urdimbre. (Valparaíso: Ediciones Inubicalistas, 2009)
Julieta Marchant
...... .. .. .. . .. Fragmento
he construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado
errado, no de error, sino de lugar otro
diana bellessi
seré la otra anclando el cuerpo en ésta
el patio trasero de lo propio las ventanas entreabiertas
yo abriendo una puerta que de cerca es el dibujo
de una puerta trazada por alguien que se me parece
la ilusión de los mapas que sólo son habitables por el silencio
y por las manos que los dibujan y se aquietan
cuál será el gesto preciso o de dónde vendrán los jardines
quién será capaz alguna vez
la primera piedra fue lanzada por alguien que ya nadie recuerda
la imagen de los árboles quemándose la otra corriendo
el fuego de los márgenes y lo oblicuo haciéndose curvo
correr es devolverse dice una voz que buscarse entre la maleza
dice los gestos vacíos no hay espacio dice acá no
lo otro es simplemente una palabra desarmándose
el eco de algo que tuvo sentido alguna vez quién
será capaz de caminar hacia el bosque sin desviarse
con el sonido de los pasos de lo negro que viene detrás quién
hará del jardín lo propio desde adentro armándose entre la ceniza
el viento levantando la tierra una mujer extranjera se voltea
alguien llama esta puerta es sólo un trazo nada más que un esbozo
de árboles ardiendo un montón de escombros a la distancia
la otra es esta que se encarna en los márgenes corriendo dejaré la ciudad la enredadera de sal que engendraste en mí/ cuerpo oscuro semilla tuya anunciando una música opaca/ los recuerdos que dejaste se arrastran trepando la cama entrometen sus manos/ puedo acabar con tu voz puedo hacer de tu lengua una línea minúscula trazo borrándote con la punta de los dedos
el verdadero texto está en el oleaje turbio
del mar
y la memoria se empeña en alejarlo
como la estela que dejan ciertos barcos
dividiendo las aguas con su huella
eugenia brito
dicen todo se resume a un hombre mirando el mar
dispuesto enfrentarse a lo inmenso
qué será el mar sino puro desasosiego
basta darle la espalda a lo que no queremos ver
y que nos coja y nos recoja dicen lo eterno
el punto exacto en el cual el cuerpo se va dicen
lo único que tengo es este cuerpo que padece otros cuerpos
dicen lo ajeno y lo propio
cuánto mar cabe en lo propio que no puede tocarse
cuánto en lo ajeno que no es sino el rastro de lo que dejamos al pasar
el mar no es más que una línea que podemos ver desde acá
lo que nos llega es su ramaje
afuera sólo bestias lobos de mar que parecieron sirenas
un hombre enfermo que creyó ver el paraíso en un mapa hecho a pulso
el viaje finalmente no tiene nada de viaje
cuando es volverse a sí mismo enroscarse por dentro
ser un imbunche cuidando lo propio
que se vuelve ajeno de pronto y regresa a apropiarse de la carne más fuerte
llueve la historia que marcó los cuerpos
llueve el olvido del paraíso me sostiene
llueve inmenso el mito resquebrajándose entre la ceniza dicen
el mito y la lluvia son una sola cosa
la furia de las bestias el carnaval de las bestias
la tierra cerrándose los árboles uniéndose apretando el follaje
no hay entrada al bosque
si hubo paraíso alguna vez no hay entrada al bosque
el imbunche es pura costra
como un paquete listo para ser lanzado al mar
en el vuelo va rompiendo sus tejidos
de qué nos cuida el que está afuera vigilando
de qué mares o qué rocas de qué marcas en el cuerpo
el mar es el que mira al hombre y no al revés dicen humareda remolinos encostran espirales olas conforman el viaje/ somos siquiera la imagen que desapareció en el pestañeo de alguien blanco entrando a un ojo semiabierto alas inmensas se quiebran antes de/ podremos soplar cenizas pero las huellas en las rodillas no