"Restos
Mortales" de Juan Mihovilovich
Poética del
encierro
Por Marco Antonio
Coloma
en El Periodista, 30 de julio
de 2004
Después de leer "Restos mortales", una colección
de cuentos breves y muy breves de un autor que hace más de
diez años no publicaba, uno queda con la sensación de
que Juan Mihovilovich tiene
temor a construir diálogos. Se trata de una narrativa prácticamente
exenta del viejo y maravilloso oficio de hacer hablar a los personajes,
y que troca ese ejercicio por sendos monólogos densamente reflexivos,
que sumergen al lector en un universo particular y sugestivo pero
que también corren el riesgo de aburrirlo.
Mihoviloch tiene una predilección especial por los personajes
débiles, esa clase de sujetos por cuales cualquier bien nacido
debiera sentir compasión. Y tiene la habilidad de transformarlos
en héroes. Esa galería de fracasados, de excluidos,
de raros, que circula por el volumen, tiene un común denominador:
el encierro. Algunos padecen el encierro físico ("Puerta
de ingreso"), otros el encierro psiquiátrico ("Adiós
liliputiense"), o el encierro que significa trabajar por años
entre las mismas cuatro paredes ("Conducto regular"). Esa
condición es asumida por los personajes con un estoicismo que
los redime. Y hay más. La obsesión con el lugar que
ocupará nuestro cadáver es un ejemplo de esa suerte
de poética del encierro que Mihovilovich lleva hasta los límites
de lo posible. El relato que le da título al libro cuenta la
historia de un hombre obsesionado no sólo con la muerte sino
también con el lugar en que quedará enterrado. De niño
ha visitado el cementerio y ha elegido un rincón específico.
De adulto se hace panteonero del recinto, y se encarga personalmente
de que "su lugar" no lo ocupe nadie y permanezca disponible
hasta su muerte.
La excentricidad de ciertos personajes muy seguido tiende a superar
lo verosímil ("El sacristán", por ejemplo).
Y hay cuentos que son derechamente fantásticos ("Especie
en extinción"). Con todo, uno se queda con un balance
positivo, aunque pensando que varios cuentos pudieron haberse quedado
afuera del volumen y nadie los hubieran echado de menos.