leído también ahora o después por alguien que puede ser el mismo que lo escribió u otro cualquiera o no ser leído por nadie).
Aquí, en estas mismas líneas, quizás no ahora, sino antes o quizás después, también hay algo que todavía avanza hacia otro lugar o desde otro lugar, avanza hasta aquí o hacia ningún lugar. Y entonces lo que se cree que podría suceder aquí, sucedería en cualquier otro lugar, menos aquí.
En otro lugar y también aquí mismo se ha dicho lo que se dice aquí: (hay algo que avanza y eso que avanza es el lento y pesado avance de algo que podría ser algo como un cuerpo sobre algo que podría ser algo como un alambre).
Lo cierto, si algo cierto hay aquí, es que algo que avanza sobre algo, primero está aquí, y luego ese algo que era visto o sentido y se sabía que avanzaba o simplemente por haber avanzado ya no está más o sólo porque aquel que esto veía o sentía está ya en otro lugar y aquello que avanzaba y que creemos que ya no está más, sigue estando en el mismo lugar sin haber avanzado ni un ápice.
(Ahora, otra vez, aquí mismo, sobre el alambre vacío de su palabra vacía, él se va por el alambre del vacío hacia alcanzar el vacío de su propia palabra hasta donde no haya más palabra ni alambre ni vacío: el lugar del no-lugar: El Magnífico Lugar de los Lugares).
El único personaje es yo mismo: la pobre palabreja convertida en sujeto por obra y gracia de sí misma. Destruyendo en sí misma su gracia de sujeto. Destruyéndose palabra por palabra en la palabra. Yéndose cortada por el alambre cortado. Yéndose de sí misma hacia el vacío de sí misma. (Descerco de la lengua hasta llegar al silencio sobre la cuerda floja y cantar y repetir —en silencio— una vez más, otra vez la misma canción:
Ninguna coma
ningún amor,
todo parece una broma;
ninguna coma
ningún amor,
ninguna,
ninguna canción de amor).
Si hubo que decir algo, fue porque siempre hubo que decir algo, si hubo que decir que hubo un escrito sobre la Mente también hubo que decir que también hubo un escrito sobre el Cuerpo. Ahora se dice por decir algo que hay otro texto que podría ser un Lamento. (Salvo que después de nombrado ya no es más lamento). Es leído entonces no como un lamento sino como una crítica: (crítica que si fuera crítica de sí misma, hablaría de un cuerpo, ¿acaso de un cuerpo ilegible?: entonces se descubre al final lo que iba a ser el principio y se descubre en la propia ilegibilidad de la mente).
Lejos de donde algo pudiera oírse,
una voz anónima frasea una canción sin nombre:
Ninguna frase ninguna coma
ningún texto, ningún autor
ningún delito, ningún rencor
ninguna, ninguna canción de amor.
Si alguna vez hubo alguno
que pretendió ser autor
ya nadie recuerda su nombre
y menos la canción que no escribió
Y aunque todo parezca una broma
es que quizás ya está muerto
o realmente nunca existió.
* * *
Juan Luis Martínez nació en Viña del Mar, Chile, en 1942. En 1977 publicó La nueva novela, -libro inclasificable, lúdico, lúcido, generador de arte- que lo ubicó como una nueva voz para la poesía chilena. Un texto de nadie permanecía inédito